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domingo, 27 de diciembre de 2020

¿La reina está desnuda? @dealgunamaneraok...

 ¿La reina está desnuda? 

Cristina Kirchner. Fotografía: Agencia Xinhua

“La novela de la Argentina” podría ser el título de una serie que relate lo que sucede en nuestro país desde la perspectiva de quienes más incómodos se sienten con el triunfo del Frente de Todos, sobre lo que suponen que es, hace y puede hacer Cristina Kirchner.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 26/12/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Si ella dice que “hay que alinear salarios y jubilaciones, precios y tarifas”, se trata de un ultimátum al ministro de Economía, Martín Guzmán. Si dice “los que tengan miedo que busquen otro laburo”, inmediatamente se vaticinan cambios de gabinete. Y si se desplaza al embajador en China, Luis María Kreckler, y se ascendería al segundo en la misión diplomática, Sabino Vaca Narvaja, se presume que fue por orden de Cristina Kirchner ya que Vaca Narvaja es tío de su nieta. 

Desplazar al embajador en China se interpretó como otra muestra de poder de CFK cuando podría ser lo opuesto. 

Pero el ministro Guzmán ya había dicho lo mismo o “peor” sobre que los salarios le ganarían a la inflación en 2021. A Luis María Kreckler lo habría desplazado Felipe Solá con la aprobación de Alberto Fernández en contra de los deseos de Cristina Kirchner, para quien Kleckler iba a ser el canciller con el que la vicepresidenta quería reemplazar a Felipe Solá (los interesados en el tema deben leer la columna de ayer de Roberto García: Disparate en Oriente).  

Y en lugar de buscarse otro laburo, los ministros fueron reconfirmados dos veces por Alberto Fernández, primero al reunirlos en Tierra del Fuego dos días después del reclamo público de Cristina Kirchner,  agregando: “Tengo gratitud con cada ministro que trabajó a mi lado para mantener en pie a la Argentina”. Y los volvió a reunir en un asado de desagravio en la Quinta de Olivos previo a la Nochebuena en un tácito mensaje de “no hay cambios de gabinete”. 

Felipe Solá hasta la desafió públicamente al decir “me gustaría tener otro trabajo pero no tengo tiempo”, y el secretario de Comunicaciones y vocero presidencial, Juan Pablo Biondi, recoge muestras de solidaridad dentro del gabinete tras las críticas de Alicia Castro por no aplaudir a la vicepresidenta en su discurso de La Plata. Dicho sea de paso, otra embajadora leal a Cristina Kirchner desplazada, en su caso de Rusia, otro destino estratégico junto a Cuba, su seguro de residencia por si algún día su vida política y judicial se complicara en la Argentina, lo que nunca está descartado porque parte de las causas judiciales no muestran, por ahora, cómo poder detenerse. 

La sobrestimación del poder de Cristina Kirchner tiene diferentes explicaciones. Entre quienes la odian, y son quienes más la sobrestiman, ella emerge como un fantasma. Para Lacan, “el fantasma es la respuesta que el sujeto construye al enigma del deseo del Otro”. Cristina Kirchner castradora pasa a ser significante de lo más temido: la castración, en sentido simbólico, del falo como ventaja. Invirtiendo la frase “te amo porque amo en ti algo más que tú”, a “te odio porque odio en ti algo más que tú”. 

Otra explicación es la lógica de los medios: ya sea por la fragmentación de las audiencias y la emergencia de nuevas plataformas que tienden a emparejar, como por cuestiones presupuestarias, la televisión ya no construye celebridades como Susana Giménez o Marcelo Tinelli, y no genera recursos que permitan sostener aviones privados, varias mansiones en el país y el exterior más un ejército de guardaespaldas y asistentes. 

