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sábado, 3 de octubre de 2015

¿Qué está pasando?... @dealgunamanera...

¿Qué está pasando?...


Este martes volviendo a mi cuartel de invierno sentí de pronto corcovear el piso del planeta y venirse la noche a pleno día. Ni por salud ni por edad. Un fenómeno de registro ambiguo. Algún que otro peatón turbado como yo alzó la cabeza y paró su andar sin decir mus. Duró el instante de un minuto. 

Luego se aquietó el piso y volvió la luz. Yo busqué un café y recuperé la lógica normal. Como el mozo no comentó nada evité perturbarlo. Por lo que averigüé el episodio se viene repitiendo.  Llega, latiguea aquí o allá, y se esfuma sin despertar inquietud. Como la guerra mundial que serpentea en puntuales países y en otros se sigue como una serie documental más. O como nuestras elecciones que interesan mucho más en los medios que en la calle. 

Tras meditarlo concluí que había sufrido una simbolitis, que es (se me ocurre) cuando el cerebro razona con metáforas y los símbolos se inflaman. 

Un quiebre mental que no duele. En mi caso agudiza la perplejidad y tras breve “calma chicha”, también las ganas de escribir. Yo infiero que lo vivido este martes  lo causa la época. Que como animal hecho de tiempo que somos, es factible sentir la onda expansiva de “tiempos” de otros sitios. Que a cada terrícola le sucede igual por su veterana condición de serlo, aunque de modo variable. A mí me aviva la inquietud por lo que sucede lejos y cerca. 

Una sensación que me lleva de la inmortalidad del mosquito en la que me debato, a pensar que la historia como va, no va. Que urge inventar otra forma de representación. Que tal como fluye, la sociedad líquida no asegura navegación social alguna. Que la mayoría de los líderes en ejercicio (o en carrera) no tienen idea de donde están parados. Que miles de millones piensan a coro ¿qué diablos hacen con el mundo? ¿Qué está pasando? Y no les responde nadie.

Tampoco aquí. El crimen público del millón de litros de cianuro volcado por la Baring en el río Jáchal (y en gargantas de las cercanías) no inquietó demasiado a la población nacional. Casi lo ninguneó quien suena como presidente de nuestro próximo país. Tampoco lo cuestionó con firmeza el segundo en chance, abocado como está a un cambio de look (corbata, bléiser) y en atrapar números que no dejan de escapársele. Y el tercero en puja siguió pegado a su sonrisa y soplando su flauta confiadísimo en que Hamelin es él. 

Próximos el Culo o Suerte de la Taba del 25 las encuestas simulan ser efectivas usando a los indecisos como comodín. El entripado al que aseguran traducir no se aclara pues la opinión pública contiene más preguntas que las que ellos utilizan. ¿Y de los decididos qué? ¿Separan difusos de fanáticos? ¿Sopesan perplejos y aburridos? ¿Auscultan el corazón mutante bajo cuerda? Y, por último y poniéndonos íntimos, ¿cuál es el móvil sagrado del acto de encuestar? No saben. No contestan. O, apurados, llegan a confesar como Haime por tevé: “Yo solo me debo a mi cliente”. ¿De qué negocio? Cumplido gran parte del tedioso 2015 nadie sincera sus cartas económicas ni los proyectos a encarar para continuar a Cristina o cambiar a Cristina.  

Tampoco la cuantía de dinero público soterrado que algunos candidatos utilizan para ofrecerse impolutos en la arena electoral. Sobra curriculum. Falta prontuario. Gotea la declaración patrimonial. Ninguno de los tres ofertantes pega un campanazo de autenticidad como lo hizo un candidato mexicano al sorprender pidiendo ayuda. Campante fue a diarios y tevé a pedir le localizarán un alter ego que compartiera con él su representación pues confesó no dar más, desbordado por la tarea proselitista. 

En su desopilancia el pinche diputado puntualizó que el sosías debía parecérsele en empeño y también en físico. Así fue que invitó a realizar un casting nacional de mexicanos de rostro y talla parecidos a los suyos. Un suceso que jamás se daría entre nosotros. Y es una pena. Con lo bien que nos haría probar si Fredy Villarreal no le va mejor al sillón de Rivadavia que los trillados paladines en pugna. 

A mi este caso me retrotrae a los 90, cuando recién vuelto al país debí encarar un tabloide en Santiago del Estero que se llamó Nuevo Diario. De entre las anécdotas contadas por colegas que no olvido, una relumbra en estas fechas. Es que  al cinco-veces-cinco gobernador Carlos Juárez le fastidiaba tanto el ajetreo de campaña que pidió le aliviaran la tarea. El eureka se le disparó a un Duran Barba local. 

