Carta Abierta al Papa Francisco…
Admirado Papa Francisco:
Soy un insignificante periodista argentino llamado Alfredo Leuco.
No soy quien para darle consejos a nadie y mucho menos a usted a quien
considero el argentino más importante y valioso de todos los tiempos. Alguna
vez escribí una columna diciendo que usted tenía lo mejor de cada uno de los
mejores argentinos. No soy creyente pero admiro a los creyentes. Y creo en
usted y en los valores que predica. En su austeridad franciscana, en su defensa
de los más débiles y los más pobres, en vivir como se piensa, en su apuesta a
construir la paz en el mundo y el ecumenismo fraternal de las religiones.
Permítame Papa Francisco que le
cuente lo que pienso de usted para que sepa desde que lugar me atrevo a
expresarle una disidencia, con todo respeto. Creo que nadie hizo tanto
por abrir la iglesia a la vida cotidiana, por condenar a los corruptos y
perdonar a los pecadores, por aplicar eso de a Dios rogando y con el mazo dando
a los curas violadores y a los colaboradores de las dictaduras. Me gustó
llamarlo el Papa celeste y blanco. El Papa nuestro que está en el Vaticano,
como rezando una plegaria laica.
Usted confiesa que es un
pecador. Reconoce que no es Dios y por lo tanto no es perfecto. Eso me da
coraje como para expresarle mi humilde disidencia con la decisión de recibir
por quinta vez a Cristina Fernández de Kirchner. Soy periodista, busco la
verdad aunque nunca la encuentre del todo y mi misión en la vida es contar lo
que pasa o lo que creo que pasa y lo que pienso de las cosas. Sabrá usted
disculpar semejante atrevimiento. Pero aquí abajo, en el fin del mundo y con
los pies sobre la tierra, le cuento que una gran porción de los argentinos está
molesta, disgustada o desilusionada con la nueva cita que le dio a Cristina
para el 7 de junio.
Insisto, usted tiene todo el
derecho a hacer lo que considere correcto y dialogar con quien le plazca. Otra
vez, yo no soy nadie. Pero mi trabajo tiene siempre la obligación de la mirada
crítica, de ser abogado del hombre común y fiscal del poder. Creo, como dice el
Talmud, que nuestra tarea es acomodar a los incómodos e incomodar a los
cómodos. Usted es un gran combatiente contra la hipocresía y yo no quiero ser
hipócrita y menos con usted.
Mucha gente, tal vez una
mayoría de compatriotas, piensa que usted está por cometer un error. Que está
devaluando su propia palabra que vale oro. Usted dijo que no iba a recibir a
ningún político más hasta después de las elecciones y que se había sentido
usado por la política argentina. Algunos amigos que lo han visitado me contaron
que en confianza, usted hizo clara referencia a dos momentos. Cuando Martin
Insaurralde y El Cuervo Larroque abusaron de su confianza y lo utilizaron para
hacer propaganda electoral. Uno directamente hizo su afiche de campaña con la
foto y el otro puso en sus manos una camiseta de La Cámpora, una de las
organizaciones más dogmáticas y agresivas del cristinismo y no del
cristianismo. Por eso no se entiende el motivo que usted tiene para
faltar a su palabra y abrirle las puertas de su casa por quinta vez a la
candidata Cristina. Ella será candidata a gobernadora o a diputada y si no es así,
será la que lleve de la mano por todo el país a los candidatos de su partido.
Ella es una mujer poderosa desde todo punto de vista y mostrarse a su lado es
una ayuda muy grande que se suma a la utilización del aparato del estado en
beneficio propio que hacen los Kirchner.
Permítame que le diga admirado
Papa Francisco: Usted reclama manos limpias, uñas cortas y ética para la
función pública y este gobierno es el más corrupto de la historia
argentina. Usted habla de ayudar a los pobres y este gobierno dejó de
medir la pobreza. Usted fomenta el camino del encuentro y el diálogo y este
gobierno instaló el odio. Usted nos reclama abrir nuestros corazones y este
gobierno es el que lo espió a usted a través de Antonio Stiuso, según contó su
amigo Gustavo Vera. Ni que hablar de la calificación de” montaje de Hollywood”
que hizo Cristina del Estado Islámico que está cometiendo un genocidio en
cuotas con el pueblo cristiano.
Me gustaría que sepa, Papa
Francisco, que la mayoría de los argentinos según todas las encuestas, creen
que el ciclo de Cristina tiene fecha de vencimiento y tal como dice la
Constitución, debe terminar su mandato en orden y en paz. La foto que ella exhibirá
con usted no ayuda a los que quieren alternancia democrática y más república.
No respalda a los que denuncian como usted mismo lo hizo, que aquí en este país
se fabrica droga y el gobierno mira para otro lado o no hace lo necesario para
extirpar ese cáncer social.
Me gustó mucho la columna y la
idea rectora de Mariano Obarrio. Hubiera sido una genialidad de su parte
invitar a Cristina y a todos los candidatos a presidente. Sería una señal de
convivencia pacífica que ayude a los argentinos que queremos cerrar las heridas
que el kirchnerismo abrió en nuestra comunidad. ¿Se imagina esa foto? Cristina,
Macri o Sanz, Scioli o Randazzo, Sergio Massa, Margarita Stolbizer, entre otros
y usted como un mensaje de que se puede pensar distinto pero tirar todos para
el mismo lado de la patria. Es una oportunidad perdida que esto no se haga. Es
una piedra en el camino de la reconciliación que usted la reciba una vez más a
ella sola y por quinta vez. ¿No es suficiente?
Otra vez le pido mil disculpas
por mi atrevimiento. Le juro que lo hago con la mejor de las intenciones.
Quiero preservar su figura que alumbra una sociedad mejor. Nosotros rezamos por
usted y cuidamos a Cristina, pero usted también rece por nosotros y cuide un
poco a todos los ciudadanos de este país que tanto lo aman.
Papa Francisco, se lo digo de
todo corazón. Le mando el mejor de los abrazos y mis mejores deseos. Usted
siempre apostó a la sana rebeldía y no al silencio cómplice ni obsecuente.
Usted nos pidió que hiciéramos lío y en eso estoy. Haciendo lío que para un
periodista es decir la verdad y nada más que la verdad. Si juro.
© Escrito por Alfredo Leuco el viernes 10/04/2015 y
publicado por http://alfredoleuco.com.ar
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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