Aníbal F.: "Me hago cargo, fue un error hablar de sensación de
inseguridad"…
Delito. “¿Dónde está uno seguro?
¡Qué sé yo! Uno tiene que tomar todos los recaudos”, aseguró. “A partir de lo
que pasó, ahora me veré obligado a tomar más precauciones”, agregó luego del
robo que sufrió. Foto: Marcelo Aballay
En una entrevista con Magdalena
Ruiz Guiñazú, el senador asegura que fue un error comentarlo. "Yo no
inventé el término", insiste. Qué dijo sobre su su documentación patrimonial.
Un breve silencio, y luego
contesta: “Al
principio, nada… Yo venía con unas tartas que acababa de comprar para comer ese
día y estaba escuchando música mientras me detenía en un semáforo. De pronto,
delante de mí paró un coche. Otro, detrás. Y en algún momento alguien empezó a
golpearme el vidrio. Yo no entendía qué quería decirme, hasta que vi el caño
del revólver. Mientras sacaba la palanca de cambios ya tenía a otro, también
armado, del lado del volante. Abrí la puerta, me bajé y el que estaba a mi lado
me metió la mano en el bolsillo para sacarme la llave. Pero se sabe que en estos coches no se pone llave.
En cuanto vi un huequito en el tránsito crucé hacia la vereda. Eran pibes de
unos 20 años y no dejaban de encañonarme. “Llevate todo”, le dije al más
cercano, y cuando bajaron el arma me sentí más tranquilo.
—¿Era la primera vez que tenía un
arma enfrente?
—Sí. Fue la primera vez que me pasó.
—Debe ser una sensación
espantosa. Pero usted, que es una persona inteligente, ¿cómo pudo tener aquella
famosa frase acerca de que la inseguridad era sólo “una sensación”?
—¡No vamos a discutir esto toda la vida! Me hago cargo: fue un error hablar
de “sensación de inseguridad”, fue un error comentarlo. Es un tema que el
diario La Nación ha tomado muchas veces. Según los recortes que he guardado
desde el año 2008, es el título de la nota que dice “sensación de inseguridad”.
Yo no debería haberlo comentado porque parecería que uno utiliza eso para
bajarle el tono a la discusión por la seguridad. Una estupidez. Bueno, el
error está cometido, así que es inútil llorar sobre la leche derramada.
Lo que digo es que yo no inventé el término. Lo saqué de un medio serio y
señalé que, a veces, cuando usted repite muchas veces una nota periodística
pareciera que fueran varias, y esto puede estar en la cabeza del inconsciente
colectivo, cuando en realidad estamos hablando de un mismo delito. Pero bueno,
ya está. Como le decía, es un error mío que pagaré por un buen tiempo porque
muchos de los desprevenidos van a seguir insistiendo sobre este tema como si
fuera un invento mío.
—Lo triste es que, cuando usted
lo dijo, la situación era menos grave que ahora. Acabo de leer que en Wilde han matado a otra persona para sacarle el auto.
Es una escalada que va en aumento.
—Hay una forma de medir estas cosas: cuando se trabaja en ellas se elaboran
promedios, y los promedios son injustos. Si yo digo que usted se comió dos
pollos y yo no comí ninguno, el promedio da que nos comimos un pollo cada uno.
Pero la realidad indica que usted se comió dos, y yo, ninguno. La misma
injusticia se presenta cuando uno habla de los delitos teniendo a un señor a
quien han matado. Su familia se va a sentir ofendida y agraviada porque
pareciera que uno lo quiere transformar en un número y no debe hacerlo. Lo
que debe mirarse es el todo, y en el todo, este país, como Uruguay o Chile,
tiene índices públicos suministrados por los diarios que acabo de mencionarle:
La Nación y Clarín. Y esto demuestra que, en Latinoamérica, uno de los países
que cada cien mil habitantes tienen menos homicidios es Argentina. Ahora, quién
le explica ese promedio a las familias a las que les han ocurrido estas cosas. Yo
no pretendo minimizar esto y soy muy respetuoso de lo que sucedió. Tuve la
suerte de que no me pasara nada. La realidad es que uno no tiene que contrastar
el hecho formal, como estadística, al que está partido de dolor porque le han
matado a un familiar. Pero en realidad, la Argentina, de acuerdo con las
Naciones Unidas, no tiene un número que la ponga en una situación de riesgo.
