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domingo, 13 de octubre de 2019

Islas Malvinas. Cooperación Antártica. ¿A qué costo?...

Cooperación Antártica. ¿A qué costo?...

Mapa político de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

Ni aun en nombre de la más alta ciencia Argentina puede distraerse de su obligación jurídica, política e histórica de reivindicar sus derechos sobre las islas.

© Escrito por Jorge Argüello, ex embajador de Argentina ante la ONU, el domingo 11/10/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Hace unas dos semanas, el 26 de septiembre pasado, el Reino Unido registró en el puerto de las islas Malvinas a su nuevo y flamante buque de investigación antártica, el RSS Sir David Attenborough, que lleva el nombre de uno de los divulgadores científicos más reconocidos del mundo. Este buque, dependiente del British Antarctic Survey, realizará tareas de cooperación e investigación conjunta con nuestro país en la Antártida.

Hasta allí todo suena noble y encomiable. Salvo por un detalle.

El Attenborough está registrado como nave en las islas Malvinas y enarbola la bandera del ilegítimo gobierno de las islas. Conforme el derecho del mar, el vínculo entre un buque y su bandera es un ejemplo claro del ejercicio de la soberanía estatal.

Londres, al registrar el barco en Malvinas, produce un hecho político; la afirmación de su pretendida soberanía sobre un territorio en disputa con Argentina, situación reconocida por la comunidad internacional.

La controversia antártica. La Antártida configura hoy uno de los principales reservorios mundiales de agua dulce y minerales. Desde 1961, el Tratado Antártico establece el uso exclusivo del continente blanco para fines pacíficos, con libertad de investigación científica y un compromiso de intercambio de información al respecto.

El Tratado, y este es un punto clave, “congela” las reclamaciones territoriales por parte de los siete Estados que originalmente –al tiempo de la celebración del tratado– tenían pretensiones de soberanía sobre distintas partes del continente antártico (Argentina, Chile, Francia, Gran Bretaña, Noruega, Australia y Nueva Zelanda).

Argentina mantiene una ininterrumpida presencia en la Antártida desde 1904. Hoy tiene 13 bases permanentes y temporarias, más que cualquier otro país, y administra una serie de refugios que sirven de resguardo y apoyo para los trabajos de campo de expediciones que operan alejadas de las bases. Ello representa un espacio de casi 1,5 millones de kilómetros cuadrados y se superpone con los reclamos soberanos del Reino Unido y Chile.

Las islas Malvinas, usurpadas por el Reino Unido desde 1833, se convirtieron en un punto de trascendental importancia para la pretendida proyección antártica británica sobre la totalidad del Sector Antártico Argentino. Tanto, que el Reino Unido considera propio ese territorio y lo denomina British Antarctic Territory. Sin su presencia en las islas Malvinas, el Reino Unido perdería esa proyección antártica.

Es por ese mismo motivo que Argentina ha firmado decenas de acuerdos de cooperación científica bilateral con distintos países, pero nunca –y ni siquiera bajo el “paraguas de soberanía” de los 90– con el Reino Unido.

Así fue hasta la gestión del actual gobierno.

Fruto envenenado. El giro en la política nacional antártica del actual gobierno es un fruto envenenado del acuerdo internacional celebrado por los gobiernos del presidente Macri y la primera ministra británica, Theresa May, en 2016 y que lleva el nombre de los vicecancilleres que lo suscribieron: Foradori y Duncan. En palabras del canciller argentino, se buscó con este inédito giro político “recrear confianza y crear condiciones para un diálogo” con el gobierno británico.

Menos de dos años después, el 14 de mayo de 2018 se firmó el Memorándum de Entendimiento en Cooperación Científica Antártica entre el Instituto Antártico Argentino y el British Antarctic Survey, estableciendo un peligroso precedente para nuestra posición jurídica.

Así, el país aceptó cooperar en materia de investigación científica y tecnológica antártica en el área geográfica de la Convención sobre la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (1980), pese a que el Reino Unido, con sucesivas acciones unilaterales, ha violado sistemáticamente el régimen multilateral prescripto por dicha Convención.

