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martes, 21 de febrero de 2023

Mónica Fein, Presidenta del Partido Socialista... delagunamaneraok...

 Mónica Fein: "No queremos el Estado burocrático y prebendario que hoy tenemos en la Argentina" 

La presidenta del Partido Socialista, Mónica Fein propone ejes para el desarrollo de una izquierda democrática reformista, progresista y republicana. 

La presidenta del Partido Socialista, hace un balance de los avances en su gestión y define los objetivos para el próximo año. En el horizonte, un futuro de progreso, de movilidad social ascendente, de desarrollo, de empleo de calidad, un futuro sustentable. 

© Escrito por Mónica Fein (*) el jueves 17/02/2023 y publicado por el Periódico Digital La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

En 126 años, ser la primera presidenta del Partido Socialista es uno de los mayores honores de mi vida política. Además, electa por el voto directo y con el primer Comité Nacional paritario. Asumí el primer mandato y ahora la prórroga con el desafío de dar al Socialismo una voz protagónica. Es un momento político muy complejo del país donde pareciera que no hay espacio para matices y el diálogo para encarar un proceso de desarrollo e inclusión real.


Pero este período al frente del socialismo es un proyecto colectivo. Al frente del partido hay un equipo que combina la experiencia con la renovación, que trae una nueva agenda, que impulsó el protocolo contra las violencias de género, que pone sobre la mesa el debate del ambientalismo, la diversidad, el rol de las juventudes. Además, construyendo un programa progresista desde la Alianza Progresistas para las Américas, desde ciudades y comunas, desde cada provincia y desde el Congreso Nacional.


En esta construcción, la agenda de las mujeres y de la igualdad de género es prioridad. Por un lado, urge la aprobación de un Sistema Nacional de Cuidados. Es imperioso dar visibilidad a todo ese trabajo no remunerado del cual nos hacemos cargo principalmente las mujeres, para poder no sólo reconocerlo económicamente, sino también para establecer políticas que remuevan las barreras que aún existen y que impiden la real igualdad entre varones y mujeres.


Pese a los cambios que se ven, las mujeres aún enfrentamos muchas dificultades para lograr el pleno desarrollo de nuestro proyecto personal por la doble o a veces triple carga de las tareas de cuidado y el empleo fuera de ese ámbito.


PREVENIR LOS FEMINICIDIOS


Por otra parte tenemos que avanzar hacia un cambio profundo en lo que respecta a las masculinidades y cómo cierta concepción muy arraigada en la sociedad impacta en los altos niveles de violencia de la cual las mujeres somos las principales víctimas. Siguen siendo alarmantes los números de femicidios en todo el país y pareciera que el Estado no encuentra las herramientas para prevenirlos, para atender a las víctimas y para garantizar una vida libre de violencia.


Es un momento político muy complejo del país donde pareciera que no hay espacio para matices y el diálogo para encarar un proceso de desarrollo e inclusión real.


En tercer lugar tenemos que avanzar en la representación política de las mujeres. A pesar de haber ido alcanzando una representación paritaria, las mujeres seguimos ausentes de los espacios de decisión real. Es cierto que hoy la sociedad ya no tolera una foto de dirigentes sólo varones. Pero tampoco se resuelve con la inclusión decorativa de mujeres. Queremos que esa inclusión sea efectiva, se dé en los espacios de definición real de las políticas, los acuerdos y los presupuestos.


Como ejemplo de esos avances del socialismo y las mujeres, soy responsable de la Presidencia de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados. Y, pese a que hay un virtual bloqueo por los antagonismos entre los bloques mayoritarios, hemos logrado tender puentes e incluir las voces de actores sociales para construir acuerdos en respuesta al VIH, los análisis para detectar las patologías congénitas, un marco legal a la enfermería, regular las residencias médicas y acompañar a pacientes y familias que atraviesan la atención de diversas patologías.


UN NUEVO SISTEMA DE SALUD


El horizonte está en buscar los consensos para un nuevo sistema de salud, que fortalezca el sector público, que coordine con los prestadores de obras sociales para garantizar el acceso en igualdad de condiciones a las personas entendiendo a la salud como derecho y permita el desarrollo laboral de los equipos de salud. Un sistema integrado y federal de salud


Pero es cierto que vivimos un avance de las derechas al tiempo que la propuesta socialdemócrata tiene retrocesos en todo el mundo. Estamos en un momento de enorme polarización en detrimento del diálogo para construir un modelo de desarrollo que garantice la igualdad de oportunidades para todas las ciudadanas y ciudadanos. Debilita a las opciones de izquierda democrática como la nuestra y la búsqueda de coaliciones progresistas.


Queremos un nuevo Estado, participativo, cercano, no el Estado burocrático y prebendario que hoy tenemos.


