Un cuento de Navidad...
Hace mucho tiempo, en un
lugar lejano, un viajero llegó a una tierra que no conocía. De inmediato le
llamó la atención la hermosura del lugar, de sus arroyos y sus campos. Habiendo
caminado un rato, comenzó a vislumbrar las casas de un sencillo poblado. Las
casas coloridas con las puertas abiertas de par en par irradiaban un aire de
paz y alegría. Al viajero le resultaba difícil creerlo… ¡él venía de un lugar
tan distinto!
Poco a poco se siguió
acercando. Vio unos niños jugando y a sus padres que salían a su encuentro y
con una enorme sonrisa le invitaron a quedarse con ellos unos días.
El viajero aprendió
muchas cosas, por ejemplo a hornear el pan, a trabajar la tierra, a ordeñar las
vacas… pero había una que le llenaba de curiosidad. Cada día, a veces en varias
ocasiones, los miembros de la familia se acercaban a una mesita donde habían
colocado las figuras de María y José, junto a un burrito color marrón y una
vaca; y muy despacito dejaban una pajita entre María y José. Con el correr de
los días la cantidad de pajitas iba aumentando e iban formando un colchoncito
que se iba haciendo cada vez a más mullidito.
Cuando le llegó al
viajero el momento de partir, la familia le entregó un pan calientito y frutas
para el camino, lo abrazaron y se despidieron. Ya se iba cuando, dándose
vuelta, les dijo:
- “Quisiera hacerles una
pregunta antes de marcharme… ¿Por qué iban dejando esas pajitas a los pies de
María y José?”
Todos sonrieron, y el
niño más pequeño le dijo:
- “Cada vez que hacemos
algo con amor, buscamos una pajita y la llevamos al pesebre. Así vamos
preparando para que cuando llegue el niñito Jesús, María tenga un buen lugar
para recostarlo. Si amamos poco, el colchón va a ser un colchón delgado y por
lo mismo frío; pero si amamos mucho, Jesús va a estar más cómodo y calientito.”
Por fin el viajero
pareció comprenderlo todo y sintió ganas de quedarse con esa familia hasta la
Nochebuena. Pero una voz adentro suyo lo invitó a llevar por otros pueblos el
maravilloso mensaje de amor que había aprendido de esta sencilla familia…
Aprendamos nosotros también y tengamos reservado en nuestros hogares un lugar calientito y cómodo donde María pueda recostar al Niñito Jesús el día de Navidad.
Aprendamos nosotros también y tengamos reservado en nuestros hogares un lugar calientito y cómodo donde María pueda recostar al Niñito Jesús el día de Navidad.
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