—¿Le parece? Todos, aun
inconscientemente, tomamos más precauciones hoy que un año atrás.
—Yo también las tomo y, a partir de lo que sucedió la semana pasada, me veré
obligado a tomarlas mucho más. Infinitas veces le he dicho a mi mujer que
transite por avenidas iluminadas, y usted ve lo que me ha ocurrido, en una
avenida llena de gente, luces y coches. ¿Dónde está uno seguro? ¡Qué sé yo! Uno
tiene que tomar todos los recaudos, y si damos un consejo, hay que tratar de
hacerlo de la manera más quieta posible para que estas cosas no traigan una
consecuencia posterior. Mientras los tres pibes me estaban apuntando... bueno,
una vez que dejaron de apuntarme, desapareció mi preocupación.
—Y de acuerdo con su mirada de
vigilancia, ¿cómo ve la situación del narco en el país? Se lo pregunto porque
Berni y Rossi han disentido en este punto.
—No estoy de acuerdo con lo que dijo Rossi. Me parece que Rossi está impregnado del microclima
santafesino. En un momento feo, cuando a Bonfatti le pasó lo que le
pasó, yo lo llamé inmediatamente. “Estoy a tu lado. Contá conmigo. ¿En qué
puedo ayudarte?”. También me pareció muy bueno el trabajo que hicieron en
conjunto las fuerzas federales y la policía de Santa Fe monitoreadas por Berni
y por el propio gobernador. Hay que seguir trabajando en esto. Usted tiene que
pensar que si Naciones Unidas considera a la Argentina como un país de tránsito
es porque, entre otras cosas, es más negocio. La droga, en vez de pagar un peso
aquí, paga veinte en España o en Estados Unidos. Es tal la cantidad de dinero
para corromper que hay de por medio… Cuando ocurrió lo de la efedrina,
si no me equivoco, se pasó de 2,9 toneladas de efedrina que entraban por año al
país para elaborar remedios a 19 toneladas. En aquel momento nosotros
insistimos en que si bien estaba el registro de precursores químicos en la
Sedronar, la realidad es que el Congreso no tiene atribuciones para decidir
quién es autoridad de aplicación, artículo 99, inciso 2 de la Constitución. Si
es una atribución del Poder Ejecutivo, saquemos entonces un decreto y
compartámoslo con la Anmat, que es quien tiene la responsabilidad respecto de
los medicinales, y con la Policía Federal. De ese modo habrá un control mutuo
que va a garantizar que solamente se pueda aceptar la importación de efedrina
para los laboratorios que están fabricando estos medicamentos. Se puede hablar
largo sobre este tema, pero le digo que el incremento, en Argentina, no es una
cosa descontrolada. El trabajo que se ha hecho es muy fuerte y hay gente muy
especializada trabajando en las fuerzas federales y provinciales. Es necesario
seguir perfeccionándose y cuidando que no ingresen al país cosas novedosas que
puedan permitir que se multipliquen esos negocios.
—A propósito de drogas, ¿por qué
hay tan pocos radares en nuestro país? ¡Algunos hasta trabajan con horario! Constantemente
hay denuncias en las zonas fronterizas.
—Se siguen construyendo, pero también con eso se comete un error: se
cree que si tengo un radar y detecto un avión, el problema está resuelto. Me
dijeron que, en Bolivia, habían sancionado una ley de derribo. Brasil la tiene.
Pero esto no se hace en ningún lugar del mundo, porque es una condena a muerte
sin procesos. Nosotros siempre insistimos en que el avión, y de hecho hay
muchos aviones decomisados por fuerzas federales y provinciales, se baja con más
facilidad a través de la inteligencia. Me refiero a escuchas, investigaciones,
etc.
