domingo, 26 de febrero de 2012

Sintonía fina... De Alguna Manera...

Sintonía fina...
 
 Presidente Cristina Fernández. Sintonía fina. Foto: Diario Los Andes (Mendoza)

Desde que en aquellas elecciones del año del jopo Carlos Menem quebró la mínima relación entre significante y significado, prometiendo una cosa y haciendo otra sobre la base de que si decía la verdad no lo hubiese votado ni el cocodrilo que guardaba en la pileta para asustar a Zulema, el votante argentino sabe que cuando entra al cuarto oscuro corre el riesgo de elegir a ciegas un producto del que no conoce el contenido real ni la fecha de vencimiento y que, si tiene suerte en ese azar, podrá juzgar a sus gobernantes olvidándose de toda declaración de campaña y ateniéndose groseramente a la sensación íntima y de bolsillo que le produjeron los resultados.

En relación a eso, el kirchnerismo ha probado acertar y equivocarse con ese “estado final de ánimo” eleccionario; a diferencia de otras fuerzas, que propenden más a la mística o a la melancolía que a la política, ha sabido juntar fuerzas en la derrota y darse líneas de acción hacia el futuro, sin que nos atrevamos a juzgar si esas líneas de acción tienden sólo a la salvación de la propia fuerza o a marcar un rumbo luminoso y próspero para la patria. 

Puede ser, incluso, que sus aciertos no hayan sido vistos –como antes, como con la 125– debido a un “problema de comunicación”, pero por mucho que sus sistemas de difusión, confrontación y comunicación funcionen de manera cada vez más aceitada, es difícil no pensar que algo, en términos de la elemental percepción pública, les está fallando. 

La tragedia de Once puede haber sido o no a causa de un factor humano, pero nadie puede borrar la impresión general de que el transporte público es una desgracia por su antigüedad, ineficiencia, peligrosidad y roña, y que esa desgracia podía haberse evitado si los organismos de control hubiesen intervenido para evitar lo que todos veíamos en los programas de rutinarias denuncias televisivas: que las vías están rotas, que los materiales son viejos, que las condiciones de trabajo son espantosas. 

Lo mismo ocurre con el tema de la megaminería, pero nos quedamos sin espacio. Atender a cuestiones elementales como esa, sería contar con algo de sintonía fina.

© Escrito por Daniel Guebel (*) y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 24 de Febrero de 2012.

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