El debate se reduce a cero Estado versus Estado paternalista omnipresente. Son dos caras de una misma moneda que busca reducir libertades, la capacidad de decidir de las personas, impedirles el acceso a la educación y la salud de calidad, que son claves para poder construir el propio proyecto de vida autónomo. Proponen estar a merced de una dádiva de parte de algún líder o alguna lideresa “iluminada” o el sorteo de un sueldo a lo Milei para ver quién se salva solo. Son el empleo precarizado y el plan sujeto a la voluntad de algún puntero.


REFORMISTA, PROGRESISTA Y REPUBLICANA


Desde el socialismo queremos construir otro modelo. Un modelo que no niega la existencia del mercado ni su fuerza para la innovación y la creación de valor, pero que cree en un Estado que promueva la emancipación, la libertad de conciencia, las libertades individuales, pero que no deja de ver la concentración de la riqueza y las desigualdades que conlleva un mercado sin controles, sin un Estado presente. Allí siempre hay espacio para esa propuesta reformista, progresista, republicana.


Tenemos que poder generar las condiciones para que esa propuesta recupere su lugar en nuestro sistema político, como síntesis de las contradicciones que conlleva la confrontación permanente Una síntesis superadora que proponga al pueblo un futuro de progreso, de movilidad social ascendente, de desarrollo, de empleo de calidad, un futuro sustentable. Y nuestro país tiene todo para lograrlo.


El socialismo siempre ha pensado para la Argentina que el empleo sea la variable que agrega valor, donde la honestidad sea una práctica cotidiana en la política y en cada ámbito. Que la movilidad social ascendente devuelva la perspectiva de futuro que se ha perdido con un Estado con un sistema de protección social robusto y sólido. Queremos un nuevo Estado, participativo, cercano, no el Estado burocrático y prebendario que hoy tenemos.


No tengo dudas que si encontramos esos espacios de diálogo, si son honestos y sinceros, si logramos esos compromisos, hay un futuro maravilloso para el país.


Desde nuestro origen impulsamos la transformación del Estado, legislación para proteger los derechos de las y los trabajadores, para garantizar que el capital no explote a las clases trabajadoras, para prevenir y sancionar la trata de personas y la violencia de género.


Impulsamos un sistema integral de cuidados o de licencias por paternidad o maternidad. Pero también reformas a la regulación del teletrabajo, el necesario debate para la construcción de un sistema integrado de salud, la implementación de programas para el acceso de niñas, niños y adolescentes a la educación, en momentos de alta deserción sobre todo después de la pandemia.

PROYECTOS PARA CADA TERRITORIO


Siempre desde el socialismo, desde cada experiencia de gobierno o parlamentaria, hemos impulsado la creación de espacios institucionales de consenso como espacios de diálogo, debate y consenso real donde la sociedad civil, los partidos políticos, las fuerzas productivas y los sindicatos encontremos los pisos básicos de acuerdo que permitan al país salir del estancamiento actual.


Pero para eso se necesita visión estratégica, se necesitan proyectos. Se necesita pensar en las futuras generaciones y no en las próximas elecciones. No tengo dudas que si encontramos esos espacios de diálogo, si son honestos y sinceros, si logramos esos compromisos, hay un futuro maravilloso para el país.


No me resigno a pensar que la Argentina es un país o una democracia fallida. Como decía Hermes Binner no hay territorios sin futuro, hay territorios sin proyecto. Debemos construir esos proyectos y deben tener un consenso mayoritario, para que realmente se transformen en un punto de inflexión y nos encaminemos hacia ese proceso de desarrollo y bienestar para nuestra gente.


(*) Presidenta del Partido Socialista y Diputada Nacional. Fue Intendenta de la ciudad de Rosario.



   

viernes, 9 de diciembre de 2022

«El bolsonarismo no es sólo malo para Brasil, sino para el mundo»... @dealgunamaneraok...

 Gabriela de Lima Grecco: «El bolsonarismo no es sólo malo para Brasil, sino para el mundo» 

Jair Bolsonaro en el Palacio de Planalto, sede del Ejecutivo brasileño.

Entrevistada por Salvador Lima, la historiadora Gabriela de Lima Grecco analiza la derrota de Bolsonaro y repasa la historia política brasileña al calor de la polarización del presente. 

© Escrito por Salvador Lima (*) el miércoles 06/12/2022 y publicado por el Periódico Digital La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
 

“Hemos llegado al final de una de las elecciones más importantes de nuestra historia. Una elección que puso frente a frente dos proyectos opuestos de país, y que hoy tiene un único y gran ganador: el pueblo brasileño. Esta no es una victoria mía, ni del PT, ni de los partidos que me apoyaron en esa campaña. Es la victoria de un inmenso movimiento democrático que se formó, por encima de los partidos políticos, de los intereses personales y de las ideologías, para que la democracia saliera vencedora.”

