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domingo, 28 de agosto de 2016

"A los Kirchner nunca les importó nunca el tema de los derechos humanos"… @dealgunamanera...

Graciela Fernández Meijide: "A los Kirchner nunca les importó nunca el tema de los derechos humanos"…


La exintegrante de la CONADEP sostuvo que los grupos guerrilleros fueron "terroristas" y propuso reducir penas a los represores que colaboren con la Justicia.

Publicado el domingo 28/08/2016 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Graciela Fernández Meijide, exintegrante de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) durante la presidencia de Raúl Alfonsín, habló durante una entrevista de su lugar en los organismos de derechos humanos, la desaparición de su hijo, el número de desaparecidos y la discusión sobre esa época que se ha reavivado en las últimos semanas.

Cuando el consultaron por qué no siguió la línea de Madres de Plaza de Mayo, Fernández Meijide contestó: “Porque mi forma de trabajo es más institucional. A mí no me alcanzaba con lo testimonial, que igual es importante. Pero había que reunirse en la calle y no había cómo guardar la documentación. En cambio, la Asamblea tenía una pequeña estructura que después se fue agrandando”.

En cuanto a la llamada "teoría de los dos demonios", consideró que “es un invento que se reverdeció cuando Alfonsín dio, en 1983, los decretos 157 y 158, por los cuales se ordenaba el enjuiciamiento de los líderes de las tres primeras Juntas Militares y de los líderes de las organizaciones armadas Montoneros y ERP que no estaban en el país. Parecía que Alfonsín los ponía en nivel de igualdad”.

“Sin embargo, si se lee la fundamentación de ambos decretos, no se dice ‘tienen igual responsabilidad’. Es por eso que se declaró crimen de lesa humanidad uno y no el otro, porque la fuerza que tiene un gobierno con todas las agencias de represión a su disposición se suma a la garantía de total impunidad”, agregó durante la entrevista al sitio Infobae. Además, sostuvo que “hoy ya no tiene sentido” enjuiciar a grupos que tomaron las armas en esa época.

“Se hacen igual que antes, por lo tanto, la verdad la aportan siempre las víctimas, y los militares niegan y niegan. No se encontró la forma”, sostuvo la exintegrante de la Conadep en cuanto a los juicios contra los represores.

Además, sobre el tema, agregó: “A aquel que diga datos concretos, que tenga reducción de pena. Hoy no tienen ningún estímulo. Si Santiago Riveros, que era el responsable de Campo de Mayo, donde seguramente mataron a mi hijo y al hermano de Eduardo, pudiera negociar no tener condena perpetua, a lo mejor nos diría si mi hijo pasó ahí”.

En cuanto a la reactivación de los juicios durante el kirchnerismo, Fernández Meijide consideró que “la intencionalidad fue política. Néstor Kirchner fue elegido con el 22% de los votos y necesitaba sectores de la sociedad que lo apoyaran. Cuando se empiezan a desarrollar los juicios, comienza la necesidad de hacer juicios y más juicios. Además, se los organizó con muy poca astucia desde el punto de los tiempos de la economía jurídica”.

Además, sostuvo que los Kirchner desmerecieron el trabajo previo de los organismos de derechos humanos “porque eran ignorantes de ignorancia supina. Ni a uno ni al otro les importó nunca el tema de los derechos humanos y nunca tuvieron nada, ninguna participación, ni física ni intelectual, con el tema. Por lo tanto, cuando lo abordaron, lo hicieron desde la mayor ignorancia”.

“La acción de recomenzar la justicia, convocar y financiar dio sus resultados. Además, los organismos estaban muy achicados ya, pensá que yo soy de las madres más jóvenes, ya muchísimas han muerto”, comentó sobre la cooptación de los organismos.

