Cuarentena fase 4…
Crece la tensión con Miguel Pesce. No es buena la relación con muchas
provincias.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 10/05/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 10/05/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
Como era de prever, la pandemia de coronavirus ha hecho centro en
la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Las cifras de la semana que pasó son
concluyentes: entre las dos jurisdicciones se llevaron entre el 60% y el 80% de
los casos. Las villas de emergencia y los geriátricos han empujado el número de
casos en la Ciudad. En el conurbano bonaerense es más difícil hacer un análisis
cualitativo porque la Provincia no da números propios ni discrimina los casos
según municipios y zonas. Además, los testeos en las villas no alcanzan la
cantidad de los que se efectúan en CABA.
La conferencia de prensa en la que
el Presidente anunció la prolongación de la cuarentena tuvo sus bemoles. Por
empezar, habiendo dejado atrás las filminas tipo clases de facultad, Alberto
Fernández dedicó varios minutos a defender su gestión a través de un análisis
comparativo de lo que sucede en otros países. Así como en las veces anteriores
se ocupó de Chile y de Brasil, esta vez lo hizo con Suecia. Se ve que le
molestó la difusión que a través de los medios y de las redes sociales ha
alcanzado el así llamado “modelo sueco”.
En verdad, la lectura que se ha
hecho –acá y en el mundo– de lo que sucede en Suecia es incompleta. No es que
allí no se hayan tomado medidas de aislamiento, sino que las que se adoptaron
son más laxas que las de aquí. Estamos hablando de un país con una disciplina
social y un nivel de vida diferentes al nuestro, que tiene una tasa de
mortalidad mucho más alta que la Argentina.
Volviendo ahora al discurso del
Presidente poco le interesaba a la ciudadanía su incursión por esos vericuetos
en los que además se perdió y se confundió. Lo que se esperaban eran las
medidas. Otro rasgo que exhibió AF fue el del enojo. Lo perturbaron las
preguntas que tienen que ver con los aspectos no epidemiológicos de la
pandemia. Sucedió cuando Mariel Di Lenarda lo inquirió sobre los médicos y
personal del equipo de salud que no están cobrando y cuando el colega de la
agencia Bloomberg le pidió definiciones sobre los aspectos económicos del
presente. Fruto de esa perturbación, las preguntas quedaron sin respuestas. En
su lugar hubo un conjunto de frases inconexas y confusas: casi una especie de
farfulleo.
Paradojalmente esas preguntas son
las que se formula prácticamente la totalidad de la gente. Según lo expresó, al
Presidente le molestan los comentarios críticos que se difunden por las redes
sociales. Llamativa reacción para alguien que se vale intensamente de ellas
para su comunicación.
Horacio Rodríguez Larreta estuvo con
rostro adusto durante toda la conferencia. En su exposición fue concreto y
prescindió del discurso político. La única alusión a su gestión tuvo que ver
con la fuertemente criticada medida de obligar a los adultos mayores a pedir un
permiso para ir a hacer los mandados. Le cuesta aún entender que, salvo
excepciones, ellos se saben cuidar y que una cosa es querer cuidarlos y otra
muy distinta es encerrarlos en sus casas. Reconoció que hay una flexibilización
de hecho y les agradeció a los vecinos por su observancia de las normas de
aislamiento.
Axel Kicillof, por su parte, no pudo
refrenarse a la tentación de hacer un discurso político hablando bien de su
gestión mientras el Presidente tosía sobre el pliegue de su codo derecho. Para
completar, Kicillof no se refrenó de criticar la administración de María
Eugenia Vidal. En fin, nada que sorprenda.
Claroscuros de la
cuarentena. El fracaso estrepitoso de la sesión mixta –presencial y
online– de la Cámara de Diputados pasó sin mayores repercusiones. Pero, en
verdad, fue un bochorno.
Un fracaso más de Sergio Massa.
Debió haber habido más ensayo y trabajo antes de la “sesión”. En cambio, lo que
hubo fue circo y mucho. El presidente de la Cámara de Diputados está muy activo
en otros menesteres. Uno de ellos es el de la renegociación de la deuda. Ello
es producto de sus diferentes viajes a los Estados Unidos en los cuales tomó
contacto con representantes de distintos fondos que tienen inversiones en la
Argentina. A través de esos encuentros, Massa tuvo una acabada idea de lo que
iba a pasar con el porcentaje de fondos que irían a aceptar la propuesta del
Gobierno.
Si bien a nivel local la oferta
alcanzó un 70% de adhesión, el número total fue bajo: alrededor del 20%, no
mucho más. El ex intendente de Tigre no se equivocó. Hay que entender también
que algunos acreedores ven con desconfianza una oferta que implica esperar casi
seis años para recibir algún pago significativo. Los antecedentes de la
Argentina no ayudan. La fecha límite de negociación sigue siendo el 22 de
mayo.
Hay que poner el foco también en la
provincia de Buenos Aires, que podría entrar en default el 18 de mayo, que es
el día que se le cumple el período de gracia del BP28, bono por US$ 19 M con
legislación extranjera que tenía que pagar intereses el 18 de abril y no lo
hizo.
La relación interna del equipo
económico sigue siendo tensa. Muchos miran de reojo y con creciente disgusto al
presidente del Banco Central, Miguel Pesce. Se le achaca una manifiesta
impericia para manejar el precio del dólar, lo cual ha contrastado con otros
indicadores de la economía que no fueron tan malos, como, por ejemplo, el riego
país, que bajó.
Tampoco es idílica la relación del
gobierno nacional con los de muchas provincias. Por lo bajo hay quejas acerca
de fondos que no llegan con la fluidez y en la cantidad necesaria y/o
prometida. “Me siento un jugador de ajedrez con veinte partidas simultáneas”,
dijo ayer Alberto Fernández en una entrevista con FM Futurock.
“El ajedrez no es una jugada, ni aun
la mejor jugada que tú debas buscar, sino un plan comprensible” (Yevgueny
Znosko-Borovski).
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