Hasta Adrián Suar, teniendo la prerrogativa de conducir él mismo un canal, tuvo que cerrar su productora Polka. Y a un star system debilitado de celebridades de televisión, la política le suma gratis figuras a su elenco porque los aviones, las residencias, el ejército de guardaespaldas y asistentes los provee el Estado (por eso tantos canales de noticias). Cristina Kirchner viene a llenar un espacio en el estrellato como también usufructuó Macri aunque en su origen ganándose su lugar en los medios invirtiendo con su propio patrimonio. 

Cristina es un personaje shakesperiano, que aventaja en mucho a Macri, quien no supo cómo mantenerse en el poder ni tiene la voz ni las capacidades histriónicas de la vicepresidenta. Pero como le hizo decir Shakespeare a uno de sus reyes, “gritas demasiado para tener razón” y la recurrencia de Cristina Kirchner como denunciadora y analista crítica del Gobierno podría estar demostrando la impotencia de quien no gobierna.  El discurso en La Plata fue equivalente a la tercera carta de Cristina y si por tercera vez se queja y Alberto Fernández la ignorara, faltará poco para que  el círculo rojo comience a preguntarse: ¿la reina está desnuda? 

Otro personaje al que podrían estar sobrestimando quienes sobrestiman a Cristina Kirchner es a su hijo Máximo, al que ya colocan como presidente 2023. En el acto de La Plata Máximo dijo “los empresarios tienen que entender que los argentinos no pueden más, no puede ser que quieran hacer lo mismo de todos los años”, frase que podría decir cualquier consumidor en un almacén pero algunos medios colocan como amenazas lanzadas por Mijaíl Bakunin, quien corría a Marx por izquierda. El mundo del espectáculo requiere prototipos marcados: el inútil de la PlayStation o la reencarnación de Néstor Kirchner. 

Fue la propia Mirtha Legrand, reina madre del star system, quien dijo que Cristina Kirchner era una gran artista, entendiendo esa definición, no como la intérprete de un papel que otro le dicta, sino dotada de una gran capacidad para transmitir emociones.

Guy Debord hace ya medio siglo explicaba en La sociedad del espectáculo que la ilusión es siempre más resistente que cualquier análisis de los hechos. El espectáculo tiene  el monopolio del régimen de visibilidad. Cristina, como la “Cruela” de la política, interpreta “una lírica de la furia” que resulta irresistible a quienes aterroriza, espectáculo que se retroalimente hasta que aburra. 

Su discurso en La Plata fue una tercera carta de reclamos de CFK que se repiten sin ser muy atendidos por AF. 

Como todos los sistemas, el sistema político funciona sobre la base de estados estables endógenamente generados, los atractores, y transiciones abruptas entre esos estados, las bifurcaciones. 

Todavía hoy Cristina Kirchner cumple el papel de atractor en la formación de la coalición gobernante panperonista y en determinado momento podrá pasar a ser causa de una bifurcación. Será cuando la contestación a la pregunta del título de esta columna se responda afirmativamente. 

Para perdurar, o sea, mantenerse unida, una coalición, como cualquier cohesión de elementos diferentes, tiene que generar propiedades emergentes no poseídas por ninguna de sus partes. Que en la interacción entre sus diferentes elementos se produzca algo nuevo y en esa dinámica se vaya transformando también a sí misma.  

Si los componentes del Frente de Todos se mantuvieran sin modificaciones durante sus cuatro años de gobierno, su petrificación los llevaría a quebrarse. 





sábado, 14 de marzo de 2015

Campanópolis: un oasis medieval en González Catán… De Alguna Manera...

Campanópolis: un oasis medieval en el conurbano…


Apenas 30 km la separan de la Capital Federal. Por año la visitan 5000 personas y es utilizada como escenario de diferentes eventos.

“Al contar la historia de la vida de mi padre es imposible distinguir entre los hechos y la ficción, entre el hombre y el mito”, reza un fragmento del film El Gran Pez donde el personaje Edward Bloom es rememorado por su hijo. Algo similar ocurre cuando uno quiere comprender el origen de Campanópolis.

