miércoles, 8 de febrero de 2017

Libro Nunca Más… @dealgunamanera…

Libro Nunca Más… 

Portada del Libro Nunca Más. Informe final de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, de Editorial Eudeba.

Nunca más, informe final de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, o simplemente Nunca más, es un libro que recoge (y adapta el formato) el informe emitido por la CONADEP respecto a las desapariciones ocurridas en la Argentina durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983).

Es conocido también con el nombre de Informe Sabato que fue el escritor Ernesto Sabato, quien presidió la comisión que lo entregó el 20 de septiembre de 1984 al entonces presidenteRaúl Alfonsín. El título Nunca más fue propuesto por Marshall Meyer debido a haber sido el lema utilizado originalmente por los sobrevivientes del Gueto de Varsovia para repudiar las atrocidades del nazismo. El libro inspiraría la publicación de un informe similar en Brasil un año después con nombre similar: Brasil: Nunca Mais.

Origen.

La comisión fue creada por el mencionado presidente el 15 de diciembre de 1983. El objetivo era esclarecer los hechos sucedidos en el país durante la dictadura militar instaurada desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983

Su misión fue la de recibir documentos y denuncias sobre las desapariciones, los secuestros y las torturas acontecidos dentro de aquel período a manos del régimen, y generar informes a partir de estos.

Contenido

Debido a la enorme documentación recogida por la Conadep, el informe sostiene que los derechos humanos fueron violados de manera sistemática y orgánica por la represión estatal, con similares secuestros e idénticos tormentos, utilizando una metodología del terror planificada cuidadosamente por los altos mandos de las Fuerzas Armadas, rechazando así la posibilidad de que se hubiera tratado de "excesos" por parte de algunos individuos.

En nombre de la seguridad nacional miles de ciudadanos fueron secuestrados y pasaron a formar parte de una categoría fantasmal: los "desaparecidos".

Desde el momento del secuestro la víctima perdía todos los derechos, se la privaba de toda comunicación con el exterior, se veía sometida a "suplicios infernales" y a sus familiares se les negaba que estuviera encarcelada.

Fragmento del discurso de Ernesto Sabato durante la entrega del informe (1984)

Conclusión


El informe explica que la comisión repudia el terrorismo en general pero que su misión no es la de investigar sus crímenes sino estrictamente la suerte de los desaparecidos, llegando a la conclusión de que la desaparición de personas existió, que no fueron casos aislados, y que por lo menos hubo 8.961 (Ocho Mil Novecientos Sesenta y Uno) desaparecidos.     



                          


domingo, 5 de febrero de 2017

Desacuerdos y reproches… @dealgunamanera...

Desacuerdos y reproches…

PARI-TARIA, Jorge Triaca. Dibujo: Pablo Temes

La ruptura entre sindicalistas y oficialismo tiene una cadena de responsabilidades. Extraño triunfalismo.

El 23 de noviembre pasado el Gobierno, la Unión Industrial Argentina, algunas cámaras empresariales, y algunos sindicatos hablaron de un pacto por medio del cual se comprometían a no despedir personal hasta el 1° de marzo. Además, lanzaron el Diálogo-Acuerdo por la Producción y el Trabajo. Sin embargo, algo falló y, en consecuencia, la CGT se retiró abruptamente de esa entente a mediados de esta semana.

“No se cumplió el ‘pacto anti despidos’ y el costo siempre queda del lado del movimiento obrero. No fue un portazo inesperado; ya la semana pasada en el asado convocado por Barrionuevo en Mar del Plata se habló de endurecer posiciones con el Gobierno. El ánimo cambió desde el proyecto de reforma laboral hasta la salida por decreto de las modificaciones en el tema ART. Los despidos en verano fueron el detonante”, señala un dirigente de peso en la actual conducción cegetista. Según los números que se manejan en ese ámbito, la industria lidera ese triste ranking con más de 4.500 despedidos, seguido por el sector de servicios y un goteo permanente en otras áreas.

