Crisis de Confianza. La vida te da sorpresas…
"Algo personal."... (JMS) Carlos Rosenkrantz. Dibujo: Pablo Temes.
Regla de la política: si un gobierno
tiene que enmendar las medidas que adopta es porque algo no está andando bien.
© Escrito por Nelson
Castro el sábado 03/10/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
El Gobierno estaba convencido de que la Corte Suprema le daría la espalda a los
jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli en su queja por su
arbitrario y burdo desplazamiento de las causas que comprometen seriamente a
Cristina Fernández de Kirchner.
Por eso la
sorpresa –y el enojo– fueron mayúsculos cuando a primera hora de la tarde del
martes se conoció la decisión del cuerpo de conceder el per saltum y dar así
curso a la queja de los magistrados. En verdad el cachetazo para el oficialismo
no fue sólo el pronunciamiento de la Corte sino el hecho de que el fallo fue
aprobado en forma unánime. “No fue Rosenkrantz; fueron todos”, señaló una
fuente judicial que sigue no sin un cierto azoro las bravuconadas de Alberto
Fernández contra el presidente del tribunal supremo.
Quien no se
quedó callada –presa de la furia que es una norma en su vida– la ex presidenta
en funciones le ordenó al viceministro
de Justicia, Juan Martín Mena, salir a despotricar contra el fallo.
Puestos a analizar sus dichos, sorprendió la pobreza de fundamentos con los que
acometió la tarea. Igual criterio vale para las críticas que poco después
desparramó el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. En ambos abundaron las frases
hechas y la escasez de argumentos jurídicos. Más allá de estas apariciones
anecdóticas, cerca del oficialismo aseguran que “no tiene sentido discutir
ideas ni volver sobre el tema porque en caso de no lograr sus objetivos, la
derrota política sería mayor”.
Nadie puede
hacer futurología pero una fuente que repasó el accionar del máximo tribunal
sostiene que fueron muy pocas las veces en las que el cuerpo aceptó un recurso
semejante: “no veo probable que, una vez cursado el per saltum, le den la
espalda a los jueces que lo solicitaron” -arriesgó-. En esa dirección opinó un
ex fiscal que conoce los detalles de la causa: “se trata de una cuestión de
puro derecho. No hay elementos probatorios que analizar; no hay un entramado
complejo. Desde lo estrictamente jurídico el margen para la sorpresa es cero,
más aún, teniendo en cuenta que la Corte cuenta con jurisprudencia propia
respecto del traslado de jueces siempre y cuando se trate de la misma jerarquía
y jurisdicción”.
En ese sentido
la ex presidenta en funciones parece no tener principio de respeto por los
actos propios ya que en 2010, mediante un decreto suyo -y la recomendación del
Consejo- Pablo Bertuzzi pasó del Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata al
Tribunal Oral Federal N° 4 porteño. Y ese no es el único caso de traslados de
magistrados que se produjo durante el kirchnerato. La contradicción es la
esencia de CFK: un día dice una cosa y, al siguiente, otra absolutamente
distinta. Hay que reconocer que en su largo caminar ha cosechado discípulos en
esto de contradecirse a sí mismo. De entre ellos, hoy en día hay dos que
sobresalen con nitidez: Alberto Fernández y Sergio Massa.
Presidente-empresarios. Los líderes de las principales empresas de
la Argentina se entrevistaron en los últimos días con el presidente Alberto
Fernández. En algunos casos trabajaron en conjunto los anuncios del último
jueves, en otros el diálogo fue tenso y en términos muy duros. “La rebaja
impositiva y el resto del paquete de medidas es escaso e insuficiente”
-sentenció un hombre de negocios del sector agropecuario-. Sin embargo subrayó
que “por primera vez un gobierno peronista reconoce que bajando las retenciones
va a tener un mayor ingreso de divisas derivado del aumento de las
exportaciones”.
Más allá de las
definiciones que atañen a cada sector, un tema común sobrevoló las reuniones:
la crisis de confianza. “No se puede construir nada en medio del vaivén entre
los extremos. De un lado un presidente que dice apostar a la moderación y, del
otro, su vicepresidenta que presiona a la justicia para que las causas que le
molestan no continúen su curso. También podría mencionar allegados a ambos
que defienden la dictadura venezolana” -sostuvo otro empresario-.
No es un dato
menor que el empresariado se haya animado a expresar con semejante franqueza.
En esas arenas se prefiere la línea moderada y la historia ha demostrado que
pocas veces se ha animado a tomar el toro por las astas. “Los empresarios
siempre somos oficialistas”, fue una conocida frase que solía decir sin
ruborizarse Franco Macri y que aplicó a rajatabla durante su vida. Sin embargo,
parece que en los últimos encuentros se ha verificado una excepción a la regla.
Los que conocen el tenor de la conversación entre los hombres de negocios y el
presidente aseguran que, por momentos, los términos fueron durísimos:
–Se lo dijimos
en la cara. A mayor radicalización mayor pérdida de confianza. Así no vemos una
salida” -recreó uno de los asistentes momentos de la charla con el Dr.
Fernández-.
– ¿Qué les
respondió Alberto Fernández?
–Fue notable
verlo al Presidente quedarse callado, hacer una pausa y luego de unos segundos,
decir que él cree en el diálogo y la moderación. El problema es que eso no se
ve reflejado en los hechos y es ahí cuando se cae toda esperanza de un cambio de
dirección. Es duro decirlo pero parece que el poder pasa por otro lado– dijo
con cara de preocupación el empresario.
Así como ha
debido hacerlo con otros interlocutores, AF debió aclarar que el presidente es
él y que es él quien toma las decisiones de gobierno. Sin embargo, casi nadie
le cree. ¿Se dará cuenta?
Hay una regla de
la política que se cumple sin excepciones: cuando un gobierno tiene que estar
enmendando las medidas que adopta es porque algo no anda bien. Eso es lo que le
está pasando a la administración del presidente Fernández. En los últimos
veinte días se han lanzado dos paquetes de medidas económicas. El primero
fracasó y hubo necesidad de un segundo, que fue el que se conoció el jueves
pasado. La trama del anuncio muestra que se discutió bastante sobre si la
comunicación debía ser hecha por el presidente o no. Con buen tino, algún
asesor desaconsejó tajantemente esa posibilidad. “No se puede exponer al
presidente a otro fracaso’, sentenció.
Su principal
problema tiene nombre y apellido: Cristina Fernández de Kirchner. Y eso es
insolucionable. Es como dice la canción de Joan Manuel Serrat: “Nunca es triste
la verdad. Lo que no tiene es remedio”.