Recursos electorales...
Cáculos, Cristina Fernández. Dibujo:
Pablo Temes
Votar a los 16. En el Gobierno sienten que para
asegurarse la elección 2013 deben agrandar el padrón. La re-re como objetivo.
El Gobierno sigue en su marcha
imparable tras el objetivo de su perpetuación en el poder. El polémico proyecto
de habilitar el voto a partir de los 16 años apunta en esa dirección. Hoy al
Gobierno no le dan los números para aprobar la declaración de la necesidad de
la reforma de la Constitución Nacional. Le urge, pues, ganar las elecciones
legislativas del año próximo con una amplitud tal que le posibilite asegurarse
los dos tercios de la totalidad de los miembros de la Cámara de Diputados y de
la Cámara de Senadores. Con el padrón de votantes, tal como está hoy, las
esperanzas de obtener un triunfo por semejante margen se diluyen. Pero, con un
padrón ampliado por la incorporación de esta franja etaria, las cosas podrían
cambiar. A esos fines, y descontando que el proyecto del voto a partir de los
16 años de marras será aprobado, La Cámpora viene trabajando con prisa y sin
pausa.
Para toda esa tarea, la organización que tiene como su numen a Máximo
Kirchner cuenta con un instrumento poderoso: los recursos del Estado. Un
ejemplo, entre muchos: varios directores de escuelas públicas de la provincia
de Buenos Aires se han quejado –por supuesto en estricto off– porque la
distribución de los libros que provee la Dirección de Escuelas estuvo a cargo
de miembros de La Cámpora, en un accionar claramente proselitista. Se asiste,
por otra parte, a un verdadero copamiento del Estado por parte de esta
agrupación, que de esta manera, además, se convierte en una verdadera agencia de
colocaciones dando pie así a una singular circunstancia de militancia rentada,
y por cierto muy bien rentada.
La estrategia de la Presidenta
tiene, además, un segundo objetivo: tratar de que La Cámpora cope al peronismo
con la finalidad de desplazar a la mayoría de sus dirigentes, en muchos de los
cuales no confía y a muchos de los que, por otra parte, desprecia. Para esta
tarea también son fundamentales los fondos del Estado. La metodología,
perversa, ha sido ya explicitada miles de veces: a los intendentes y a los
gobernadores que se quejan por ese avasallamiento que viven en carne propia, y
que es permanente, se los castiga quitándoles la plata que desde la Nación les
debe llegar para hacer obras o pagar sueldos. Es lo que viene experimentando
José Manuel de la Sota. Como se recordará, el gobernador de Córdoba osó
protestar y demandar al Gobierno ante la Corte Suprema por dineros que la Anses
le debe a su provincia.
El resultado de esa osadía ha sido previsible y
contundente: ha pasado a ser un enemigo del kirchnerismo, como lo dejó expuesto
sin tapujos el aviso crítico que le dedicaron en el esquicio propagandístico en
el que el oficialismo ha transformado el Fútbol para Todos. Para disgusto del
Gobierno, este ataque feroz sobre su persona le ha devuelto a De la Sota un
protagonismo nacional del cual no gozaba desde hacía años. La foto con Macri
es, para la Presidenta, lisa y llanamente un pecado mortal. El gobernador de
Córdoba, que no se cansa de repetir en sus apariciones públicas que es
peronista, ha visto renacer así sus aspiraciones presidenciales, que creía ya
perdidas. Tanto en el kirchnerismo como en el peronismo no kirchnerista ya se
han anoticiado de ello. En consecuencia, desde el Gobierno buscarán torpedear
la gestión de De la Sota y destruir así su figura.
Al día de hoy, las encuestas
creíbles siguen mostrándole a la Presidenta que sus rivales son Daniel Scioli y
Mauricio Macri. Alguien que estuvo en el despacho de la presidencia de la Bolsa
de Comercio el día que Cristina Fernández de Kirchner anunció el pago del Boden
2012 no deja de narrar lo impresionante que fue ver el nivel de desprecio al
que fue sometido el gobernador bonaerense, a quien, cuando llegó, pusieron a un
costado del salón y al que ni la Presidenta ni sus ministros –más allá de un
saludo formal, distante y frío– le dirigieron la palabra. El gobernador de la
provincia de Buenos Aires sigue su navegación por la ancha avenida de los
grises, y esa grisura suya es la que desconcierta –obligándolos a buscar otros
referentes– a quienes pretenden ver en él a un líder capaz de enfrentarse con
el kirchnerismo. “¿Qué querés que haga? Si me planto me destruyen”, le confesó
Scioli a un jefe distrital con rango de gobernador que le reprochó su falta de
definición.
Por el lado de Macri, el problema
más serio que debe enfrentar, al margen de sus errores de gestión –los maestros
que utilizaron el aula para parodiarlo junto al ministro de Educación, Esteban
Bullrich, estuvieron mal, pero la sanción que se les aplicó fue absolutamente
desmedida y muy poco inteligente–, es su situación judicial. Si en el juicio
por el caso de las escuchas ilegales fuese encontrado culpable, no sólo se
vería obligado a renunciar, sino que no podría postularse a la presidencia de
la Nación, ya que ello les está vedado a personas con condenas con sentencia
firme. Su carrera política, por lo tanto, estaría prácticamente terminada.
El viernes, Ricardo Echegaray, el
titular de la AFIP, salió a justificar las nuevas medidas que semana tras
semana hacen más restrictivo el cepo cambiario. “Preferimos que los argentinos
veraneen en el país”, dijo muy suelto de cuerpo quien, a su vez, es poseedor de
una casa en Punta del Este. Se supone, pues, que esta temporada veraniega la
alquilará y, para ser coherente con los requerimientos del gobierno del que
forma parte, irá de veraneo a alguna playa argentina. Al margen de este
“detalle”, la aseveración de Echegaray ilustra a la perfección el modelo de
país que pretende instaurar el kirchnerismo.
Es un modelo en el que las
libertades individuales están severamente limitadas por un Estado que pretende
imponer un estilo de vida dependiente de los gustos, los humores, los pareceres
y las arbitrariedades de los funcionarios de turno. Hoy, el Gobierno “prefiere”
que los argentinos veraneen en el país. Mañana, puede que el Gobierno
“prefiera” que los argentinos habiten en casas de un determinado estilo y superficie.
Pasado, puede que el Gobierno “prefiera” que los argentinos lean tal diario o
miren tal canal de televisión o escuchen tal radio… y así una larga serie de
etcéteras tan extensa como cualquier lector quiera imaginar. ¿La sociedad
argentina se resignará a vivir bajo estas normas y abdicará de la defensa de
sus libertades individuales, consagradas por la actual Constitución Nacional?
Producción periodística: Guido
Baistrocchi.
© Escrito por Nelson Castro y publicado en el Diario
Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 1º de Agosto de 2012.