Al ser consultada por la cifra de desaparecidos, Fernández Meijide declaró: “Yo siempre digo, si fueron 30 mil, primero: ¿por qué las cúpulas no dicen quiénes son los 20 mil restantes? Segundo: ¿Qué pasó en esta sociedad que hay 20 mil personas que desaparecen y no hay una familia, un amigo o un compañero que denuncie?”.

“¡Es imposible! Son los que son, número más o número menos. Y es más, hubo muchos intentos de denuncia de desaparición posterior para poder cobrar las indemnizaciones, porque esas cosas también, desgraciadamente, pasan”, remató.

Además, polémica, Fernández Meijide sostuvo que el accionar de la Dictadura no se trató de genocidio porque eso “supone la persecución a un sector de la sociedad por raza, religión o etnia. Acá el tema era destruir las organizaciones armadas, sobre todo y básicamente ERP y Montoneros”.

Por otra parte, la exintegrante de la Conadep sostuvo que las organizaciones armadas deberían ser llamadas “terroristas. Sobre todo la guerrilla urbana, donde no hay un enfrentamiento con un ejército en un terreno. Por eso, para hacerse notar, o tomaban un cuartel o una comisaría para robar las armas o ponían una bomba”.

Para cerrar, le consultaron si cree posible cerrar ese capítulo de la Argentina, a lo que contestó: “Siempre se va a cerrar, más tarde o más temprano. Hoy por hoy es muy pronto. Primero, porque nadie dijo qué pasó con los desaparecidos. Yo todavía no sé qué pasó con mi hijo”.


jueves, 22 de mayo de 2014

El secuestro de la verdad... De Alguna Manera...

El secuestro de la verdad...



Con el traspaso de la ESMA y otros centros clandestinos a la órbita nacional, el Gobierno se asegura ser la única voz autorizada sobre los años 70 y construir desde allí una versión oficial que deje afuera recuerdos incómodos

¿Se puede decir ex ESMA? Así se insiste en nombrar al edificio que fue campo de detención clandestina y que ahora ha sido convertido en moneda de intercambio entre el gobierno nacional y el de la Ciudad, que desistió de su responsabilidad sobre lo que les pertenece a los porteños por geografía y tragedia.

En efecto, cuando días atrás la Legislatura aprobó el traspaso al gobierno nacional de edificios porteños en los que funcionaron centros clandestinos de detención, incluido el de la ex ESMA, en el que desarrolla sus actividades el Instituto de Espacio para la Memoria (IEM) ahora disuelto, fuimos muchos los que vimos detrás de esa jugada el intento del Gobierno de “apropiarse” de la memoria para “resignificar” esos legados y ponerlos al servicio de la “causa nacional y popular”. Esto es: glorificar como heroísmo la militancia de los años setenta para eludir el gran debate sobre la responsabilidad de la dirigencia montonera en la violencia política que antecedió al golpe de 1976 y que tiene en la ESMA su expresión más perversa, la que “unió a los réprobos con sus demonios, al mártir con el que encendió la pira”, tal como escribió Jorge Luis Borges en una crónica memorable sobre una de las audiencias del Juicio a las juntas militares.

Aquel día de julio de 1985, escuchamos el testimonio de Víctor Basterra, un operario gráfico detenido al que obligaban a falsificar documentos, desde escrituras a partidas de defunción, y que fue liberado en 1984 bajo una amenaza que hoy se llena de sentido: “Te vas, pero no te hagas el tonto que la comunidad informativa siempre queda”. Víctor Basterra integraba el ahora desaparecido IEM, un organismo plural del que también formó parte el premio Nobel de la Paz Pérez Esquivel y organismos de derechos humanos no alineados con el kirchnerismo. 

Aun en contra de una sentencia judicial para no modificar el edificio de la ESMA, el Gobierno construirá un museo guionado por los relatores oficiales.