Con esta reivindicación de la democracia abrió Lula su primer discurso, tras la segunda vuelta de las elecciones presidenciales brasileñas. Ahora bien, contra todos los pronósticos que aseguraban un triunfo apabullante del candidato petista, su victorial electoral fue definida por un margen muy estrecho de votos que no sólo deja al nuevo/viejo presidente un panorama político muy complejo para los próximos cuatro años, sino que plantea un escenario de polarización maniquea poco habitual en Brasil. Para comprender un poco mejor el asunto, hemos hablado con la historiadora Gabriela de Lima Grecco para tener una explicación cabal y brasileña sobre el significado de este momento político de Brasil y su perspectiva histórica. Gaúcha del sur brasileño, doctora en Historia por la Universidad Autónoma de Madrid y actual profesora de Historia de América Latina en la Universidad Complutense, Lima Grecco ha colaborado en universidades de Estados Unidos y Europa y es especialista en fascismos europeos y latinoamericanos. Sobre este tema, ha escrito más de cuarenta artículos, así como ha coordinado diversas obras y publicado dos libros de su autoría.


¿Por qué crees que estas elecciones tuvieron tanta repercusión internacional? 

Creo que todo el mundo estaba bastante expectante por las elecciones debido a la dinámica transnacional de esta “extrema derecha 2.0”, tal como la llama el historiador italiano Steven Forti de la Universidad de Barcelona. Se trata de una red internacional populista de derecha que podemos identificar con personajes como Donald Trump, Viktor Orbán, Giorgia Meloni y Jair Bolsonaro. Debido el peso relativo de Brasil en la región, muchos teóricos y políticos estaban muy preocupados por la influencia que podía tener Bolsonaro en América Latina, siguiendo la premisa de Richard Nixon, wherever Brazil goes, Latin America follows. Después de todo, en aquellos años, la dictadura brasileña (1964-1985) fue modélica para otros regímenes autoritarios en América Latina y financió y apoyó golpes militares en los países vecinos. De modo que lo que pasa en la política brasileña es siempre relevante para la región. Ahora bien, si la derecha bolsonarista no tuvo éxito en ganar las otras elecciones recientes en la región (aunque habría que estar atentos al largo plazo), en cambio, es preocupante su eficacia en contagiar discursos violentos y radicales en otros países. El bolsonarismo no es sólo malo para Brasil, sino para el mundo. De ahí el apuro de Joe Biden, Emmanuel Macron y otros líderes democráticos por avalar la victoria electoral de Lula.

«Lo que pasa en la política brasileña es siempre relevante para la región. Ahora bien, si la derecha bolsonarista no tuvo éxito en ganar las otras elecciones recientes en la región (aunque habría que estar atentos al largo plazo), en cambio, es preocupante su eficacia en contagiar discursos violentos y radicales en otros países».


¿Qué significado tuvo el apoyo expreso de Fernando Henrique Cardoso a la candidatura de Lula? Hubo cierto aire a “frente antifascista” en estas elecciones.

Como dices, a diferencia de la neutralidad que adoptó en 2018, para estas elecciones Fernando Henrique sí comprendió el peligro que implicaba una posible victoria de Bolsonaro para la democracia brasileña y adoptó una postura de apoyo firme a Lula. De todos modos, como historiadora, no utilizaría el término frente antifascista. Hay muchas diferencias entre el fascismo clásico y la extrema derecha moderna. Sí se puede hablar de un frente democrático contra el bolsonarismo. Además de FHC, también hay que recordar que el compañero de fórmula de Lula es Geraldo Alckmin, otro personaje histórico del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB). Vemos que la candidatura de Lula estuvo muy inclinada al centro político, evitando discursos sectarios de izquierda o populistas. Además, a pesar de todas sus diferencias de ideas, Lula y FHC siempre tuvieron una relación muy respetuosa y de reconocimiento mutuo. Por otro lado, hubo mucha continuidad entre las políticas de Lula y Cardoso, cuyo gobierno no fue tan neoliberal como el de Menem. Por ejemplo, las bolsas de familia y las cuotas raciales, emblemas de la política social del PT.

¿Qué análisis hace del lugar gobierno de Bolsonaro en la historia de Brasil? 

La gran marca histórica de Bolsonaro es que rompió con una tradición política brasileña de buscar el consenso a la hora de gobernar. Para poner un ejemplo extremo, durante el 
Estado Novo (1937-1945), la dictadura Getúlio Vargas buscó cierto consenso social, incorporando políticos opositores a las funciones de gobierno, incluso algunos comunistas. Hay colegas sostienen que la dictadura militar de los años ’60 y ’70 también practicó, moderadamente y a su manera, la misma cooptación de cuadros de los partidos políticos. Digamos que es un rasgo común de la cultura política de Brasil. Se trata, además, de una estrategia política, ya que, al incluir al adversario en el gobierno, se disminuye su capacidad de daño como opositor. Vemos que Lula ha hecho esto durante sus dos gobiernos y lo está haciendo ahora. Bolsonaro ha hecho todo lo contrario y, tras un comienzo de gobierno en el que prometió la colaboración con expertos de otros sectores, redujo su gobierno a personas como él. La otra gran ruptura de Bolsonaro con las tradiciones políticas brasileñas fue la politización de la religión. Aunque Brasil siempre fue un país religioso, Bolsonaro ha radicalizado mucho los elementos evangélicos de su discurso, logrando una conexión entre política y religión que no tiene precedentes, ni siquiera en Vargas o en los militares católicos de las décadas de 1960 y 1970.


