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lunes, 14 de mayo de 2018

Buscan desclasificar documentos secretos alemanes sobre la dictadura argentina… @dealgunamanera...

Buscan desclasificar documentos secretos alemanes sobre la dictadura argentina…


Una periodista quiere esclarecer el caso de desapariciones de obreros de la filial argentina de la automotriz alemana Mercedes Benz y la apropiación ilegal de niños.


© Publicado el domingo 13/05/2018 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La justicia de la ciudad alemana de Münster analizará esta semana el pedido de la periodista Gabriele Weber de tener acceso a documentos clasificados del servicio alemán de inteligencia, el  sobre la época de la dictadura militar en Argentina, ocurrida entre los años 1976 y 1983. La historiadora y corresponsal alemana intenta desde el año 2014 que se desclasifiquen los expedientes del Servicio Federal de Protección de la Constitución (Bundesamtes für Verfassungsschutz), algo que es posible pasado un plazo de 30 años.

La periodista presume que el servicio secreto interior alemán tiene en su poder registros del intercambio de mensajes con la embajada alemana en Buenos Aires entre 1975 y 1983 y datos sobre secuestrados y asesinados durante la dictadura.

Weber se dedica desde hace años a esclarecer el caso de desapariciones de obreros de la filial argentina de la automotriz alemana Mercedes Benz y la apropiación ilegal de niños durante el último régimen de facto de nuestro país.


El servicio de inteligencia alemán dice que no niega a Weber el acceso a sus documentos clasificados, pero sostiene que no tiene material sobre este tema y que la búsqueda en actas no digitalizadas supondría un esfuerzo administrativo desmedido. Un tribunal de primera instancia de Colonia aceptó los reparos del servicio y rechazó la demanda en 20016 y recordó también que el Servicio Federal había cooperado en un caso anterior con Weber cuando puso a su disposición el expediente sobre Eichmann años atrás.



martes, 21 de mayo de 2013

La Argentina Nazi de 1938... De Alguna Manera...


Trascendieron imágenes de un inédito encuentro en 1938. La historia.

Símbolo nazi, cruz esvástica.


Difunden fotos nunca vistas del enorme festejo nazi en el Luna Park. El matutino español El Mundo publicó hace unos días una serie de fotos pocas veces divulgadas en nuestro país que muestran a miles de personas en el estadio Luna Park de Buenos Aires expresando su apoyo al III Reich de la Alemania Nazi. Era el 10 de abril de 1938 y se trataba de la demostración más grande que se realizó fuera de Europa en pro del nazismo, que se hallaba en plena efervescencia en Europa.

Las imágenes, según el diario cedidas por la administración del Luna Park, muestran a unos 15.000 argentinos nazis festejando el "Anschluss", es decir, la anexión de Austria por parte del régimen de Hitler. Ese mismo día, el líder nacionalsocialista ganaba con el 99% un plebiscito sobre su permanencia en el poder y la embajada alemana en Buenos Aires quiso festejarlo.

Mientras entonces algunos diarios hablaban con preocupación de las "las pretensiones alemanas de extraterritorialidad", otros destacaban las "convicciones profundas" de Hitler y sus esfuerzos por establecer "la igualdad social" en Alemania, intentos que "se asemejan a un ideal democrático". Desde Alemania, el líder intentaba seducir a los argentinos publicando en el diario La Prensa: "Por intermedio del diario La Razón, envío a la prensa argentina y a los alemanes de la Argentina mis cordiales saludos".

El fervor de miles de argentinos por las "promesas" del nazismo y su "cautivante" líder, sin embargo, no se debía a la falta de información sobre lo que realmente sucedía en Alemania. En 1936 la prensa argentina ya informaba que Hitler buscaba "aniquilar, con los medios más abominables, a la laboriosa e inteligente población israelita".

Pese a todo, según los registros históricos, Alemania estuvo a punto de ampliar sus conquistas en América con Argentina como un poderoso aliado: 70.000 argentinos eran afiliados al Partido Nacional Socialista alemán, muchos de los cuales aquel 10 de abril vivaron a Hitler ("Heil Hitler!") en pleno centro de Buenos Aires.

