Insubordinación y coraje...
'CAZA SUBMARINA'.
Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.
La reacción popular por las
inundaciones debería ser un llamado de atención para la dirigencia. Pero
¿captarán semejante mensaje?
La opinión política más certera sobre la catástrofe de la inundación está
dibujada. El talento de Pablo Temes reflejó ayer, en la página 16 de Perfil, a
Cristina totalmente cubierta de barro y con los deditos levantados, como
dictando cátedra a toda la humanidad. Un resumen perfecto. Porque a la
Presidenta le ocurrió algo inédito y terrible: la tocaron. Quedó demostrado que
ella no es como la pelota: se mancha. Su guardia pretoriana suele gritar amenazante:
“Che, gorila/ no te lo decimos más/ si la tocan a Cristina/ qué quilombo se va
a armar”. Y la tocaron. El cantito fue la crónica de una tragedia anunciada.
Sólo que la mugre que la ensució no vino del campo del enemigo, las
corporaciones agromediáticas y golpistas. Por eso es tan grave. Se trató de
fuego amigo que entró por la retaguardia. Porque los reproches, insultos y
agravios vinieron de abajo, del corazón del pueblo mismo y desde la izquierda,
de José Mujica, uno de los representantes más cabales de los presidentes que se
parecen a sus pueblos.
Como si esto fuera poco, Cristina también fue sacudida por dos tormentas
territoriales en sus lugares en el mundo. Los reclamos más duros que le
hicieron cuerpo a cuerpo fueron en Tolosa, su barrio de toda la vida, donde se
convirtió en inundada, militante de la Jotapé, abogada y esposa de Néstor. Y la
primera derrota electoral de alto valor simbólico la sufrió en cdonde construyó su presente de millonaria que inscribió su apellido en tres períodos
presidenciales consecutivos ganados en las urnas, algo que no lograron ni Perón
ni Menem.
Todo eso pasó en un par de días. De golpe, como ese diluvio universal que se
pareció a un castigo bíblico para los oficialismos políticos que en 2011 habían
sido ratificados con amplitud por el voto popular. Porque en forma paralela al
conmovedor manantial solidario que surgió del subsuelo de la patria apareció
con fuerza una suerte de cachetazo gigantesco, incluso para los que más alto
aparecen en las encuestas: Cristina, Scioli, Macri, Alicia, Bruera y Larroque
fueron aplazados socialmente y van a tener que rendir nuevamente el examen.
Algunos fueron más groseros que otros en sus mentiras de 140 caracteres,
como Bruera. Otros explicaron lo inexplicable y no sancionaron a sus
colaboradores que intentaron ocultar que estaba en Brasil, como Macri. La
cuñada Kirchner y Scioli chocaron contra las duras paredes que pone la gente
cuando tiene bronca y putea. No eran agitadores que atacaron, como dijo Alicia.
Eran inundados que actuaron en defensa propia.
La cadena progresista se les sale muy rápido y caen en un macartismo
rudimentario. Ni agitadores ni rojos uniformados con palos, como los del 24 de
marzo, cuando en realidad los patoteros fueron las blancas palomitas vestidas
de celeste de La Cámpora, al revés de lo que dijo Cristina.
¿Se habrán asimilado al espionaje ilegal a referentes sociales de Proyecto
X, parido por Aníbal Fernández y amamantado por Nilda Garré, que caracterizó al
padre Pepe como “simpatizante del Partido Obrero”? Telegrama a la ex SIDE: la
actriz Brenda Asnicar también es troska, incluso más que el cura villero.
El presidente uruguayo dirá: “Qué le hace una mancha más al tigre”, pero la
patoteada de Andrés Larroque, el comandante de La Cámpora, por la televisión
mal llamada pública fue todo un símbolo. Ese video puede servir para dos cosas:
para que la oposición lo utilice como spot de campaña, porque parece Herminio
Iglesias quemando el cajón, y para proyectarse en las facultades de periodismo y
demostrar cuál es el verdadero objetivo de la Ley de Medios. Cristina le dijo:
“Cuervo, hacete cargo”, y él fue directamente a la yugular del periodista de
Canal 7, Juan Miceli. Con la misma diplomacia con que acusó a Binner y compañía
de “narcosocialistas” y el mismo tono del grito a la diputada Laura Alonso,
“callate, atorranta”.
Este “heraldo de la reina (Jorge Fernández Díaz dixit) no es un muchacho
valiente que lucha contra el poder. Es el poder”. Y éste es el gobierno más
poderoso y castigador de la libertad de expresión desde 1983 hasta la fecha.
Por eso atemoriza a los miedosos. Porque el Cuervo se sienta a la derecha de la
papisa Cristina, camina a su lado, dirige la batuta. Con severidad patronal se
dirigió a un periodista al que considera su esclavo, y alerta y vigilante,
después de exigirle que se identificara, lo conminó a que se presentara en el
lugar después del noticiero. El movilero atinó a preguntarle hasta cuándo iba a
seguir el operativo de propaganda de entrega de agua y colchones con el chaleco
de La Cámpora, y el comisario cristinista dijo: “El operativo sigue el fin de
semana, el mes que viene, el año que viene y los próximos veinte años”.
Cristina eterna.
Quedará en la memoria colectiva el coraje de una empleada doméstica que gana
2.500 pesos y tiene seis hijos, que se atrevió a recriminarle a Cristina en su
propia cara algo que hace temblar a ministros y poderosos empresarios. Se
insubordinó la chica que se gana la vida limpiando casas ajenas y que en ese
momento estaba agotada de pasarle lavandina a la suya. No aceptó la orden de
Carlos Zannini: “A Cristina no se le habla, se la escucha”.
Los inundados querían ser escuchados, desahogarse (en el más amplio sentido
de la palabra), y se resistieron a tener que escucharla a Ella. El grito “que
se vayan”, o “vuelvan a Calafate, millonarios”, fue una fotografía de una
Argentina más verídica que la que Cristina muchas veces confunde con las tandas
de Fútbol para Todos. Se dice que padece “bovarismo”, quien se cree sus propias
mentiras. Un baño de realidad que seguramente debe haber sacudido a la
Presidenta. ¿Cuánto hacía que nadie la contradecía? ¿Cuánto hacía que nadie se
animaba a darle una opinión distinta, descarnada y sin eufemismos?
Hasta el propio hermano de la Patria Grande, el Pepe Mujica, planteó con
todas las letras lo que piensa. Dejando de lado el lenguaje vulgar de la
intimidad, dijo lo que piensa: que Cristina es más terca que Néstor. Que ella
es menos política, y que no va a disculparse porque ya no sabe qué hacer frente
al maltrato y la humillación a los que Cristina somete también a Uruguay.
Que el lenguaje coloquial de “vieja” o “tuerto” no nos tape el bosque del
contenido del reclamo. Uruguay vive extorsionado por Argentina, y sus
funcionarios ya no saben cómo denunciarlo. Inconscientemente o no tanto, el
Pepe encontró la manera. Es que el mecanismo para domesticar de Cristina es
siempre el mismo, fronteras adentro o afuera: si no hacés lo que yo digo, te
corto los víveres. Se puede referir al Mercosur, a Scioli o a Peralta.
Lo más grave, además de las vidas perdidas y la bancarrota de miles de
familias, es que la ausencia o la lentitud burocrática del Estado y el
chiquitaje mezquino del pase de facturas alimentaron ese nefasto fantasma que
no termina de morir: el de diciembre de 2001.
© Escrito por Alfredo Leuco el domingo 07/03/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.