Es decir que esta polarización que produce Bolsonaro es algo nuevo. ¿No hay antecedentes en la historia democrática del Brasil?

No, los discursos de odio de Bolsonaro y su fascinación con la dictadura militar han provocado una división social sin precedentes en la historia democrática. Una de las frases de cabecera de la dictadura era “
Brasil, ame-o ou deixe-o” (Brasil, ámelo o déjelo). Bolsonaro ha recuperado ese espíritu nacionalista y de exclusión. Se ha apropiado de los símbolos nacionales, trazando divisiones entre los “verdaderos brasileños” y los que no lo son. Ha reiterado buena parte del mismo discurso político de la dictadura, especialmente en su obsesión con el comunismo, al cual ve siempre representado en el PT.



Al respecto de esta polarización, Lula afirmó que es necesario reconstruir el alma de Brasil. ¿En qué se diferencia el contexto doméstico que deberá afrontar en esta tercera presidencia con respecto a las anteriores?


Hay una frase que dijo Dilma Rousseff, en en Madrid, luego de haber sufrido el impeachment, que me parece más representativa: “Brasil tiene que encontrarse consigo mismo”. Luego de esta experiencia histórica de Bolsonaro, debemos mirarnos al espejo y repensarnos a nosotros mismos como país. Durante décadas, la identidad de Brasil fue enunciada a través de algunos mitos, como el de la democracia racial o el del ciudadano cordial. Lo cierto es que Brasil es un país muy violento, racista y pobre. Especialmente, la elite brasileña debe enfrentar estos problemas, debe mirar al pueblo de frente y reconocer sus deudas. La identidad brasileña tradicional se basó sobre unos pilares que ya no se sostienen, de modo que la dura realidad nos tiene que obligar a construir nuevos consensos. Yo creo que de esto es de lo que habla Lula y ahí tiene su gran desafío político, ya que enfrentará a uno de los congresos más conservadores de la historia de Brasil. El Partido Liberal (PL) de Bolsonaro domina la Cámara de Diputados y el Senado y los senadores en Brasil tienen un mandato de ocho años. Esto significa que el bolsonarismo (o algo parecido a él) va a estar durante dos mandatos presidenciales más en el Congreso. Será un verdadero reto para Lula. En cuando a la izquierda, a mi entender, el nuevo presidente va a tener que dialogar mucho más con el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), formado por gente que rompió con el PT en 2004 por considerarlo demasiado centrista. Esto también es un desafío. Con todo, confío en que Lula va a estar a la altura. Es un auténtico político.


Antes mencionaste las conexiones ideológicas de Bolsonaro con la dictadura de 1964-1985. Con respecto a Lula ¿qué momentos o personajes de la historia brasileña reivindica?

Me gustaría complementar lo que conté antes de Bolsonaro diciendo que, en su despacho, tiene o tenía los retratos de los cinco dictadores y él y sus hijos siempre han encomiado el Ato Institucional Nº 5 (AI-5) de 1968, un decreto de la dictadura que cerró el congreso y dio poderes especiales al presidente. Incluso, en 2016, durante el impeachment de Dilma Rousseff, él y sus hijos expresaron abiertamente sus simpatías para con Carlos Alberto Brilhante Ustra, antiguo militar y torturador de Dilma. En cuanto la pregunta de a quién mira Lula en la historia de Brasil, no sabría decir. Siempre me pareció un personaje muy auténtico que creó su propia carrera y mito. Si tengo que arriesgar una respuesta, es posible que mire a Getúlio Vargas, un hombre de convicciones nacionalistas y estatistas, que creó numerosas empresas públicas y que pretendía construir una identidad brasileña fuerte. Pero no estoy segura. Siempre vi a Lula como alguien distinto. Es el primer hombre de clase trabajadora que llega al poder, no pertenece a ninguna de las élites económicas, ni a la clase intelectual, ni se identifica con el Ejército.


«Siempre vi a Lula como alguien distinto. Es el primer hombre de clase trabajadora que llega al poder, no pertenece a ninguna de las élites económicas, ni a la clase intelectual, ni se identifica con el Ejército».   

Hablando de Getúlio, la «Era Vargas» fue la experiencia latinoamericana más afín al modelo fascista de entreguerras y, al mismo tiempo, fue un momento de expansión de derechos sociales y laborales. Teniendo en cuenta el discurso filofascista de la familia Bolsonaro y la agenda social del PT ¿Cómo debe interpretarse el legado histórico y político de Getúlio?


