Jugada Peligrosa...
El hincha, Mauricio Macri. Foto: Pablo Temes
Como
si tuviera poco con el país y la interna, el Presidente se ocupa de crearse
problemas.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 03/11/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Todo fue un bochorno. Hablamos del episodio
generado por Mauricio Macri al involucrarse de manera absolutamente inconsulta
en la histórica final que por la Copa Libertadores jugarán Boca y River.
El tuit del
Presidente difundido
minutos antes de las ocho de la mañana del viernes, en el que presentó como un
hecho casi consumado el complejo tema de la concurrencia de las hinchadas
visitantes a cada uno de los dos partidos, dio pie a un entremés de enredos que
lo dejaron mal parado.
Veamos lo que siguió: la respuesta del ministro de
Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo, diciendo que eso no era posible; las afirmaciones del
presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, señalando por Radio Continental que
eso no era posible, postura que luego se supo era compartida por su par de
Boca, Daniel Angelici; Macri hablando nuevamente –esta vez con Paulo Vilouta en Radio La Red– diciendo que la
ministra de Seguridad de la Nación,Patricia Bullrich, estaba avanzando a paso firme en la concreción de la
iniciativa; Macri otra vez –ya en la tarde en una nota con FOX–, y ante la
negativa persistente de los clubes expresó que todo quedaba supeditado a lo que
decidieran Boca y River.
Esta secuencia –que no incluye el ida y vuelta de opiniones
opuestas, las conversaciones a las apuradas, el desconcierto de Horacio Rodríguez Larreta, las discusiones entre el ministro Ocampo y la ministra
Bullrich, el azoramiento de ministros que no entendían nada de lo que estaba
sucediendo–, tienen un valor que va más allá de la anécdota.
Offside. Primero porque el Presidente ha quedado mal
parado y segundo porque este sainete –u “opereta”, según los
gustos– ha sido una exhibición de tono patética de uno de los
problemas clave de la metodología de gestión del gobierno de Macri: la falta
de coordinación y comunicación que existe entre sus funcionarios.
La respuesta negativa de la gente no se hizo
esperar. Y no hubo aquí diferencias ideológicas. Las redes fueron
inundadas con cataratas de críticas contra el Presidente. Desde "paren
con las cortinas de humo" –hasta “dejen de emplear la Policía
para estas cosas”– le marcaron al Gobierno el pulso de la calle. Una calle que
destila malhumor y angustia por doquier.
El episodio hizo acordar inmediatamente al
del discurso de un minuto y 37 segundos que Macri pronunció el 29 de agosto
pasado, cuando anunció el acuerdo –que luego se supo aún no estaba cerrado– con
el Fondo Monetario Internacional. La pregunta que muchos –dentro y fuera del
Gobierno– se hacen es: ¿quién decide estas cosas? ¿Es el Presidente por sí solo
o es la idea de algunos de los “genios” de la comunicación que pululan en su
entorno?
¿Alguien evaluó el demérito de la autoridad presidencial que
producen episodios como éste? La pregunta es: ¿actúa por sí solo o es la
idea de alguno de los "genios" de su entorno?
Sensibilidades.
La interna política en Cambiemos sigue
intensa. Hace 15 días hubo una iniciativa –para muchos, una operación– muy
fuerte de María Eugenia Vidal marcando diferencias con el gobierno nacional, a
causa de la quita de los 19 mil millones de pesos correspondientes al Fondo de
Ayuda al Conurbano. En esa geografía heterogénea, con lugares en donde la
pobreza y la indigencia se enseñorean desde hace décadas, se verifica un
aumento significativo de la concurrencia de gente a los comedores barriales,
escolares y parroquiales. Como la ofensiva de Vidal tuvo una fuerte
repercusión, desde la Casa Rosada se puso en marcha una contraofensiva: a la
gobernadora –a quien no pueden ni quieren tenerla enojada– le darán esa suma en
obras públicas. Y para demostrar que “está todo bien” hubo primero la foto de
Vidal con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el
ministro del Interior, Rogelio Frigerio y después el encuentro con Macri en Trenque
Lauquen, que también tuvo sus bemoles ya que el intendente, Miguel
Fernández, estaba en los Estados Unidos y tuvo que volver de urgencia al
país, porque cuatro días antes tenía al equipo de la Presidencia armándole todo
el acto.
Claro que esto tuvo consecuencias en el resto
de las provincias. Hay quienes piensan que ésa fue la causa del sorpresivo
reclamo de los 100 mil millones de pesos en compensación por la eliminación del
Fondo de la Soja que hicieron ocho gobernadores, verdadero dolor de cabeza para
el Gobierno, en su afán por cumplir su compromiso con el FMI, necesita tener aprobada la Ley de Presupuesto para fin de mes.
Pero no es la relación de Vidal con el
gobierno nacional el único tema que agita la interna de Cambiemos. Con
el amaine de la "tormenta cambiaria", algunas de las viejas prácticas
del oficialismo se han reavivado. Una de ellas es la endogamia política que
lleva al PRO a comportarse como si fuera la única fuerza que compone Cambiemos.
Es la línea Marcos Peña –personaje que en público menciona la palabra diálogo
hasta el hastío, pero que en los hechos no dialoga con nadie que no piense como
él– quien ahora, desde la sombra, se opone a la concepción más aperturista de
Vidal y Rodríguez Larreta. En esta línea está también Emilio Monzó, actual presidente de la Cámara de Diputados, que
fue –es– un hombre clave en el manejo de los debates más calientes y complejos
que debió enfrentar el oficialismo en los últimos meses.
De hecho, fue él quien evitó que se cayera
la crucial y dramática sesión de la Cámara Baja en la que se le dio media
sanción al Presupuesto 2019. En un reciente almuerzo que tuvo con los cinco
integrantes de su equipo de colaboradores en Escobar, les ratificó que dejará
la presidencia de la Cámara, pero que no se irá de Cambiemos. "De
ahora en más, Emilio no callará nada. Hará como Carrió", sostienen
desde su entorno. Monzó está convencido de que ésa es la única manera de armar
algo más amplio que asegure el triunfo del oficialismo en las elecciones de
2019.
Costillas contadas.
Donde la tormenta no amaina es en la
investigación por los aportes “truchos” a la campaña de Cambiemos en las
elecciones del año pasado.
En la semana que pasó el juez a cargo del
caso, Ernesto Kreplak, citó a 24 personas que hicieron aportes en
el lapso de dos horas en el Banco Nación de Recoleta. Hasta ahora solo comparecieron
cuatro personas. De esas cuatro, ninguna reconoció haber hecho ese depósito ese
día en ese lugar; dos negaron haber hecho cualquier tipo de aporte de campaña y
otros dos reconocieron haberlo hecho, pero en otras condiciones: ambos son del
partido de Hurlingham y los aportes los hicieron al equipo de campaña de quien
entonces era candidato a intendente –Lucas Delfino– y consistieron en comprar
lugares en una mesa de una cena de recaudación de campaña. Es decir que ni
siquiera los que reconocieron haber aportado lo hicieron a través de esa
sucursal del Banco Nación. ¿Es ésta la “transparencia” de la que habla
Cambiemos?
Producción periodística: Lucía Di Carlo.