Antonio Campana, hijo de inmigrantes, compró hace cuatro décadas un predio de 200 hectáreas con llanuras, bosques selváticos, cruzadas por ríos y arroyos. Esas tierras le fueron expropiadas para utilizarlas como un basural. Años más tarde las recupera y es cuando inicia su obra. No era arquitecto, no era albañil, de hecho sólo cursó hasta sexto grado, pero tenía una meta que podía parecer utópica: crear su propia ciudad. Y así lo hizo. Asiduo de los antiguos remates que había en la ciudad de Buenos Aires, adquirió verdaderas piezas históricas y de un enorme valor cultural para construir este lugar. Desde relojes de la estación ferroviaria de Retiro, adoquines de avenida La Plata, medidores eléctricos de la ex SEGBA (compañía estatal que proveía servicio eléctrico) y hasta una escalera que perteneció a la Basílica de Luján.

Construyó en un predio de La Matanza una urbe adoquinada que se convirtió en un sitio de interés para los 5000 visitantes que recibe al año. Al entrar se produce un impacto entre el presente tecnológico y el estilo antiguo que invita a un viaje en el tiempo. Campanópolis, que lleva ese nombre por su creador, es una aldea de estilo ecléctico ubicada en González Catán, a 30km de la Capital Federal.

Cuando se ingresa a pie parece que, de un momento a otro aparecerá por el camino ripiado un hombre enfundado en armadura, montado a un caballo o una aldeana en camino a la Iglesia o al mercado. El césped se asemeja a una alfombra sobre la que se puede andar descalzo sin temor a lastimarse. A este extremo llega la fantasía que recreó tal vez, sin quererlo, un hombre que pasó los últimos años de su vida dedicado a este proyecto.

Sergio es el guía más antiguo que trabaja ahí y relata algunas curiosidades vividas en el predio: “Susana Giménez grabó la apertura de una de sus temporadas, la banda Maná presentó un álbum, el director técnico Carlos Bianchi celebró un cumpleaños y hasta la tira juvenil Chiquititas grabó escenas aquí”. El lugar puede utilizarse para eventos, y recuerda que una vez “hubo un casamiento al aire libre, la novia llegó con una carroza y luego de la fiesta la pareja se fue del lugar en un globo aerostático”.

Según relatan, Antonio Campana no tenía como objetivo que el lugar fuera un paseo turístico o de recreación, sino que sólo deseaba esa obra como algo personal. Pero la vida suele jugar malas pasadas y le diagnosticaron cáncer. Falleció en 2008 y lo que quedó a medio construir, permanece tal cual lo dejó. Campana pudo al igual que el personaje de la película Edward Bloom descubrir que su destino “era llegar allí al final, después de todo, ningún hombre puede evitar llegar al fin de su vida”.

Para vivir este viaje al pasado por un rato debe realizarse una reserva para concurrir los sábados.Campanópolis es el sueño concretado de un hombre, y disfrutado por muchos.


© Escrito por Florencia de Sousa el viernes 13/03/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 Antonio Campana


domingo, 14 de julio de 2013

Lo insustancial, CFK y Sergio Massa... De Alguna Manera...


Insustancial…


“Cristina Kirchner subestima a Sergio Massa como una verdadera amenaza. Cree que la picardía política del intendente es proporcional a su falta de sustancia” (de la columna “Cristina, entre encuestas y dólares”, de Damián Nabot, el domingo pasado en Perfil). 

Probablemente la Presidenta tenga razón acerca de la insustancialidad de Massa, entendiendo por sustancia de la política la ideología. El mejor ejemplo es la estrategia comunicacional de Massa como flamante candidato: fue al programa de Alejandro Fantino (se llama Animales sueltos) y aspira a ir al de Susana Giménez.

No exponerse a responder preguntas de periodistas políticos es una señal. Hay quienes ven en esa actitud de Massa inseguridad y vacío: no sabría qué responder. Y otros lo interpretan como una demostración de fortaleza: no precisa mostrar su sustancia para ganar.

Pero tenga o no Massa sustancia, la insustancialidad de lo que Massa representa se plasma en su ambigüedad ideológica sin importar que sea el resultado de una elección o una limitación.