Según la crónica del diario La Prensa, aquel domingo 10 de abril de 1938, las columnas al estadio Luna Park comenzaron a llegar pasadas las 9 de la mañana. “Era un público numeroso y entusiasta”. Las delegaciones austríacas y alemanas arribaron portando sus banderas e indumentarias nazis.

Dentro del estadio se pudo apreciar el escenario adornado con banderas alemanas con la cruz esvástica y argentinas, destacándose en la parte posterior del telón de fondo en rojo la inscripción “Heil Führer” y otra (en alemán) que decía: “Un pueblo, una nación, un conductor”.

“Muchos miembros de las entidades nazis, quienes vestían camisas pardas y llevaban brazaletes con la cruz esvástica, tuvieron a su cargo la ubicación del público realizada en un orden casi militar”, relató entonces La Prensa.

El delegado comercial de la embajada alemana, Erich Otto Meynen, arengó a la concurrencia que respondía "¡Heil Führer!" saludando con el tradicional saludo nazi, brazo en alto. Meynen destacó la anexión de Austria “sin violencia ni sangre” y “el afecto de los austroalemanes hacia la Argentina”, al que definió como un “país hospitalario en el cual se sienten cómodos y orgullosos de cobijarse bajo sus instituciones y bandera”.

Tras una manifestación antinazi, que se saldó con 2 muertos y 57 heridos, saltaron las alarmas. El presidente Roberto Marcelino Ortiz creó una comisión especial que investigaría las actividades “ilícitas” de organizaciones extranjeras, que consistían en el adoctrinamiento de niños en escuelas de nuestro país, entre otras cosas. Además decretó la disolución del multitudinario Partido Nacionalsocialista Alemán de la Argentina y decidió la expulsión de dos espías de la Gestapo.

Pero el "affaire" entre Argentina y el nazismo, sin embargo, no concluyó con la caída de Hitler. Se sabe que, finalizado el conflicto, y durante el primer gobierno de Perón, Argentina y varios países americanos se lanzaron a una encarnizada carrera por atraer a los más célebres cerebros alemanes, en lo más diversos campos de las ciencias o la ingeniería.

Al mismo tiempo, según el historiador Felipe Pigna, "entre 1945 y 1950 arribaron al país criminales de guerra nazis (…). Según las fuentes, se habla de 6.000 a 8.000 ‘refugiados’”. Este fue un largo periodo durante el cual tuvieron acceso al país, entre otros, el criminal croata Dinko Satic, el médico Joseph Mengele, y el jerarca Eric Priebke.

Seria el mismo Priebke quien admitiría, en un juicio en Roma, que “en 1945 el gobierno nacional [argentino] negoció con Alemania la entrega de documentación que permitió el ingreso de nazis. Se distribuyeron unos 2.000 pasaportes y 8.000 cédulas en blanco… Con esta modalidad ingresaron en la Argentina unos 2.000 nazis”.

En tanto, Adolf Eichmann, el ideólogo de la "solución final" para el "problema judío" ingresó a la Argentina con un pasaporte italiano falso a nombre de Riccardo Klement en 1950, se radicó en el barrio bonaerense de San Fernando y hasta llegó a trabajar en la planta local de la automotriz Mercedes Benz.

La reflexión y conclusión de El Mundo es categórica: "Al revisar las páginas de la Argentina nazi se comprende porqué se ha ido al carajo esta nación que a principios del siglo XX alcanzó el puesto número ocho de las más desarrolladas del mundo. Una saga intermitente de golpes de Estado y dictaduras cívico-militares -con la previsible reacción de guerrillas- y miles de ciudadanos desaparecidos llevan la señal distintiva de aquel totalitarismo mesiánico".

© Escrito por Darío Silva D'Andrea el lunes 20/05/2013, especial para Perfil.com y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



Era el 10 de abril de 1938 cuando más de 15 mil argentinos festejaron entre esvásticas y banderas nacionales. Diario El Mundo de Madrid España.

Fue el encuentro Nazi más concurrido fuera de Europa. Diario El Mundo de Madrid España.

El tradicional Luna Park, entre esvásticas y símbolos nazis. Diario El Mundo de Madrid España.


