lunes, 24 de diciembre de 2012

Lo que viene... "China 3.0"... De Alguna Manera...

"China 3.0"...

 China 3.0

Cómo será el mapa internacional cuando Beijing asuma su liderazgo. La disputa con Estados Unidos. Un imperio y dos imperios. El ascenso de Brasil y la India. ¿El mundo se olvidó de la Argentina o la Argentina se olvidó del mundo?

“Estados Unidos ha sido la única superpotencia desde el fin de la Guerra Fría, pero su dominación global se ha debilitado desde la crisis financiera de 2008. La configuración internacional actual está en transición desde la unipolaridad con Estados Unidos como el único actor líder hacia la bipolaridad con China, emergiendo en los próximos diez años, como una contraparte menos poderosa de Estados Unidos”. China 3.0, publicado el mes pasado por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

El mundo verá en las próximas décadas la confrontación entre Estados Unidos y China por la hegemonía mundial. Desde un punto de vista lógico, hay tres salidas para esa lucha: la victoria china, el empate o el triunfo de Estados Unidos. Esta última opción parece muy improbable, a menos que suceda un derrumbe chino, cuyos motivos, hoy, no se insinúan.

De manera que, puestos a observar los asuntos del mundo, deberíamos prestar atención para ver si nacen en China fuerzas incontenibles que llevarán al país a dominar las relaciones mundiales, a la vez que miramos con cuidado los signos de renovación o decadencia que puedan darse en Estados Unidos. Un imperio o dos imperios.

Existe una opción distinta para la que deberíamos estar preparados. Pueden nacer novedades en la organización mundial que lleven a que el tipo de orden mundial que conocimos en la historia no se repita en el futuro.

Hasta ahora, tuvimos tres tipos de naciones: las imperiales, que imponían su dominio; las altamente evolucionadas; y el resto, que agrupaba a la mayoría, con diversos grados de progreso. Las denominaciones cambiaron, pero siempre tuvimos un mundo en que éstos eran los tres grupos básicos.

En nuestro tiempo, han aparecido naciones que no podrían pretender hegemonías mundiales, pero que mantienen un ritmo de desarrollo importante y que probablemente lleguen a ser líderes regionales. Serán actores de peso en el tablero mundial, no dependerán de imperios, su influencia y su liderazgo serán fuertes en sus regiones, pero no impondrán el dominio sobre otros países. India y Brasil serían dos casos típicos.

Si se produjera una configuración mundial de este tipo (potencias mundiales, líderes regionales y resto del mundo), las derivaciones para las políticas exteriores de los Estados deberían ser, en ciertos casos, importantes. Recuerdo muy bien la dificultad de imaginar nuestra política exterior e interior en la época de la Guerra Fría.

Por ejemplo, para despejar la sospecha de que estoy hablando de categorías abstractas, nuestra estabilidad democrática (¡nada menos!) podría haber estado en peligro si Cuba no hubiese cesado el apoyo al Frente Patriótico Manuel Rodríguez, la fuerza insurgente chilena. Fue necesaria una visita a Cuba en 1986 y una extensa conversación con Fidel Castro para que cesara el envío de armas al Frente Manuel Rodríguez.

En el ejemplo de Chile se ve la importancia que los asuntos exteriores tienen para los interiores. Sin embargo, este dato contrasta con la ignorancia que existe en nuestro país por los temas del mundo y los inmensos efectos que tienen en nuestra existencia, colectiva e individual. Lo que pasa en el planeta casi entra en la categoría de relleno informativo.

La pasividad en el caso que cité habría sido la antesala de la catástrofe. Del mismo modo, no imaginar ahora cómo actuar en estos escenarios, de los que aquí sólo hacemos un boceto, traerá consecuencias peligrosas. ¿Nuestra política exterior tiene algo que ver con los escenarios que se describen en este panorama? ¿Acaso hemos realmente pensado toda la potencialidad del vínculo de Brasil, incorporando el ascenso de ese país? Nadie plantea esos posibles caminos ni nadie exige que existan políticas sobre estas cuestiones.

En estos meses hemos visto algunos hechos, en China y Estados Unidos, que pueden mejorar nuestro dibujo del futuro. En Estados Unidos se insinúan cambios que forman parte de una lenta evolución, sin ruido y sin transformaciones súbitas. Hay indicios de que puede terminar el largo período de dos grandes mitos estadounidenses. El primero, en su sociedad, el american way of life, donde parecía que todos podían acceder al sueño del consumo masivo, autos modernos e inmensas casas (sostenido en realidad por un gran endeudamiento de hogares y empresas). El segundo, el “destino manifiesto”, donde ese país era el pueblo elegido que decidía lo que era bueno o malo en el resto del mundo.

Hoy pareciera que se inicia  la reconsideración de esas fantasías. George W. Bush ayudó a precipitar la realidad. Su nefasta administración exacerbó las fragilidades intrínsecas de Estados Unidos. La gran crisis de 2008 despertó la conciencia de que el país no era omnipotente y eterno. A partir de allí, la realidad de un mundo más complejo y real comenzó a mojar sus costas.

A su vez, China ha iniciado una gran reflexión acerca de su futuro político. Ya no se trata de su transformación económica y comercial ni de su carrera por el cambio tecnológico y militar. Ahora bajan las cartas del juego esencial, la construcción política de la sociedad.

Hace unas pocas semanas se publicó China 3.0, una compilación  de autores chinos sobre esta cuestión. Es la primera vez que se habla de la ambición política china y su manera de concebir de la organización de la sociedad.

Entre los autores, el director de Asuntos Globales, Pan Wei, sintetiza la etapa que se cierra y la que se abre en China. “Para 2049 finalizará el renacimiento de la civilización china y comenzará la era de la modernización, que tiene otro sentido que el occidental. Para nosotros, esto implica un país fuerte como cualquiera de Occidente y una población rica como cualquiera de Occidente […]. Tendremos una democracia con características chinas, más libertad de expresión con menos individualismo. El multipartidismo divide y no se ajusta a una sociedad cohesionada como la china”.

Estados Unidos comienza a repensarse; China, a imaginar la sociedad de su futuro. Brasil anuncia sus planes de defensa para 2030 y asume, con prudencia, el papel de potencia regional. Vamos hacia un mundo nuevo, que, en estas arenas exteriores, parece inquietar a pocos. Me parece que no es tan grave que el mundo haya olvidado a la Argentina como que la Argentina haya olvidado al mundo.

© Escrito por Dante Caputo y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 23 de Diciembre de 2012.



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