Una larga
cuarentena…
Canon de Vitruvio 2020. Imagen: Pablo Temes
La crisis
hace que cada dato médico sea también político. Un contexto difícil que obliga
a decisiones cuidadosas.
© Escrito por Nelson Castro el
domingo 29/03/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, República de los Argentinos.
Lo dijo Alberto Fernández: “Esperamos el pico
de casos para la quincena que va del 1° al 15 de mayo”. Enfrentar la pandemia causada por el coronavirus
representa un desafío monumental para la Argentina. Es el mismo desafío que
está afrontando el mundo. Claro que cada país lo hace con sus particularidades.
Las de la Argentina están definidas ciertamente por su extenso territorio, sus
fronteras permeables, su deteriorado sistema de salud pública en la mayoría de
las provincias, la escasez de insumos, y la pobreza y marginalidad extendida y
creciente. La crisis sanitaria con consecuencias sociales, económicas y
políticas es un reto nunca visto para todos. Junto con el trabajo de los
equipos de salud, el otro liderazgo le corresponde a la política.
Y, en ese marco,
el liderazgo del Presidente. Alberto
Fernández apareció a partir del discurso por cadena nacional del 11 de
marzo. Esa alocución fue una bisagra. Desde ese momento, su figura creció. La
opinión extendida es que ahí comenzó su verdadera presidencia. Varias internas
de creciente ferocidad –como la que se había desatado sobre la figura del jefe
de Gabinete, Santiago Cafiero–
amainaron. Es notable observar cómo los imponderables marcan el rumbo de una
gestión. Durante los tres primeros meses de su gobierno, poco hubo en el
accionar de AF que cimentara el
camino prometido en su campaña de acabar con la grieta. Ha sido esta fenomenal
crisis causada por el coronavirus la que lo ha logrado. La pregunta es si, una
vez superada la pandemia, esto se prolongará.
Por el
conurbano profundo. El día a día tiene el valor de una hazaña en ese
territorio atravesado por la pobreza y la marginalidad. El riesgo del estallido
social está latente a cada paso. Por eso Alberto
Fernández les prestó mucha atención a los intendentes de la zona en la
larga reunión que mantuvo con ellos el miércoles pasado. Subyace allí un
problema creciente entre los jefes comunales del peronismo y Axel Kicillof. La relación entre ellos
no es buena. “Nos trataba mejor y nos prestaba más atención María Eugenia”, confiesan varios de
ellos. Esa falta de sintonía y de empatía está teniendo una consecuencia
concreta: la decisión adoptada en varios municipios de blindarse. Esta decisión
–impropia, anticonstitucional y peligrosa– es producto del poco diálogo entre
el gobernador y los jefes comunales. La reunión con el Presidente la armó Santiago Cafiero.
Quien sí habla
con esos intendentes que le son afines es Cristina
Fernández de Kirchner. No es para hacer aportes sino para monitorear cómo
están las cosas por sus respectivas comarcas. Los municipios tienen un papel
muy importante desde el punto de vista sanitario ya que la mayor cantidad de
los hospitales bonaerenses son municipales. Salvo en Vicente López y San
Isidro, son hospitales crónicamente carecientes.
Los datos
de la pandemia. Sin contar los números del 28 de marzo, en la Argentina
se han diagnosticado 690 casos, de los cuales 18 eran fallecidos y 76,
recuperados. Hasta ahora, las cifras no son altas. Es importante consignar que
la mayoría son casos leves a moderados. Los casos de los fallecidos pertenecen
a la variante neumónica, que es la más peligrosa. Los casos leves y moderados
vienen teniendo afortunadamente una buena evolución.
La proyección
inicial que hizo el ministro de Salud Pública, Ginés González García, habla de 250 mil casos. Es difícil aún hacer
proyecciones ciertas y plantear números exactos. La opinión de los expertos es
que, cuanto menos, hay que completar un período de incubación para lograr una
aproximación a la realidad. Recuérdese que el período de incubación está
estimado en quince días. La convicción es que el virus ya está circulando en la
comunidad. Eso significa que, si se hicieran testeos amplios, la cantidad de
gente que porta el virus sería considerablemente mayor.
Cuánto más, es algo
sobre lo que no hay acuerdo en el mundo de los especialistas. Algunos sostienen
que, por cada caso detectado, hay cien portadores del virus que son asintomático;
y otros, como Fernando Polack, que
afirman que por cada caso hay mil portadores sanos. La lectura correcta de
estas cifras –si fuesen ciertas– es la siguiente: el virus estaría muy
extendido y la cantidad de esos portadores que se enfermaran sería baja.
Cuándo y cómo
salir de la cuarentena es también motivo de análisis y discusión. La mayoría de
los expertos coinciden en que lo aconsejable es completar dos períodos de
incubación. Si así fuera, debería durar un mes. Respecto del cómo, debería
hacerse paulatinamente aplicando lo que se llama aislamiento vertical. Así, en
un primer momento habría que mantener el aislamiento en cuatro grupos: mayores
de 65 años, aeropuertos, los espectáculos públicos –cine, teatro y competencias
deportivas– y las escuelas y universidades.
¿Quo
Vadis? Nadie sabe la dirección que tomará el mundo tras esta
experiencia nunca vista en la historia. Estamos viviendo un aislamiento
especial y paradojal, porque la tecnología nos permite comunicarnos con el otro
todo el tiempo. El mundo se ha convertido en un verdadero laboratorio
sanitario, económico, político y psicosociológico. Aparecen dilemas éticos
trágicos como en Italia, en donde, a causa de la escasez de respiradores
mecánicos, los médicos deben decidir a quién salvan y a quién dejan morir.
El otro dilema es el de Salud vs. Economía. El
desafío es buscar la conjugación y no la oposición. Y ahí emergen las falencias
de las dirigencias políticas. Su falta de preparación quita la posibilidad de
pensar. Esta es una moraleja que, tal vez, lleve a los que conducen a una
actitud más humilde y más abierta a escuchar a los que saben y a los que
estudian y analizan los posibles escenarios de catástrofes que puede padecer el
planeta. El mundo navega en una verdadera dimensión desconocida. Vivimos un
tiempo de incertidumbre.
“Se mide la
inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbre que es capaz de
soportar” (Immanuel Kant).