El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, dijo el jueves en una entrevista radial que “se ha perdido la confianza con algunos sectores empresarios que tienen que dar respuesta porque había un acuerdo político de cuidar el nivel de empleo”. Entre los hombres de negocios algunos prefieren mirar para el costado mientras que otros entrecruzan reproches mutuos. Hay quienes dicen que los dichos del ministro fueron un tiro por elevación destinado a los industriales; otros, en cambio, creen que los señalados son los sectores de cadenas alimentarias. A pesar de la proclamada lucha contra la inflación de la que habla el Gobierno, alimentos, artículos de higiene personal y productos de primera necesidad no dejan de aumentar.

“Los gremios prefieren cargar las tintas contra las empresas, pero saben que el verdadero enojo es con los acuerdos vacíos que genera el Gobierno” –asegura un industrial de larga experiencia en estas lides–. En un crudo análisis la misma fuente hizo hincapié en las divisiones dentro del movimiento obrero: “De la boca para afuera la CGT en general y ‘los gordos’ del sindicalismo vociferan que este gobierno les dio mucho más de lo que lograron con el kirchnerismo, mientras que el moyanismo y algunos sectores de la CTA sostienen que este gobierno se cae solo”. En este contexto la presión de las bases en los gremios industriales por los últimos despidos determinó la salida de la CGT del acuerdo con los empresarios y el Gobierno.

En 2016 –siguiendo los datos del Indec– desaparecieron 5 mil pymes y se perdieron 120 mil empleos formales. En este marco, algunos industriales remarcaron la necesidad de haber debido convocar un Consejo Económico y Social (de carácter permanente) y no sentar las partes en una mesa para la foto. Un empresario lo describió con dureza: “El Gobierno quema los instrumentos de diálogo, los malgasta. El Diálogo por la Producción y el Trabajo fue una especie de pantomima que sólo sirvió para la foto. No había propuestas de fondo”.

En la misma línea un influyente hombre del interior se preguntó: “¿Qué está pasando con el timing del Gobierno para instrumentar medidas?”. Hacía referencia a que la UIA había hablado con Nicolás Dujovne sobre una serie de medidas orientadas a bajar la presión tributaria –lo que podría traducirse en baja de precios y más producción–, pero el viernes, en una entrevista en el programa de Jorge Lanata, el ministro declaró que el año electoral no sería un buen momento para hacerlo. “¿Cuándo, entonces?”, insistió la fuente.

Los empresarios aseguran además que hay capacidad ociosa; la industria está operando al 65%. La suba de tarifas de electricidad es comprensible, pero si a cambio del aumento de costos no se da ningún beneficio, la producción no aumentará. Los analistas ven un primer trimestre “planchado”. Con el repunte del campo y sectores de la construcción no va a alcanzar para torcer el rumbo de la economía y generar verdadero crecimiento.

En vista de esta realidad, resulta poco entendible el clima de cierta euforia que, comenzando por el Presidente, se vive en la cúpula del Gobierno. Se habla allí de una recuperación de la economía que, más allá de lo observable en sectores puntuales como el automotor, no se condice con lo que refleja mayoritariamente la calle. En el oficialismo están convencidos de que ganarán la elección legislativa de octubre venidero. Con esa misma convicción se habla de la elección presidencial de 2019: “Estaremos ocho años en el poder”, se escucha decir en los despachos de la Casa Rosada.

De los avatares de una economía que no termina de arrancar intenta valerse Cristina Fernández de Kirchner para darle a su comprometida situación judicial un cariz de persecución política. “Buscan tapar el desastre económico”, escribió en la catarata tuitera del viernes pasado. En verdad, ante el peso de las evidencias que dejan al descubierto la matriz de corrupción imperante durante el kirchnerato, ésa es la única alternativa con la que cuenta como defensa. No hay estrategia judicial para parar el avance de las causas ante las pruebas que las sustentan. El agregado de esta semana, en relación con la declaración indagatoria a la que la ha citado el juez Claudio Bonadio, está dado por la inclusión de los dos hijos de la ex presidenta, Máximo y Florencia.

CFK habrá de ser candidata a senadora nacional por la provincia de Buenos Aires. Las encuestas –al día de hoy– le dan bien. Es la única posibilidad que tiene de atemperar la adversidad que le augura en los ámbitos tribunalicios. Esa candidatura, además, es la única chance que tiene el kirchnerismo de no difuminarse en las procelosas aguas de la interna justicialista.

