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lunes, 1 de octubre de 2012

No quiere escuchar… De Alguna Manera...


No quiere escuchar…


¡Tema 1! ¡Tema 2! Presidenta Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

Intimidades de su llegada a Harvard. Contradicciones y reacciones destempladas. La ausencia de “estadismo”.

Ocurrió una tarde de 2011 en la Universidad de Salamanca. Estaba allí dando clases Alberto Fernández como profesor visitante de Derecho Penal. Se le acercó entonces un estudiante argentino, quien le dijo que su hermana, que estaba haciendo un posgrado en Harvard, quería contactar a la Presidenta para invitarla a disertar en la Facultad de Gobierno. El ex jefe de Gabinete se mostró abierto a colaborar y le indicó cómo llegar al secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, a fin de cursarle la invitación. Conocedor de la mecánica de Harvard, que incluye una sesión abierta de preguntas no acordadas por parte del auditorio, Fernández previno al estudiante sobre las chances nulas de lograr la participación de la Presidenta, siempre renuente a este tipo de circunstancias. La alumna de Harvard no se arredró; mandó la invitación y, para su sorpresa, un día de marzo de este año se encontró con un mail de la oficina de Parrilli que le confirmaba que Cristina aceptaba gustosa la invitación. Esa fue la génesis del electrizante acontecimiento del jueves.

El problema de lo que allí se vio no fueron las preguntas que los alumnos de Harvard le hicieron a la Presidenta, sino sus respuestas y la agresividad con que reaccionó ante el auditorio. El primer aspecto fue que Fernández de Kirchner dejó expuesta su incapacidad para soportar las preguntas que la obligaron a explicar asuntos críticos de su gestión. El segundo aspecto inquietante fue, además de la intolerancia, el creciente descontrol que experimentó la Presidenta a medida que se sucedían las preguntas, lo que la tornó agresiva. Y el tercer elemento que afloró fue la inexactitud de varias de sus respuestas.

La presentación de Fernández de Kirchner ya comenzó mal cuando hizo que su discurso tuviera una duración que pareció hacerlo interminable. Durante su exposición, desplegó otra vez su deporte predilecto: querer mostrar que la historia argentina es una larga cadena de desgracias de la que ha sido redimida por el kirchnerismo. Condenó la convertibilidad y aludió a su creador, Domingo Cavallo. No dijo que en los denostados 90 ella y su esposo apoyaron tanto la convertibilidad como al ex ministro.

En ese discurso llamó la atención que la Presidenta, siempre memoriosa de las cifras, no supiera los valores mínimos del salario ni de la jubilación, dato que tampoco demostraron conocer los funcionarios que la acompañaban.

“Chicos, estamos en Harvard... esas cosas son para La Matanza”, fustigó la Presidenta a algunos que la silbaron cuando le reprochó a un estudiante de 20 años no tener memoria. Curiosa expresión ésta, que, de haber sido pronunciada por algunos de sus adversarios, habría dado pie a una larga cadena de descalificaciones de muchos de los acólitos del Gobierno, que –como no podía ser de otra manera– salieron a defenderla.

“Fui una abogada exitosa”, recibió como respuesta la estudiante estadounidense que dijo haber vivido en la Argentina y que le preguntó qué explicación tenía para justificar el espectacular crecimiento de su patrimonio producido a lo largo de los ocho años de gobierno. Fue una mala respuesta que dejó sin contestar la pregunta. La estudiante se refería al incremento del patrimonio ocurrido en los ocho últimos años y no a aquellos en los que había desarrollado su actividad abogadil.

“Yo hablo con millones de personas en Argentina, no puedo creer que se dejen llevar por lo que digan dos o tres periodistas”, le contestó la Presidenta al estudiante que le señaló que se sentía privilegiado por poder preguntarle. Otra vez, el comentario se desvió de la apreciación puntual que hizo el alumno. Primero porque es imposible que Fernández de Kirchner o cualquiera de nosotros pueda hablar con “millones de personas”, y segundo porque el estudiante no dijo sentirse un privilegiado por el hecho de poder hablarle, sino por el de poder formularle una pregunta.

“Me parece poco académico. Esperaba otro análisis de ustedes”, disparó la Presidenta a modo de “ninguneo” ante otra pregunta que la perturbó, demostrando desconocer el contenido programático de algunas de las carreras que allí se cursan y que incluyen, entre otros temas, los que estaban en los contenidos de las preguntas (corrupción, relaciones entre gobierno y prensa, gestión). A esa altura de la noche, lo único del manual kirchnerista que le faltó decir fue que, a los estudiantes, las preguntas se las había dictado Héctor Magnetto.