Precedentes. En particular, el caso del Attenborough genera dos precedentes de riesgo jurídico para la posición argentina. Una consiste en emprender tareas conjuntas con un buque registrado ilegalmente en las Malvinas, una aceptación tácita de la capacidad del ilegítimo gobierno isleño de hacerlo con otras embarcaciones. Aún más grave es que el buque pretenderá amarrar en los puertos antárticos argentinos constituyendo una violación flagrante y expresa de la Ley de la Provincia de Tierra del Fuego 852 (Ley Gaucho Rivero), que prohíbe el amarre en puertos provinciales de buques con la bandera del ilegítimo gobierno de Malvinas.

A ello sumemos el desaire del gobierno argentino al apoyo regional concretado en distintos organismos y foros latinoamericanos: los Estados miembros están comprometidos a no permitir el ingreso a sus puertos de buques con bandera de la colonia británica instalada en Malvinas.

Concesiones cómplices. El Reino Unido continúa con su política de consolidar su aspiración valiéndose de la buena voluntad, de la complicidad y del inmovilismo del gobierno nacional en la cuestión Malvinas. Resulta evidente que la estrategia nacional sostenida en los últimos años ha demostrado ser ineficiente y contraria al interés nacional.

El propio canciller Jorge Faurie consideró a la Antártida como “patrimonio común de la humanidad” en ocasión de la visita del rey de Noruega en marzo de 2018, contrariando la histórica posición que nuestro país ha mantenido ante la Asamblea General de las Naciones Unidas negando la posibilidad de considerar a la Antártida de esta manera.

Como se sabe, el Tratado Antártico se limitó a mantener la situación territorial existente al momento de su firma. Pero no impone –ni impide– a un Estado parte que renuncie a sus derechos de soberanía sobre el territorio. De allí la gravedad institucional de la posición pública del canciller argentino.

En la proyección colonialista británica sobre el Atlántico Sur, la ciencia y la geopolítica han ido de la mano desde las épocas de Charles Darwin, que llegó a las Islas Malvinas semanas después de la usurpación de 1833. El teórico de la evolución asentó en su bitácora la “sorpresa” que se llevó cuando vio flamear la bandera inglesa en las islas.

Hoy, ni siquiera en nombre de la más alta ciencia el Estado argentino puede distraerse de su obligación jurídica, política e histórica de reivindicar sus derechos sobre las Malvinas y de mantener sus lógicas reivindicaciones sobre el Sector Antártico Argentino. 

Hasta Darwin lo entendería. 




domingo, 27 de marzo de 2016

Islas Malvinas. El paraíso está en "el fin del mundo"... @dealgunamanera...

El paraíso está en "el fin del mundo"...


Colonias de pingüinos abundan en Sea Lion y las demás islas.  Se han identificado cinco especies de pingüinos. Foto: Mario González

Las Islas Malvinas encierran bellezas y tesoros naturales, que se pueden apreciar a mayor plenitud en Sea Lion, quizá la más recóndita de ellas. Además, el archipiélago aprovecha los fuertes vientos para generar energía.

© Escrito por Mariano González, enviado especial, el sábado 26/03/2016 y publicado por elsalvador.com de la Ciudad de San Salvador, El Salvador.

En tiempos pretéritos la gente creía que el mundo acababa allende los mares del Sur y que en adelante había oscuridad y monstruos marinos. Pero no es así: en Sea Lion, la Isla de los Leones Marinos, la más recóndita de las Islas Malvinas, se encuentra un paraíso con pingüinos, leones y elefantes marinos, gaviotas, albatroces y otras especies de aves.

Un recorrido por la isla, de sólo ocho kilómetros de largo y poco más de un kilómetro y medio de ancho, permite conocer sus contrastes: hospitalarios lagos con patos,  colonias de pingüinos y playas con decenas de leones y elefantes marinos que se introducen a la gélidas aguas del Atlántico Sur a buscar alimento y luego salen a dormir la siesta. Se inquietan ante la presencia de visitantes, pero literalmente no les quita el sueño.




Los pingüinos se congregan pareciendo como si se tratara de una reunión de etiqueta o coctel donde todos departen y se divierten.

Para llegar a este paraje se toma un chárter del Servicio Aéreo Gubernamental de las Islas Malvinas (Figas) desde Puerto Argentino. El vuelo dura unos 40 minutos.

