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domingo, 22 de febrero de 2015

El error K... De Alguna Manera...


El error K…

La marcha por Nisman del miércoles pasado fue gigantesca y hubiera sido aún más concurrida sin la lluvia. El kirchnerismo, con su beligerancia, contribuyó a agrandarla. Foto: AP

En el discurso de Cristina Kirchner en Atucha II, el día de la marcha por Nisman, está la clave para entender el núcleo del error K. En el discurso de Cristina Kirchner en Atucha II, el día de la marcha por Nisman, está la clave para entender el núcleo del error K, fuente de la mayoría de sus desaciertos y de los de su marido, a quien sólo la muerte le impidió sufrir las mismas consecuencias.

Cristina contó que en 2001 un empresario, quejándose, le gritó a Fernando de la Rúa mientras golpeaba la mesa del comedor de la Casa Rosada durante un almuerzo al que el presidente lo había invitado como integrante de una delegación de la UIA. Y que a ella ni a su marido nadie se hubiera animado a gritarles.

Agregó Cristina que la historia se la contó el actual vicepresidente de ADIMRA y ex presidente de la UIA, el filokirchnerista Juan Carlos Lascurain, y que ese empresario habría sido el dueño de Techint, Paolo Rocca. Historia que puede ser cierta porque en aquellos meses de terremoto económico, durante una reunión de De la Rúa con otra delegación de empresarios, en este caso dueños de grandes empresas no industriales, fue Héctor Magnetto quien le dijo a De la Rúa que su gobierno estaba agotado.

Cristina –como Néstor Kirchner– cree que la crisis de 2001 fue por la debilidad presidencial. Que personas como Rocca o Magnetto (“antes gobernaban otros que no eran los que la gente votaba”, dijo Cristina en ese mismo discurso) fueron los causantes de la crisis y no que, espantados por el terremoto que veían venir, trataban de torcer el rumbo de sus consecuencias en la dirección menos perjudicial para sus intereses.

Si a los ojos de los Kirchner la hecatombe de 2001 se produjo por flaqueza del presidente, es lógico que crean que la solución a cualquier crisis, y su profilaxis, sea un presidente muy fuerte, que nunca se deje “marcar la cancha” y que, aun cuando estuviera equivocado, siempre sería mejor que se mantuviera firme en el error y no que, al corregirlo, corriera el riesgo de mostrar debilidad. Redoblar siempre la apuesta es hijo de ese razonamiento equivocado.

Por eso, ante cada divergencia, Cristina –o Néstor Kirchner en su tiempo– ve una amenaza a su autoridad. No considera la posibilidad de  que se discrepe con determinadas acciones del Gobierno, sino que se convence de que atacan la propia autoridad presidencial. Ver golpes institucionales detrás de cada conflicto es resultado de esa matriz de pensamiento paranoico. Que termina, no pocas veces, logrando el resultado inverso al buscado, agigantando conflictos, aumentando su presión, en lugar de descomprimirlos.

Esa irracional forma de ser y actuar, en un país al que paralelamente le iba muy bien económicamente hasta 2008, requirió una explicación más elevada que la perturbación psicológica, e inspiró a muchos intelectuales K a utilizar conceptos como amigo-enemigo de Laclau o el Estado total de Carl Schmitt para justificar lo que simplemente eran equivocaciones generadas por una mala lectura de la realidad, errores que eran disimulados por un enorme ingreso de recursos, producido por el aumento de los precios de las commodities.

Con estos precios (aun los achicados a lo largo de 2014), De la Rúa no hubiera necesitado llamar a Rocca o Magnetto para, infructuosamente, pedirles cooperación ante la crisis que se avecinaba. Otro ejemplo de la importancia que tuvo el aumento del precio de las commodities es que el atraso cambiario llegó este año al mismo punto de tasa de cambio combinada que había en 2001, con vencimientos de deuda externa en dólares para 2015 en montos menores, comparables con 2002 y, sin embargo, no se produce un colapso como el de aquel año.

Cristina Kirchner creerá que es gracias a que a ella no le grita nadie, sin comprender que aquel diagnóstico originario sobre la debilidad presidencial de De la Rúa fue sólo una parte del problema de 2001. Y paga el enorme costo político de ni quisiera enviar las mínimas condolencias a la viuda y las hijas de Nisman, en un gesto casi patético de inconmovilidad. Encerrada en su desvarío, se enoja y termina imaginando que la viuda y la huérfana es ella misma, dado que la muerte de Nisman la perjudicó más que a sus familiares directos.

