“En el corazón, en la conciencia y en la historia”...
Aquí el texto del discurso de Norma Morandini durante la
sesión en la que se aprobó el pliego del jefe del Ejército, denunciado por una
desaparición en la dictadura. El recuerdo de los hermanos desaparecidos de la
senadora.
Señor presidente: ¿sabe usted por qué no es
correcto llamar ex represor? Porque mientras hay una víctima que nombra al
represor, él nunca puede dejar de ser represor. Podemos dejar de ser senadores
–somos ex senadores–, podemos dejar de ser gordos –somos ex gordos–, podemos
dejar de ser muchas cosas –ex maridos, ex esposas–, pero no podemos nunca dejar
de ser madres ni padres, porque el que no nos nombra es el otro.
Pasa exactamente lo mismo con los represores.
Mientras haya una víctima, mientras haya una madre de un soldado Ledo, mientras
haya un hermano y los que sean, los que continúen en esa familia y marquen y
señalen a César Milani como represor, seguirá siendo represor. No depende de lo
que nosotros hagamos hoy aquí.
Por eso, el que nombra represor es la
víctima; y por eso los crímenes de lesa humanidad no prescriben. Sin embargo,
podemos decir ex dictadura, porque la que corrige los efectos de la dictadura
es la democracia. Y vaya qué bien que nació la democracia, nada menos que con
un juicio a las juntas, que rompió la impunidad de la violencia política en
nuestro país y nos hizo arrancar de la mejor manera en la democracia.
Pero hemos reparado poco en ese juicio de las
juntas. Porque lo que se iba a condenar era a las cúpulas, pero se iba a
inocentar –disculpen, sé que no se dice esa palabra–, perdonar a aquellos que
cumplían órdenes. Pero los jueces, desoyendo la estrategia de pacificación del
presidente Alfonsín, fueron independientes y pusieron el punto 30 de la
sentencia de la condena a los comandantes en jefe.
Ese punto 30 mandó a procesar a todos
aquellos que fueran mencionados, acusados, imputados, cuyos nombres aparecieran
a lo largo de los seis o siete meses que duró el juicio a las juntas. Por eso
vuelvo al ejemplo anterior: la democracia corrige los efectos de la dictadura.
Podría hablar de aquel juicio, de la soledad
en que se hizo el juicio. No había dirigentes políticos, los Falcon
estacionaban todavía en la puerta. Pero voy a dejar eso, para usar algunos de
los argumentos que se han escuchado acá, que más que argumentos me parece que
son confusiones.
Claro que no somos un tribunal; este es un
poder político y por eso va a dar acuerdo. Y lo que mide no es la
responsabilidad penal, lo que consideramos es la idoneidad para alguien que va
a cumplir semejante función como es la que se propone para César Milani.
De modo que no juzgamos delitos penales; acá
juzgamos la idoneidad, los valores de la persona postulada, y por eso se abre a
las impugnaciones. Entonces, cuando venimos a hablar de las impugnaciones que
hace el CELS, a quien se le ha pedido su opinión a lo largo de todo este tiempo
democrático, por la autoridad que tiene –he reivindicado acá que somos nosotros
quienes debemos mediar–, llama la atención que esta vez pareciera ser que hay
dos pesas, dos medidas. En algunos momentos, el CELS tiene autoridad y
utilizamos sus impugnaciones para medir la idoneidad de aquellos a quienes este
Senado, como cuerpo político, va a dar acuerdo político.
Sin embargo, no puedo dejar de mencionar que
aquellos mismos que hablan de la presunción de inocencia, que por suerte es un
valor que hay que incorporar en nuestra sociedad, donde siempre se ha hecho de
la víctima un sospechoso, muchas veces convierten en delitos los que son nada
más que derechos.
Y a veces se quieren descalificar nuestros
argumentos, legítimos argumentos que no dependen del lugar que uno ocupe en
este recinto –si es opositor–; el derecho a la opinión no es un delito y más de
una vez escuchamos en este recinto cómo se descalifica. Una nueva confusión de
creer que es delito lo que es nada más que el derecho a la expresión.
De modo que de la misma manera en que el represor permanecerá encadenado a la víctima, este cuerpo también va a permanecer encadenado a la decisión que tomemos y a la votación que vaya a hacer cada uno.
Quisiera para mí la mejor argumentación; no
argumentación política; quisiera una argumentación humana, porque lo que hoy se
va a votar es una cuestión nada más que de conciencia. Se ha hablado de
coherencia. Hoy se va a votar, efectivamente, con el hecho de esta votación,
cuál es el real compromiso con los derechos humanos.
El que uno sea víctima no da derecho sino que
da nada más que autoridad de testigo. Y he criticado mucho a organismos de
derechos humanos que desde el sufrimiento de la víctima se han puesto por
encima de la ley. He sido muy cuidadosa de no hacer esto en términos
personales, pero hoy no voy a dejar el testimonio de la legisladora, no voy a
dejar el testimonio de la senadora por Córdoba, voy a dejar el testimonio de la
hermana de Néstor y Cristina, mis dos hermanos desaparecidos. Y si alguien
habla de tiempo, yo no puedo sustraerme a lo que estoy viviendo y estamos
viviendo en mi familia, porque yo debí testimoniar el día lunes en la megacausa
de la ESMA. Treinta y siete años después voy a poder testificar porque se ha
podido reconstruir lo que pasó con mis hermanos arrojados al mar.¿Y por qué
hemos podido reconstruir esto? Porque hubo un agente de Inteligencia –yo no sé
qué pasó en el medio, pero traigo esto para que vean la importancia de la
información– que estuvo entre ellos y armó una lista. Gracias a esa lista
estaba la Pipi, estaba el Lana, estaba la Colorada y estaba yo con un nombre,
como la hermana de ellos que no tenían nombre porque no se sabía que eran
Cristina Morandini y Néstor Morandini los que estaban en esa lista de aquellos
que arrojaron al mar.