El caso Odebrecht será otra complicación para la ex presidenta y sus funcionarios del área de obras públicas. También lo será para algunos funcionarios de este gobierno. Hasta ahora el único salpicado por el escándalo de las coimas es el titular de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), Gustavo Arribas. Sus explicaciones ante la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia fueron poco satisfactorias. Los papeles que exhibió –incluyendo una escritura– aportaron escasa claridad. Se habla, además, de dos propiedades de su pertenencia que no aparecen en su declaración de impuestos. Con todo, lo más complicado para Arribas es la denuncia que en su contra interpuso Elisa Carrió.

El episodio de la utilización del helicóptero presidencial para trasladar a la esposa de Macri, Juliana Awada, y a su hija Antonia, de Punta del Este a Buenos Aires, merece un párrafo de reproche. Los Kirchner fueron intensamente criticados por la utilización de las aeronaves de la flota presidencial en menesteres similares. Entre las promesas de campaña del actual gobierno, estaba la de suprimir esa conducta. Parece que el Presidente lo ha olvidado.

Producción periodística: Santiago Serra.



“Perdimos 400 mil puestos de trabajo”… @dealgunamanera...

“Perdimos 400 mil puestos de trabajo”…

Imagen: Leandro Teysseire

Schmid recomienda “no confundir prudencia con resignación”, responsabiliza al Gobierno por la caída económica y a los empresarios por incumplir el compromiso de frenar los despidos.

Secretario del gremio de Dragado y Balizamiento y cabeza de la poderosa Confederación Argentina Trabajadores del Transporte, Juan Carlos Schmid es uno de los secretarios generales de la Confederación del Trabajo junto con Carlos Acuña y Héctor Daer.

–El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne opinó que el nivel de destrucción de empleos no es el que indica la CGT.
–El ministro puede decir lo que quiera. Pero lo que dice no surge de los datos que tenemos.

–¿De dónde surgen los datos y qué señalan?
–Son del propio Indec, difundidos a principios de año. Cayeron 127 mil empleos registrados.

–¿Y no registrados?
–Los economistas y los dirigentes sociales suelen explicar que cuando cae un empleo en blanco hay una onda expansiva en el empleo informal. No exageramos si hablamos de una pérdida de 400 mil puestos de trabajo. Es una locura.

–Cuando habló de los empleos caídos en la informática Bangho, el ministro de Producción Francisco Cabrera dijo que le dolían los trabajos perdidos. Dejó la idea de un costo inevitable.
–Hay una frase famosa: “Una muerte es una tragedia pero un millón es un dato estadístico”.

–El triunvirato de la CGT se retiró de las conversaciones con el Estado y los empresarios porque dijo que los despidos habían roto la confianza. Daniel Funes de Rioja, el directivo del sector alimentario y de la Unión Industrial Argentina, replicó que el compromiso era no efectuar despidos sin causa.
–Seamos prácticos. El problema  es la destrucción de trabajo. Hay despidos como consecuencia del derrumbe de la actividad económica y la caída del consumo.

–¿Y los empresarios?
–Su responsabilidad es la falta de cooperación. Lo que está intentando hacer la UIA es justificar su falta de colaboración. Y decir: “Si no hay venta ni consumo no puedo seguir manteniendo a la gente”. Pero ésa no era la idea del compromiso que tomamos todos. Para decirlo en lenguaje del fútbol, el espíritu era aguantar los trapos hasta marzo a ver si se ponía en marcha la economía. No lo hicieron. La ola de despidos se acentuó en diciembre y se puso peor en enero.

–Diciembre y enero son meses políticamente menos calientes que otros. ¿Ustedes creen que los despidos aumentaron en ese momento porque se enfrió todavía más la economía o por una programación para que se produjeran en un momento de menor conflictividad social?
–Es una combinación de ambas cosas. Las dos al mismo tiempo provocaron esta cantidad de despidos y suspensiones.

