Iglesia, gobierno y CGT…
El Papa y Macri quedaron más satisfechos que los
gremialistas. El paro general sigue en estado latente.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 16/10/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El Gobierno
logró esta semana una victoria política importante al congelar el paro con que la Confederación General del
Trabajo lo había amenazado en su reunión del 23 de septiembre pasado.
Esto produjo heridas al interior de las estructuras gremiales.
No hay riesgo de
fractura: la CGT no se va a partir, aunque tampoco habrá síntesis total en una
conducción que, por falta de consenso sobre una figura común, terminó siendo tripartita.
Ese es el pensamiento que reina en la central obrera –en todas sus vertientes–,
en la que coinciden además las otras figuras del espectro sindical, como la
CTA.
Para el ala más dura, representada entre otros por Pablo Moyano y Sergio Palazzo, de diálogo fluido con
la Central de Trabajadores Argentinos, fue un error haber dejado librados al manejo de
los privados algunos aspectos importantes de interés para los trabajadores.
El otro punto que causó malestar entre los arriba citados fue que los
triunviros salieron a festejar la postergación de un paro soslayando el resto
de las voces que no son afines a la Rosada.
Esto encierra un problema que podría
desencadenarse en el muy corto plazo: el mes de diciembre. “El Gobierno cantó victoria antes de tiempo,
la democracia no se construye con el ‘sí, Presidente’”, remarcan desde el seno
del ala más dura.
Todo esto decantará en una reunión que
tendrá lugar el próximo martes a la tarde entre Pablo Moyano, Sergio Palazzo, Hugo Yasky y Pablo Micheli. Allí se decidirá la realización de una medida de fuerza
que podría terminar en un paro más cerca de fin de año. Lo que se acordó es
insuficiente y no desactiva las protestas de cara a diciembre,
poniendo en riesgo un fin de año que podría terminar agitado. En esto
coinciden, además, integrantes de Barrios de Pie y de la Confederación de
Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).
Del otro lado, el Coloquio de IDEA ofreció una versión casi festiva de la realidad
argentina. Es cierto que ha habido avances de forma y de fondo en el diálogo
con los empresarios. Pero también es verdad que habrá que esperar al menos
hasta “el primer trimestre de 2017 para
que se activen algunas de las inversiones prometidas, y hasta el
segundo semestre para que el efecto derrame llegue a la población y se sienta
la mejoría. Esto, claro está, si no se producen sobresaltos”, aclara un
empresario del interior cercano a la Unión Industrial Argentina.
En este marco, la fiesta que se vivió hasta
altas horas de la noche del jueves en los pisos superiores del Sheraton con Natalia Oreiro como invitada interpretando temas de Gilda pareció un
grotesco. Los números del Indec hablan de la monumental tarea que el presente y el futuro
deparan al poder político y al poder económico, si es que el objetivo de
combatir la pobreza se va a encarar con seriedad.
Rol eclesiástico. Hay que señalar un actor muy importante en todo este
proceso: la Iglesia. Entre los diversos temas
que forman parte de la agenda del episcopado argentino está su contribución
concreta al sostenimiento de la paz social y de la gobernabilidad. Así como estos
asuntos fueron una prioridad durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, también lo son ahora. Ningún obispo quiere que se
repita la traumática experiencia de un gobierno democrático eyectado por la
ventana. Y en esto, mucho tiene que ver el Papa. Cuando el
paso del tiempo deje lugar a la historia, se terminará de conocer la trastienda
de las reuniones de Francisco con CFK, lo que permitirá tener la verdadera
dimensión de la preocupación del santo padre por los avatares políticos y
emocionales que enmarcaron las conductas y las decisiones de la ex presidenta.
El balance del encuentro de Mauricio Macri
con el sumo pontífice produjo, en estas primeras horas, un estado de euforia entre los integrantes del
Gobierno. Es verdad, el Presidente se llevó lo que vino a buscar: un clima de familiaridad
y respeto que lanzó al
olvido aquel tenso primer encuentro del 26 de febrero pasado.
Como ocurre en estos casos, son
los gestos y los detalles los que definen su real significado político. Buena
parte del fiasco que se llevó el jefe de Estado en la reunión antes citada tuvo
que ver con no haber prestado debida atención a esos aspectos.
Veamos, pues, algunos de los detalles anecdóticos del encuentro que confirman
el buen clima reinante a lo largo de los casi sesenta minutos que duró. Para
los observadores que estuvieron allí y que conocen los códigos del Vaticano, lo
más destacado fue la frase pronunciada por Macri en la conferencia de prensa,
en la que dijo: “Vengo a consultar a Francisco porque para
mí es un líder moral”.
Por parte de la Santa Sede hubo muchísimo
esmero en asegurar el carácter privado de la reunión. Es que el Papa quería que
fuera un encuentro en total tranquilidad. De ahí que ningún periodista de la
Santa Sede se haya podido acreditar. No entró nadie.
“Es el comienzo de una nueva relación, sin
intermediarios”, dijo alguien de diálogo directo con Francisco.
Otro dato de “color” significativo fue el
regalo que, entre otras cosas, Macri le llevó al sumo pontífice: un resumen del
Plan Belgrano con el detalle de lo que podría ser el resurgimiento del
ferrocarril en la Argentina. Trascendió que Bergoglio estaba feliz, ya que se
conocía todos los pueblos que el Presidente le mencionaba. “Parecían dos
ingenieros”, cuenta la citada fuente.
A Macri se lo vio tranquilo y bien
dispuesto. El Papa quedó contento. Fue una conversación que sobrevoló los temas
más calientes de la difícil realidad argentina –la pobreza, el narcotráfico, la
corrupción, la inseguridad– en un clima de serenidad y concordia.
La foto oficial, en la que están Francisco,
Macri, Juliana Awada, Antonia–la
hija de ambos–, Agustina, la hija del primer matrimonio del Presidente, y
Valentina –hija del primer matrimonio de Awada–, conlleva también un mensaje de
reconocimiento hacia las familias ensambladas, tema de intensa discusión en el
sínodo de familia que el año pasado se celebró en Roma.
Macri vuelve a la Argentina eufórico por
los buenos resultados de una reunión clave para disipar los nubarrones que
enturbiaron su relación con el Papa. Regresa también con un compromiso sobre
sus espaldas: cumplir con sus promesas de campaña. Ese es su
gran desafío.
Producción
periodística: Santiago Serra.
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