Cuesta entender cómo la jefa de Estado dejó al desnudo una notable falta de preparación para enfrentar la situación en Harvard. Algo le ha pasado a Fernández de Kirchner, a quien muchos periodistas recordamos como una muy buena polemista, siempre dispuesta a enfrentar situaciones controversiales con aplomo y un buen nivel de fundamentación, que hoy demuestra haber perdido. Alguno de los muchos integrantes del aparato comunicacional oficial debió acercarle a la Presidenta el video de la presentación que hizo en ese mismo lugar Dilma Rousseff, quien supo enfrentar preguntas incómodas con inteligencia, elegancia y calma.

La Presidenta no comprendió que estaba en un ámbito académico y que, en tales circunstancias, lo que se espera de un estadista es que haga docencia. Saber contestar una pregunta crítica mostrando respeto por quien la formula –lo que ni siquiera significa compartir esa crítica– es hacer docencia. Pero, como se recordará, alguna vez la Presidenta se enorgulleció por el hecho de no ser una estadista ni querer serlo, algo que se nota.

En Georgetown, Fernández de Kirchner había señalado: “Hablo todos los días con la prensa. Lo que pasa es que escuchan lo que ellos quieren escuchar”. Lo que dejó en claro lo sucedido ese día y, sobre todo, el jueves en la Universidad de Harvard, es que las cosas son exactamente al revés: es la Presidenta la que no quiere escuchar preguntas que la incomoden y para las cuales demostró no tener otras respuestas que el enojo y la descalificación, cualidades propias de quienes hacen de la intolerancia un dogma.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 30 de Septiembre de 2012.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Temor vs. Respeto... De Alguna Manera...


La Argentina del miedo...

Los nuevos aires. Sri Sri Ravi Shankar. Dibujo: Pablo Temes.

Amenazas oficiales para casi todos. Peralta se sumó a la lista de gobernadores maltratados por el poder central. Aprietes a Techint. Temor vs. respeto.

Primero le tocó a Daniel Scioli con su periplo mendicante a fin de que el Gobierno le diera los fondos para pagar el medio aguinaldo. Luego le llegó el turno a Mauricio Macri y el problema fueron los subtes. A continuación, el blanco fue José Manuel de la Sota a causa de la disputa con la Anses por los fondos que le debía girar a Córdoba para el pago de las jubilaciones. Ahora le llegó la hora a Daniel Peralta, el gobernador santacruceño. Santa Cruz representa el ejemplo del “modelo” creado y manejado por los Kirchner: una provincia endeudada, con gran injerencia del Estado en la economía, un manejo político feudal y abundancia del capitalismo de amigos. A eso llama el kirchnerismo un modelo “exitoso”. Desde que Néstor Kirchner dejó la comarca para acceder a la presidencia, ningún gobernador pudo hacer allí pie firme. El primero que sufrió eso en carne propia fue Sergio Acevedo, que supo ser titular de la SIDE en los días en que Kirchner hablaba de la transversalidad, quien el 16 de marzo de 2006 debió renunciar cuando se negó a ser un títere del entonces presidente. A Acevedo lo sucedió su vice, Carlos Sancho, que sí aceptó ser un títere  del Gobierno central. Tras Sancho llegó Peralta.

Su actual gestión ya arrancó mal cuando los representantes de La Cámpora en la Legislatura provincial se le pusieron en contra. Los que conocen la política de Santa Cruz lo tomaron como lo que era: un alerta. Ahora todo está claro. La Presidenta ya no lo quiere más. Exige ahí a alguien de La Cámpora. La pregunta entonces es: ¿aguantará Peralta? A diferencia de alguno de sus predecesores, el gobernador parece dispuesto a resistir. Así que deberá prepararse para aguantarse algún aviso propagandístico denostando su gestión producido por orden del Gobierno y emitido en Fútbol para Todos.

El episodio dejó al desnudo la aceitada maquinaria de una operación en la que se utilizó el multimedios oficial y paraoficial, que dio aire a la denuncia acerca de la existencia de una red de espionaje montada desde la Gobernación para efectuar tareas de seguimiento a la Presidenta con fines desconocidos, lo que suena a mucha fantasía. Para su proyecto de permanencia y descendencia política, Fernández de Kirchner necesita que La Cámpora comience a hacerse de alguna gestión provincial a fin de que, con los recursos del Estado, construya poder. Ese es el plan, y Santa Cruz sería ideal como punta de lanza. ¡Qué mejor que un feudo que se maneja desde la Rosada!