Los senadores kirchneristas que en abril pasado dictaminaron en el Congreso sobre el traslado de la ESMA se negaron a escuchar las objeciones de los integrantes del IEM. Entre ellos, los sobrevivientes Víctor Basterra y Carlos Lordkipanidse, quien narró: “Por el horror que ahí existía, Víctor solía exhalar: ¡Ay, Dios mío!’ Un compañero que tenía a su lado, en la capucha, le decía: En este lugar, capaz hay Dios, pero muy poquito’. De lo que sí estoy seguro es de que nunca vimos ahí adentro asados, murgas, recitales, payasos, ni mucho menos Sergio Berni”.

No hay dudas de que el Gobierno busca apropiarse de esos edificios simbólicos para erigirse en única voz autorizada sobre aquella tragedia nacional; busca construir desde allí una memoria oficial que deje afuera cualquier información incómoda sobre los años 70. Es sabido que en la ESMA se ensayó el más tenebroso experimento de perversión entre Massera y la dirigencia de Montoneros. Me llevó cuarenta años conocer el destino final de mis hermanos, Néstor y Cristina, presos desparecidos en ese centro clandestino. 

Por respeto a las víctimas, me he cuidado de no cometer la injusticia de juzgar las conductas personales bajo el terror, pero no se puede negar la complicidad que existió entre la dirigencia montonera y el comandante de la marina. Incluso el ya fallecido Juan Gelman, que fue parte de la conducción de Montoneros, escribió en Página 12 a principios de 2001: “En 1978 Firmenich y Cía. pactaron con Massera, el carnicero de la ESMA, un acuerdo preparatorio. Cada socio perseguía un objetivo propio: Massera, el de trabajar su camino hacia la presidencia del país; Montoneros, el de aparecer en los diarios para que no nos olviden’, ilustraba Roberto Cirilo Perdía”.

Se entiende por qué la memoria de la ESMA puede ser incómoda y por qué se hacen tantos esfuerzos por amordazar cualquier intento de trabajar por una memoria de los años 70 que no puede ser complaciente para nadie.

Tanto se busca silenciar las disidencias que hasta una víctima de los peores abusos de la represión ilegal puede volverse un testigo incómodo. “Soy una sobreviviente no apta para el gobierno actual, por lo tanto nunca fui convocada a ninguno de los megashows de la ESMA”, declaró María Luján Bertella, quien estuvo secuestrada en la ESMA a los 21 años y el 19 de marzo pasado dio su testimonio ante el Tribunal Oral y Federal N° 5. 

Bertella confesó que por influencia de su pareja, un dirigente montonero, había omitido en su declaración ante el CELS en 1984/85 la autocrítica que ella hace sobre su militancia de entonces (se cuestiona, por ejemplo, haber justificado con un ligero “Es la Guerra” el atentado contra la casa de Guillermo Walter Klein, donde había cuatro niños de entre cuatro y doce años). Amplía además el concepto de vítctima: “Las situaciones de víctima son muchas. 

En definitiva yo fui víctima en primer lugar, a los 15 años, de Montoneros, a los 21 años fui víctima de la ESMA y en el exilio, una vez que recuperé la libertad, fui víctima de muchos integrantes de organismos de derechos humanos que me hicieron vivir la dificultad de presentarme como sobreviviente de la ESMA”.

El testimonio de María Luján fue subido a YouTube por un abogado defensor en esa causa y fue visto por miles de usuarios en pocos días. Hoy ya nadie podrá verlo porque fue retirado de la Web y ya no está disponible en YouTube, se lo hizo “desaparecer”. Es una memoria incómoda.

Desde que trato de encontrar respuestas a la tragedia que nos atravesó, me pregunto por qué no hubo desaparecidos en Brasil, en Chile o en Uruguay, como sucedió en la Argentina, donde existió un plan sistemático desde el Estado para hacer desaparecer los cuerpos y así negar los crímenes. Hoy intuyo que entre nosotros siempre se hizo desaparecer desde el poder lo que molesta para construir la versión del relato oficial. La Revolución del 55 negó el nombre de Perón, los símbolos del peronismo y hasta secuestró el cuerpo de Eva Perón. Como si fuera posible eludir la opinión de alguien, la verdad de otro, con sólo negarla o dejar de nombrarla.