Las relaciones de Vargas con el fascismo siempre fueron complejas y conflictivas. El partido propiamente fascista en Brasil era Ação Integralista Brasileira(AIB) y estaba liderado por Plínio Salgado. Aunque, desde 1930, apoyaron a Vargas y su régimen autoritario, en 1938, Salgado intentó un golpe de palacio que no salió como esperaba. El resultado fue la captura y el fusilamiento de los integralistas por parte del Ejército y la disolución del AIB. Esto no quiere decir que no quedasen filofascistas en el gobierno de Vargas, pero hubo un quiebre. En cuanto a la agenda social, hay que comprender que la expansión de derechos laborales realizada por Vargas ocurrió en un contexto mundial que iba en esa dirección. Tanto en las democracias liberales, como en los regímenes fascistas, hubo mejoras en la calidad de vida y en las condiciones laborales de los trabajadores. Por ello, para denominar a la tradición política inaugurada por Vargas, la historiadora brasileña Ângela de Castro Gomes ha acuñado el término trabalhismo (que significaría “trabajismo” o laborismo en español), evitando las definiciones a veces simplistas de populista o fascista. El trabalhismo sería esta tradición política fundamentada en las relaciones entre los sindicatos y el Estado, luego heredada por João Goulart y Leonel Brizola. Entonces, si Bolsonaro adopta los símbolos propios de AIB, como “Dios, patria, familia” o su cruzada anticomunista, Lula, seguramente, construye su identidad en dicha tradición trabalhista.


El peronismo es un movimiento político con el que casi la mitad de los argentinos se siente identificada y que aún se denomina a partir del apellido de su fundador. En Brasil, no encontramos nada parecido. ¿Por qué dirías que nombres como Vargas o Goulart no han trascendido de la misma manera en las tradiciones populares de tu país?


En realidad, al no tener un movimiento varguista, Brasil no es la excepción, es la regla. Si miras las repúblicas sudamericanas, no es lo habitual un partido como el peronismo en las democracias actuales. En el transcurso de su historia, los brasileños hemos sino mucho menos personalistas a la hora de formar o dar identidad a los partidos políticos. De hecho, el bolsonarismo es, probablemente, un caso muy especial de movimiento que toma el nombre de un dirigente y que lo trasciende. De todas maneras, dudo mucho que tenga la trayectoria que logró el peronismo, hay que esperar. A la inversa, el lulismo no existe. En Brasil siempre hablamos del PT o del petismo. Es un partido institucionalizado de centro-izquierda. Lula es muy popular y hasta se lo puede acusar de populista, sin embargo, no tuvo ningún problema en ceder el poder a Dilma Rousseff. No planteó cambiar la constitución para apostar por una reelección indefinida y trató de retirarse de la política activa. Es más, mi opinión es que él hubiera preferido no presentarse a estas elecciones. Si lo hizo, fue porque consideró que era una necesidad del PT, no había ningún otro candidato capaz de enfrentar a Bolsonaro. Evidentemente, la cultura política brasileña no permite la construcción de personalismos al estilo peronista, aunque no sabría decir por qué, no soy una experta en el tema.
 


Lula da Silva y Jair Bolsonaro en el debate electoral de este año.
 

Lo que veo es que, en Brasil, hay mayor fragmentación partidaria, el PT no es el peronismo con su electorado incondicional del 40%. Además, ¿puede ser que los partidos brasileños estén mejor institucionalizados? Parece que allí es más difícil para un líder carismático condicionar toda una estructura partidaria o su competencia interna.


Puede ser que los partidos en Brasil sean más fuertes que los personajes. Tomando el caso de Fernando Henrique Cardoso ¿Es el símbolo del PSDB? La verdad que no, el partido tiene una narrativa, una misión y una estructura propia que va más allá de Cardoso, aunque éste haya sido presidente y uno de sus referentes más importantes. Pensándolo bien, lo que veo más parecido al peronismo en Brasil es el fenómeno trabalhista que mencioné antes. Sus ideas sindical-estatistas, el discurso soberanista y el estilo de liderazgo popular, que ejercieron Vargas, Goulart y Brizola, conectan al trabalhismo con la cultura política de la América hispana. Después de todo, estos tres referentes eran todos nativos de Rio Grande do Sul, un estado muy penetrado por las tradiciones políticas e ideológicas del Río de la Plata.


En 1986, Raúl Alfonsín tuvo la iniciativa de trasladar la Capital Federal a la ciudad de Viedma. Era un proyecto político que, además, pretendía producir un giro modernizador de la economía y la demografía argentina hacia la Patagonia. En los años ’50, Juscelino Kubitschek logró materializar una política análoga, con la fundación de Brasilia como símbolo de la "Marcha para o Oeste" ¿Qué balance histórico se puede hacer de esta política en Brasil?

