Una idea distinta sin que se caiga el mundo…
Documento sobre Malvinas. Otro argumento sobre las Islas
provocó la crítica paraoficial. Temor a que pensar diferente sea peligroso.
Escribí hace algunas semanas, en este diario, que en la
Argentina actual pensar distinto era un delito. La realidad me dio, entonces,
muestra de mi propia teoría: el aparato oficial de propaganda se ocupó
extensamente de mi frase, todos se golpearon el pecho diciendo que nunca hubo
más libertad de prensa que ahora y kirchneristas críticos como Mempo
Giardinelli me acusaron de exagerar con aviesas intenciones.
La mayoría analizó la frase con un bajo contenido de
metáfora en sangre. “Si es un delito, ¿por qué no estás preso, eh?”, dijeron.
No me refería, literalmente, a un delito penal: quien opina contra el discurso
oficial es castigado con el hostigamiento del aparato público-privado de
propaganda y acusado, sí, de delitos formales que llegan hasta el cargo de
“traición a la patria”.
Decir, por ejemplo, que la mejor manera de recuperar las
Malvinas es integrar a los isleños desencadenó esa reacción: el Gobierno es
igual a la patria y el Ejecutivo está, por dogma, libre de cometer errores:
siempre tiene y tendrá razón. Es curioso, el decreto de infalibilidad papal del
Concilio Vaticano I de 1870 contempla que hasta el Papa puede equivocarse. El
Papa sí, pero Ella no.
Sinceramente creo que el camino oficial es el que más nos
aleja de la recuperación de las Islas. El miércoles, un grupo de 17
intelectuales del que formo parte dio a conocer un documento proponiendo una
política alternativa en la cuestión Malvinas. La campaña de hostigamiento
oficial comenzó mucho antes de que el documento se conociera: primero se
cuestionaba la legitimidad del grupo y su calificación para opinar (en mi caso,
tengo 11 libros, he sido jurado y dado cursos en varias universidades
extranjeras, fundé dos diarios y cuatro revistas, dirigí más de diez
documentales y un largometraje pero, claro, no soy un intelectual).
Quien ponía en duda nuestras credenciales era, entre otros,
Aníbal Fernández, el ex fugado intendente de Quilmes, que ya lleva publicado su
segundo libro de zonceras argentinas con su firma, pero escrito en realidad por
su asesor de prensa Carlos Caramello. Fernández, en lugar de explicarle al
público por qué pasó, de pronto, de jefe de Gabinete a senador llano (hay
quienes dicen que fue acusado por la Embajada norteamericana de tener vínculos
con el avión narco y que eso, sumado a su confusa actuación en el caso Mariano
Ferreira, determinó su suerte), se dedicó a insultar al colectivo en el diario
Tiempo Argentino, editado por Sergio Szpolski con plata que vuelve al pueblo.
Puesto a periodista –y quizá sin su ghostwriter Caramello a mano–, Fernández me
adjudica frases que nunca dije y las pone entre comillas, al estilo Diego
Goebbels pero en gráfica.
En el mismo día, la tapa de Crónica, en el mismo sitio donde
semanas atrás estaba la foto del cadáver de Jazmín de Grazia, publicaba mi foto
junto a la de Beatriz Sarlo, Juan José Sebreli y Pepe Eliaschev bajo el título
“Piratas”. Crónica pertenece al Grupo Olmos, vinculado a la UOM y financiado
por el Gobierno con abundante publicidad oficial.
El documento aún no había sido dado a conocer. El camino que
terminó en la conferencia de prensa del miércoles –que finalmente se suspendió
por la tragedia de Once y sólo se envió el documento a la prensa– había sido
largo y sinuoso: era casi imposible conseguir en Buenos Aires un sitio público
donde presentar un documento que discutía el pensamiento oficial: dos
universidades privadas dijeron que no, hasta dos bares que habitualmente ocupan
su salón con presentaciones se negaron a facilitar el espacio. Finalmente la
Fundación Centro Psicoanalítico Argentino, dirigida por Rogelio Fernández
Couto, tuvo la generosidad de abrir sus puertas.
Fue triste volver a recordar el miedo, pero ahora en una
Argentina democrática: miedo a disentir públicamente, miedo a las consecuencias
de desobedecer, miedo a pensar distinto y decirlo en voz alta.
Conocido el documento, el mundo no se cayó. Sólo una idea se
echó a correr. Pensar distinto es hoy, en la Argentina, complicado. Esperemos
que no llegue a ser peligroso.
© Escrito por Jorge Lanata y publicado por el Diario Perfil
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 25 de Febrero de 2012.
Nota:
No conozco el Documento, por lo tanto opinar al respecto sería vano, de todas maneras pienso en dos cosas al leer esta nota de JL. Una cosa es la realidad histórica e irrenunciable sobre la soberanía de las Islas Malvinas y su pertenencia a la República Argentina y otra cosa es llegar a un entendimiento sobre el tema de soberanía despúes de una nefasta guerra perdida. Los habitantes de las Islas Malvinas son una realidad, no debemos omitirlos.
De Alguna Manera.
Nota:
No conozco el Documento, por lo tanto opinar al respecto sería vano, de todas maneras pienso en dos cosas al leer esta nota de JL. Una cosa es la realidad histórica e irrenunciable sobre la soberanía de las Islas Malvinas y su pertenencia a la República Argentina y otra cosa es llegar a un entendimiento sobre el tema de soberanía despúes de una nefasta guerra perdida. Los habitantes de las Islas Malvinas son una realidad, no debemos omitirlos.
De Alguna Manera.
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