Perturba constatar que aquellos que fueron desaparecidos políticos de la dictadura hoy estén dispuestos a hacer desaparecer voces que los contradicen. Ésa fue la lógica que imperó a lo largo de nuestra autoritaria historia y que hoy se replica en nuestra cultura política. Como sucede con libros silenciados como el de Graciela Fernández Meijide, No eran héroes, o con El testamento, de Hector Leis, un ex montonero que hoy cuestiona la lucha armada en la que participó. 

O como sucedió hace diez años con las respuestas lapidarias que recibieron las reflexiones del filósofo cordobés Oscar del Barco, uno de los intelectuales que más influyeron en el pensamiento de izquierda y que asumió públicamente su responsabilidad no en tomar las armas sino en haber influido ideológicamente en los jóvenes que terminaron usándolas. Con una gran honestidad personal y valentía intelectual todos ellos nos ofrecen la oportunidad del debate que nos debemos en relación con la violencia política.

Yo misma debí esperar más de diez años para que una editorial se animara a publicar lo que todas habían rechazado, el libro De la culpa al perdón, escrito mucho antes de que se simplificara la revisión del pasado con el cuadro que se descuelga para hacer desaparecer a Videla de la pared. “El coraje es de otro orden -escribí y sostengo ahora-. Es ser capaces de mirar de frente todo lo que nos sucede, sentir el dolor por todo lo que no pudimos evitar. Le llamemos culpa o responsabilidad.”

En esta última decada, muchos dirigentes de derechos humanos salieron de la oscuridad, abandonaron la plaza y cruzaron al Palacio para recibir los favores políticos del poder. Sólo así se entiende la urgencia para congelar la memoria de lo que realmente sucedió en la ESMA.

Confío en que, pese a los comisarios políticos, la verdad se impondrá. No en beneficio nuestro sino a favor de lo que nos trasciende, el porvenir democrático. La ESMA nunca dejará de ser el más tenebroso de los experimentos de muerte y perversión política de nuestro país. La única “resignificación” posible es que la política erradique el autoritarismo y la educación saque las lecciones morales del pasado para que finalmente aprendamos a vivir en libertad con responsabilidad.

© Escrito por Norma Morandini el Miércoles 21/05/2014 y publicado en diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 24 de marzo de 2013

Del cristinismo al cristianismo... De Alguna Manera...


La fe de los conversos... 


El primer milagro del Pontífice fue el cambio de actitud del oficialismo, de la crítica acérrima a un respaldo religioso. La conversión del cristinismo al cristianismo apenas necesitó agregar una letra. El viraje fue tan vertiginoso e implacable que Cristina, más papista que el papa, elevó al cielo a tres mujeres que odiaba y entregó al infierno a tres hombres que amaba. La tarea de reconciliación se la encomendó a Oscar Parrilli, el “Camarlengo”, quien se comunicó telefónicamente con las tres santas que Cristina nunca tuvo en sus oraciones: Alicia Oliveira, Graciela Fernández Meijide y Magdalena Ruiz Guiñazú. A los tres diablos los mató con la indiferencia. Horacio Verbitsky, Horacio González y Juan Pablo Cafiero recibieron una luz cegadora, un disparo de nieve, diría Silvio Rodríguez.

La Presidenta invitó a Alicia Oliveira a integrar la delegación oficial, y mientras le daba la paz, la besó y le dijo: “Gracias por haber venido, me ayudaste mucho”. Recién llegada de Roma, pude hacerle un par de preguntas a quien más defendió a Bergoglio de la campaña sucia.