Es muy difícil de evaluar los resultados profundos de la Marcha al Oeste, una política de Estado iniciada por Getúlio y continuada por Juscelino. Si comenzamos por el corto plazo, el objetivo desarrollista de construir Brasilia, una ciudad planificada y moderna se logró y el proyecto urbano de Oscar Niemeyer fue admirado y reconocido. Ahora, en el largo plazo, la Marcha al Oeste, como proyecto de modernización de la economía y el territorio nacionales que buscaba integrar el interior y corregir el desequilibrio demográfico en la costa, no tuvo pleno éxito. Por supuesto, la población de Brasil está hoy más “interiorizada” de lo que estaba antes de la fundación de Brasilia, pero la concentración demográfica sigue siendo desproporcional en el litoral, especialmente en San Pablo. En cierta manera, la gran consecuencia de Brasilia fue desconcentrar la población y los recursos de Río de Janeiro, a costa de darle mayor centralidad y fuerza al estado de San Pablo, que hoy es una verdadera potencia económica sin un contrapeso a nivel doméstico.


«Lula siempre dio mucha importancia a América Latina y al hecho de que Brasil se definiese como potencia latinoamericana. Tampoco hay que olvidar el esfuerzo de integración diplomática y comercial que realizó la presidencia de Fernando Henrique. Para resumir, el problema con la integración es que tiene que tener continuidad».

Desde la perspectiva regional del Cono Sur, parecería que la integración económica, social y política sigue siendo una promesa eterna que nunca se cumple del todo. ¿Cuáles son las miradas que tienen los brasileños sobre la región? ¿Hay interés o reina la indiferencia hacia América Latina?

Una historia habitual y muy repetida en Brasil ha sido el aislamiento respecto a las repúblicas hispanoamericanas. Nuestros historiadores siempre han señalado como Brasil, durante el siglo XX, ha desarrollado una economía y una política exterior de espaldas a América Latina y mirando a Estados Unidos. Además de factores económicos o geopolíticos, sin dudas que la diferencia lingüística nos ha distanciado. Es interesante ver la historia de Gustavo Capanema, que fue ministro de Educación de Getúlio Vargas, ya que tuvo un proyecto de integración lingüística y cultural con América Latina. Él decía que los brasileños leían a los hispanoamericanos, pero que éstos no leían a los nuestros. La literatura brasileña no era traducida al español, de modo que Capanema invirtió mucho para que los escritores de Brasil llegasen a las repúblicas vecinas y fuesen difundidos como correspondía, a través de traducciones, intercambios y contactos con editoriales y bibliotecas. Lamentablemente, esta política no tuvo mucha continuidad en gobierno sucesivos.


En la actualidad, veo mucho más interés de parte de hispanoamericanos y brasileños por comunicarse. Ha sido una política pública de Lula y de Dilma el hacer del español la segunda lengua de todos los brasileños, por encima de inglés. Bolsonaro eliminó esta política y hubo una reacción muy importante de parte de los profesores de español, a través del movimiento Fica Espanhol. En el balance, Bolsonaro fue muy coherente en su desprecio general hacia la América hispana, por desinterés y por diferenciarse de los gobiernos del PT. Lula siempre dio mucha importancia a América Latina y al hecho de que Brasil se definiese como potencia latinoamericana. Tampoco hay que olvidar el esfuerzo de integración diplomática y comercial que realizó la presidencia de Fernando Henrique. Para resumir, el problema con la integración es que tiene que tener continuidad. Sobre todo, porque el brasileño de a pie no tiene facilidad para identificarse con América Latina. Brasil es un país de dimensiones continentales, con una población de más de doscientos millones de habitantes que miran hacia adentro, tenemos nuestro estilo musical, nuestra cultura, nuestra lengua… Por ello es tan difícil la integración. Es un trabajo arduo que, si se interrumpe en alguna de sus facetas, luego es muy difícil remontarlo.

Por último. ¿Qué desafíos históricos diría que son una cuenta pendiente para este Brasil que ya lleva casi cuarenta años de democracia?

Mucho tiene que ver con las deudas de la elite. Una elite que tiene que reconocerse como brasileña, que tiene que mirar al pueblo y ver sus carencias. Es cierto que los gobiernos del PT han hecho mucho para corregir los males sociales en Brasil, pero no alcanzó, aún hay que seguir trabajando para reducir las desigualdades. Para el segundo gobierno de Lula, Brasil había salido del mapa del hambre de la ONU y ahora está nuevamente en ese grupo de países. También están los problemas del racismo estructural que, es cierto que ha mejorado gracias a algunas políticas, pero que sigue siendo una mancha difícil de remover, así como el machismo de la sociedad. Para ponerlo en términos concretos, creo que el día que la mujer negra brasileña tenga posibilidades de acceder a los puestos de decisión, en la política y en las empresas, y que no tenga problemas para reunir un capital propio o disfrutar de una educación superior, sin los obstáculos sociales y prejuicios de siempre, podremos decir que Brasil ha superado sus cuentas pendientes.