—Pero escúcheme, senador: el avión de los Juliá no solamente fue llenado de droga en
Morón, donde el aeropuerto es de jurisdicción de la Aeronáutica,
sino que pasó dos controles en Ezeiza hasta llegar a Barcelona, donde lo
estaban esperando los españoles.
—Como ministro firmé un convenio con Alfredo Pérez Ubarcabal, entonces ministro
del Interior de España, precisamente para intercambiarnos información entre la
República Argentina y países como España, Portugal con quienes, reitero,
tenemos convenios firmados. Le repito lo que dije antes: más que vender en
Argentina, el objetivo de los narcos es vender allá. En el caso que usted
menciona, seguramente habrá mucha gente que deberá dar explicaciones ante el
juez.
—Pasando a otro tema, recuerdo
que en el programa de radio de Lanata usted nos dijo que mañana lunes va a
hacer pública su declaración jurada, ¿no es cierto?
—Lo que dije es que tuve siempre una declaración jurada pública. No voy a
transformarla en privada. Cuando presenté mi declaración jurada en el Senado
suponía que se hacía pública. Fue el 13 de mayo de 2012. Lo que voy a hacer
ahora es la presentación de mi declaración jurada después de haber presentado
mi declaración jurada de impuesto a las ganancias. Es un error pedirle al
legislador o al funcionario que haga una presentación previa a la que va a
presentar en Ganancias porque puede haber un ajuste, una corrección, algo que
el contador entienda que conviene hacer presentándolo de una determinada manera
y tiene que estar rectificando facturas. Dejen que termine Ganancias y se
presentará la declaración jurada. Una vez que yo presente la declaración
jurada de Ganancias que mi contadora tenga firmada y presentada, a partir de
ese momento presento a la Oficina Anticorrupción mi declaración jurada porque
yo no quiero que deje de ser pública.
—Legalmente no tiene obligación
de hacerlo.
—Sí, pero yo quiero que siga siendo pública, porque si no me meten en un
lío. Fíjese lo que dice hoy Clarín: “Tras el robo de su BMW, su patrimonio
quedó bajo la lupa de la AFIP y en la AFIP figura como asesor de empresas y con
ingresos de hasta 15 mil anuales”. Esa es la forma en que se inscribió. Yo
no escribo estas cosas. Las escribe mi contador. El hecho imponible lo hace
la actividad y no la inscripción. Pago conforme a la actividad que yo tengo. Y
estoy pagando el máximo nivel. Todos los meses emito mis facturas, las envío a
las empresas, me mandan los cheques y se depositan en mi cuenta corriente;
tengo una sola cuenta, y además es muy fácil acceder al resumen de la cuenta
corriente y advertir que todo está cumplido. No es lo que dice Clarín. Lo que
pasa es que le tiran una papa caliente y arréglese usted. Pero yo no tengo nada
que explicar.
—Salgamos de los números y dígame
qué le pareció la reunión del Frente Amplio UNEN.
—En primer término, yo soy muy cuidadoso. Normalmente, no me meto a opinar
sobre los partidos de oposición. Es un problema de ellos que solucionarán como
les parezca. También, alguna consideración al respecto puede hacerse: lo que
veo aquí es que es una alianza de la coyuntura buscando solamente un
objetivo electoral. Y punto.
—Ellos tampoco lo esconden.