Aquel domingo 10 de abril de 1938, las columnas al estadio Luna Park comenzaron a llegar pasadas las 9 de la mañana, informó en ese momento el diario La Prensa. Diario El Mundo de Madrid España.

Dentro del estadio se pudo apreciar el escenario adornado con banderas alemanas con la cruz esvástica y argentinas. Diario El Mundo de Madrid España.

El delegado comercial de la embajada alemana, Erich Otto Meynen, arengó a la concurrencia que respondía "¡Heil Führer!". Diario El Mundo de Madrid España.



sábado, 18 de mayo de 2013

Videla, un mediocre… De Alguna Manera...


Un mediocre…

Qué fácil decir “murió el diablo”. Qué fácil es hoy sobreactuar indignación. Mucho más difícil es reconocer que los autores de actos monstruosos puedan ser personas ordinarias. Es más desolador porque nos impide excluirnos como sociedad de la responsabilidad de los hechos. Videla era un mediocre. Un hombre del montón, como escribió Hannah Arendt sobre Eichmann, al ser juzgado en Israel, en su célebre ensayo La banalidad del mal.

Por decir que Eichmann no era diabólico ni un psicópata, a ella, la gran filósofa de su época, judía, escapada de los campos de concentración de Alemania durante la Segunda Guerra, la acusaron de nazi. Ver a Eichmann o a Videla como monstruos nos produce mayor consuelo. Pero ese bálsamo que nos pone a reparo de nuestra conciencia aumenta los riesgos de volver a repetir autoengaños sociales autodestructivos.

Arendt se sorprendía de que Eichmann no se sintiera culpable de sus crímenes y al mismo tiempo no se tratase de alguien psicológicamente anormal. Eichmann decía haber leído a Kant y que su accionar estaba dirigido por “el imperativo categórico que él asumía con escrupuloso deber”. Lo mismo se percibe al escuchar la entrevista que Ceferino Reato le hizo a Videla en la cárcel antes de morir: él creía que la sociedad le había dado al Ejército el mandato de salvar la república y cumplía su obligación de soldado con dedicación.

Nada podrá nunca disculparlos, pero Arendt se lo explica a sí misma distinguiendo la diferencia entre conocer y pensar. Conocer es la habilidad de acumular conocimientos y saberes que permiten resolver cuestiones prácticas. Pensar es otra cosa, requiere la capacidad de diálogo consigo mismo, de autorreflexión y autocrítica; ponía el ejemplo de Sócrates con su daimón, su álter ego interior con el que debatía constantemente. La falta de reflexión crítica, junto con la capacidad técnica, permitía a Eichmann cometer actos monstruosos “sin motivaciones malignas específicas”.

Ver a Videla diabólico es engrandecerlo. Nos sirve para no enfrentarnos con lo malo dentro de nosotros mismos y en distintas proporciones repetir historias vinculadas: nadie votó a Menem, ni con los años nadie habrá votado a los Kirchner, nadie nunca tiene culpas, la culpa es siempre de unos pocos, y la Argentina es un “país de buena gente” que antes eran “derechos y humanos”.

Para Arendt, tales equívocos sociales son posibles cuando confluyen tres clases de personas para formar una mayoría. Los nihilistas, que al no creer en nada adhieren cínicamente a la tendencia dominante para obtener beneficios. Los dogmáticos, que en busca de una seguridad que los haga sentir plenos se fanatizan y consideran enemigos a los que no son de su condición. Y los despreocupados, que por comodidad se dejan arrastrar por lo que les recomiendan el Estado, la propaganda y el discurso de época.

Al terminar la Segunda Guerra, Adorno reescribió el imperativo categórico: “Actúa de tal forma que Auschwitz no se vuelva a repetir”. En la Argentina, el nuevo imperativo categórico de nuestro “nunca más” debería ser: “Actúa de tal forma que el fanatismo no se vuelva a repetir”.

Los fundamentalistas se aprovechan de que las personas normales no saben que todo puede suceder. Gracias a la última dictadura, los argentinos sí sabemos que todo puede suceder. Y sólo de nosotros dependerá que no suceda.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el viernes 17/05/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.