–¿O sea que los despidos son el producto de la caída económica pero no solamente?
–Tal cual. También hay una actitud especulativa y mezquina. El panorama es peor, incluso, si miramos otros fenómenos al margen de los despidos. Hay infinidad de lugares, entre ellos medios de comunicación, con pagos atrasados de sueldos y donde los trabajadores tampoco cobraron el aguinaldo. Son grandes dificultades en la relación laboral normal. Y al mismo tiempo hay hechos notorios de falta de colaboración y de falta de solidaridad con el momento económico que atraviesa el país. Pienso por ejemplo en los despidos en AGR, una de las plantas impresoras del Grupo Clarín.

–¿No puede ser que muchos empresarios incumplieron el compromiso porque vieron un movimiento obrero débil?
–No creo que haya sido así. En realidad nosotros hemos mantenido una actitud equilibrada y muy prudente. Pero ni el equilibrio ni la prudencia significan que abandonamos el reclamo y la firmeza. No hay que confundir prudencia con resignación. Observamos qué pasaba hasta el final de diciembre. Fuimos prudentes. Pero en enero claramente empezó otra historia. No solo cayó el empleo. También se dejó sin dinero en el bolsillo al pueblo trabajador. Eso se los dije a (uno de los vicejefes de Gabinete a cargo de la coordinación, Mario) Quintana y (al ministro de Trabajo, Jorge) Triaca.

–¿Qué les dijo exactamente?
–“No hay una moneda en el bolsillo de los trabajadores.”

–¿Qué contestaron?
–Que según los datos de ellos había un repunte en muchos sectores de la economía y que la inflación estaba declinando.

–¿No lo convencieron?
–No. Vamos a pensar por un momento que lo que dijeron refleja la realidad. Si es así, hay una demora en que el supuesto repunte traccione la economía. En el aquí y ahora la gente no tiene nada. Eso se ve en una temporada turística con menos veraneantes y menos consumo y en la reducción de gastos que hizo el gaucho de a pie. Bajó notablemente el poder de compra de los trabajadores. Y ni hablemos de los no registrados. Como lo denuncié  en la marcha al Congreso del 18 de noviembre, son cientos de miles los compatriotas que no saben si a la noche van a comer ni si tendrán algo que poner en la cena familiar.

–¿El triunvirato se arrepiente de haber ido a un brindis de fin de año con Mauricio Macri?
–Nosotros nunca dejamos de representar a los trabajadores. Hay que recordar qué le dijimos.

–¿Es secreto?
–No, no es un secreto. Puedo contar lo que le dije a Macri: “No se olvide, Presidente, de que cualquier medida que usted toma actúa sobre un país que ya es muy desigual y nosotros queremos que esa desigualdad se reduzca, no que aumente”. También le dijimos que la relación del movimiento obrero con el Gobierno es de respeto y de prudencia pero que actuamos desde lugares distintos. Nosotros representamos a los trabajadores. Le dijimos que a veces podíamos coincidir y a veces confrontar.

–Dujovne usó un tono condescendiente para criticar la movilización y el paro. Dijo que era lógico en un año electoral.
–Lo nuestro es político desde lo social, no desde lo partidario. No estamos discutiendo, como CGT, si en octubre hay que ir con Cristina, con Massa o con otras vertientes del peronismo. Carlos Acuña, del triunvirato, les contestó bien: “Si éste es un año electoral, que suspendan las elecciones”. ¿Sería ridículo, no? También sería ridículo suspender las protestas por la crisis económica porque estamos en un año de renovación legislativa. Siempre sufrimos el doble patrón de medida. Algunos personajes del establishment dicen: “Estamos frente a un sindicalismo desprestigiado, que no es el mismo de hace 12 o 15 años atrás, porque hoy los líderes son gente desconocida”. Después van a la cumbre de Davos y se asombran porque los empresarios extranjeros les preguntan cuál va a ser el comportamiento sindical en los próximos años. ¿Cómo es la historia? ¿Estamos desprestigiados y somos un peligro?

