COP 27: llegó la hora de la
acción...
Las sequías ya
afectan a la mayor parte de la superficie argentina.
El tiempo se agota, las decisiones no llegan. Retacesos al
financiamiento para la mitigación. Pocos cambios sobre las emisiones. La
Argentina está entre los principales contaminadores, pero faltan las medidas.
© Escrito por Leonardo Stanley el jueves 10/11/2022 y publicado por La Vanguardia Digital de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Desde el 6 de noviembre se desarrolla en Egipto
la 27 Conferencia de las Partes (COP), con la esperanza de la humanidad puesta
en modificar posturas y comportamientos, actitud que los líderes mundiales se
esfuerzan por contrarrestar.
Uno de los principales temas en
discusión pasa por la creación del “fondo de pérdidas y daños”, el cual surgiría del aporte de las principales
economías para beneficio de los países más afectados. Un grupo de economías
desarrolladas ha decidido dar el paso, desafortunadamente los actores más
relevantes siguen negando su aporte al fondo solidario.
También en la COP se negocian medidas
de financiamiento y mayor protección para bosques y selvas tropicales, con una
porción de los fondos yendo directamente a los pueblos indígenas -reconociendo
así el rol de estas comunidades en la protección de la naturaleza.
Aun cuando varios los países de la
región apoyan la iniciativa lanzada en Glasgow 2021, otros se muestran remisos
por las obligaciones que le impondría la membresía. Sea la quema de
combustibles fósiles o bien la deforestación, ambas acciones aceleran la
concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Tal como expreso el
Presidente de Francia, Emmanuel Macron, ante el plenario de la COP, la lucha
por el cambio climático se halla indisolublemente asociada a la preservación de
la biodiversidad.
CON EL AGUA AL CUELLO.
Entre las diversas propuestas hasta aquí surgidas, destaca el realizado por
Tuvalu, una de las tantas islas vulnerables al avance en el nivel de los mares.
Kausea Natano, el Primer Ministro de esta pequeña isla del Pacífico, clamó por
avanzar hacia un tratado de no proliferación petrolera.
Cabe mencionar que este llamado
resulta lógico, la comunidad científica plantea que nos hallamos al límite del
presupuesto de carbono -de seguir con los fósiles la acumulación de gases de
efecto invernadero pueden dispararse a límites inconcebibles.
La comunidad científica plantea que nos hallamos al
límite del presupuesto de carbono -de seguir con los fósiles la acumulación de
gases de efecto invernadero pueden dispararse a límites inconcebibles.
Un último aspecto a destacar de las
negociaciones que se desarrollan en Sharm El-Sheik, Egipto, es el documento
emitido por Naciones Unidas (“Integrity Matters: Net Zero Commitments by
Businesses, Financial Institutions, Cities and Regions” UN 2022), el cual
destaca el alto nivel de lavado verde (greenwashing) que realizan empresarios,
entidades financieras, y gobiernos.
La Argentina se presenta como parte
del Sur Global, se declama como afectada al tiempo que reclama resarcimiento.
Obviamente, lejos estamos de los niveles de emisión de EE.UU. o China, pero si
consideramos lo acumulado desde los albores de la revolución industrial hasta
aquí, observamos que nuestro país no resulta exento de culpa: Argentina
califica entre los veinte mayores contaminantes. Puesto en perspectiva, Mia
Mottley, Primera Ministro de Barbados, nos diría que su país merece los fondos
con urgencia. Y la razón, ciertamente, le asiste.
ARGENTINA: POCO INTERÉS POR LOS
RENOVABLES.
Cambiemos de perspectiva, miremos a futuro: las emisiones que podrían evitarse.
Al evaluar la transición energética, lamentablemente, observamos un escaso
interés por los renovables (salvo que consideremos al gas natural como un
combustible “limpio”).
«Estamos en una
carretera al infierno climático con el pie en el acelerador», advirtió el
secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.
En lugar de apostar por las tecnologías del futuro se
avanza con Vaca Muerta, se licitan permisos de exploración en la plataforma
submarina bonaerense. Tampoco se habla del riesgo financiero que impone tal
decisión, aún cuando diversos informes destacan la pérdida de valor que
enfrentarán los activos del sector en pocos años. Se deja la transición en
manos del sector petrolero, no importa quién esté en el gobierno.
