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martes, 21 de marzo de 2023

Voten a Otro… @dealgunamaneraok...

 Voten a Otro… 


Ellos. Alfonsín constituyó la Conadep que el peronismo se negó a integrar, Luder no era líder. CEDOC


“Si me das a elegir”, canto a viva voz con Rosalía la letra de Los Chunguitos. Mi versión electoral del tema termina así: “Si me das a elegir/ entre tú y mis ideas/ que yo sin ellas/ soy un hombre perdido, ay, amor/ me quedo conmigo”. Suena a desafinado desprecio, pero no. El “ay, amor” revela el dolor que causa negar, por ahora, el favor de un voto. No soy más que un ciudadano, es todo lo que tengo.

© Escrito por el Carlos Ares, Periodista, el  jueves 23/02/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Se agradece la foto, la sonrisa, las caminatas, los besos a los niños, los autógrafos, las selfies, las palmadas, los abrazos, la fe, la confianza, la promesa de que ahora sí, que esta vez sí. Conmueve el esfuerzo, el tiempo que dedican a ensayar las respuestas para todo. Da ternura verlos lanzarse a las calles de barrios, de pueblos, como niños a los que les abren las rejas del patio a la hora del recreo. Gracias por eso.  

Que sería de la democracia si nadie se ofreciera a participar del sistema dentro de las reglas del juego. Quedaríamos a merced del que impusiera su voluntad por la razón de una fuerza capaz de producir terror, o codicia. Personajes oscuros, millonarios, siempre amenazantes, rodeados de grupos de apriete, o de lobby, que, desde sus empresas, o sus gremios, son capaces de ubicar siervos leales, bien pagados, en puestos claves: ministros, jueces, hasta presidentes si fuera necesario.


Treinta temporadas de la misma serie, con los mismos actores. Gana el 
peronísmo, los sindicatos que controlan el Estado riegan la planta permanente. Los empresarios cómplices negocian. Moyano recoge la basura que desparrama. Las organizaciones defensoras de los derechos humanos olvidan quién fue Gerardo Martínez, el secretario general de la Uocra. Baradel no hace paros, Biró no habla, la CGT apoya. Nadie deja de robar, como pedía Barrionuevo. El episodio donde los giles que ganan la elección se creen que tienen el poder, también lo vi. Termina mal.  

Un líder es aquél que hace lo que no se espera de él. Apunté para mí esa impresión a comienzos de los años ochenta, durante la campaña electoral de Felipe González a la presidencia del gobierno español. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se definía como “un partido de clase, de masas, marxista y democrático”. Sevillano, abogado, a los 32 años Felipe fue elegido secretario general en 1974, durante un Congreso realizado en Francia.  

Muerto Franco, el rival político era la Unión de Centro Democrático (UCeDe), de Adolfo Suárez. En 1979, Felipe propone al Congreso abandonar el marxismo. La mayoría de los mil delegados vota en contra, Felipe renuncia. Sus declaradas intenciones de convertir al PSOE en un partido moderno, democrático, interclasista, europeísta, que inclusive debía debatir el ingreso de España a la OTAN, le dio un reconocimiento general. La renuncia al cargo aumentó su popularidad en las encuestas. 


Cuatro meses más tarde, en un Congreso extraordinario, Felipe habla como un delegado más: “No he sido un junco que mueve el viento en la dirección que sopla” (…) Insiste con su propuesta: “No se puede tomar a Marx como un todo absoluto, no se puede, compañeros. Hay que hacerlo críticamente, hay que ser socialistas antes que marxistas. Es aclamado, de pie, y elegido nuevamente secretario general con el 86% de los votos. ¿A qué viene ahora este recuerdo? 

De regreso, seguí la campaña a las elecciones de 1983. El candidato Italo Luder estaba de acuerdo con la posición del peronismo: aprobar la amnistía que se habían dictado los comandantes de la dictadura. Alfonsín, contra el temor de una parte del radicalismo, constituyó la Conadep que el peronismo se negó a integrar, promovió el Juicio que finalmente se hizo. Argentina, 1985. Luder no era un líder, Alfonsín sí.        