—No digo que lo escondan ni que sea deshonesto. En este caso tengo que mirar
quiénes son los actores. Veo hombres a quienes les tengo mucho respeto, como
Ernesto Sanz, Hermes Binner, quien no digo que sea amigo pero tiene una
imagen personal muy buena. Ahora, la verdad es que ver a Sanz, Binner, Solanas,
Carrió, Libres del Sur, Prat Gay, Lousteau… ¡no tienen nada que ver! ¿Que el
objetivo es electoral? Bueno, sabrán hacerlo. ¿Cómo se trasunta después eso en
términos del ejercicio de las políticas públicas? Y… el fracaso de la Alianza
fue rotundo. Pasaban cosas terribles. Yo he visto funcionarios que ante la
debilidad del presidente decían, por ejemplo: “Bueno, yo voy a plantear tal
cosa y si no, ¡renuncio!”. A Raúl Alfonsín, a quien siempre respeté y respeto
mucho y gocé de su afecto en los últimos años de su vida, a Néstor Kirchner, a
Cristina, si alguien les presentaba la renuncia se la aceptaban en el mismo
momento. Nadie iba a correrlos con la vaina ni por casualidad. En cambio,
cuando aparecía de cada pueblo un amigo traía dolores de cabeza que no podían
trasladar a una decisión de políticas públicas concretas en beneficio de la
sociedad. Ahora tengo la sensación de que vamos a lo mismo. Lo mismo hubiera
sucedido con la Unión Democrática sesenta años atrás. No quiero hacer chicanas,
pero qué respuesta le hubieran dado al Partido Conservador, al radicalismo y al
Partido Comunista, que en aquel momento eran todos la misma cosa compitiendo
con Juan Domingo Perón.
—Las fotos de archivo muestran a
Alfredo Palacios al frente.
—Estoy hablando de los que tenían una estructura distinta. Yo no dudo de que
Tamborini y Mosca la tuvieran también. Pero allí había un montón de otras
personas que, por más que tuvieran estatura, poseían otra visión de la
política. No tenían una alternativa común para llevarla a la práctica. Lo de la
Alianza, que fue poder, muestra a las claras los errores que se cometen cuando
se privilegia el beneficio electoral. Pero es entrar en un tema que no me
interesa. Fíjese que en Capital Federal, cuando se junta UNEN, es para un candidato
como Pino Solanas. Cuando gana, todos nos preguntamos: ¿se cumplió la primera
parte de las PASO, una herramienta estupenda? Ahora, la segunda, ¿hay fidelidad
en el voto? Y bueno, veámoslo. Esperemos la elección. Y Solanas hoy es senador
de la Nación. Son las reglas que uno pensaba que podían crear una nueva
Argentina.
—Anoche, en el teatro Broadway,
las piedras del escándalo eran dos: Macri y Massa.
—Sí, lo que pasa es que una buena parte de los participantes que estaban allí
se ha derechizado. Sin pertenecer al sector a la derecha.
—¿Tumini también?
—¡A Tumini no le tengo ningún tipo de respeto! Mucho no me preocupa, pero en
otros casos se han volcado y ya no lo ven tan lejos a Macri, que es un
hombre coherente y con el cual tengo miles de diferencias, pero por lo menos es
coherente. Como Federico Pinedo, a quien le tengo mucho respeto: también es
coherente. Nunca ha variado su manera de pensar. Hoy lo ven como a un posible
aliado a futuro. Algunos dicen que en el ballottage. Otros, en distinta
situación, pero la verdad es que termina comulgando en una propuesta de derecha
solapada, y me gustaría ver dónde termina una conclusión de esas
características en un eventual ejercicio del poder.
—Pero en el caso de Massa, fue
jefe de Gabinete K.
—Sí, un error que seguramente se debe estar pagando caro. El
utilizó ese espacio para su propio beneficio traicionando a la Presidenta a
ocho metros de su propio escritorio. Conozco las reuniones porque conozco a
varios de los que él citaba y que se sorprendían de ser invitados al despacho
del jefe de Gabinete en reuniones en las que se competía en contra de la
Presidenta de la Nación.
¡Lo echaron por eso! ¡Por traidor! Después aparece Santiago O’Donnell
con su libro, en el que exhibe expresiones respecto de lo que manifestaba en la
embajada de Estados Unidos contra Néstor Kirchner. Expresiones que,
supuestamente, nunca se darían a conocer pero que un día se publicaron y son la
visión de una persona que fue despedida al año. Yo asumí después que él. Fui
dos años jefe de Gabinete, y cuando terminé mis funciones, me ofrecieron
encabezar la lista de senadores nacionales para la Provincia de Buenos Aires.
Ahí queda marcada una diferencia muy grande entre uno y otro pensamiento.
Aclaración:
© Escrito por Magdalena Ruíz
Guiñazú el Domingo 27/04/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.