jueves, 8 de agosto de 2013

1945 - 6 de Agosto - 2013... Hiroshima... De Alguna Manera...


A 68 años de la bomba de Hiroshima… 


Hoy se cumple el 68 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima, Japón, que se cobró la vida de cientos de miles de sus ciudadanos al final de la II Guerra Mundial.

Tanto en Hiroshima como en ciudades cercanas se recordó a las víctimas, se pidió por paz en el mundo y se hicieron protestas contra la radioactividades y las bombas nucleares.

EEUU lanzó el 6 agosto de 1945 el que sería el primer ataque nuclear de la historia sobre la ciudad de Hiroshima. Se calcula que la bomba, que detonó con una intensidad de unos 16 kilotones a unos 600 metros de altura, acabó de forma inmediata con la vida de unas 80.000 personas.

Sin embargo, para finales de 1945 los muertos se elevaban a unos 140.000 y las víctimas por la radiación en los años posteriores fueron muchas más.

© Publicado el 06/08/2013 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

miércoles, 7 de agosto de 2013

Contraprogresismo… De Alguna Manera...



Contraprogresismo...
Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes.

Lo que deja CFK. La derrota cultural de la década se anticipa con el auge de los candidatos light. Mala praxis política.

Si las elecciones presidenciales fueran el próximo domingo, los tres candidatos con mayores posibilidades de ganar serían Daniel Scioli, Sergio Massa y Mauricio Macri. Ese es el dato de mayor provocación intelectual que aportó la última encuesta de Enrique Zuleta Puceiro. Es la confirmación de la derrota cultural del cristinismo. Esos tres dirigentes de matriz similar, casi la contracara del concepto dogmático de “progresismo”, fueron paridos por la “ideologitis” de Cristina, es decir por la inflamación de su ideología. Ella y sus intelectuales son los responsables de que el péndulo de las preferencias haya iniciado su periplo hacia el otro lado.  Es que a toda acción corresponde una reacción en igual magnitud y dirección pero de sentido opuesto. Es la ley de la dinámica de Isaac Newton que el materialismo dialéctico supo frecuentar.

Cuando Cristina abandone el poder en 2015 habrá destruido muchas cosas. Las más graves, desde el punto de vista simbólico, son la convivencia pacífica y el concepto de “progresismo”. El resto es economía, se puede arreglar con racionalidad, soja y profesionalismo. La plata va y viene, pero lo importante es la salud democrática y republicana. El gran desafío para el que venga será suturar las heridas para rehabilitar la cohesión social y extirpar el odio que transformó en enemigo a todo el que piensa distinto. Pero así como Carlos Menem invalidó por su mala praxis corrupta el término “liberalismo”, Cristina dejará herido de muerte el contenido de la palabra “progresismo”, también por su mala praxis corrupta. En este último caso hay que hacer un agregado generacional que se repite como comedia y, ojalá, no como tragedia.

En los 70, una minoría intensa utilizó la lucha armada y el tiro en la nuca como instrumento político (definición de Joan Manuel Serrat sobre la ETA) y se autotituló “vanguardia revolucionaria”. Con una asombrosa mezcla de coraje, ingenuidad e irresponsabilidad, finalmente, guió a parte de esa generación a la muerte y no a la victoria socialista. Fue tan blindado el microcosmos en el que desarrollaron sus acciones, que se convirtieron en una patrulla perdida lejos de las demandas del pueblo y de su nivel de conciencia, como se decía entonces. La guerrilla hablaba en nombre de un pueblo que no la escuchaba.

Sin embargo, la permanente extorsión ideológica sobreactuada a la que hoy someten al ciudadano común es patética. Es de un sectarismo recargado pero, por suerte, menos peligroso porque se hace sin armas en la mano.

Pero esa “ideologitis” que te obliga todo el tiempo a fijar posición sobre todo es la misma. Ese falso relato que se quiere imponer a los amigos para estigmatizar a los enemigos hoy es ridículo. Por eso surgen nuevos liderazgos más descafeinados que apuestan al discurso de “la gestión para resolver los problemas de la gente” en lugar de “el combate contra las corporaciones oligárquicas”. Hasta Cristina tuvo que recurrir a un candidato no beligerante y apto para la clase media ligth como Martín Insaurralde para subirse a ese viento de cola. La fría caja registradora de votos manejada por Cristina le robó una foto al Papa y no a Evo Morales o a Fidel Castro. Más claro: Carlos Kunkel o Diana Conti fueron sepultados debajo de la sábana del Frente para la Victoria. Pero resucitaron a Scioli. Por eso quien más posibilidades tiene de derrotarlos es Sergio Massa.