¿Quié es Gabriela de Lima Grecco?, es investigadora contratada en el Departamento de Historia, Teorías y Geografía Políticas, en la Universidad Complutense de Madrid. Fue Investigadora y profesora en el Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Madrid, con el contracto Atracción de Talento Investigador (2018-2021). Doctora en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid, con la tesis De la pluma como oficio a la pluma oficial: estado y literatura durante los nuevos estados de Getúlio Vargas y Francisco Franco (1936-1945), la cual recibió el Premio Extraordinario de Doctorado.
Fue investigadora visitante en la University of California Los Ángeles, en la Freie Universität Berlín, en la Université Sorbonne Nouvelle Paris III, en la Fundación Getúlio Vargas y en la Universidad de São Paulo (USP). Fue profesora invitada/visitante en la USP y en la Pontificia Universidad Católica de Río Grande del Sur. Ha publicado más de 40 artículos y capítulos de libro, así como ha sido editora de diversos libros y autora de dos obras: Literary Censorship in Francisco Franco’s Spain and Getulio Vargas’ Brazil. Burning Books, Awarding Writers (2020) Palavras que resistem: Censura e promoção literária na ditadura de Getúlio Vargas (1937-1945) (2021).  

(*) Salvador Lima: Investigador doctoral en Historia en el Instituto Universitario Europeo en Florencia y editor general en Toynbee Prize Foundation.


  

sábado, 12 de noviembre de 2022

COP 27: llegó la hora de la acción... 

Las sequías ya afectan a la mayor parte de la superficie argentina. 

El tiempo se agota, las decisiones no llegan. Retacesos al financiamiento para la mitigación. Pocos cambios sobre las emisiones. La Argentina está entre los principales contaminadores, pero faltan las medidas.

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Escrito por Leonardo Stanley el jueves 10/11/2022 y publicado por La Vanguardia Digital de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 

Desde el 6 de noviembre se desarrolla en Egipto la 27 Conferencia de las Partes (COP), con la esperanza de la humanidad puesta en modificar posturas y comportamientos, actitud que los líderes mundiales se esfuerzan por contrarrestar.

Uno de los principales temas en discusión pasa por la creación del “
fondo de pérdidas y daños”, el cual surgiría del aporte de las principales economías para beneficio de los países más afectados. Un grupo de economías desarrolladas ha decidido dar el paso, desafortunadamente los actores más relevantes siguen negando su aporte al fondo solidario.

También en la COP se negocian medidas de financiamiento y mayor protección para bosques y selvas tropicales, con una porción de los fondos yendo directamente a los pueblos indígenas -reconociendo así el rol de estas comunidades en la protección de la naturaleza.

Aun cuando varios los países de la región apoyan la iniciativa lanzada en Glasgow 2021, otros se muestran remisos por las obligaciones que le impondría la membresía. Sea la quema de combustibles fósiles o bien la deforestación, ambas acciones aceleran la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Tal como expreso el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, ante el plenario de la COP, la lucha por el cambio climático se halla indisolublemente asociada a la preservación de la biodiversidad.

CON EL AGUA AL CUELLO.

Entre las diversas propuestas hasta aquí surgidas, destaca el realizado por Tuvalu, una de las tantas islas vulnerables al avance en el nivel de los mares. Kausea Natano, el Primer Ministro de esta pequeña isla del Pacífico, clamó por avanzar hacia un tratado de no proliferación petrolera.

Cabe mencionar que este llamado resulta lógico, la comunidad científica plantea que nos hallamos al límite del presupuesto de carbono -de seguir con los fósiles la acumulación de gases de efecto invernadero pueden dispararse a límites inconcebibles.


La comunidad científica plantea que nos hallamos al límite del presupuesto de carbono -de seguir con los fósiles la acumulación de gases de efecto invernadero pueden dispararse a límites inconcebibles.

Un último aspecto a destacar de las negociaciones que se desarrollan en Sharm El-Sheik, Egipto, es el documento emitido por Naciones Unidas (“Integrity Matters: Net Zero Commitments by Businesses, Financial Institutions, Cities and Regions” UN 2022), el cual destaca el alto nivel de lavado verde (greenwashing) que realizan empresarios, entidades financieras, y gobiernos. 

La Argentina se presenta como parte del Sur Global, se declama como afectada al tiempo que reclama resarcimiento. Obviamente, lejos estamos de los niveles de emisión de EE.UU. o China, pero si consideramos lo acumulado desde los albores de la revolución industrial hasta aquí, observamos que nuestro país no resulta exento de culpa: Argentina califica entre los veinte mayores contaminantes. Puesto en perspectiva, Mia Mottley, Primera Ministro de Barbados, nos diría que su país merece los fondos con urgencia. Y la razón, ciertamente, le asiste. 

ARGENTINA: POCO INTERÉS POR LOS RENOVABLES.


Cambiemos de perspectiva, miremos a futuro: las emisiones que podrían evitarse. Al evaluar la transición energética, lamentablemente, observamos un escaso interés por los renovables (salvo que consideremos al gas natural como un combustible “limpio”). 