Un candidato honesto debe dejar en claro los términos del contrato antes de la elección. No alcanza con el “qué”, hay que explicar el “cómo” para que no haya equívocos después, cuando la mayoría de la sociedad tenga que bancar las medidas anunciadas. De otro modo, no hay gobierno que pueda contra los que retienen el poder desde siempre. Al terminar el discurso, se tendría que oír la frase de cierre del líder, aunque no la diga: “Esto es lo que hay que hacer, si no quieren, voten a otro”.




   

domingo, 4 de noviembre de 2012

Sobre prólogos y Sabato… De Alguna Manera...


Sobre prólogos y Sabato…
 

En estos días hubo algunas discusiones sobre Sabato y el prólogo de Nunca más. Me parece, sin ser muy sagaz, que detrás hay otra polémica. En realidad no es una polémica, sino más bien una impugnación: los derechos humanos en serio vinieron después, en 2003, con los verdaderos juicios, las condenas sin indultos, sin puntos finales ni obediencias debidas.

En ese espíritu, el episodio de la firma de Ernesto Sabato en el prólogo no es un tema de bibliófilos sino, más bien, un intento de apropiación histórica.

La ley de facto de “autoamnistía” de la dictadura (Ley de Pacificación Nacional) acababa de ser divulgada. Yo estaba con Alfonsín, quien –como solía hacer en los momentos en que tomaba decisiones con consecuencias serias– giraba en torno a la pequeña mesa de nuestra oficina. “Vamos a oponernos; escriba algo y tratemos de sacarlo antes del cierre de los diarios”.

Así sucedió. Luego de la consulta a unos pocos amigos salió el comunicado, que sostenía la nulidad de la pretendida ley y advertía que, en caso de acceder a la presidencia, se promoverían juicios contra los responsables de las violaciones de los derechos humanos.

En cambio, el candidato Luder apoyó la posición de los dictadores y la mantuvo durante toda la campaña.

Supongo que quienes impugnan el prólogo de Sabato votaron a Luder. Alguna vez explicarán por qué, luego de escapar a la responsabilidad en tiempos de peligro, se convierten en héroes de batallas sin guerras. Aquel 1983 era el momento en que se dividían las aguas en Argentina. Si el tema hubiese quedado oculto, tapado, habría sido imposible volver atrás. Claro, era peligroso hacerlo, y no hay dudas de que veinte años después las cosas estaban algo más tranquilas.

Esta historia es conocida por casi todos, y curiosamente olvidada por muchos. De todos modos, más allá de las grandes imposturas, hay otras más pequeñas que es útil desmontar, sobre todo cuando se ha sido testigo de los episodios que se discuten.

Jorge Federico Sabato, hijo de Ernesto, fue mi gran amigo, hermano, durante muchos años. Un accidente de auto en 1995 terminó con su vida. Compartimos la actividad intelectual y política de la Argentina. Me deleité con su música y su excepcional conocimiento de la historia.

Jorge había escrito una enciclopedia para ayudar a su padre, un renegado de la física, atrapado por la exploración de sí mismo y la transformación de sus búsquedas en palabras escritas. Jorge siempre parecía estar escribiendo esa enciclopedia,
que solía complicar con la creación teórica.

Recuerdo cuando Jorge me comentó que Alfonsín le había pedido a Ernesto Sabato que presidiera la Conadep y, luego, que escribiera el prólogo del informe que presentaría la comisión.

Tengo un recuerdo preciso de ese prólogo porque Jorge hablaba mucho con su padre cuando se trataba de textos que incursionaban en el mundo político. El me comentó varias veces cómo Ernesto encaraba la redacción del prólogo, y así conocí su texto.

No sé cuál fue la decisión con la firma; Ernesto pudo perfectamente decidir no incluirla a último momento, iba y venía cuando tenía que decidir. Lo más probable es que le haya dicho a Ruíz Guiñazú que lo firmaría y luego, Dios sabe por qué, cambió de idea.

Pero ése no es el problema ni el tema principal. La cuestión no es la firma impresa, sino el autor. Si alguien quiere insinuar que no fue Sabato, es ignorancia o mentira.

Sé que ese texto lo escribió Ernesto, simplemente porque lo vi.

© Escrito por Dante Caputo y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 3 de Septiembre de 2012.