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domingo, 6 de marzo de 2016

Arreglos y desarreglos… @dealgunamanera...

Arreglos y desarreglos…

Jaime Stiuso y Cristina Fernández de Kirchner. Dibujo: Pablo Temes

La negociación por la deuda y el caso Nisman dejan al descubierto la mala gestión anterior.

Tras llegar a un principio de acuerdo con el gobierno argentino, ¿qué quieren ahora los holdouts, que, le están pidiendo al juez Thomas Griesa que dilate el levantamiento de la cláusula pari passu por otros 30 días?”, le preguntaron al mediador Daniel Pollack los periodistas que colmaban su oficina del piso 27 del 245 de Park Avenue perteneciente al estudio de abogados McCarter & English del que forma parte. “Plata”, contestó –sonriente y sin dudarlo, Pollack.

El arreglo del largo conflicto con los fondos buitre representa un mojón no sólo para la economía de la Argentina, sino también para su reinserción internacional. Marcará el fin del largo camino del default que, en medio de vítores y aplausos inentendibles, declaró Adolfo Rodríguez Saá durante su presidencia “brevis” en diciembre de 2001. Sin el cierre de este litigio será imposible que el país acceda a niveles de crédito internacional a las tasas de mercado, algo de lo que se tiene enorme necesidad tanto a nivel público como privado.

El asunto está fuera de discusión aun para la mayoría del peronismo, que en el Congreso tiene la llave para permitir que el acuerdo se concrete.

En ese ámbito produjo una viva impresión la forma como el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, replicó y dejó mal parado a su predecesor, Axel Kicillof, quien, con su habitual soberbia y tono profesoral –olvidando además el reportaje de La Nación en el que dijo “pagarles lo que piden es imposible, una trampa. No pagarles nada es imposible”–, desgranó sus críticas hacia el arreglo que contiene quitas que en su gestión no se lograron. La contundente respuesta de Prat-Gay fue celebrada por varios de los miembros del Frente para la Victoria que estaban en la reunión de comisiones de la Cámara de Diputados, a quienes el ex ministro siempre les resultó indigerible no sólo por sus decisiones, sino también por sus modos.

Cuando todo esto sea historia, algunos ex funcionarios del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y varios banqueros se animarán a contar en detalle las idas y vueltas del sainete que se montó alrededor de la negociación con Pollack a fines de julio de 2014, cuando se estuvo a punto de llegar a un acuerdo que la ex presidenta sorpresivamente abortó. El ex presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, conoce muy bien esa trama.

La respuesta de Prat-Gay a Kicillof fue celebrada hasta por miembros del FpV

En el gabinete de Mauricio Macri la inflación genera desacuerdos. Todos se exponen con corrección. Las mayores discrepancias se manifiestan entre Prat-Gay y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. El ministro –quien, a pesar de ser apodado “el Transitorio” por los que no lo quieren mucho dentro del PRO, goza de la creciente valorización del jefe de Estado– considera que existe una falta de acción por parte del titular del Central para mantener estable el valor del dólar. “A 13 pesos era muy barato y a 16 pesos es peligroso; a ese valor impacta en precios y es un factor más que alimenta la inflación”, señala el economista Gabriel Rubinstein, cuya opinión es compartida por varios de sus colegas. Entre los que comparten esa opinión parece estar el Presidente, quien, en la semana que pasó, habló con Sturzenegger para indicarle que debía actuar para mantener la divisa estadounidense cerca de los 15 pesos.

Nisman.

La causa sobre la muerte del fiscal Nisman puede arrojar novedades esta semana. El martes vence la posibilidad de apelar la decisión de la jueza de instrucción Fabiana Palmaghini en lo relativo al pase a la Justicia Federal. La fiscal Viviana Fein ya adelantó que no lo hará, iniciativa que, además, no tendría sentido ya que su superior, el fiscal de cámara Ricardo Sáenz, siempre sostuvo que la causa debería haberse tramitado, desde un principio, en el fuero federal. Lo curioso es que quien queda en posición de apelar es Diego Lagomarsino, que para Sáenz debería ser imputado en todas las hipótesis –incluida la del homicidio o ayuda al suicidio– y no sólo por prestar el arma, circunstancia que favoreció su posición al permitirle tener acceso a las pericias y demás medidas de prueba.

