No aprendemos más…
Macri –Dujovne - Caputo. Más temprano que tarde habrá una
nueva crisis de la deuda.
Es triste escribir esta frase. En dos, cinco o diez años habrá una nueva
crisis socioeconómica. Sólo es cuestión de tiempo. Y ya conocemos las
dramáticas consecuencias que esta situación ocasionará a los sectores
populares.
Escucha la entrevista radial:
Pasó y volverá a pasar.
La dirigencia política argentina funciona como un adicto
que se recupera y vuelve a recaer con un entusiasmo cada vez mayor. Los que
firman estos acuerdos aberrantes lo saben. Los opositores también pero casi
todos callan.
Según datos oficiales, el año pasado la deuda externa
aumentó en 35 mil millones de dólares.
Entre enero y mayo de este año, la emisión de deuda fue
de 40 mil millones de dólares. Cuarenta mil millones en cinco meses. Estos
datos los consigna el Ministerio de Economía no el Partido Obrero.
Hace algo más de un mes, el gobierno firmó un bono de
deuda a un plazo de cien años con una tasa mucho más alta que el promedio del
mercado (casi ocho por ciento). La sola enunciación parece un chiste de mal
gusto.
Se tomó deuda por 2.750 millones de dólares pagaderos a razón de 200 millones de dólares por año durante un siglo (se estima que en 14 años se pagará el capital y los otros 86 años serán para pagar los intereses).
Se tomó deuda por 2.750 millones de dólares pagaderos a razón de 200 millones de dólares por año durante un siglo (se estima que en 14 años se pagará el capital y los otros 86 años serán para pagar los intereses).
Todavía hay algo más grave que el plazo delirante del
empréstito. Semejante endeudamiento no tiene como objetivo renovar
infraestructura, ni hacer grandes obras sanitarias, ni carreteras ni escuelas.
La plata será utilizada para solventar el déficit y pagar intereses de la
deuda.
Para Ismael Bermúdez, el periodista económico de Clarín,
la única explicación a esta operación es “la necesidad de los acreedores” de
colocar su exceso de fondos.
Una decisión que compromete a 25 gobiernos y a varias
generaciones de argentinos no pasó por el control del Congreso de la Nación y
sólo tomó estado público cuando se concretó. Es decir cuando el gobierno ya la había
realizado.
Algunos medios y periodistas presentaron el bono a cien
años como si se tratase de una buena noticia: “Un signo de confianza en el
país”. Apenas hubo algunas voces críticas. El silencio de la CGT y otras
organizaciones intermedias fue atronador.
En pocos días el tema pasó al olvido. La deuda no se ve
pero siempre está. Y crece. En la actualidad el 43 por ciento del déficit
fiscal está compuesto por intereses de la deuda.
“Lo que el gobierno se ahorró en el pago de subsidios por
el aumento de las tarifas se perdió en el pago de intereses de la deuda”,
señaló Bermúdez. La conclusión es simple: el esfuerzo de los usuarios que
pagaron los aumentos en los servicios públicos terminó en el segmento
financiero que sigue haciendo grandes negocios saltando de las letras al dólar y
viceversa.
La mayoría de las fuerzas políticas son corresponsables
del endeudamiento. Avalaron sin chistar el presupuesto que contemplaba esta
posibilidad sin que se tenga la necesidad de consultar a los legisladores y
ahora callan.
Varias generaciones deberán hacer frente a esta hipoteca
que no para de crecer en una lógica perversa: más se paga, más se debe.
Esta cuestión no está en la agenda electoral. Esta
cuestión no se discute en los medios. No es tema. Se entiende el silencio de los cómplices. No se entiende el silencio de los
inocentes.