Recordó que un empleado del archivo de la Gobernación era el calco físico de Juárez y sugirió que bien podría reemplazarlo con los recaudos que cada viaje exigiese. La estrategia de simulación se basó en mantener una distancia entre el líder y la gente. La comitiva de autos oficiales cumplía un itinerario de “localizaciones” ya previstas. Arribados a la cercanía del pueblo Tal se detenía en un sitio divisable desde la plaza principal. Allí, desde temprano, música y bombo militante entretenían a los vecinos mientras un locutor con megáfono repetía las obras que anunciaría el gobernador. 

“Juárez” aparecía al fin con atraso que el locutor atribuía al denso programa y su recorrido. Aunque “llegar” es verbo engañoso: no arribaban ni Juárez ni “Juárez”. El Sustituto y su caravana se detenían antes, a 200, 300 metros de la plaza, y a la vista nunca próxima a los allí reunidos. El locutor entonces informaba que un imprevisto urgía a Juárez a volver a la capital. Pero (siempre hay un “pero” cruel)  “… pero no quiere irse sin conocer el predio en donde se construirán la nueva escuela y la fábrica envasadora” (de kinotos o de lo que fuese) Y enseguida a pedir más golpes de bombo y más aplausos y relatar que desde el techo del camión se podía divisar a Juárez  junto a los ingenieros recorriendo el terreno “y los brazos del compañero gobernador saludando de todo corazón” al irse con su séquito de actores envuelto en una nube de polvo santiagueño (lo único cierto del paisaje) 

Aunque motive sonrisas es un caso para llorar. En décadas, son miles los infantes muertos por desnutrición a causa de urnas violadas, cifras fraguadas y promesas hechas al estilo Juárez. 

Recordarlo es un acto sanitario pues activa la precaución. Habrá que aguzarla, y mucho, pues es por dormirnos que no sabemos que nos está pasando. El estado de situación nos está marcando rojo. Datos sobran pero hay muchos y pocos a la vez. Por donde miremos, se ve el gris. No somos Venezuela pero tampoco Uruguay.  

La Taba del 25 ofrece nueva chance de abandonar el tobogán, robustecer la República y cuidar que la Constitución se active a pleno. Digo.

© Escrito por Estéban Peicovich el jueves 11/10/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


lunes, 29 de octubre de 2012

8N... De Alguna Manera...


8N...


El 8 de Noviembre habrá mucha gente protestando. Probablemente, más que en todas las otras movilizaciones anti K y más que nunca antes contra ningún otro gobierno. Pero quienes participarán no se sienten motivados por ningún candidato de la oposición.

Las encuestas muestran que los más de veinte puntos de aprobación que perdió Cristina Kirchner en el último año no engrosaron el caudal de ningún otro candidato. Además Macri, el más conocido opositor, también perdió aprobación. Y Scioli recuperó lo que había perdido cuando no pudo pagar el medio aguinaldo, pero respecto de hace un año está básicamente igual.

Macri y Scioli son los dos principales aspirantes a suceder a Cristina Kirchner. Ambos tienen una estrategia similar, pero basada en un diagnóstico económico opuesto. Más allá de esta semana (foto con Moyano y aborto vetado), Macri supone que no tiene que hacer mucho, que debe salir a confrontar lo menos posible y no “gastarse”, porque cuando la economía estalle la presidencia caerá en sus manos por ser el único referente del antimodelo. Scioli también cree que no tiene que confrontar ni “gastarse” en riesgosas movidas políticas, haciendo lo mínimo necesario, porque cuando el kirchnerismo vea que no habrá re-reelección la presidencia caerá en sus manos porque es el único candidato que no se opone al modelo electoralmente triunfador.

También comparten no ser ninguno de los dos de centroizquierda –Macri es de centroderecha y Scioli de “centro”–, tener mejor aceptación en la clase media –donde se concentra el núcleo duro de la protesta del 8N–, y que para alcanzar la presidencia precisan del PJ.

Probablemente la sucesión sin escalas de Menem y Kirchner haya tensado al PJ al punto que pueda dividirse de forma permanente. Que haya un kirchnerismo sin Kirchner que represente el espíritu de la izquierda peronista inspirada en las ideas de los años 70, y otro peronismo que se le oponga, más tradicionalista, sindical y clásico.

Pero que la Presidenta pierda una parte significativa de su aprobación y ese efecto reiterado no se canalice hacia nadie más puede ser también un síntoma anticipado de un cambio disruptivo en el orden político partidario futuro. Un vacío partero al estilo del Big Bang, que de explotar daría nacimiento a una nueva geografía política.