—¿El cambio de la Presidenta es un gesto sincero y definitivo o sólo especulación electoral? Usted confesó que había votado tanto por Néstor como por Cristina, pero que ahora lo pensaría dos veces.
—De alguna manera me sentí un nexo para la comprensión entre Francisco y Cristina. Estoy contenta. Prefiero que trabajen juntos y que no se peleen.
—¿Pero la votaría nuevamente? ¿Es una autocrítica genuina de Cristina?
—Rezo para que así sea. Comprendo que es por el bien de todos.
—¿Ahora también comprende a Verbitsky? Hace una semana usted dijo que sus notas eran una infamia de mala fe.
—No tengo comprensión para Verbitsky. Lo que hizo no se lo perdono.

No corren buenos vientos para quien ayer fue vinculado por Jorge Lanata a la redacción de discursos de la Fuerza Aérea durante el terrorismo de Estado.

Graciela Fernández Meijide y Magdalena Ruiz Guiñazú trabajaron con igual coraje en la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) y ambas fueron blanco de los ataques de parte del kirchnerismo en general y de Hebe de Bonafini en particular. Recibieron insultos terribles y Magdalena hasta debió sufrir un “juicio” en una plaza pública y la incitación a escupir afiches con su rostro. Fascismo primitivo que no tuvo ni una palabra de condena de parte de Cristina.

En su nueva etapa ecuménica, casi mimetizada como papisa del Calafate del fin del mundo, Cristina pareció decirles a Graciela y a Magdalena: “Ego te absolvo a peccatis”. Las invitó a un acto en Morón donde se lamentó porque no hayan podido concurrir y lo expresó con un afecto inédito: “Nos hubiera gustado tenerlas presentes”. La tropa de La Cámpora no entendió demasiado por qué ahora no tenían que silbar (tal como hicieron con Bergoglio en Tecnópolis) a esas “gorilas destituyentes”, como las llamaban hasta media hora antes.

¿Hay oportunismo berreta o lucidez estratégica en la nueva liturgia de Cristina? ¿Es un astuto intento de apropiación del Papa, como dijo uno de sus fieles empleados, o un cambio definitivo que implica arrepentimiento de sus actitudes agresivas y autoritarias?

Fernández Meijide dijo desde París: “Quiero pensar lo mejor. Celebro todo lo que sea amistoso porque nos sobra confrontación. Ojalá la actitud del Papa haya calado hondo en Cristina y comencemos una etapa nueva de unidad en las diferencias”. Magdalena tocó la misma cuerda: “No esperaba la invitación. Ojalá sea un cambio”.

Tal vez éste sea el primer milagro del papa Francisco. El discurso de Cristina en el ex campo de concentración de la Mansión Seré estuvo tapizado de terminología religiosa y finalizó con un insólito: “Que Dios los bendiga a todos y a todas”, que solía utilizar Carlos Menem y que fue prolijamente ocultado por las crónicas de los diarios adictos.

La Presidenta le recordó al papa Francisco que el 13 de marzo fue justo el día de Cristina, mártir de Persia, patrona de los imposibles, virgen y mártir que fue presa y asesinada a golpes de vara. La entronización del Papa desató encendidas polémicas, sobre todo en Carta Abierta, donde se rumorea que Horacio González y Juan Pablo Cafiero dejarían sus puestos en el Gobierno, aunque por distintos motivos.

El titular de la Biblioteca Nacional en su intervención ante los intelectuales por ahora cristinistas condenó a Gabriel Mariotto a integrar una lista demoníaca de derechistas amantes de la superchería entre los que colocó a Elisa Carrió, Mauricio Macri y los genocidas. Créase o no. En pocas horas, Cristina adoptó (¿se apropió?) los mismos conceptos de Mariotto. ¿En la próxima asamblea de los pensadores a la carta, sumarán a la Presidenta a esa nómina? Sorpresas te da la vida. En esa misma discusión, Jorge Luis Bernetti definió a la Iglesia como la “monarquía absoluta más totalitaria que existe en el mundo hoy” y sus conceptos fueron coronados de aplausos cuando dijo: “Comparto la crítica a esta absurda posición demagógica de decir ‘tenemos un papa peronista’ que recoge lo peor del ser nacional argentino”.