Al considerar el
rumbo adoptado en materia productiva, vemos un respaldo unánime al ahondamiento
del extractivismo por gran parte de la dirigencia argentina. Tal como aconteció
en Glasgow, el gobierno y las principales entidades del campo acordaron un
documento de cara al encuentro en Sharm El-Sheik, el cual destaca las bondades
(socio y medioambientales) del modelo de agro-negocios imperante en la
Argentina.
BLOQUEOS A LA LEY DE HUMEDALES.
Muchos aducirían la necesidad de desarrollo, para así responder a las urgencias
sociales. De un lado de la grieta, que debemos dejar actuar al mercado. Los precios
vendrían a señalar el momento del cambio. Solo el Estado puede resolver el
problema, el mensaje que surge del otro lado de la grieta. Las medidas que
adopta el gobierno van en la dirección correcta, las críticas surgen de un
grupo de “ambientalistas radicalizados”. Mientras tanto, numerosos habitantes
de nuestro país se ven condenados a respirar humo. Gobierno y oposición, ambos
bloquean la Ley de Humedales.
Entre 2020 y
2021, en el contexto de la prolongada bajante extraordinaria del Paraná y el
agravamiento de la sequía, se quemaron más de 700.000 hectáreas del Delta e
islas del Paraná. En 2022, hasta el 21 de agosto ya se quemaron 196.073
hectáreas de ese territorio.
La
inseguridad alimentaria, la subalimentación y el hambre siguen creciendo en la
Argentina. De la misma forma, cada día son más los territorios que se
sacrifican en pos del desarrollo.
Pero no sólo los
incendios están matando la biodiversidad, la Argentina corre el riesgo de
perder su mayor bosque nativo: el Gran Chaco, el segundo ecosistema forestal de
Sudamérica. Si se considera el área donde se asienta este ecosistema (Santiago
del Estero, Salta, Chaco y Formosa), Greenpeace estima que en un año (2021), se
desmontaron más de 113.000 hectáreas.
Unos y otros, en
definitiva, se han convertido en fervientes defensores de la teoría del
derrame, aunque al final poco se derrama. La inseguridad alimentaria, la
subalimentación y el hambre siguen creciendo en la Argentina. De la misma
forma, cada día son más los territorios que se sacrifican en pos del
desarrollo, especie de canje de naturaleza por desarrollo económico que
beneficia a los menos.
Podemos decir
que la postura del gobierno refleja inconsistencia, aunque la misma resulta
atribuible a gran parte de la dirigencia del país. La Argentina califica como
país de ingresos medios, se percibe como emergente, al tiempo que intenta
perfilarse como un actor global relevante -basta mencionar que forma parte del
G20.
LLEGÓ LA HORA DE REVELARSE.
Sin embargo, en
las negociaciones ambientales nos percibimos como perjudicados. Planteamos
financiar nuestra lucha contra el cambio climático a partir del esquema de canje de deuda
soberana, al tiempo que avanzamos con la explotación petrolera (industria, cuyo
accionar acelera el problema climático). Un razonamiento, por cierto, difícil
de explicar para quien habita en Tuvalú.
Debemos
reconsiderar nuestra perspectiva, que tipo de desarrollo ambicionamos. El
futuro puede que sea hermoso, también que resulte a escala humana. Ello sólo
será factible si evitamos que la temperatura promedio del planeta siga
aumentando, si logramos revertir la pérdida de biodiversidad. Estamos cerca de
perder toda esperanza, no podemos dejar librado nuestro futuro ni el de
nuestros hijos a los líderes del planeta.
En el año 1989 la Internacional Socialista planteaba lo frágil del equilibrio
ecológico, la amenaza de la sobreexplotación. Frente al peligro que encierra el
cambio climático, destacaba el documento “los socialistas
levantan los valores de la solidaridad y la democracia. Todos los seres humanos
tienen el mismo valor. Es necesario configurar una nueva era de crecimiento
económico diferente, que dé prioridad a la calidad del desarrollo”. Al tiempo que se producía dicha
declaración el dióxido de carbono acumulado en la atmósfera alcanzaba las
352,57 partículas por millón (ppm), la última medición observada es de 417.9
ppm. Es tiempo de actuar, tal como lo sostiene el Secretario General de
Naciones Unidas, António Guterres, llegó la hora de rebelarse.
Leonardo Stanley
Investigador Asociado del Centro de Estudios de Estado y Sociedad – CEDES
(Buenos Aires). Autor de “Latin America Global Insertion, Energy Transition,
and Sustainable Development”, Cambridge University Press, 2020.