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sábado, 18 de mayo de 2013

Videla, un mediocre… De Alguna Manera...


Un mediocre…

Qué fácil decir “murió el diablo”. Qué fácil es hoy sobreactuar indignación. Mucho más difícil es reconocer que los autores de actos monstruosos puedan ser personas ordinarias. Es más desolador porque nos impide excluirnos como sociedad de la responsabilidad de los hechos. Videla era un mediocre. Un hombre del montón, como escribió Hannah Arendt sobre Eichmann, al ser juzgado en Israel, en su célebre ensayo La banalidad del mal.

Por decir que Eichmann no era diabólico ni un psicópata, a ella, la gran filósofa de su época, judía, escapada de los campos de concentración de Alemania durante la Segunda Guerra, la acusaron de nazi. Ver a Eichmann o a Videla como monstruos nos produce mayor consuelo. Pero ese bálsamo que nos pone a reparo de nuestra conciencia aumenta los riesgos de volver a repetir autoengaños sociales autodestructivos.

Arendt se sorprendía de que Eichmann no se sintiera culpable de sus crímenes y al mismo tiempo no se tratase de alguien psicológicamente anormal. Eichmann decía haber leído a Kant y que su accionar estaba dirigido por “el imperativo categórico que él asumía con escrupuloso deber”. Lo mismo se percibe al escuchar la entrevista que Ceferino Reato le hizo a Videla en la cárcel antes de morir: él creía que la sociedad le había dado al Ejército el mandato de salvar la república y cumplía su obligación de soldado con dedicación.

Nada podrá nunca disculparlos, pero Arendt se lo explica a sí misma distinguiendo la diferencia entre conocer y pensar. Conocer es la habilidad de acumular conocimientos y saberes que permiten resolver cuestiones prácticas. Pensar es otra cosa, requiere la capacidad de diálogo consigo mismo, de autorreflexión y autocrítica; ponía el ejemplo de Sócrates con su daimón, su álter ego interior con el que debatía constantemente. La falta de reflexión crítica, junto con la capacidad técnica, permitía a Eichmann cometer actos monstruosos “sin motivaciones malignas específicas”.

Ver a Videla diabólico es engrandecerlo. Nos sirve para no enfrentarnos con lo malo dentro de nosotros mismos y en distintas proporciones repetir historias vinculadas: nadie votó a Menem, ni con los años nadie habrá votado a los Kirchner, nadie nunca tiene culpas, la culpa es siempre de unos pocos, y la Argentina es un “país de buena gente” que antes eran “derechos y humanos”.

Para Arendt, tales equívocos sociales son posibles cuando confluyen tres clases de personas para formar una mayoría. Los nihilistas, que al no creer en nada adhieren cínicamente a la tendencia dominante para obtener beneficios. Los dogmáticos, que en busca de una seguridad que los haga sentir plenos se fanatizan y consideran enemigos a los que no son de su condición. Y los despreocupados, que por comodidad se dejan arrastrar por lo que les recomiendan el Estado, la propaganda y el discurso de época.

Al terminar la Segunda Guerra, Adorno reescribió el imperativo categórico: “Actúa de tal forma que Auschwitz no se vuelva a repetir”. En la Argentina, el nuevo imperativo categórico de nuestro “nunca más” debería ser: “Actúa de tal forma que el fanatismo no se vuelva a repetir”.

Los fundamentalistas se aprovechan de que las personas normales no saben que todo puede suceder. Gracias a la última dictadura, los argentinos sí sabemos que todo puede suceder. Y sólo de nosotros dependerá que no suceda.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el viernes 17/05/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




domingo, 27 de enero de 2013

1945 - 27 de Enero - 2013... El Holocausto a 68 años... De Alguna Manera...


Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto…


El 1º de noviembre de 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución 60/7 decide que las Naciones Unidas designen el 27 de enero Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Tras la aprobación de la resolución, el Secretario General de las Naciones Unidas describió este día especial como "un importante recordatorio de las enseñanzas universales del Holocausto, atrocidad sin igual que no podemos simplemente relegar al pasado y olvidar".


Los horrores de la segunda guerra mundial dieron lugar a la creación de las Naciones Unidas. El respeto de los derechos humanos de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, es uno de los mandatos fundamentales previstos en su Carta. Al inaugurar el Museo de la Historia del Holocausto en Yad Vashem (Israel) en marzo de 2005, el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, recordó que "la repulsa al genocidio, al asesinato sistemático de seis millones de judíos y millones de otras personas fue también uno de los factores que promovieron la Declaración Universal de Derechos Humanos". 

El Secretario General agregó que "las Naciones Unidas tienen la responsabilidad sagrada de combatir el odio y la intolerancia. Si las Naciones Unidas no están a la vanguardia de la lucha contra el antisemitismo y otras formas de racismo, niegan su historia y socavan su futuro".

El 27 de enero fue elegido para conmemorar el Día Internacional de Recordación del Holocausto porque en esa fecha, en 1945, el ejército soviético liberó el mayor campo de exterminio nazi, en Auschwitz-Birkenau (Polonia). Varios países conmemoran ya este día para recordar a las víctimas del Holocausto.

© Fuente de información: http://es.wikipedia.org