«Estamos en una carretera al infierno climático con el pie en el acelerador», advirtió el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.


En lugar de apostar por las tecnologías del futuro se avanza con Vaca Muerta, se licitan permisos de exploración en la plataforma submarina bonaerense. Tampoco se habla del riesgo financiero que impone tal decisión, aún cuando diversos informes destacan la pérdida de valor que enfrentarán los activos del sector en pocos años. Se deja la transición en manos del sector petrolero, no importa quién esté en el gobierno.  


Al considerar el rumbo adoptado en materia productiva, vemos un respaldo unánime al ahondamiento del extractivismo por gran parte de la dirigencia argentina. Tal como aconteció en Glasgow, el gobierno y las principales entidades del campo acordaron un documento de cara al encuentro en Sharm El-Sheik, el cual destaca las bondades (socio y medioambientales) del modelo de agro-negocios imperante en la Argentina.

BLOQUEOS A LA LEY DE HUMEDALES.


Muchos aducirían la necesidad de desarrollo, para así responder a las urgencias sociales. De un lado de la grieta, que debemos dejar actuar al mercado. Los precios vendrían a señalar el momento del cambio. Solo el Estado puede resolver el problema, el mensaje que surge del otro lado de la grieta. Las medidas que adopta el gobierno van en la dirección correcta, las críticas surgen de un grupo de “ambientalistas radicalizados”. Mientras tanto, numerosos habitantes de nuestro país se ven condenados a respirar humo. Gobierno y oposición, ambos bloquean la Ley de Humedales. 

Entre 2020 y 2021, en el contexto de la prolongada bajante extraordinaria del Paraná y el agravamiento de la sequía, se quemaron más de 700.000 hectáreas del Delta e islas del Paraná. En 2022, hasta el 21 de agosto ya se quemaron 196.073 hectáreas de ese territorio.

La inseguridad alimentaria, la subalimentación y el hambre siguen creciendo en la Argentina. De la misma forma, cada día son más los territorios que se sacrifican en pos del desarrollo.

Pero no sólo los incendios están matando la biodiversidad, la Argentina corre el riesgo de perder su mayor bosque nativo: el Gran Chaco, el segundo ecosistema forestal de Sudamérica. Si se considera el área donde se asienta este ecosistema (Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa), Greenpeace estima que en un año (2021), se desmontaron más de 113.000 hectáreas.

Unos y otros, en definitiva, se han convertido en fervientes defensores de la teoría del derrame, aunque al final poco se derrama. La inseguridad alimentaria, la subalimentación y el hambre siguen creciendo en la Argentina. De la misma forma, cada día son más los territorios que se sacrifican en pos del desarrollo, especie de canje de naturaleza por desarrollo económico que beneficia a los menos.

Podemos decir que la postura del gobierno refleja inconsistencia, aunque la misma resulta atribuible a gran parte de la dirigencia del país. La Argentina califica como país de ingresos medios, se percibe como emergente, al tiempo que intenta perfilarse como un actor global relevante -basta mencionar que forma parte del G20.

LLEGÓ LA HORA DE REVELARSE.

Sin embargo, en las negociaciones ambientales nos percibimos como perjudicados. Planteamos financiar nuestra lucha contra el cambio climático a partir del esquema de canje
 de deuda soberana, al tiempo que avanzamos con la explotación petrolera (industria, cuyo accionar acelera el problema climático). Un razonamiento, por cierto, difícil de explicar para quien habita en Tuvalú.

 

Debemos reconsiderar nuestra perspectiva, que tipo de desarrollo ambicionamos. El futuro puede que sea hermoso, también que resulte a escala humana. Ello sólo será factible si evitamos que la temperatura promedio del planeta siga aumentando, si logramos revertir la pérdida de biodiversidad. Estamos cerca de perder toda esperanza, no podemos dejar librado nuestro futuro ni el de nuestros hijos a los líderes del planeta.


En el año 1989 la Internacional Socialista planteaba lo frágil del equilibrio ecológico, la amenaza de la sobreexplotación. Frente al peligro que encierra el cambio climático, destacaba el documento los socialistas levantan los valores de la solidaridad y la democracia. Todos los seres humanos tienen el mismo valor. Es necesario configurar una nueva era de crecimiento económico diferente, que dé prioridad a la calidad del desarrollo”. Al tiempo que se producía dicha declaración el dióxido de carbono acumulado en la atmósfera alcanzaba las 352,57 partículas por millón (ppm), la última medición observada es de 417.9 ppm. Es tiempo de actuar, tal como lo sostiene el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, llegó la hora de rebelarse.

 

Leonardo Stanley

Investigador Asociado del Centro de Estudios de Estado y Sociedad – CEDES (Buenos Aires). Autor de “Latin America Global Insertion, Energy Transition, and Sustainable Development”, Cambridge University Press, 2020.