–¿Cómo resulta la experiencia del triunvirato?
–Está construyendo su liderazgo después de una etapa marcada por la presencia al frente de la CGT de una figura muy fuerte como la de Hugo Moyano. Creo que con manchones y todo, con todas las críticas que se nos puedan hacer desde dentro del movimiento obrero y desde afuera, vamos construyendo un lugar importante. Es una experiencia novedosa y muy desafiante. Tenemos que tratar de hablar más o menos el mismo lenguaje, usar el mismo enfoque, las mismas declaraciones, evitar que pueda haber lecturas equivocadas de lo que decimos, mantener el mismo nivel de información... A seis meses el triunvirato demostró madurez y se fue consolidando. Es importante porque no se trata de una conducción provisoria de la CGT. Fuimos elegidos por cuatro años.

–¿Qué le diría a un empresario de los que preguntan en Davos?
–Esto: “A nosotros nos preocupa el comportamiento de ustedes. Siete u ocho controlan la riqueza de todo el mundo. ¿Les parece que es una actitud equilibrada o que es un problema para el planeta?”.

–Usted estuvo el año pasado con el Papa. No hubo fotos.
–Tampoco quise hablar de la reunión. Yo no quise hacerlo porque sé que el Papa no quiere que se distorsione lo que se conversa con él. Solo le pedí que nos recibiera institucionalmente como CGT, cosa que como usted sabe parece que va a suceder. Es un hombre preocupado por lo que pasa en la Argentina. Si se atiende su postura pública sobre los temas del mundo, no creo que esté muy de acuerdo con lo que está sucediendo en materia social en nuestro país.

–También los movimientos sociales tienen una relación fluida con el Papa. 
–A mediados de enero, con poca gente en Buenos Aires, tuve una reunión con Emilio Pérsico y con otros dirigentes. Estuvo también Juan Grabois, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular. Charlamos mucho. Vamos a profundizar el mantenimiento de los contactos profundos y el modo de conservar una metodología de participación entre los movimientos sociales y el movimiento obrero organizado. El objetivo es que todos los esfuerzos no queden como un fósforo que se enciende un segundo y se apaga con el viento.

–¿Qué dijeron?
–Que van a acompañar las medidas de fuerza y las protestas. Con la marcha del 7 de marzo a la Secretaría de Industria seguramente el resto de los sectores irá calentando los motores para desembocar en una protesta de mayor envergadura a finales de marzo.

–El paro general.
–Paro y movilización.
  
–¿Movilización adónde?
–El 29 de abril del año pasado protagonizamos una gran movilización en el Monumento al Trabajo, por el 1° de Mayo. Después nos concentramos en el Congreso junto con los movimientos sociales. El 7 iremos a Industria. Veremos cuál es el destino de la movilización el día del paro.

–¿Y si la economía mejora de aquí a un mes?
–Yo no veo que las cosas mejoren de aquí a finales de marzo. Más observo que hay una tendencia a agravarse. La inflación se vio incrementada por el aumento en la salud, en los peajes, en los impuestos municipales en todo el país, en las tarifas de luz y gas, en el agua, en la suba de los alimentos... Hay un combo que parece no responder a las intenciones que dice tener el Gobierno. Ojalá me equivoque.

–¿Por qué movilización a Industria dentro de un mes y un paro más tarde?
–Estamos en el medio de las vacaciones. Cualquier medida en medio de las vacaciones siempre es dificultosa. El riesgo es que la gente no responda igual hasta que todos terminen de volver y los que pudieron irse regresen y vean la realidad en su conjunto. En cuanto a la medida, hay que prepararla.

–¿Qué significa preparar un paro general?
–Hablar con los distintos sectores. Incluso con sectores no sindicales que se ven agredidos por esta situación.

