“Tenemos muchas diferencias pero vamos a avanzar”...
Histórico acercamiento de Cuba y Estados Unidos después de medio siglo de
enfrentamientos. La frase de Raúl Castro resumió la actitud de amistad de su
reunión con Barack Obama en la Cumbre de las Américas, la primera a la que
asiste Cuba. Los dos mantuvieron que “hay diferencias”, pero que los países
pueden hablar. El embargo y la inclusión de Cuba en la lista del terrorismo.
La palabra “histórico” fue de las más escuchadas durante estos días de
Cumbre de las Américas, en Panamá. Pero es difícil encontrar una mejor manera
de considerar el encuentro que Barack Obama y Raúl Castro mantuvieron ayer
aquí, el primero en más de medio siglo entre un presidente de Estados Unidos y
otro de Cuba, que sirvió para ratificar la normalización encarada en el vínculo
bilateral. Con todo, ambos se encargaron de subrayar que eso no quiere decir
que no sigan manteniendo diferencias en varios campos. “Hemos concluido que
podemos concertar en un espíritu de respeto y civilidad.
Y, a lo largo del tiempo, juntos podremos dar vuelta la página e iniciar
una nueva relación”, sostuvo Obama, con Castro sentado a su lado. “Es lo mismo
que pensamos nosotros. Creo que todo se puede discutir y se hace con mutuo
respeto a las ideas del otro”, avaló el presidente cubano.
El escenario del encuentro no tuvo nada de especial. Se hizo en uno de los
austeros docks previstos por la organización de la cumbre para los encuentros
bilaterales. Una silla de cada lado y una mesita redonda en el medio, con un
florero con flores blancas como mudo testigo. El último encuentro por el estilo
databa de 1958. Al otro año ganaba la revolución en Cuba, que en 1961 anunciaba
su adhesión al socialismo y en 1962 era expulsada de la OEA.
“Obviamente hay profundas diferencias entre ambos gobiernos. Hablaremos
sobre nuestras preocupaciones sobre democracia y derechos humanos, y ellos
también hablarán de sus preocupaciones con respecto a la política
estadounidense”, indicó ayer Obama. Con los traductores a un costado y sus
colaboradores sentados a unos metros, los presidentes hablaron brevemente con
la prensa. “No hay que hacerse ilusiones, tenemos muchas diferencias. La
historia de nuestros países es complicada, pero estamos dispuestos a avanzar en
la amistad de nuestros pueblos, en las reuniones que estamos llevando a cabo,
abrir nuestras embajadas, visitarnos mutuamente”, consideró Raúl Castro.
El encuentro fue el corolario de un proceso que se inició en diciembre
pasado cuando se anunció la reanudación del vínculo bilateral. Pocos días
después, Panamá invitaba a Cuba a participar de la Cumbre de las Américas por
primera vez en su historia. En la edición anterior, realizada tres años atrás
en Cartagena de Indias, varios países habían advertido que no volverían a
participar si no asistía Cuba. Desde diciembre, hubo tres reuniones de
negociadores para avanzar en la normalización de la relación. Todavía falta
mucho. Obama consideró ayer que espera que en algún momento puedan anunciar la
apertura de la embajada estadounidense en La Habana y la cubana en Washington.
En los últimos días se trabajó en el bordado diplomático para llegar con
éxito a la cumbre. Obama y Castro mantuvieron un diálogo telefónico el
miércoles y sus encargados de Relaciones Exteriores, John Kerry y Bruno
Rodríguez, se encontraron a la medianoche del jueves en Panamá, en un encuentro
que ya de por sí era un hito. El cuidado continuó durante la sesión de ayer,
donde ambos se refirieron muy respetuosamente al otro.
