domingo, 7 de julio de 2024

Dura Realidad. Una semana de furia… @dealgunamanera...

 Dura Realidad. Una semana de furia…

El regreso de Arnold Sturzzenegger. Dibujo: Pablo Temes.

El ministro de Economía Luis Caputo enfrenta presiones a las que ahora se le suma el desembarco de Sturzenegger.   

© Escrito por Nelson Castro el domingo 07/07/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

“No podemos romper con Macri. Nos quedaríamos sin nada”, reflexionaba con voz y expresión angustiada un funcionario con despacho en la Casa Rosada que vive con creciente preocupación la escalada confrontativa entre el Presidente y el fundador del PRO. La relación entre ambos viene complicándose desde los días previos a la asunción de Milei. Como se recordará, el expresidente intentó, sin éxito, colocar algunos integrantes del entonces Juntos por el Cambio en posiciones clave. El caso más relevante fue el de Cristian Ritondo, a quien Macri quería como presidente de la Cámara de Diputados. Desde entonces viene ocurriendo un tira y afloje con aires de calesita en el que lo único cierto es que Milei ha evitado al fundador del PRO que, harto, se decidió a hacer sentir su voz de crítica y desagrado. Por eso esta semana se encendieron las alarmas después de las dos manifestaciones críticas del expresidente.

La primera fue el documento de la Fundación Pensar dirigida por María Eugenia Vidal que se conoció el lunes 1° de julio. En ese documento se señala que “Hay más interrogantes que certezas”, enumerándose a lo largo de 23 páginas los errores y problemas que enfrenta la actual administración. La segunda demostración del disgusto de Mauricio Macri fue el tuit difundido el jueves en el que le reclama al Gobierno el cumplimiento del fallo de la Corte Suprema  donde se le ordena a la Nación que se le pague a la Ciudad de Buenos Aires el dinero que se le debe por coparticipación que le había sido quitado por el gobierno de Alberto Fernández en septiembre de 2020. Estas expresiones del expresidente generaron una verdadera revulsión dentro del PRO, lo que llevó a Patricia Bullrich a criticarlo duramente generando un verdadero cisma dentro del partido. Tanto repercutió esto dentro del Gobierno que el viernes, durante su habitual conferencia de prensa, Manuel Adorni salió a comunicar que se acataría – como debe ser– el fallo de la Corte.

Hay que recordar que Javier Milei está conforme con la decisión inicial de no permitir que su gobierno sea una sucursal del PRO. “El Presidente no podía darse el lujo de ceder a las primeras presiones de sus aliados y, por otra parte, quería mantenerse sin ataduras para hacer lo que dijo que venía a hacer” –reflexionó una alta fuente de La Libertad Avanza. Con más ironía que voluntad constructiva, otro encumbrado miembro del oficialismo señaló que el partido de sus aliados “se ha convertido en una bolsa de gatos”.

Milei aprueba la decisión inicial de no permitir que su gobierno sea una sucursal del PRO.

La tensión entre ambos no cedió. En el momento de escribir esta columna, Macri tenía decidido no asistir al acto de firma del Acta de Mayo que está agendado para las últimas horas de mañana lunes en San Miguel de Tucumán.

La semana había abierto con una creciente inquietud de los mercados causada por las medidas anunciadas en la tarde del viernes 28 de junio por el ministro de Economía. Tanto ese anuncio como la posterior explicación a los banqueros del lunes por la mañana no hicieron más que empeorar la situación. “Quisimos aclarar y obscurecimos”, reconocían desde el mismo gobierno. En ese encuentro entre viejos conocidos, Luis Caputo señaló que por ahora, no hay visos de levantar el cepo, una promesa de campaña que, si bien no tenía una fecha definida, todos esperan para el primer año de gobierno. Santiago Bausili fue de la partida con los más de ochenta representantes de las entidades financieras. Caputo ratificó el compromiso fiscal: “El superávit es clave para esta etapa de la política monetaria” –les dijo. También confirmó que continuará el dólar blend para los exportadores, que permite liquidar las divisas a una cotización más alta cercana a los mil pesos. Señaló, además, que seguirá con una devaluación controlada del 2% mensual. El titular del Central se explayó en cómo seguirá el saneamiento de las cuentas de la casa que preside. A pesar del intento por llevar certidumbre y tranquilidad, los mercados no reaccionaron como se esperaba y el dólar volvió a subir tocando los $1.430. Un hombre que participó de la reunión aseguró que “la dupla no fue demasiado consistente y no explicó con claridad cuáles serían los próximos pasos para poner en marcha la economía”. Es que el superávit y la baja de la inflación tienen como contracara el congelamiento de la actividad económica.

Los salarios están estancados y mucha gente tiene trabajo estable y está debajo de la línea de la pobreza.

El superministro de Economía cerró una semana de furia repitiendo a los cuatro vientos que no pensaba devaluar. Teléfono para el FMI. Para colmo ya se hizo efectiva la jura de Federico Sturzenegger como ministro de Desregulación y Transformación del Estado. Un nombre pomposo para un hombre serio que va por su tercer tiempo en la función pública. Cuando se revisan las funciones que tendrá el flamante ministro, se observa que su gestión atravesará en distintos niveles a la de sus pares. Al momento de tomarle la jura el presidente Milei se mostró exultante y bramó: “qué lujo me estoy dando”. A Caputo no le hace ninguna gracia. Ambos tuvieron fuertes cruces en la era macrista. Pero el titular de la cartera económica tiene otros problemas. Los salarios están estancados –por más que Milei se esfuerce en demostrar lo contrario– y se profundiza un fenómeno que no se veía desde hace muchísimos años: el salario de un empleado en relación de dependencia no basta para alejarlo de la línea de pobreza.

Dicho de otra manera: tener un trabajo estable y formal no es garantía de bienestar económico.

El Gobierno debería tomar nota de esta realidad que pone en jaque a millones de argentinos. La clase media se sigue aferrando a un status que cada vez le resulta más lejano.




   

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