La estabilidad de Cafiero también está comprometida (como anticipó PERFIL ayer), pero su situación podría calificarse como un caso de obediencia debida. Estableció relaciones con el ala más reaccionaria y conservadora de la Iglesia porque fue el único camino que encontró para su trabajo diplomático. No porque Esteban Caselli o el cardenal Leonardo Sandri hayan sido santos de su devoción.

Nuestra bendita Argentina no para de patear los tableros de los analistas. En medio de uno de los momentos más complicados e incendiarios de la economía, que tiene  al Gobierno corriendo detrás de los acontecimientos y tapando huecos; paradójicamente, la política le vuelve a sonreír a Cristina donde mantiene la iniciativa. Al principio, estuvo al borde del precipicio montada en su ira contra “ese opositor de Bergoglio”. Pero frenó a tiempo y dio un giro de 180 grados. Dijo aquí no ha pasado nada. “Yo nunca me enojé con Bergoglio, fue un invento de los medios” y a otra cosa mariposa.

Semejante cabriola borocotista fue rechazada por la elite más informada de la sociedad; pero será leída por el ciudadano común como un gran romance entre el Papa y la papisa. Fue un volantazo tan brutal como acertado. Los consultores más creíbles esperan un crecimiento de diez puntos de la imagen positiva de Cristina en la próxima medición. La fe mueve montañas.

© Escrito por Alfredo Leuco el domingo 24/03/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



24 de Marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.



domingo, 16 de septiembre de 2012

Cadenasos... De Alguna Manera...


Cadenasos…

Diputada Nacional, Diana Conti

Vendetta e información confidencial: estas dos palabras definían unos de los rasgos más centrales del acontecer argentino hasta las manifestaciones populares de la singular noche del jueves último. El zarpazo contra el Banco Ciudad, por ejemplo, fue pura política patovica. No te metás con Batata. Batata pegó: le sacó plata a ese banco público. Para la turbia mirada oficial, plata es caja, caja es política, política es poder. Listo. Salió con fritas.

¿Es sólo culpa de Diana Conti? De ella sola, no, pero es terriblemente elocuente que haya sido esta turbulenta diputada la impulsora del proyecto para arrebatarle al banco porteño los depósitos judiciales de la Ciudad que cautela desde siempre.

Criada por sus abuelos porque su madre la dio a luz a los 17 años, abogada a los 24, militante del Partido Comunista Revolucionario, en 1994 fue colaboradora de Eugenio Raúl Zaffaroni. De esto da cuenta una página no objetada de Wikipedia. Electa diputada en 1997 en la lista de la Alianza encabezada por Graciela Fernández Meijide, subsecretaria de derechos humanos del presidente Fernando de la Rúa desde diciembre de 1999 y senadora nacional por la misma Alianza en julio de 2002, cuando asumió para completar el mandato de nadie menos que Raúl Alfonsín. Conti permaneció en la banca hasta diciembre de 2005, cuando, ya ultrakirchnerista vociferante, se convirtió en diputada por el Frente para la Victoria, reelecta en 2009. Maoísta, delarruista y kirchnerista sucesivamente, varios colectivos la dejaron cerca a la diputada Conti, cuya simpatía por el zar ruso José Stalin ella misma admitió ante los medios. Con ese prontuario, esta mujer, que oportunamente confesó estar “enamorada” de Néstor y Cristina Kirchner, autora además del lema “Cristina Eterna”, fue el alfil para sacar la ley que representa el desfalco legalizado de un banco público, incautación que sólo se explica por el afán de dañar a un territorio que el Gobierno percibe como enemigo.