Sesión
Obama estuvo entre los primeros en hablar en la sesión de presidentes de la
cumbre, realizada en el centro de convenciones Atlapa. Raúl Castro lo hizo
inmediatamente después. El presidente norteamericano incluyó la normalización
del vínculo con la isla como parte del “nuevo período” que prometió iniciar en
su primera participación en estas cumbres a sólo tres meses de asumido, en
2009. “La idea es que Estados Unidos no será prisionero del pasado. Más que
nada, miramos al futuro”, explicó. Esa intención de pasar por alto la pesada
historia de intervenciones norteamericanas en la región fue criticada por
varios presidentes, incluyendo Cristina Kirchner. Con todo, no podía ser de
otra manera, la reanudación del vínculo de los dos países fue celebrada de
manera unánime.
“Las nuevas relaciones entre Estados Unidos y Cuba crearán nuevas
oportunidades en la región para la seguridad, prosperidad, salud y dignidad de
nuestros pueblos”, evaluó Obama en su mensaje, en el que también mencionó las
diferencias “significativas” (un término que el presidente norteamericano usa
todo el tiempo) entre los dos países. “Nosotros seguiremos hablando de valores
universales que para nosotros son importantes”, subrayó.
“Ya era hora”, dijo Raúl Castro cuando le dieron la palabra. Contó que le
habían dicho que los presidentes tenían ocho minutos para hablar. “Pero me
deben seis cumbres, así que seis por ocho cuarenta y ocho”, dijo. Lo dijo en broma
pero lo cierto fue que habló 48 minutos. Hizo un repaso por la historia de
Cuba, inseparable del hostigamiento norteamericano, que contó con varios
detalles. Por ejemplo, reveló que a John Kennedy lo mataron el mismo día que
había llamado a Fidel Castro para iniciar conversaciones. Colocó como un hito
la Cumbre de las Américas de 2005 que rechazó el ALCA y consideró “una nueva
etapa” en el continente la aparición de la Celac, en 2011, un organismo
continental que, a diferencia de la OEA, no integran ni Estados Unidos ni
Canadá.
En el racconto de la dura historia de agresiones norteamericanas, el
presidente cubano se preocupó siempre de dejar a salvo a Obama. “Le pido
disculpas porque el presidente Obama no tiene ninguna injerencia en todo esto.
Hubo diez presidentes antes que él, todos tienen deudas con nosotros menos el
presidente Obama”, lo rescató. Por momentos, el tono de Castro recordó al del
uruguayo José “Pepe” Mujica. Contó que había leído dos libros biográficos sobre
el jefe de la Casa Blanca. “No completos, eso lo haré con más calma”, comentó,
generando la risas de sus pares. Dijo que consideraba a Obama “un hombre
honesto” y que creía que eso se debía a su origen humilde, que era algo que
siempre comentaba con los presidentes con quienes se reunía en La Habana.
“Estas palabras las medité mucho para decirlas. Incluso las tuve escritas, las
quité, las volví a poner y las volví a quitar. Y al final las dije, y estoy
satisfecho”, concluyó. Obama miraba hacia abajo en ese momento.
Castro planteó los dos principales reclamos que mantienen contra
Washington. Uno, que se elimine a Cuba de la lista de países que patrocinan al
terrorismo. Se sabe que el Departamento de Estado ya emitió un informe al
respecto y la decisión está en manos de Obama, aunque todavía espera el
resultado de una ronda de consultas. El otro, “el bloqueo económico, comercial
y financiero que se aplica con toda intensidad contra la isla”, definió. Pero
no sólo le quitó responsabilidad a Obama por esto, sino que instó a “seguir luchando
y apoyando” al presidente norteamericano en su intención, cuya decisión final
está en manos de su Parlamento.
En un saloncito apartado de un centro de convenciones en Panamá, Barack Obama y Raúl Castro dieron ayer un primer paso. En ese rumbo, puede marcar un antes y un después en la historia del continente. Sí, repetirlo una vez más, “histórico”.
En un saloncito apartado de un centro de convenciones en Panamá, Barack Obama y Raúl Castro dieron ayer un primer paso. En ese rumbo, puede marcar un antes y un después en la historia del continente. Sí, repetirlo una vez más, “histórico”.
© Escrito por Fernando Cibeira el sábado 11/04/2015 y publicado por el Diario
Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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