En partes de la isla se encuentra suelo de “peat” o turba, que es inflamable.

En Sea Lion hay un pequeño hotel, el cual está abierto desde septiembre hasta abril, pues cierra durante los meses de invierno.

Sea Lion llama al descanso y el recogimiento, pero también a la exploración en vehículos todo terreno, con el conductor a la derecha por supuesto.

Descubrimiento.

Sea Lion es sólo una de las 778 islas de este archipiélago situado a 400 millas del extremo sureste de Sudamérica. La diferencia de tiempo es de tres horas de adelanto con respecto a la de El Salvador.

El primer descubrimiento de este archipiélago se atribuye al navegante Américo Vespucio en el año 1501, aunque  es motivo de controversia.



Se dice que Hernando de Magallanes, quien había avanzado hacia el sur buscando un paso que uniera los dos océanos, dio con las islas aproximadamente en el año 1520.

Otros atribuyen el descubrimiento del archipiélago, en 1422, al navegante chino Hong Bao, quien por orden del emperador Yong Le y formando parte de la armada del almirante Zheng He, procuraba llegar al “fin del mundo”.

En 1832, Charles Darwin realizó un examen zoológico de las islas durante su viaje alrededor del mundo a bordo del Beagle.

Especies que se preservan.

Salvo varios sistemas montañosos, el territorio es básicamente plano, con no más de 705 metros sobre el nivel del mar.

En las islas se han catalogado más de 220 especies de aves, entre ellas cinco especies de pingüinos y más del 60 por ciento de albatroces de ceja negra, así como una de las aves de presa más rara del mundo: el caracara estriado.

También se cuentan 14 especies de mamíferos marinos, como los elefantes marinos y los leones marinos del Sur, delfines de Commerson, delfines australes y ballenas orca.

Las focas y leones marinos a menudo descansan en matas altas de hierba, por lo cual los visitantes deben tener cuidado para no patearlos. En cuanto a la flora, se han identificado 350 especies de plantas.

Todo esto está bien documentado en el museo que se encuentra en Puerto Argentino.

En algunas áreas todavía hay minas antipersonas que quedaron de la guerra de 1982. Son zonas prohibidas al paso de turistas.


La pesca, la agricultura y el turismo son los pilares de la economía de las islas.

Los mariscos y el cordero figuran entre los platos más gustados. La comida es esencialmente occidental. Uno de sus principales productos de exportación son los  calamares.

Puerto Argentino cuenta con un hospital provisto de 28 camas, con médicos, cirujanos, radiólogos, dentistas, farmacéuticos y anestesistas.

Para llegar a Puerto Argentino se debe tomar un vuelo que sale cada semana desde Punta Arenas, Chile. (*)

(*) Nota de la redacción del Blog. También cada segundo sábado del mes, parte un vuelo de la misma empresa desde la Ciudad de Río Gallegos, el cuál retorna el tercer sábado de cada mes a la misma ciudad.



sábado, 24 de agosto de 2013

El gorila invisible… De Alguna Manera...


El gorila invisible…


La voz de la calle dice: “Los presos se escaparon de la cárcel de Ezeiza por el reblandecimiento de la disciplina que fomentó Vatayón Militante. El nombramiento de un nuevo jefe del Servicio Penitenciario con antecedentes de mano dura demuestra la hipocresía del kirchnerismo en su defensa de los derechos humanos. LAN fue echada de Aeroparque sólo para que Aerolíneas Argentinas no tuviera competencia. Es un grave daño para la imagen de Argentina ante los inversores internacionales que confirma el ánimo anticapitalista del kirchnerismo”.

En el primer caso se critica tanto la mano dura como la falta de alguna forma moderada de ella, y en el segundo ni se tiene en cuenta que Estados Unidos, Brasil o muchos países con territorios lo suficientemente grandes como para desarrollar compañías aéreas nacionales no les permiten a compañías extranjeras operar rutas dentro de su país.

Son apenas dos pequeños ejemplos del gorila invisible que nos habita. No me refiero al clásico gorila antiperonista que, aunque tenga alguna relación con el significado al que me refiero en esta contratapa, no es exactamente ése, sino al del experimento que bajo el nombre “El gorila invisible” hizo mundialmente reconocidos a los profesores Christopher Chabris y Daniel Simons, de las universidades de Harvard y Cornell de Estados Unidos.