En los “Aló Presidenta” de la semana se avanzó un poco más en el camino hacia el chavismo que el Gobierno viene desandando con prisa y sin pausa. Se repitieron conductas que forman parte de una planificación a la que contribuyen las más de cien personas que trabajan en la Secretaría de Medios. Así, las largas actuaciones de Fernández de Kirchner tienen cada vez más de perorata que de anuncios concretos, en la que se mezcla información cierta con información errónea, y en la que se emiten afirmaciones que no son verdaderas. No es verdad la afirmación de la Presidenta de que los medios no reflejan las buenas noticias que ella proporciona en sus apariciones. No es verdad que no utiliza la cadena nacional para ventilar aspectos de su vida personal o familiar. En realidad, para aspectos de su vida personal o familiar, no sólo utiliza la cadena nacional sino también los recursos del Estado. Esto, en realidad, no es de ahora sino que ya ocurría en tiempos en que Kirchner era presidente. Por otra parte, la Presidenta utiliza la cadena nacional para vilipendiar al que piensa distinto, para amedrentarlo y para avisarle que lo ha mandado a investigar por la Gestafip.

Hay que reconocerle a Fernández de Kirchner que en esta tarea tanto de acumulación de poder, así como también de búsqueda del poder “eterno”, viene siendo ayudada eficazmente por sectores de la oposición que todos los días demuestran estar en cualquier cosa. El Gobierno hasta se divierte viendo cómo con cada una de sus iniciativas divide a sus opositores y los mete en un laberinto en el que dejan al desnudo su confusión. El proyecto de habilitar el voto a partir de los 16 años es el último capítulo que ha demostrado la vigencia de esa penosa realidad.

En la semana hubo, además, dos afirmaciones que resumen el concepto de poder con el que la Presidenta lleva adelante su gestión. Por su contundencia y por su significado presente y futuro, es imprescindible no olvidarlas. La primera de esas definiciones la dio el viceministro de Economía en 6,7,8, el esquicio oficialista con aires “goebbelianos”. Dijo allí Kicillof: “Habría que bajar el precio de la chapa y fundir al señor Rocca, pero no lo vamos a hacer, aunque habló mal de nosotros”.  Es claro, pues, que para el Gobierno cualquier crítica es pecado mortal. Esta definición, además de ser imprudente –qué empresario extranjero o local estará atraído a invertir su dinero en un país en donde un funcionario amenaza con fundirlo–, denota un pensamiento propio de un régimen totalitario. Seguramente habrá cosas para objetarle a Techint, pero si Paolo Rocca no hubiera osado criticar aspectos de la política económica no padecería hoy la ira oficial.

El otro concepto lo dio la Presidenta cuando dijo que “hay que temerle a Dios y un poquito a mí”. No está claro si se quiso equiparar a Dios, pero que haya habido funcionarios que aplaudieron jocosamente esta advertencia, es patético. No hay registro de que en un acto en la Casa Rosada funcionarios festejen el estar bajo la dominación del miedo hacia quien desempeña la primera magistratura del país. En la Argentina, miles de personas dieron sus vidas detrás del ideal de un país en donde la libre expresión del pensamiento fuera un derecho absoluto. Por ello es que resulta increíble escuchar a la Presidenta, que se dice un adalid del pensamiento progresista, ufanarse de que le teman “un poquito”. Se les teme a los dictadores; se les teme a los déspotas; se les teme a los tiranos. En cambio, a los verdaderos estadistas se los respeta. La Argentina del miedo a expresar un pensamiento distinto al del Gobierno no es ya un eventual riesgo del futuro, sino una penosa e inquietante constatación del presente.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 8 de Septiembre de 2012.

domingo, 26 de agosto de 2012

El Hombre de la Bolsa o de la AFIP... De Alguna Manera...


Nace la Gestafip…

Monster Guillermo Moreno. Dibujo: Pablo Temes.

La AFIP se convirtió en una Gestapo que persigue a quienes se quejan o incomodan. Sus víctimas.

Ercole Felippa es el presidente de la Unión Industrial de Córdoba. En declaraciones en las que repitió partes de un discurso pronunciado en el Quinto Coloquio Industrial, organizado por la entidad que preside, osó criticar el control de importaciones y pidió una política de sustitución implementada “de una manera gradual y planificada”, para evitar caer en un “populismo industrial”. Horas después de haber realizado esas declaraciones a Cadena 3, agentes de la Gestafip –como se ha comenzado a denominar a la AFIP incluso dentro del organismo y que alude al sesgo intimidatorio con que se la utiliza– se aparecieron en la empresa láctea que el señor Felippa posee en la localidad de Freyre para dar inicio a una inspección integral, que es el método de control impositivo más exhaustivo que existe en el país.

La Gestapo (Geheime Staatspolizei: Policía Secreta del Estado) fue el organismo que sembró el miedo y el terror en la Alemania nazi. La frase que mejor sintetizó su poderío y su impunidad la dio Werner Best, director de asuntos legales del temible organismo: “En tanto y en cuanto la Gestapo ejecute lo que desea el gobierno, todo será legal”. 

