Mala Dirigencia. Vivir de espaldas…
Migraña
Larretiana. Dibujo: Pablo Temes.
Quienes deben sacar al país del estancamiento no reaccionan.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 15/04/2023 y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República
Argentina.
Desde la recuperación de
la democracia, la Argentina vivió la mayor parte del tiempo bajo el azote de la inflación. Este mal que complica y
deteriora la vida de la gente se ha instalado a la manera de una enfermedad
crónica que desnuda los males del país. Males que tienen en la dirigencia
política una causa fundamental. Desde 1983 a la fecha se han sucedido en el
poder diferentes enfoques ideológicos.
El denominador común es que todos fracasaron.
Fracasó el Plan Austral. Fracasó el Plan Primavera que desembocó en la
hiperinflación que acabó con el gobierno de Raúl Alfonsín. La Convertibilidad
engendró una bomba de tiempo que le explotó al gobierno de Fernando de la Rúa
dando paso a la brutal crisis de 2001/2002.
La compleja matriz económica de la Argentina representa un desafío al que la
dirigencia vernácula no le ha encontrado la solución. El 7,7% de inflación de marzo es una muestra más de ello
que sorprendió incluso al propio gobierno que no esperaba semejante escalada.
Cuando se escucha la banalidad de los argumentos que esgrime el oficialismo
para explicar las causas de tamaño descalabro, se entiende perfectamente el
porqué de esta dramática realidad, que hace cada día más cuesta arriba la vida
de la ciudadanía.
En caso de ser gobierno, la oposición no tiene margen para repetir
errores.
A través de la inefable portavoz presidencial, Gabriela Cerruti se la atribuyó a la guerra en Ucrania y
a la sequía. Basta recordar que, a pesar del impacto mundial de esa guerra, la
inmensa mayoría de países tienen niveles bajísimos de inflación que, por otra
parte, han comenzado a descender. Lo mismo vale para la sequía.
Esta inflación que a lo largo de los últimos cuarenta años ha afectado a la
economía tiene una consecuencia palpable y dolorosa: el aumento de la pobreza.
La Argentina de hoy muestra niveles de pobreza y de miseria muy superiores a los que
tenía hace 40 años. Y lo notable es que la dirigencia no se hace cargo de ello.
Y el problema es que esto va socavando los parámetros de la vida en democracia.
No es lo mismo gobernar un país en el que la pobreza es mínima, a hacerlo en
otro en que los niveles de pobreza se acercan al 50% con un fuerte componente
estructural.
Estamos asistiendo al fiasco más estrepitoso que ha
experimentado el peronismo desde 1983 a la fecha. El humo de Sergio Massa se va
adelgazando a medida que la improvisación va haciendo sentir sus consecuencias.
Las medidas que va ensayando tienen cada vez menos efectos. El dólar soja 3, precios
justos, recompra de deuda, dispensas del Fondo Monetario Internacional, ayuda
del gobierno de los Estados Unidos, ayuda del mundo árabe, ayuda de China y un
largo etcétera han terminado en un chasco. Vale decir que nos vendió el cuento
del salvador utilizando las mismas recetas perimidas del pasado.
Nada da resultados. Y esto no debería sorprender a nadie. Un gobierno dividido
y lleno de contradicciones internas no puede generar sino incertidumbre y
desconfianza. Un gobierno con exponentes de la talla de Aníbal Fernández o el
secretario de Comercio Interior Matías Tombolini, no tiene posibilidades ni capacidad de
evitar el colapso. El primero, no tuvo mejor idea que apelar a la extorsión
para dar su veredicto en materia de inseguridad.
Claudicación kirchnerista
“Si gana Juntos por el Cambio, las calles estarán regadas de sangre y muertos”. ¿Y cómo están ahora? El segundo, al igual
que la portavoz, le echó la culpa de la inflación a la sequía y agregó a los
formadores de precios. Otra vez sopa, con funcionarios de una intrascendencia e
incapacidad alarmante.
Atención: esto debería también ser tenido muy en cuenta
por los líderes de No Tan Juntos por el Cambio, atrapados hoy en una pelea
anacrónica por candidaturas que, como consecuencia, los aleja de la agenda de
la sociedad. En el hoy de la oposición escasea la certidumbre y abunda la duda,
algo que, con todas las letras, expresó el mundo empresarial que se dio cita
para escuchar a Mauricio Macri el jueves pasado, durante el almuerzo
organizado por el Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (CICyP).
Un hombre de negocios que prefirió mantener en reserva su nombre expresó su
desconcierto: “Salvo muy pocas excepciones, no veo las herramientas necesarias
para atacar los problemas que tienen al país contra las cuerdas. Hay discursos
políticos y decisión de los líderes opositores, pero cuando te juntás con
quienes suenan para desempeñar cargos en Economía, o el Banco Central, notás
que no pueden disimular el temor, la preocupación y hasta te diría, el espanto.
Yo los entiendo, pero eso no nos da ninguna seguridad”.
En caso de ser gobierno la oposición no tiene margen para
repetir errores. El diagnóstico inicial debe ser certero, realista y crudo.
Claro que para eso deben dejar atrás de una vez por todas las luchas de poder
interno. Aunque se cansen de repetir que son contrapuntos normales dentro de
una coalición, lo que ocurrió esta semana fue lisa y llanamente una brutal
pelea por el poder.
Horacio Rodríguez Larreta comprendió que no puede esperar
nada de Mauricio Macri y, de una vez por todas, decidió destetarse de su líder
político para sostener su alianza con una parte del radicalismo. Aún queda
mucho camino por recorrer y, si siguen viviendo de espaldas a la gente, nada
bueno podremos esperar de los encargados de sacarnos de este estancamiento.
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