El experimento se dedicó a demostrar cómo nuestra intuición nos engaña, y produjeron varios videos (se pueden ver en www.simonslab.com/videos.html) que luego eran testeados en todo tipo de audiencias para confirmar lo que ellos llaman “ceguera inatencional”.

Traducido a nuestros casos, es cierto que se ataca a LAN porque molesta a Aerolíneas Argentinas. Un buen ejemplo es que una ruta similar tiene un precio mucho más bajo cuando simultáneamente la operan Aerolíneas Argentinas y LAN. A Córdoba, la duración del vuelo es de una hora 23 minutos y el costo más económico es de 773 pesos. En cambio, a Resistencia o a Corrientes, donde también el vuelo dura una hora 27 minutos en el primer caso y una hora treinta minutos en el segundo, al no competir las dos compañías, el pasaje más barato de Aerolíneas Argentinas sale 1.014 pesos. Se podría decir que el monopolio aumenta 31% el costo del ticket.

Pero también es cierto que el kirchnerismo le entregó a LAN las rutas internas sólo para molestar a Aerolíneas Argentinas cuando era de los españoles, y que la Argentina, si fuera un país con acceso al crédito internacional, tendría condiciones para tener, además de LAN, compañías aéreas nacionales que compitieran entre sí como en su proporción tiene Brasil: Argentina cuenta con el octavo mayor territorio del planeta.

En el libro El gorila invisible, Chabris y Simons relatan ejemplos de cómo nuestra memoria inconscientemente reproduce el pasado en forma de falsos recuerdos que corrigen y adulteran la historia para hacerla coincidir con nuestros deseos presentes. Los déficits de atención o la atención concentrada sólo en lo que nos interesa tienen un doble efecto tanto en la forma en que interpretamos los hechos del presente como los del pasado al momento de su rememoración.

Benjamin Franklin, quien dirigía el diario Pennsylvania Gazette, además de conocer el alma política, decía: “Hay tres cosas extremadamente duras: el acero, un diamante y conocernos a nosotros mismos”.

Los errores más comunes de nuestra intuición residen en confundir correlación con causalidad; Chabris y Simons lo ponen en estos términos: “Es difícil entender por qué la evolución habría diseñado nuestro cerebro para preferir recibir los hechos en orden cronológico. La naturaleza secuencial del tiempo lleva a las personas a considerar que una decisión o acontecimiento complejo debería tener una causa única. Por pensar de esta manera, nos divertimos con las entusiastas teorías conspirativas, pero (éstas) no hacen más que operar bajo una forma extrema de la ilusión de causa. Casi todas las decisiones complejas tienen causas múltiples”.

Chabris y Simons también se dedicaron a explicar el contagio de confianza en el pensamiento grupal. Comenzaron apelando a la célebre frase de Charles Darwin: “La ignorancia suele engendrar mayor confianza que el conocimiento”, para pasar a estudiar los atributos de quienes influyen sobre el pensamiento grupal. Concluyeron que “los líderes no eran los más competentes sino que adoptaban ese papel debido más a su personalidad que a su capacidad. Los individuos con personalidad más dominante tendieron a convertirse en líderes. Son los que hablan primero y con mayor vehemencia. 

Quienes poseen personalidad dominante tienden a exhibir mayor confianza en sí mismos y los demás toman su confianza como un indicador de habilidad aun cuando no sean mejores”. Los otros ven en el líder un nivel de confianza que ellos mismos sólo tienen cuando están seguros de decir la verdad. Chabris y Simons finalizan reflexionando sobre por qué la confianza tiene relativa relación con la inteligencia general y cómo “quienes poseen un alto grado de confianza en sus habilidades en un área tienden también a tener mucha confianza en sus competencias en otras”.

En síntesis, la teoría del gorila invisible nos advierte que el mundo no existe, sólo existe lo que los sentidos nos dicen de él. Por lo que debemos tener mucho cuidado si queremos opinar seriamente sobre los temas en lugar de descargar broncas.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el viernes 23/08/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.