Eliseo Subiela, uno de los nombres más destacados del cine argentino, narró en su perfil de Facebook las peripecias que debió padecer para acceder a la compra de moneda extranjera para viajar a Perú como parte de una serie de actividades culturales desarrolladas en Lima, que contaban con el patrocinio de la Cancillería de nuestro país. La represalia que partió desde el Gobierno fue fulminante: no sólo salió a descalificarlo el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, sino que recibió la visita de dos agentes de la repartición, que le dejaron en la escuela de cine que él dirige una cédula en la que le anunciaban la apertura de un procedimiento de investigación fiscal sobre su persona. “Desde la época de Isabel no tenía un miedo así”, confesó Subiela, con un tono que denotaba una mezcla de angustia e indignación, en el reportaje que concedió en TN a El juego limpio el jueves por la noche.

Ismael Bermúdez es uno de los periodistas económicos más prestigiosos del país. Entre sus virtudes están su rigurosidad informativa, la minuciosidad de su análisis, la claridad didáctica de sus explicaciones y, por sobre todas ellas, su honestidad, cualidades que le valen el reconocimiento de sus colegas. Tras su nota sobre uno de los últimos disparates del Indek –referido a que una familia tipo podía alimentarse adecuadamente con $ 23 por día–, el Gobierno reaccionó con furia contra él. Lo hizo a través de declaraciones descalificadoras realizadas por la titular del Indek, Ana María Edwin. Para completar todo esto, se agregó un libelo difamatorio con la foto de Ismael que está circulando por internet.

Héctor Polino, ex diputado por el Partido Socialista, es el titular de la ONG Unión de Consumidores Libres. Como producto de su trabajo, la organización viene reflejando los aumentos de precios que castigan, principalmente, el bolsillo de los que menos ganan. Esto es algo que Guillermo Moreno no tolera. Conclusión: sobre el fin de la semana que pasó a Polino se le hizo saber que, por resolución de la Secretaría de Comercio Interior, a la Unión de Consumidores se le había suspendido la inscripción para actuar como organización según los preceptos de la ley.

Mario Neffen es un productor lechero de Lehmann, en Santa Fe, que como tantos otros pequeños productores viene padeciendo las consecuencias negativas de la errática política de precios que el Gobierno le ha impuesto al sector y que perjudica, especialmente, al pequeño productor. Neffen participó de algunas de las protestas que se realizaron en esa zona de la cuenca lechera hace unas dos semanas, e hizo públicas sus críticas al Gobierno. Hablé con él por Radio Mitre y lo conocí dos viernes atrás, luego de una conferencia que di en Rafaela. Lo encontré angustiado. No sólo por haber recibido la visita intimidatoria de los agentes de la Gestafip, sino también por las presiones que Moreno ejerció sobre la cooperativa a la que pertenece Neffen para que saliera a desmentirlo, cosa que desafortunadamente se hizo.

Asistimos en la Argentina a un proceso que no se había vivido hasta aquí desde el renacer de la democracia. El Gobierno viene imponiendo –lamentablemente con éxito– la política del miedo. No es algo nuevo ni ajeno al kirchnerismo. Así fueron las cosas en Santa Cruz durante los 12 años de la “exitosa” gestión de Néstor Kirchner. Los que se atrevieron a disentir la pasaron muy mal.

Se asiste al fenomenal avance de una metodología destinada a la imposición del pensamiento único. Se vive un culto al personalismo sorprendente e inquietante. Cristina Fernández de Kirchner es perfecta y debe ser “eterna”, es decir, quedarse en el poder y con todo el poder el mayor tiempo posible. Todo debe llamarse Néstor Kirchner. Así lo ilustran la represa Néstor Kirchner anunciada por tercera vez en Santa Cruz, las calles Néstor Kirchner, el campeonato de fútbol por la copa Néstor Kirchner, más calles Néstor Kirchner, aeropuertos Néstor Kirchner y cuanta obra pública se inaugure y/ o se vaya a inaugurar en un futuro próximo. ¡Cuánto olor a pasado! En los albores del segundo gobierno del general Perón, entre tantas otras cosas, la provincia de La Pampa se llamó Eva Perón, y el entonces territorio nacional del Chaco, al provincializarse, se denominó Presidente Perón.

En cada una de las emisiones de Aló Presidenta, a Fernández de Kirchner le gusta hablar del futuro. Sin embargo, en los hechos, su gobierno se empeña todos los días en llevarnos a repetir un pasado que, como lo demuestra la historia, para la sociedad argentina es sinónimo de división y fracaso.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 26 de Agosto de 2012.