Néstor Kirchner, ante el asesinato del militante del Partido Obrero, dijo que había sido un tiro a su propio corazón. Y en el discurso de Cristina previo a la marcha por Nisman se quejó de “lo que tenía que aguantar”.

El próximo presidente debe cuidarse de caer en otro error de diagnóstico originario y de creer que el problema del kirchnerismo fue su intransigencia, y que todo se solucionará siendo flexible y dialoguista.

© Escrito por Jorge Fontevechia el sábado 21/02/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 7 de septiembre de 2014

Default moral… De Alguna Manera...


Default moral…


Todos los economistas de los candidatos de la oposición pronostican que llegaremos a diciembre de 2015 sin ninguna disrupción traumática del orden social, con la macroeconomía enclenque pero entera, para luego, en 2016, pegar un gran salto de prosperidad a partir de la llegada del próximo gobierno, o sea, ellos.

Se parecen a esos presidentes de las cámaras de inmobiliarias (o casi cualquier actividad) que siempre dicen que la propiedad no cae porque decirlo sería contribuir a aumentar la caída. Y ningún candidato quiere que haya un terremoto económico en los meses finales del kirchnerismo, porque parte del costo de los platos rotos también lo pagaría el gobierno que venga.

Pero la situación es mucho más complicada de lo que dicen públicamente (desde esta columna se la bautizó como “un 2002 en cuotas”). Porque el kirchnerismo ya se convirtió en parte del problema de la crisis económica, y aunque mañana tomase medidas acertadas, como deberían ser, contrarias a su prédica de años, no sería un creíble implementador. A lo que agrega una de sus peores herencias de 12 años: la profundización del embrutecimiento económico de la sociedad, confundida con prejuicios, mitos, ideas obsoletas o mundialmente probadas como falsas, que la frustración de 2002 hizo necesarias para rescatar un mínimo de autoestima colectiva pero que el kirchnerismo, en lugar de repararlas, las aprovechó para profundizar su oscurantismo.

El problema venía de antes porque a una crisis como la de 2002 no se llega simplemente por un error de cálculo económico. Las “tormentas perfectas” (bajo precio de las commodities, revalorización del dólar, crisis financiera internacional, etc.) son siempre los disparadores de los desenlaces de una acumulación previa de “errores de cálculo” que hablan más de deficiencias del carácter de los actores que de su capacidad matemática.

Y lo mismo podría decirse de la crisis de 1989, cuando el colapso no fue por una megadevaluación con default de deuda, como en 2002, sino por una hiperinflación, otra forma de default con los acreedores internos. El recuerdo de Alfonsín habría estado presente en el reciente diálogo que le adjudican a Cristina Kirchner con Kicillof: “Ahora viene lo peor, tenés que estar al frente de cada batalla. De candidaturas hablaremos el año que viene. Lo principal es frenar a los loquitos que nos quieren fuera del gobierno antes de tiempo...  ¡Les quiero demostrar que no soy Alfonsín!” (ojalá lo fuera en tantos otros aspectos, más allá de los desaciertos económicos del ex presidente).

Pero que nuevamente, cada 13 años, se repita un terremoto económico, y tras las experiencias de 1989 y 2002 se prevea un 2015 cataclísmico habla de un default moral que trasciende lo económico.

Argentina no es un país pobre, tampoco es un país con más injusticia social que todos los países emergentes y cualquier otro de Latinoamérica, ¿entonces por qué tenemos crónicamente conmociones socioeconómicas como las que se sucedían en Africa o Asia Central?

La respuesta tiene una sola palabra: administración. Malgastamos nuestros recursos, los administramos mal. Macri viene sosteniendo que el problema es que siempre gobiernan los mismos, refiriéndose a los peronistas, aunque tácitamente estaría incluido el radicalismo en la misma crítica. 

El kirchnerismo tiene una tesis parecida sobre la decadencia argentina y la atribuye a que siempre son los mismos los que tienen el poder (le asignan a Zannini decir: 

“Hasta ahora sólo llegamos al gobierno, no tenemos el poder”). 

