Hay que ayudarla…
¿JUAN DOMINGO FERNÁNDEZ? Dibujo: Pablo
Temes.
¿Cristina lo permitirá? Los problemas del neofrepasismo light. El círculo
que daña a la Presidenta. Y las trampas K a la ley.
Astuto, el senador Ernesto Sanz afirmó que el gobierno de Cristina está
destruyendo el mito de que el peronismo sabe gobernar. Y puso mega ejemplos en
los que la mala praxis nos hizo retroceder años y colapsar, como en el esquema
energético y de transporte, con la delirante cifra de 76.205 millones en
subsidios. Sugiero un debate todavía más provocador y pregunto: ¿Es el
peronismo el que está gobernando? Si los problemas más graves fueron generados
por Nilda Garré, Héctor Timerman, Juan Manuel Abal Medina, Axel Kicillof, y si
el comandante de la madre de todas las batallas es Martín Sabbatella, el
entorno de Cristina se parece más a un neofrepasismo testimonial y livianito
que al poderoso y flexible justicialismo, capaz de anticipar conflictos y
encauzarlos posteriormente con su pragmatismo genético.
Si los principales voceros de Cristina contra los imaginarios golpistas son
Edgardo Depetri, Hebe de Bonafini, Luis D’Elía y Juan Cabandié, y si sus
soportes culturales son Fito Páez y José Pablo Feinmann, se confirma que hay
una preferencia presidencial por los que expresan el 10% de los votos.
Tal vez Cristina haya pretendido mejorar al peronismo. Convertirlo en un
partido menos corrupto y corporativo y más republicano era una buena acción.
Pero lo que está logrando es reemplazar el justicialismo por una fuerza propia
temerosa de cuestionarla, infinitamente más débil, inexperta e ingenua, que
todo lo explica como un complot de Magnetto. La política, la administración de
las diversidades y el disciplinamiento de las corporaciones son algo mucho más
complejo y sofisticado que el blanco y negro como única bandera. El verso
conspirativo se vació de contenido, se agotó. Sólo produce risa cuando llega al
paroxismo de Julio Alak, que atribuyó la rebelión “caradespintada” a Clarín. Ni
hablar de los papelones con nombre y apellido: Leandro Despouy y el juez Raúl
Tettamanti.
¿Se han erosionado aquellos históricos 12 millones de votos de la
reelección? Es difícil asegurarlo. Sólo las urnas tienen la verdad, y para eso
hay que esperar hasta 2013. Pero la fortaleza de un gobierno también se mide
por lo que es capaz de construir y destruir. La fragilidad actual no ha logrado
siquiera poner en caja a Daniel Peralta, que los desafía tal como está
desafiándolos medio mundo. Ocurrió lo que tenía que ocurrirle a un gobierno que
atacó con inédita ferocidad a sus adversarios. Apenas tuvo un tropiezo, todos
los maltratados le saltaron a la yugular. Ya utilizaron la más vigorosa batería
de operaciones contra el gobernador de Santa Cruz y ahí está, vivito y
coleando, chicaneando al mismísimo Máximo Kirchner, que es la segunda persona
más poderosa del país. El Gobierno sigue castigando como siempre, pero ahora
sus golpes casi no duelen.
Pocos han dañado tanto a la Presidenta como los que le hicieron el regalito
del Decreto-Mamarracho 1.307. Son los que parieron un motín tan inédito como
peligroso. No porque la intención de los prefectos y los gendarmes sea derrocar
a Cristina. Jamás se manifestaron como golpistas, pero su sola presencia insubordinada
fue un alerta inquietante que destruyó la cadena de mando, la columna vertebral
de toda fuerza jerárquica. Ellos reclaman mejor trato y más salario. Pero es
riesgoso para el sistema democrático porque algunos grupúsculos fascistas se
montaron sobre esa protesta y reaparecieron dinosaurios del terrorismo de
Estado como Cosme Beccar Varela, Alejandro Biondini, o el apellido Seineldín
como pancarta.
Se necesita ahora una operación quirúrgica muy prudente para recomponer lo
que el Gobierno dinamitó con impericia y soberbia. Es correcta la idea de que
los jefes sean los encargados de satisfacer algunas demandas de sus
subordinados. Todo lentamente y con mucho cuidado, para no contagiar la
protesta a otra fuerza y sin sanciones brutales que multipliquen la cantidad de
uniformados indignados.
Es incorrecta la intención de patear la pelota hacia delante para
deshilachar los planteos de las fuerzas de seguridad. En lo físico y anímico
son muchachos que no se desgastan fácilmente. Están acostumbrados a la intemperie
territorial y afectiva. Pero es una bomba de tiempo que gente que no sabe
negociar y no tiene tradición de debate y asamblea se sienta acorralada. Puede
salir un tiro para cualquier lado, y nunca para el lado bueno. Esta es una
alerta roja que supieron ver Julián Domínguez y los diputados opositores que
dejaron por escrito lo básico: dentro de la democracia, todo; fuera de ella,
nada.
La sucesión de torpezas oficialistas nace de la imposibilidad de reconocer
el mínimo error o escuchar alguna crítica. El senador Luis Juez dijo,
escatológico pero eficaz, que “los cristinistas parecen bioquímicos: siempre
están analizando las cagadas ajenas y nunca las propias”. Conoce el tema: es
hijo de un suboficial del Ejército que murió sin la sentencia de la Justicia
que certificara la ilegalidad de los pagos en negro. Otra vez: ¿cómo combatir
la ilegalidad del trabajo informal desde un Estado que es el que más negro
utiliza?
Esa presunta picardía de gambetear o directamente violar las normas es uno
de los grandes fracasos del Gobierno. Todo por izquierda y no “de izquierda”.
Siempre la trampita. Dividir todo lo que se mueve, “puentear” a gobernadores,
poner doble comando en todos los organismos, desconocer los fallos de la Corte.
¿De qué le sirvió al Gobierno pagar con el eufemismo encubridor de los aumentos
no remunerativos? El resultado fueron juicios por todos lados y una distorsión
en las nóminas salariales que potenció la bronca entre integrantes de la misma
fuerza, donde uno cobraba el doble que el otro con iguales tarea y cargo. El
fin de ahorrarse unos pesos y castigar a los retirados porque “son todos
golpistas” fue un remedio peor que la enfermedad. Lo mismo ocurrió en varios
planos. ¿O la piolada del que se las sabe todas y malversa las estadísticas del
Indec dio algún beneficio a Cristina?
¿Y la ficción de decir que la Ley de Medios es para democratizar la palabra
cuando en realidad es para monopolizarla? La farsa se evaporó en el aire el día
del cacerolazo que el amigopolio ignoró, y eso produjo que TN trepara hasta los
diez puntos de rating. En lugar de diversificar las voces, hasta ahora
achicaron todos los espacios de la libertad de expresión. Ir por todo es
arriesgarse a quedarse sin nada. No se puede pedir respeto por la autopista de
la ley si el Gobierno es el primero que va por la colectora y todo el tiempo
busca atajos que rompen las reglas. Hay que ayudar a Cristina y rogar que se
deje ayudar.
© Escrito por Alfredo Leuco y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado
6 de Octubre de 2012.