–¿Con el Gobierno no hay más negociación?
–El Gobierno ha sido votado para cuatro años y como no estamos en una guerra habrá que seguir hablando. Si hay conversaciones en el más alto nivel uno no puede pegar un portazo. Pero sí puede establecer qué quiere y por qué desconfía de un compromiso que los empresarios no cumplieron, y protestar. Cada uno tiene una situación distinta y diferentes son también los niveles de organización. Los sectores industriales están sufriendo un impacto muy grande. Una parte de los de servicios también. Otros de servicios tienen una situación que merece preocupación o crítica pero no sufren los mismos efectos que los primeros. En el sector informal también hay diferentes. Nos encontramos con gente que tiene ganas de reaccionar pero carece del nivel de organización del sector registrado. Cuento esto para que se entienda la complejidad de cada medida. Acá se creen que uno se sube a un escenario, dice “Vamos al paro” y ya está. Pero hay que hablar con todos y ver cómo están. Con los estatales, con los trabajadores del sector privado, con cada rama industrial, con los informales, con las pymes... Y hay que discutir el empleo y la industria, y la necesidad de una administración inteligente del comercio exterior.
No es lo mismo la situación en el sector ceramista, en crisis profunda, que el debate en el sector automotriz, sobre el porcentaje de componentes nacionales. El dato común es el enfriamiento de la economía y la caída del consumo. El año pasado hubo solo dos medidas oficiales que tuvieron otra dirección: el cambio en ganancias y la emergencia social. En las dos estuvo la gestión de la CGT. Creo que merecemos un crédito. Hasta paralizamos el transporte e hicimos gestiones importantes en el Senado. Hubo otro hecho que quedó muy atrás pero en mi opinión fue importante: trabajamos fuerte para evitar los despidos. El Presidente vetó la ley que sancionaron las dos cámaras y por eso estamos de nuevo con el conflicto. El que pagó el costo político fue el Gobierno con el veto. Lo pagará de nuevo. No vamos a entregar ni los convenios ni los salarios. Miramos todo, no tenemos la cabeza en un balde.


Tóxico asedio de lenguaraces… @dealgunamanera...

Tóxico asedio de lenguaraces…


No habíamos terminado de reponernos de los exabruptos de Juan José Gómez Centurión -su insólita negación del plan sistemático de la dictadura para desaparecer personas-, cuando el ex juez de la Corte Suprema de Justicia Raúl Zaffaroni arremetió, durante dos días consecutivos, con que habría "ahorcado" al fiscal Alberto Nisman en represalia por lo que él considera una pésima denuncia contra Cristina Kirchner por su alocado acuerdo con Irán.

© Escrito por Pablo Sirvén el domingo 05/02/2017 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El primero es un alto funcionario del actual gobierno que discute sucesivas sentencias judiciales, desafía el más básico sentido común e ironiza respecto del siempre discutido número de desaparecidos; el segundo, que actualmente es miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, carece de la más elemental sensibilidad para darse cuenta de que tampoco está nada bueno juguetear con sorna en torno a otra muerte violenta aún no aclarada y de oscurísimas proyecciones sobre el gobierno que Zaffaroni defiende tan incondicionalmente.

Indigna que gente adulta, con altas responsabilidades institucionales a nivel nacional e internacional, se lance al ruedo con provocaciones absurdas y gratuitas. Inquieta estar en manos de individuos que deciden cuestiones trascendentales, y que pierden el equilibrio con tanta facilidad, sólo por la vanidad de trascender con vergonzosas incorrecciones.

La incontinencia de Gómez Centurión llegó justo cuando empezaba a amainar otra polémica, al volver el presidente Mauricio Macri sobre sus pasos y reponer la inamovilidad del feriado del 24 de marzo, que en una primera instancia el mandatario había dispuesto hacer móvil.

La agitación de aguas tan estancadas sirvió, al menos, para una incipiente ampliación de ese debate en la TV y en otros medios. Desde que los fundadores del kirchnerismo, en 2003, se abrazaron al tema como cruzados contra el terrorismo estatal, como jamás se habían interesado antes, las nuevas generaciones accedieron a un relato incompleto y sesgado. Aunque siempre será mucho peor un terrorismo desatado desde el Estado, detrás de esa excusa se escondió con premeditación el contexto de una feroz violencia política escalada en los años 70 por organizaciones armadas de izquierda que provocaron un sinnúmero de víctimas.

