Película de miedo...
Amasa
crítica. Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes.
El discurso único encuentra más voces
dispuestas al disenso democrático. De Suar a Eliseo Subiela.
No me gusta que me
empujen como si fuera ganado para que piense algo y, si no lo hago, tener que
bancarme un informe televisivo editado para joderme y vincularme con la
dictadura y los desaparecidos. Hay gente que cree que soy reaccionario, que soy
de derecha, que me estoy perdiendo una verdad porque no pienso como ellos. Eso
me violenta, me parece una manifestación casi fascista.” La declaración de
Adrián Suar al diario Perfil es una síntesis perfecta de un hartazgo social que
está agrietando el muro de silencio construido por Cristina con el perverso
mecanismo de multiplicar el miedo desde el Estado.
Una artista popular,
amiga en su momento de Mercedes Sosa, que tiene temor de dar su nombre, me
contó algo doloroso. La contrataron del Gobierno para unos recitales y, un día,
uno de los burócratas del ministerio le reclamó porque no elogiaba al gobierno
de Cristina en los reportajes que le hacían en las ciudades donde cantaba. Hace
seis meses que no cobra.
El ex cantante de la
Bersuit, Gustavo Cordera, El Pelado, también en una nota de este diario, fue
explosivo: “El jueves nos bajaron del Festival de la Nieve en Bariloche porque
Moyano tomó declaraciones mías y se las tomaron a pecho. Entonces, como Cordera
no es K (…) Yo no tengo mala leche, no quiero derrocar al gobierno de Cristina.
Quiero provocarlo, quiero provocar conciencia, quiero denunciar las cosas que
no me gustan, quiero ser diferente y que me respeten por eso. No que me bajen
de un festival”.
Obviamente, no estamos
hablando de un militante del neoliberalismo. Cordera votó a Cristina pero
rechazó la invitación a tocar en la celebración del Bicentenario y a ser
declarado ciudadano ilustre a propuesta de Aníbal Fernández: “Yo creí en el
proyecto Kirchner, pero está empezando a haber una cosa muy asfixiante. O sos
como yo, o sos el contrario. No soy ni el Gobierno ni Clarín, ¿qué quiere
decir?, ¿que no tengo lugar en el mundo? Hay que tener cuidado con eso, porque
ese discurso lo tenían Mussolini, Hitler y Bush”.
Recibí un mail de esos
que habitualmente no abro porque les temo a los virus o porque no tengo tiempo
de leer cadenas.
Pero lo abrí porque me lo
enviaba alguien al que yo respeto profundamente por su talento y la ética que
expresa en todas sus acciones. Hablo de Juan José Campanella, que en el asunto
decía: “Sin ofender a nadie”. Y después aparecía un escrito sensible bajo el
título “Con mucho dolor, digo”. Quise reproducir ese texto anónimo y le
pregunté a Juan si le molestaba que lo leyera en la radio y que lo identificara
como la persona que me mandó el mail. Me contestó de inmediato:
“Querido Alfredo,
No me molesta ninguna de
las dos cosas, pero ojo que no lo escribí yo. Sólo lo ‘forwardeé’ borrando a
todos los anteriores. Parece mentira que hoy haya que tomar esas precauciones.
”Me pareció un texto
excelente que me representa totalmente”.
Las palabras se preguntan
qué nos pasa a los argentinos. Se refiere a “una sensación de impotencia,
frustración y abatimiento que nos noqueó”. Dice más adelante: “Estamos
perdiendo en silencio a nuestra Argentina. La metamorfosis es brutal. El país
que tenemos hoy no es el que imaginamos, y el país de mañana será mucho peor de
lo que imaginamos. No hay respeto. No hay educación.No hay diálogo. La búsqueda
de la excelencia se abandonó por completo. Nos acostumbramos al atropello del
poder político, al patoterismo. Al corto plazo sin una visión de país que nos
ilusione. Que nos enamore. ¿Qué queremos? Volver a sentir orgullo de ser
argentinos. Viajar seguros. Ver un desarrollo cultural sostenido. Transitar por
las calles sin piquetes.
”Escuchar a un presidente
conectado con el mundo.
”Decidir qué comprar. Qué
libros leer. Respetar al maestro.
”Los delincuentes presos.
Estadistas conduciendo al país.
”Economistas manejando la
economía. Calma y paz.
”No al odio y la
crispación. Los tres poderes funcionando.
”Comprar dólares. O no.
Recibir cosas del mundo y poder enviar cosas al mundo. Si querés lo mismo,
circulá este mail.
”En paz… Argentina… te
quiero!!! Y no quiero perderte.”
El trazo grueso de lo
ocurrido con otro gran hombre del cine como Eliseo Subiela es más conocido. En
dos palabras: se quejó por Facebook porque tuvo que ir a Perú para presentar su
película, auspiciado por la Cancillería, y no le quisieron vender unos
miserables dólares o soles. A partir de ese momento se descerrajó sobre él un
operativo punitivo absolutamente desproporcionado que empezó con el titular de
la AFIP hablando de su situación fiscal y terminó con un procedimiento en la
escuela de cine donde le dejaron pegada una carta en la puerta. Subiela dijo
que lo trataron como a un delincuente y que se sintió en un Estado policial. Y
que tenía miedo, como nunca desde el gobierno de Isabel Perón.
Como estuvo en el exilio
durante la dictadura, se supone que se refirió a la actuación de la tenebrosa
Triple A. Porque confesó que había sido montonero. Lo dijo dos veces, casi como
un pedido de clemencia por parte de la AFIP: “No soy el enemigo, no soy la
oligarquía”, como si ser radical o demócrata progresista o independiente
habilitara a utilizar la prepotencia de Estado. Pero ése es otro tema. Lo más
grave fue que su familia ahora se quiere mudar a Uruguay y que mencionó a El
huevo de la serpiente. La película de Ingmar Bergman describe la decadencia del
Berlín que permite el surgimiento de Hitler. A través de la fina piel del huevo
puede verse la silueta del reptil a punto de nacer. Es un bicho repugnante que
se arrastra sigiloso hasta que inocula su veneno.
No creo de ninguna manera
que se pueda caracterizar a esta Argentina como pre-fascista. Pero es cierto
que la metodología para instalar un discurso único es feroz y despiadada. Puro
autoritarismo castigador e intimidatorio. Eso no nos habilita para caer en las
mismas desmesuras que los Kirchner instalaron con la siembra del odio. “Nazi”,
“facho” o “golpista” no son términos que deberíamos utilizar en el debate. Son
ese tipo de palabras que se pronuncian con el dedo en el gatillo. ¿Cuál es el
próximo paso? Algo nuevo está pasando. Afloran sentimientos ocultos. Todavía
son muchos los que callan. Pero cada vez son menos. Como decía el gremio de los
periodistas: la peor opinión es el silencio.
© Escrito por Alfredo Leuco y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 26 de Agosto de 2012.
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