El pase al fuero federal en primer lugar implicaría reconocer que se está en presencia de un homicidio y que dicho homicidio tiene que ver con el trabajo de Nisman, es decir, su investigación del atentado contra la AMIA y que había denunciado a la ex presidenta y al ex canciller días antes que lo encontraran muerto. Más allá de la competencia natural, lo que sí tiene la Justicia Federal es la competencia más amplia: puede citar a declarar al ex canciller Héctor Timerman, a la ex presidenta Cristina Fernández, el ex comandante del Ejército, general César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani, al ex titular de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) Oscar Parrilli, o a todos, sin que nadie le cuestione por qué lo hace, ya que, tratándose de un juez federal, puede hacerlo aunque sean ex autoridades nacionales.

Lo llamativo es que este giro copernicano de la causa lo produjo la declaración de Antonio “Jaime” Stiuso, a quien evidentemente la jueza Palmaghini le creyó. “No es cierto que hayamos adulterado el acta de su declaración. Cuando terminó –y antes de firmarla–, yo mismo se la leí en voz alta y él no objetó nada”, se le oyó asegurar –indignado– al secretario de la fiscal Fein, Bernardo Chirichela, cuando se enteró de lo que argumentó Stiuso al ser interrogado por la jueza sobre por qué no constaba en su declaración de febrero de 2015 que a Nisman lo habían matado a causa de su investigación.

Fue curioso escucharlo a Parrilli en sus denuestos contra Stiuso, a quien calificó de “psicópata”. Lo que no explicó fue por qué durante el kirchnerato se le dio tanto poder a ese “psicópata”, a quien Gustavo Beliz denunció cuando era ministro de Justicia de Néstor Kirchner. ¿Habrá olvidado que por esa denuncia Beliz fue echado de su cargo? A considerar por estas expresiones del ex titular de la AFI, como por las de Kicillof citadas más arriba, la amnesia parcial parece ser un rasgo distintivo de varios ex funcionarios de los gobiernos kirchneristas.

Producción periodística: Gudio Baistrocchi con la contribución de Santiago Serra.




sábado, 10 de octubre de 2015

Intolerancias… @dealgunamanera...

Intolerancias

En el bronce, Juan Perón. Dibujo: Pablo Temes

Gobierno, PJ, sciolistas y macristas se recelan. Festival de desautorizaciones.


La invitación parecía amplia y generosa, sin restricciones. Hasta convocaba a Cristina en una muestra de rara urbanidad. Ella, por supuesto, no respondió al convite, tampoco decidió asistir y, mucho menos, enviar un emisario o una delegación que la representara. 

Carece de tiempo para nimiedades formales, se ocupa de una insaciable vocación por hacer discursos y difundirlos en cadena, amontonar millas orales en busca de un premio posterior, como si se tratara de un oso que acumula alimentos para volver cuando pase el invierno. Cuesta saber, además, si tanta prescindencia obedeció al asco que le producen los organizadores (Momo Venegas, Mauricio Macri, Hugo Moyano) o al rechazo personal a quien más dividendos le extrajo en la vida sin pagar siquiera un mínimo canon a la propiedad intelectual: Juan Perón. 

No sólo la Presidenta se ausentó al estreno porteño de una estatua al general de su partido, también su identificada claque oficial desertó del homenaje y, por si fuera poco, objetó su realización. Hasta aquellos que juran ser los más peronistas de Perón, inclusive los que dicen haber matado por él o haber perdido compañeros por su causa. Intolerancia uno.

Si uno vuelve a la invitación de los organizadores, advertirá que citaban no sólo a Cristina. También a todos los ex mandatarios justicialistas vivos y elegidos en el último período democrático, uno de corta duración (Eduardo Duhalde) y otros de aparición y desaparición fulminantes en la Casa Rosada: Adolfo Rodríguez Saá, Ramón Puerta, Eduardo Camaño. Presidentes al fin, ninguno elegido directamente por el voto popular.

Al revés de otro, consagrado además dos veces, Carlos Menem, de quien se olvidaron de participar por el trasiego burocrático de cartas, mails, celulares u otro tipo de servicio para cursar llamados. O por determinación deliberada, lo más probable, ya que para Macri, Venegas y Moyano –más un séquito de colaboradores y funcionarios que también colaboraron con el riojano en los noventa– una fotografía con Menem se torna más dañina que una instantánea con Cristina.

Presuntamente en la escala de su billetera. 