Desde esa perspectiva, que Macri fuera presidente podría significar solamente que no gobernara un representante de peronismo pero que el poder siguieran teniéndolo los mismos. Un ejemplo sería que el PRO –correctamente– comenzó a cobrarle el impuesto a los ingresos brutos a Netflix, Spotify o iTunes pero no a los casinos de Cristóbal López, y cuando la Corte Suprema iba a fallar en contra del casino de Puerto Madero, un apurado acuerdo entre el Gobierno de la Ciudad y el de la Nación salió a salvar a López para que la Corte no lo condenara.

Claramente algo no cambia en la Argentina, sin importar quién gobierne. Probablemente no se trate de un partido, de una corporación –como los sindicatos– siempre controlada por el peronismo o de un grupo de poderes fácticos. Lo que no cambia es la cultura que da lugar al tipo de partidos, de corporaciones y de poderes fácticos que construimos.

En Brasil, sin Eva Perón, una mujer que de adolescente fue empleada doméstica como Marina Silva puede llegar a presidente, y ya lo hizo un obrero como Lula. Algo intuía Moyano cuando, siendo aliado de los Kirchner, decía que a la Argentina le faltaba un presidente obrero y Cristina Kirchner le respondía diciendo que ella también era una trabajadora. Algo falso ahí había. Menem, Kirchner, Scioli (discípulo de Menem), Massa (originado en la Ucedé): ¿qué hay de auténticamente obrero en esa representación? La misma sospecha les cabe al Partido Obrero (PO) y al Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) –dilemas de Berni en la Panamericana–, cuya mayoría de sus bases proviene de los estudiantes más que de las fábricas.

Vender optimismo (o, por lo menos, no vender pesimismo) es la consigna de los candidatos y sus economistas. El positivismo sciolista convertido en himno universal es la táctica de campaña electoral económica. Pero el año y tres meses que falta hasta diciembre de 2015 será una eternidad y obligará a los candidatos y sus economistas a cambiar ese discurso.

Así como previo a 2002 la convertibilidad, al superar la crisis del Tequila en 1995, hizo más fundamentalistas a sus creyentes, el actual modelo de inclusión social con matriz diversificada, al superar la llamada crisis de las hipotecas de 2009, hace creer a los economistas K que imprimiendo más papel moneda, haciendo que el Estado intervenga más en la economía, podrán cruzar el 2015. Con esa receta lo más probable es que agudicen la crisis.

Parece que los gobernadores peronistas están comenzando a darse cuenta de que les quedan por pagar tres medios aguinaldos y 15 meses de sueldo hasta diciembre de 2015. Y que son altas las posibilidades de perder la marca “PJ garante de gobernabilidad”

Otro de los mitos que precisamos inventarnos.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el Domingo 07/09/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



viernes, 19 de abril de 2013

Justicia para Mariano, Pedraza preso... De Alguna Manera...


Condenan a Pedraza y Favale por el crimen de Mariano Ferreyra... 

De acuerdo con la fiscal Jalbert, el ataque fue "un plan criminal" planificado por la cúpula del gremio para mantener sus intereses económicos en las tercerizadas y su liderazgo político. Foto: DyN.

Las penas oscilan entre los dos y dieciocho años. A quiénes absolvieron. Las consideraciones del tribunal. El Tribunal Oral en lo Criminal 21 comenzó con la lectura de la sentencia en torno al crimen del militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra, ocurrido en 2010 durante una protesta de trabajadores ferroviarios. Mientras tanto, militantes del Partido Obrero y otras organizaciones sociales y políticas de izquierda aguardan alrededor del tribunal desde anoche. Ante los gritos e increpaciones de algunos de los militantes presentes durante la lectura, el Tribunal decidió llamar a un cuarto intermedio para desalojar la sala.

Por unanimidad, el fallo dictaminó las siguientes condenas, basados en la figura de "homicidio simple agravado por dolo eventual":

- José Pedraza y Juan Carlos Fernández, quince años de prisión.

- Pablo Díaz, Christian Favale, Gabriel Sánchez, dieciocho años de prisión.

- Jorge González, Salvador Pipito, once años de prisión.

- Gustavo Alcorcel, ocho años de prisión.

- Luis Mansilla y Jorge Ferreyra, diez años de prisión.

- Gastón Conti, Hugo Lompizano, Luis Echavarría y Rolando Garay, dos años.

- Guillermo Uño y Juan Carlos Pérez, absueltos.

Las explicaciones. Pasadas las 18.30, los juecesHoracio Días, Diego Barroetaveña y Carlos Bossi decidieron, en una resolución nunca vista, explicar su fallo antes del veredicto, en un intento por aplacar las protestas que, preveían, iban a producirse al descartarse la figura de homicidio calificado, como pedían la fiscalía y las querellas.