De esta manera, una porción importante de la sociedad independiente denuncia su hartazgo frente a esa obsesión cristinista de teñir todo de falsa batalla épica. Todo es liberación o dependencia. Que a esta altura le pongan al torneo de fútbol Nietos Recuperados y a la copa  Miguel Sánchez, tiene una doble lectura. Por un lado, el ejercicio de la memoria sobre el horror del genocidio nunca será suficiente. Pero la repetición serial de más de lo mismo como dogma y fanatismo provoca cierto vaciamiento de los contenidos y el reclamo desde la izquierda para combatir otras impunidades más cercanas en el tiempo que son responsabilidad del actual gobierno. ¿Se imaginan un campeonato de fútbol llamado Tragedia de Once? ¿O un trofeo con el nombre de Julio López o Juana Gómez, la chiquita qom de 15 años violada y asesinada en Chaco?

Ese repliegue del kirchnerismo sobre sí mismo, igual que en los 70, lo aísla de las grandes mayorías y lo deja atado a los más verticalistas. Su intolerancia ya no es contra viejos enemigos oligárquicos como La Nación o nuevos enemigos monopólicos como Clarín. Ahora van contra los propios, atacan a los que integran “el campo popular y progresista”, que empieza a astillarse. Jamás nadie podría acusar al director de teatro Carlos Rivas de golpista o simpatizante de la derecha. Todo lo contrario. Sin embargo fue atacado como si fuera un criminal de lesa humanidad sólo porque se atrevió a poner en palabras lo que piensan muchos argentinos democráticos, republicanos, progresistas, honestos y defensores de todos los derechos humanos.

En las discusiones en el trabajo, con amigos o la familia, los niveles de ceguera verticalista son peligrosos. El veneno que los Kirchner diseminaron sobre las venas abiertas de Argentina logra que hasta los hechos más cotidianos sean considerados de vida o muerte.

¿Te gustó Metegol?, te preguntan desafiantes. Si decís que sí, te convertís en un antikirchnerista sólo porque Juan José Campanella no permitió que lo domestiquen. La única salvación del escrache es si decís que la voz del Negro Fontova hace un mejor trabajo que la de Fabián Gianola. Y cuidadito con caracterizar de genio a Charly García. Serás fusilado por el paraperiodismo estatal y acusado de macrista. Sólo el asco de Fito por los porteños es nacional y popular. Son discusiones de secta endogámica, “fecundación entre individuos de la misma especie”, como dice el diccionario. Por suerte, la inmensa mayoría de los argentinos no participa de este infantilismo de asamblea universitaria.

El laburante que viaja mal en los trenes de mierda y que gana poco y no le alcanza y que tiene miedo por su vida y la de sus hijos quiere que se dejen de hinchar las pelotas con tanta sanata presuntamente progre y trabajen en serio para construir un país mas justo y más libre. En 1764, Cesare Beccaria, un luchador por la emancipación y contra el despotismo, abogó por “la máxima felicidad para el mayor número de personas posible”. Algo así es la democracia realmente popular.

© Escrito por Alfredo Leuco el 04/08/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

Inescrupulosos... De Alguna Manera...


Inescrupulosos...
Francisco. Dibujo: Pablo Temes.

Ni el Papa se salva de la voracidad electoral K. Otros dislates y la ausencia de Boudou. La inescrupulosidad política de la Presidenta no tiene límites. Eso es lo que representa la campaña de afiches callejeros con la foto en la que el papa Francisco aparece saludándola junto al candidato que encabeza la lista del Frente para la Victoria en la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde. A ello hay que agregarle el así llamado “papamóvil” kirchnerista, un verdadero grotesco.