El énfasis sólo puesto en la represión y, peor todavía, su aviesa utilización para hacer política y "maquillar" pasados nada heroicos de la propia tropa -como el de Alicia Kirchner, funcionaria de la dictadura en Santa Cruz o el del mismísimo Zaffaroni, que juró como juez por el estatuto del Proceso de Reorganización Nacional y rechazó hábeas corpus en esos tiempos, sólo por mencionar dos casos- distorsionan hasta hoy la comprensión integral de la tragedia setentista. Con el argumento de no caer en la improcedente "teoría de los dos demonios", que intenta equiparar la violencia guerrillera con la represión castrense, se alimentaron odios indebidos y se manipularon procesos y detenciones que se extienden en el tiempo sin sentencia.

Pero nadie se hace cargo de los asesinados por las "formaciones especiales". Hasta en un reciente artículo en Clarín, Julio Bárbaro esquiva el bulto. "Los peronistas somos una historia -escribió-, los violentos fueron otra." Si Gómez Centurión es negacionista con la represión castrense, Bárbaro lo es con la grave responsabilidad que le cabe al peronismo por haber fogoneado la violencia, no sólo en dictadura, sino también en democracia, a izquierda (Montoneros, FAR, FAP) y derecha (Triple A, Comando de Organizaciones, tiroteos sindicales). Y sigue pendiente la autocrítica que el justicialismo debe a la sociedad por haber construido los monstruosos cimientos del terrorismo de Estado, entre 1974 y 1976, cuando estaba a cargo del poder.

Sólo el presidente Raúl Alfonsín, corriendo grandes riesgos institucionales como los que debió soportar, y que lo obligaron a revisar el plan original de su cruzada justiciera, dispuso el juicio a las juntas y luego dictó órdenes de captura para los cabecillas de la guerrilla peronista, y también del ERP, e incluso para José López Rega, autor intelectual de la abominable Triple A. Su sucesor, Carlos Menem, deshizo todo de un plumazo con los indultos, y los Kirchner se dedicaron sólo al capítulo de la represión, más con sed de venganza que con ánimo verdaderamente reparatorio, que reactivaron divisiones en la opinión pública que habían empezado a quedar atrás.

Una pena que Macri al reponer la inamovilidad del feriado del 24 de marzo no haya dispuesto consagrar uno nuevo: el del 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos y del triunfo de la democracia sobre la dictadura. No costaba absolutamente nada ya que este año caerá en domingo. Ojalá que lo haga en algún momento y que el año que viene se anime a dar definitivamente de baja el absurdo feriado del 24 de marzo. Será un momento más que oportuno ya que caerá en sábado y quienes quieran seguir atando el Día de la Memoria al de la asunción de Videla podrán manifestarse sin ocasionar grandes trastornos ciudadanos (tampoco en 2019, ya que caerá en domingo).


sábado, 4 de febrero de 2017

Premio Goya a la película El Ciudadano Ilustre… @dealgunamanera…

“El ciudadano ilustre” gana el Goya a la mejor película iberoamericana…. 


Es el tercer Goya consecutivo para la cinematografía argentina tras los logrados por “Relatos salvajes”, de Damián Szifrón, y “El clan” de Pablo Trapero.

© Publicado el sábado 04/02/2017 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La argentina “El ciudadano ilustre”, dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn, y protagonizada por Oscar Martínez, ganó hoy el Goya a mejor película iberoamericana de la 31 edición de estos premios al imponerse a “Desde allá” (Venezuela), “Las elegidas” (México) y “Anna” (Colombia).

Es el tercer Goya consecutivo para la cinematografía argentina tras los logrados por “Relatos salvajes”, de Damián Szifrón, y “El clan” de Pablo Trapero.

La película, que cuenta el regreso de Daniel Mantovani, Premio Nobel de Literatura, a su pueblo natal tras más de 30 años de ausencia, se presentó por primera vez en la sección oficial de la 73.ª edición del Festival de Venecia, donde Martínez ganó la Copa Volpi al mejor actor.

Además, ganó el premio de la audiencia del Festival de Tesalónica (Grecia), el de mejor cinta internacional en el de Haifa (Israel), el de la Espiga de Plata y el premio al mejor guión en la Seminci de Valladolid.

Fue seleccionada para representar a Argentina en la categoría de Mejor película de habla no inglesa de la 89.ª edición de los Premios Oscar.