"En los alegatos hemos escuchado manifestaciones de que esta causa se redactó en Balcarce 50 (Casa Rosada), que se pedía la cabeza de Pedraza, que está todo viciado. Queremos empezar dando repuesta a estos planteos", anunciaron. El tribunal sostuvo que no se pudo probar que hubieran ido directamente a matar aquella mañana del 20 de octubre de 2010 y explicó que se basaría en la figura de "homicidio con dolo eventual".

Durante esas explicaciones, el tribunal estableció que hubo un intento de impunidad de Pedraza para protagonizar "el más escandaloso intento de soborno a la Cámara de Casación" y descartó un intento de protección oficial por parte del ministro de Trabajo Carlos Tomada, como denunció y pedía investigar el PO.

El TOC sostuvo que "sobre Pedraza no hay prueba directa pero sí hay indicios" por su actuación posterior al crimen. "¿Qué hizo Pedraza? Se ocupó del señor Favale. Si el señor Favale hubiera hecho lo que él no quería, no había que preocuparse porque no 'prenda el ventilador'. Tras el hecho se intenta comunicar con Díaz, el hijo, habla de rodar cabezas", enumeró el presidente del TOC. Incluso recordó que en el domicilio de Pedraza se encontró "una carpetita que decía Cooperativa de MERCOSUR", empresa que contrataba a empleados tercerizados y facturaba para la UGOFE. Para los jueces, la convocatoria de ferroviarios para aquel día "no fue espontánea" y los participantes fueron "para hacer mérito porque la gente quiere cuidar su fuente de trabajo".

Según el juez Días, la prueba testimonial indica que tanto Favale como Sánchez son los que podrían haber disparado contra los manifestantes. "La pregunta es por qué hacen esto. Por qué Favale va y dispara si no era ferroviario. El día anterior Favale tenía una entrevista para entrar (al ferrocarril)", recordó Días.

Y afirmó que "era necesaria la presencia de varias personas para que en el tumulto se disimularan los tiradores", y advirtió que fueron "todos juntos" y volvieron "todos juntos" y no "hubo una sola recriminación a Sánchez y Favale" por haber disparado. Los jueces plantearon que esa "corrida" fue dispuesta por el segundo el "Gallego" Fernández.

"Hay una puntería tremenda. Fernández lo llama a Díaz en el mismo momento en que Favale está llegando a las vías. A resultas de lo que pasó después, no es poco. En ese momento, por la verticalidad que había en el sindicato, se prestan el apoyo objetivo y moral para hacer lo que hicieron", dijo.

El tribunal afirmó que "Díaz no haría lo que hizo si no tuviera la certeza de que eso era lo que quería el sindicato", mientras Fernández dijo claramente en el juicio: "Nunca haría algo que Pedraza no quería". "En ese llamado se consintió esa corrida. Favale baja, arenga con Pablo Díaz, dispara sin tener ningún tipo de pudor y vuelve con la misma persona hacia la policía. Porque contaba con el apoyo del sindicato y el dato de que la policía no actuaría".

El pedido. La fiscal María Luz Jalbert y la querella del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que representa a la familia de Ferreyra, habían pedido que el exsecretario general de Unión Ferroviaria (UF), José Pedraza, y su virtual segundo en el gremio, Juan Carlos "Gallego" Fernández, sean condenados a prisión perpetua como "instigadores" del crimen, en un ataque donde hirieron a Elsa Rodríguez, Ariel Pintos y Nelson Aguirre.

De acuerdo con Jalbert, el ataque fue "un plan criminal" planificado por la cúpula del gremio para mantener sus intereses económicos en las tercerizadas y su liderazgo político.

El resto de los pedidos de pena habían sido de diez años para Gustavo Alcorcel, sindicado como quien llevó al lugar a Favale; nueve para Daniel González y Salvador Pipitó, por amenazas a periodistas de C5N para que no graben la agresión, y la absolución de Guillermo Uño y Juan Carlos Pérez, que llegaron a juicio acusados de llevarse y esconder las armas, hoy libres.

También fueron juzgados siete oficiales de la Policía Federal por supuestamente liberar la zona para que se produzca el ataque, y no haber hecho nada para dar con los autores de los disparos ni recoger prueba en el lugar.

© Publicado el viernes 19/04/2013 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 





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