Hermana estratégica del concepto de vendetta como fuerza motriz de la llamada política militante, es la búsqueda obsesiva de datos, la compulsión de saber, rastrear, detectar. Si Conti es la espada flamígera oficial, soldado que no trepida en definirse stalinista (ésa era, al fin y al cabo, la matriz ideológica del maoísta PCR), la AFIP que ahora quiere saber qué periodistas escuchan, leen y ven los contribuyentes, tiene como jefe a Ricardo Echegaray. Echegaray no proviene del PCR ni de la Alianza, como Conti. El, en cambió, arrancó en las filas del liberalismo de derecha, como Amado Boudou. Ninguna hazaña. El kirchnerismo es una amalgama proteica de elasticidad infinita, capaz de alimentarse de prófugos variopintos provenientes de las tiendas más contrapuestas. Pero por debajo, como subtexto, y como contexto que todo lo explica, vengarse y saberlo todo son maneras concomitantes y complementarias, brazos de un mismo cuerpo político.

En su épica irredentista, el Gobierno no se avergüenza de los castigos con que azota, ni de las prebendas con que premia. Responde a un eje de coordenadas muy evidente, que surge de su arraigada pulsión: sólo se hace política eligiendo enemigos y yendo a la guerra con ellos. Es lo que ha teorizado el anglo-argentino Ernesto Laclau, devenido desde Londres en gurú del populismo de trinchera que entusiasma el oficialismo. Eso explica la venganza como lenguaje asumido y legitimado, una suerte de ley del Talión maquillada de racionalidad ideológica. Pero eso no alcanza. Para el tantas veces mentado “modelo”, hay que saber mucho y hay que saber todo, de todos.

Nada tiene de asombroso, pues, que la AFIP ande hurgando entre las preferencias de los ciudadanos a la hora de sintonizar una radio, leer un diario o ver televisión. Las explicaciones de Echegaray para dar cuenta de su “encuesta” resultaron de una vulgaridad impresentable. Lo que quería la AFIP era saber cómo direccionar mejor su pauta publicitaria, explicó, cuando en
realidad eso se maneja directamente desde la Casa Rosada y es una de las tareas principales de Juan Manuel Abal Medina. Imposible dejar de deducir que, en realidad, la AFIP se convierte así en versión criolla de la Stasi, la tentacular policía política de la Alemania comunista, tan acertadamente retratada en 2006 en el film alemán La vida de los otros (Das Leben der Anderen), de Florian Henckel von Donnersmarck.

Impresionaba hasta este jueves la naturalidad con la que castigar a los rivales y acumular información de los ciudadanos se habían convertido en tareas habituales del Gobierno que ya le resultaban naturales a la sociedad. Era similar a lo sucedido con el estado de emergencia permanente y con la cerril insistencia de la Presidente en apelar a la “cadena” nacional hasta el hastío. Parecido, incluso, a haber admitido como normal que, pese a que la sociedad argentina la aloja gratis en una fastuosa residencia presidencial de 35 hectáreas en Olivos, hay que pagarle desde hace nueve años sus casi semanales viajes al Calafate, Santa Cruz, en el avión presidencial, porque ése es su “lugar en el mundo”.

Como en la violencia canallesca de varones contra mujeres, es como si los argentinos, de tan abusados, hasta el impresionante cacerolazo y manifestaciones del jueves a la noche ya casi no parecían asombrarse de las cosas terribles que sucedían rutinariamente. Todo se olvidaba y todo se enmendaba. ¿Axel Kicillof tuvo una poco astuta emisión precoz al confesar que le gustaría fundir a Techint? Se arreglaba con una visita a la sede de Ternium en Campana. Tamaña impunidad hablaba más de la Argentina que del gobierno reelecto en 2011. Tras su proclamada fama de rebeldía transgresora, hasta la noche del jueves, al menos, daba la sensación de que la sociedad argentina se caracterizaba por un resignado fatalismo. Con esa variable se manejaba hasta esta semana la mujer que gobierna, convencida de que podría seguir a los cadenazos, mientras le fuese posible hacerlo. Parece que las cosas cambiaron.

© Escrito por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 16  de Septiembre de 2012.