Omisión discriminatoria de quienes promueven la institucionalización perdida y que, en el caso del porteño jefe de Gobierno candidato, se vuelve más ostensible: en su momento, además de admirarlo, no se atrevió a ser su candidato a presidente cuando él lo postulaba. Hasta hace poco, sin embargo, por conveniencia, abjuraba de la cercanía peronista, lo perjudicaba según expresiones de sus laderos (a uno, Jaime Duran Barba, lo internaron hace días y se recupera). 

A su vez, Hugo Moyano, sindicalista práctico como pocos, adhiere a Macri con el mismo entusiasmo económico que antes se asociaba con Néstor y Cristina: en este caso, actúan juntos de acuerdo con los entendidos que mantienen por la basura de la Ciudad (y otros distritos), y a pesar de que el camionero se reconoció más de una vez amigo de Menem. En cuanto a Venegas, se desconocía que dispusiera de un peronómetro para descalificar participantes. Intolerancia dos.

Insistente.

Exclusiones aparte, se distingue en este juego de vetos la clara insistencia de Cristina por acumular resortes de poder. Compite como candidata fantasma a las próximas elecciones desde el púlpito y la cadena, ofende con placer reiterado a quienes se agravian con su discurso, aunque más se concentra en fortalecer un anillo impenetrable a su denominado “proyecto” maniatando a cualquier sucesor en la Casa Rosada.

Habla por sí misma y se apoya en una multitud de seudónimos (Carlotto, Bonafini, Kunkel,  D’Elía, etc.), habilita más personal propio en diversas áreas del Estado y saca de una cocina industrial leyes hasta ahora dormidas: si ya estableció cláusulas desde el Congreso para limitar el ejercicio del futuro mandatario –amputación del presidencialismo actual a favor de un parlamentarismo con protagonismo de su sector–, conviene detenerse en su goteo de normas nuevas.  Las últimas: logró por unanimidad en el Senado (con los votos de la oposición, claro) el marco restrictivo para una negociación futura con los holdouts, al margen de lo que pueda expresar Mario Blejer, Juan Manuel Urtubey, el equipo económico de Macri o lo que piense Roberto Lavagna.

Y aún falta la reglamentación que Ella le aplicará a la norma una vez que la apruebe Diputados. También, para los días venideros, promoverá una ley en materia de tierras que escandaliza a los devotos defensores de la propiedad privada.

Suma y sigue Cristina, ni atiende las encuestas ya que básicamente sólo aspira a que Aníbal Fernández triunfe en la provincia de Buenos Aires, sede de la concentración kirchnerista futura, y que su hijo Máximo logre una diputación nacional que lo obligue a una mudanza del Sur (aunque puede seguir el modelo de su padre, quien asistió como legislador a dos sesiones de la Cámara, una cuando juró y otra cuando se aprobó el matrimonio igualitario). Con esos logros, por ahora, le alcanza.

CFK aspira a que Aníbal gane en Buenos Aires, sede de la concentración kirchnerista futura

Este avance indisimulado que fija nuevos territorios de poder hoy parece enturbiar más a Daniel Scioli que a los otros dos contendientes opositores. Es que unos saben dónde se ubican en el terreno los escuadrones verdes y azules, enfrentados, mientras el postulante oficialista –si gana–dispondría en su propio seno, confundidos, a los soldados de ambos colores.

Y, como son guerreros, habrá batahola. Se podía sospechar de este explosivo contubernio, pero pocos imaginaron que habría de exponerse antes de los comicios del 25. Ya está sin embargo en la superficie, manifiesto, unos especulan gobernadores peronistas versus la herencia cristinista, el remedo de los años 70 en que se vivieron conflictividades semejantes y violentas. Un dilema de hierro para Scioli que ha hecho de la concordia una forma de vida, quien siempre puso una silla más para sentar al disidente (de ahí tantos ministerios prometidos). Pero ni así le alcanza, como ya lo prueba la controversia subterránea por el tema de la seguridad y su tratamiento o el debate en alza por la situación económica, las negociaciones externas y una eventual toma de préstamos.

Mientras incursionan en esos tópicos Bein, Blejer, Bossio, Marangoni o Urtubey –de quien el candidato dijo, dice lo que yo digo–, la respuesta crítica y disconforme proviene del ministro Kicillof. Y Kicillof, como se sabe, también es un seudónimo.

© Escrito por Roberto García el sábado 10/10/2015 y publicado por el diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.