He leído en todos estos días todo lo que mi
madre hizo. Tengo una carpeta así de lo que hizo mi madre y tantas otras,
porque, no nos rasguemos las vestiduras: esto lo hicieron las víctimas. ¡La
Verdad y Justicia no ha sido mérito de nadie! ¡Ha sido mérito de las víctimas
que han vencido su dolor!, ¡que vencieron el silencio jurídico al que las
sometió este país! Porque al inicio era todo un estigma tener desaparecidos,
ahora parece que es una cucarda; y de acuerdo a cuánto más cerca o más lejos
estemos del gobierno, pasamos a tener un derecho por encima de la ley. El
sacrificio de mis hermanos no me da derecho para ponerme por encima de la ley,
pero sí me da la autoridad de esas mujeres de pañuelo blanco, como mi madre,
que hacían cosas.
Escuchaba recién que hablaban de los
camiones, de las respuestas que da Milani, donde él lo único que hacía era
traslados, ¡con toda la connotación que tiene la palabra traslados! Hoy sabemos
que cuando se hablaba de traslados en la Marina eran los traslados que se hacían
los miércoles, cuando los tiraban, los arrojaban al mar. Eso eran los
traslados. Dice Milani, en las respuestas que da al CELS, que manejaba
camiones. Y recordé las anécdotas que contaba mi madre y otras madres que iban
detrás de los camiones. Un día vieron en Córdoba un camión del Ejército que no
iba abierto, es decir, iba bien cerrado. ¡Y pensar, sólo pensar en el coraje de
estas mujeres que no se daban cuenta del riesgo que corrían al ir detrás de
esos camiones verdes, sabiendo que ahí podían estar sus hijos!
De modo que este es el testimonio que yo
quiero dejar. ¡No se puede invocar tan fácilmente a los muertos! Yo no vengo a
hablar aquí en nombre de los muertos. Vengo a hablar nada más que del
sacrificio de mis hermanos Néstor y Cristina.
Y por ese designio del destino, de ese gran
titiritero que mueve los hilos, he tenido enorme cuidado, por la coincidencia,
de nunca hacer consideraciones de tipo personal para la presidenta Cristina o
para el ex presidente Néstor. Sin embargo, hoy no tengo ninguna duda de que hay
sólo una forma de honrar a los que no están: construyendo democracia, que es el
único antídoto que puede corregir lo que ha encadenado para siempre al represor
y a su víctima.
Entonces, no es argumento, señor presidente,
el deber a obedecer de la política, cuando fue la obediencia debida con la que
se defendían aquellos que cumplían órdenes. Por suerte, el coraje y la
independencia de aquellos jueces que alteraron la estrategia de pacificación lo
dieron vuelta y mandaron a que fueran enjuiciados los torturadores. Por eso se
pudo continuar con los juicios que hoy reconozco que este gobierno ha
impulsado, por ese punto 30, que alteró la estrategia de aquellos que se
escudaban y decían que habían cumplido órdenes, quienes hoy pueden ser
juzgados. De modo que no puede este cuerpo político decir que acá estamos
actuando como si fuésemos un tribunal jurídico. Acá estamos midiendo la
idoneidad, y no puede tener idoneidad moral aquel que está sospechado. ¿Qué la
justicia es lenta? Miren si no es lenta, con el ejemplo que les termino de dar,
que treinta y siete años después recién podemos reconstruir la verdad. No sé
cuánto demorará en hacerse justicia.
De modo que llegará la justicia, pero lo que
es cierto es que desde este recinto, con esta votación, de la misma manera que
César Milani quedará encadenado al soldado Ledo y a su descendencia, también la
votación que se haga acá quedará encadenada, ya no a la obediencia debida sino
a una persona sospechada. Además, quiero hacer una consideración de tipo política
que espero que también aparezca en este debate.
Es grave lo que hizo Milani en el pasado, es
tan grave que en la democracia él no manifiesta lealtad, palabra que suena
tanto en este recinto. La lealtad no es a las personas; la lealtad es a la
Constitución, la lealtad es a los valores. La pertenencia política por supuesto
que da pertenencia, pero no puede ser invocada como razón política civil para
convalidar lo que era la obediencia debida en el tiempo de la dictadura.
Mi testimonio personal y el sacrificio de
Néstor y Cristina sé que no sirven para que se cambien algunas posturas, pero
ojalá resuenen en donde tienen que resonar las decisiones que tienen que ver
con la conciencia; que resuenen en el corazón y en esto que no vemos pero es lo
que nos juzga a futuro, que es la historia
©
Escrito por Norma Morandini, Senadora de la Nación, el domingo 22/12/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires.
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