¿Cómo alguien tan insustancial llega a ser el político con mejor imagen y mayor intención de voto de la Argentina? La perplejidad surge de la idea de mérito, de justificación, de sustancia traducida como virtud. Cristina Kirchner quedó apegada al planteo clásico de la esencia: para Platón, sólo es lo que se encuentra en el mundo de las ideas, lo sensible no tiene ni esencia ni existencia, es pura apariencia; o sea, Massa.

La política electoral es relacional, es como el poder, reducible a una cuestión de posición. 

Las representaciones electorales son como las representaciones lingüísticas. Lo que une la representación con lo representado es arbitrario y convencional.

Tomando la representación política como el significante y lo representado como el significado, se podría apelar al texto canónico Curso de lingüística general del suizo Ferdinand de Saussure, quien sostenía que en la lengua “no había que prestar atención a lo sustancial, a lo sustantivo sino, por el contrario, sólo a lo relacional”.

Saussure funda la lingüística moderna al romper con el enfoque clásico de pensar al signo en relación con aquello que representa, simplificadamente: ningún lazo natural los une.
 
Para Saussure, “el significante lingüístico es incorpóreo, está constituido no por su sustancia material sino exclusivamente por las diferencias que lo separan (de los otros)”.

La lingüística de Saussure se transformó en la disciplina guía del estructuralismo, influenciando múltiples campos (la cultura es un lenguaje), como en la antropología a Lévi-Strauss, cuya teoría de la alianza se basa en el intercambio de símbolos. Todos los fenómenos culturales, desde el arte hasta la política, son sistemas simbólicos de oposiciones binarias.

La significación, dice Saussure, no sale del elemento aislado y de su idea representada, el valor es el resultado de la interdependencia de una significación con otras significaciones que emana de la presencia de cada uno de los elementos dentro del sistema (por ejemplo, hoy Scioli más K que nunca).

Uno de los grandes teóricos de la posmodernidad, Fredric Jameson, calificó a nuestra época como “la tendencia saussureana de sustituir sustancias por relaciones”.
 
En su Curso..., Saussure escribió: “Para determinar el valor de una moneda de cinco francos, poco importa el elemento tangible que le sirve de soporte (hoy reservas en dólares), hay que saber que se la puede trocar por una cantidad determinada de una cosa diferente” (el pan de $ 10 de Moreno, por ejemplo).

El valor de un elemento de un sistema no es el propio fuera de contexto sino en relación con otros elementos con los que comparte el sistema. Lo determinante es el lugar que el elemento ocupa en esa red de relaciones, y nunca es el resultado solitario del elemento sino de la copresencia de todos los demás con los que se relaciona.

Lo único esencial es la relación, nunca el elemento, y esa relación nunca puede ser creada ni modificada sólo por el individuo. “El valor de cada uno de los signos –decía Saussure– es el resultado de la presencia simultánea de los otros”.

Massa no representaría lo que representa si el oficialismo y la oposición previos a su surgimiento no hubieran creado la demanda que Massa viene a representar. “Los valores se definen en oposición a otros valores del mismo sistema y al campo asociativo basado en relaciones de semejanza”.
 
Massa, como significante de la ambigüedad, remite a un concepto multidimensional, a una representación colectiva, donde –parafraseando al semiólogo Christian Metz– “la (in)inteligibilidad del objeto (Massa) se convierte a su vez en objeto”.

Umberto Eco escribió: “La imprecisión, la debilidad y la incompletud no impiden que se hable de código, a lo sumo se hace ambigua la significación y difícil la comunicación”.
 
Massa es signo del vacío político que lo creó. Es, fundamentalmente, producto de Cristina Kirchner, que eligió a un “insustancial” para ser su primer jefe de Gabinete no heredado.

La insustancialidad es un signo de época. No sólo es un atributo de Massa: también lo es de Scioli y de Macri, los tres principales candidatos actuales a presidir el país en 2015.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el viernes 12/07/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.