Y también está el peligro de que ese vacío sea llenado por violencia, de la cual Argentina tiene antecedentes penosos. A la vez, las desastrosas consecuencias que tuvieron los tiempos violentos de los 70 es la vacuna que nos viene permitiendo mantener la paz a pesar del nivel inédito de confrontación y agresión verbal.

Volviendo a Macri y a Scioli, otra apuesta sobre el futuro que diferencia sus estrategias es que Macri aspira a que un cisma divida al peronismo y una parte lo apoye (su acting con Moyano es el mejor ejemplo), mientras que Scioli aspira a que el peronismo no se divida y él sea la prenda de unión.

Se podría decir que para 2015 podría haber tres candidatos representando tres escenarios diferentes: que el peronismo se mantenga unido tras el kirchnerismo (re-reelección), que el peronismo se mantenga unido tras un candidato de conciliación de las dos alas que lo componen (Scioli), o que el peronismo se divida y una parte se vaya con Macri.

De alguna manera, el futuro de la política argentina se ordenará alrededor de la forma en que el peronismo resuelva la tensión entre sus polos. Ya sin el factor aglutinador que significaba Perón vivo, ¿podrán convivir para siempre en el mismo partido pensamientos tan diversos, diversidad que también fue lo que permitió su hegemonía? Trascendiendo la política, se podría decir que todas las hegemonías son inmanentemente inestables.

Es un indicador que los otros dos posibles candidatos peronistas de 2015 sean Massa y De la Sota, quienes también se ubican en el difuso espacio del centro pero claramente a la derecha del kirchnerismo y sin antipatías visibles con la clase media.

Que todos los candidatos peronistas, filoperonistas o empáticos con el peronismo sean de centro o de centroderecha puede atribuirse a dos causas: a que, después de doce años de kirchnerismo, se supone que necesariamente la fuerza del péndulo llevará los ánimos hacia otro lado pero, también, a que el espacio de centroizquierda peronista está ocupado por el kirchnerismo, que no deja crecer nada que no sea Kirchner, y elige delfines como Boudou para que claramente no haya sucesores.

Derecha e izquierda, como cualquier categoría de la política, son la simplificación explicativa de un fenómeno mucho más complejo, ya que en ninguna época la humanidad se sintió totalmente satisfecha con una sola perspectiva y el propio éxito de una corriente creaba sus opositores: morenistas o saavedristas, unitarios o federales, civilización o barbarie, personalistas y antipersonalistas (en la UCR respecto de Yrigoyen), sólo por citar casos argentinos.

En la película Carnage (en Argentina Un dios salvaje), basada en la obra teatral homónima de Yasmina Reza, y dirigida por Roman Polanski, se puede entender bien qué es ser de “derecha” en Estados Unidos (Partido Republicano) y qué es ser de “izquierda” (Partido Demócrata). La trama habla de dos matrimonios que se reúnen después de que el hijo preadolescente de uno le pega con un palo al del otro, y va escalando de la cortesía de los políticamente correctos a la carnicería (carnage) de lo políticamente real cuando comienzan a discutir. Ser de “derecha” en Estados Unidos sería ser como John Wayne (textual del guión), arreglarse solo, exigirles a los demás que también sean autosuficientes, no quejarse y ser un duro; mientras que ser de “izquierda” sería ser sensible, preocupado por los menos favorecidos, ser pacífico o tratar de controlar la agresividad. Polanski, que tiene cuentas pendientes con los EE.UU., le agrega a la agudez de Yasmina Reza, hoy en día la más internacional de los dramaturgos vivos, su propia acidez.

Pero demostrando que las categorías políticas son tan circulares como el yin y el yang, en la Argentina ser hoy de “derecha” es lo contrario a ser agresivo, duro e inflexible, porque ese atributo caracteriza al kirchnerismo. Entonces, quien se proponga como alternativa tiene que promover consenso, diálogo, pluralidad y concesiones recíprocas. Paz y amor, credo que profesa ancestralmente Scioli, y Macri después de la pasteurización de Duran Barba.

En la Argentina, el John Wayne en cierto sentido fue Néstor Kirchner, quien, si hubiera sido presidente en 2001, no habría renunciado como De la Rúa y habría resistido a los tiros devaluando o lo que fuera necesario. ¿Querrá la Argentina de 2015 un(a) duro(a) o un(a) blando(a)? Hay tanto miedo a la debacle, a volver a perderlo casi todo como en 1989 y 2002, que hace un año los argentinos prefirieron lo conocido antes que lo mejor por conocer. El futuro es impredecible.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el vienes 26 de Octubre de 2012.