En esta transfiguración acelerada de Cristina Fernández de Kirchner, que del desprecio al entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio pasó a la subyugación, quedó demostrado el abismo que la separa del Santo Padre:
  • Francisco habla con todos. La Presidenta, no.
  • Francisco escucha a todos. La Presidenta, en cambio, sólo a los que piensan como ella.
  • Francisco es austero. En Río de Janeiro se alojó en una residencia sencilla. La Presidenta, no. Se hospedó con su comitiva en el Copacabana Palace, uno de los hoteles más lujosos y caros de esa ciudad.
  • Francisco no juzga. La Presidenta pontifica.
  • Francisco preconiza la importancia del diálogo entre los que piensan distinto. La Presidenta lo rehúye.
  • Francisco perdona. La Presidenta castiga.
  • Francisco es autocrítico. La Presidenta, no.
  • Francisco usa el poder para servir. La Presidenta se sirve del poder.
  • Francisco combate la corrupción con medidas concretas (acaba de echar al arzobispo de Liubliana, Anton Stres, y de Maribor, Marjan Turnsek, sospechados de ser corresponsables de la quiebra de la diócesis de Maribor por cerca de mil millones de euros). La Presidenta la apaña.
  • Francisco da conferencias de prensa. La Presidenta, no.
  • Francisco habla permanentemente del prójimo. La Presidenta hace del yo su mundo. Yo ordeno… Yo mando… Yo digo… Yo dispongo… Yo decreto… Yo hago… Yo exijo….
  • Francisco une. La Presidenta divide.
Con todo, las cosas no se detienen allí. Desde el “Ministerio del Humo” se trabaja a toda máquina para generar hechos que coloquen a Fernández de Kirchner en el centro de la atención de la campaña para las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

No importa si eso significa violar la ley electoral. Mientras el kirchnerismo tenga poder, los límites que impone la ley no le preocupan en lo más mínimo. En los años dorados del menemismo circulaba una frase que, a modo de apotegma, resumía la impunidad del poder: “Para los amigos todo y, para los que no lo son, la ley”. Es lo mismo que sucede ahora.

Mientras tanto, los problemas de la economía continúan. El fracaso del Cedin es rotundo. La promesa que Guillermo Moreno le hizo a la Presidenta de lograr 6 mil millones de dólares con este escandaloso blanqueo es ya una irrealidad. La apuesta ahora es por los Bonos Argentinos de Ahorro para el Desarrollo Económico. El problema es que esos bonos tampoco entusiasman a nadie. Por eso, el secretario de Comercio Interior quiere obligar a los bancos a que tomen los Baade y los canjeen por los dólares que tienen inmovilizados en el Banco Central que corresponden a depósitos de sus clientes.

Si esto se llegase a concretar, se estaría ante una situación bastante similar a la ocurrida durante aquellos dramáticos momentos de 2001-2002, en el que el default se llevó los ahorros de miles y miles de argentinos.

Moreno les ha confiado a varios que la operatoria es un éxito (sic). En verdad, nada que sorprenda: se sabe ya que el único éxito que siempre acompaña al inefable funcionario es el fracaso. La realidad es que las reservas del Banco Central siguen bajando y, para colmo, el que cae ahora también es el precio de la soja.

Por otra parte, la nueva reglamentación de la ley que regula el mercado de capitales –orientada claramente hacia el propósito de avanzar en la concreción de la intervención del Grupo Clarín– no ha hecho más que incrementar el nivel de desconfianza que el país genera en los inversores extranjeros, de los que se tiene aquí tanta necesidad como bien se ha visto en el caso de la asociación de Chevron con YPF. “Esta es una mala medida que desestimula cualquier inversión desde el exterior”, señaló esta semana con total claridad el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez.

Y a propósito del caso Chevron, días atrás tres ex secretarios de Energía compartieron un desayuno con el presidente de YPF, Miguel Galuccio, quien tuvo que “escucharlos hablar sin pelos en la lengua” acerca de la situación energética y del polémico acuerdo con Chevron.

Los curiosos fallos que han favorecido a Ricardo Jaime y dejado la causa de Sueños Compartidos en la nada no hacen más que corroborar la certeza del manto de impunidad que distintos sectores de la Justicia le otorgan al Gobierno.

El que no está teniendo esa buena fortuna es Amado Boudou. En efecto, la negativa de decretar la nulidad del proceso que lo tiene entre las cuerdas, adoptada por la Cámara Federal, es un augurio de lo que le deparará el destino una vez que deje de ser vicepresidente. Por lo pronto, hay un dato de la realidad que marca su ocaso político: durante la campaña casi no se lo ha visto.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el 04/08/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.