Gesto sin efecto. Antes de que lo echen…
“Lo que más duele es la pluma...’” Dibujo:
Pablo Temes.
El
Presidente quiere erigirse en garante de la competencia interna en el FdT.
Nadie lo cree.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 22/04/2023 y publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
La decisión de Alberto Fernández de bajar su precandidatura a la Presidencia se pareció más a una renuncia a su cargo, que a un renunciamiento a competir por su reelección. En los hechos, el Presidente terminó de licuar el poco poder que le quedaba. Sergio Massa ha quedado definitivamente empoderado luego de una semana en la que se encargó de aniquilar la figura de AF. El episodio que terminó con la eyección de Antonio Aracre de las esferas del poder representó uno de los momentos de mayor tensión que se vivieron dentro del Gobierno desde la llegada del tigrense al Ministerio de Economía. Pensar que Aracre, un ignoto asesor presidencial, podía llegar a desestabilizar a Massa habla del tembladeral que se vive en las arenas del poder.
En el entorno del Presidente hay quienes creen que el ministro aprovechó la filtración de lo conversado en ese almuerzo de dos –AF y el asesor– con aires de leyenda en el que Aracre planteó la posibilidad de una devaluación y otras medidas, para montar una operación para hacer que AF lo echara. Más allá de la veracidad o no de la versión, lo cierto es que Massa hizo una verdadera carambola y se sacó de encima no sólo al molesto asesor sino también al Presidente. Hasta en lo gestual las cosas han sido determinantes. Un Presidente desolado que va al despacho de uno de sus ministros, quien lo recibe como si fuera un asesor más, a dar explicaciones y buscar una foto para intentar pacificar los mercados, representa una claudicación total en términos del ejercicio del poder.
El renunciamiento de AF no fue un acto de generosidad. Y no tuvo efecto alguno sobre el mercado cambiario. Los mensajes de los dirigentes del PJ en los que elogian su actitud y la enmarcan como un acto de desprendimiento son un canto a la hipocresía. El mensaje de Eduardo “Wado” de Pedro en el que afirma que el renunciamiento del Presidente permitirá reordenar el Frente de Todos contra Todos es una muestra de la evaluación absolutamente crítica que Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora hacen de la gestión gubernamental.
La decisión de Alberto Fernández de bajar su precandidatura a la Presidencia se pareció más a una renuncia a su cargo, que a un renunciamiento a competir por su reelección. En los hechos, el Presidente terminó de licuar el poco poder que le quedaba. Sergio Massa ha quedado definitivamente empoderado luego de una semana en la que se encargó de aniquilar la figura de AF. El episodio que terminó con la eyección de Antonio Aracre de las esferas del poder representó uno de los momentos de mayor tensión que se vivieron dentro del Gobierno desde la llegada del tigrense al Ministerio de Economía. Pensar que Aracre, un ignoto asesor presidencial, podía llegar a desestabilizar a Massa habla del tembladeral que se vive en las arenas del poder.
En el entorno del Presidente hay quienes creen que el ministro aprovechó la filtración de lo conversado en ese almuerzo de dos –AF y el asesor– con aires de leyenda en el que Aracre planteó la posibilidad de una devaluación y otras medidas, para montar una operación para hacer que AF lo echara. Más allá de la veracidad o no de la versión, lo cierto es que Massa hizo una verdadera carambola y se sacó de encima no sólo al molesto asesor sino también al Presidente. Hasta en lo gestual las cosas han sido determinantes. Un Presidente desolado que va al despacho de uno de sus ministros, quien lo recibe como si fuera un asesor más, a dar explicaciones y buscar una foto para intentar pacificar los mercados, representa una claudicación total en términos del ejercicio del poder.
El renunciamiento de AF no fue un acto de generosidad. Y no tuvo efecto alguno sobre el mercado cambiario. Los mensajes de los dirigentes del PJ en los que elogian su actitud y la enmarcan como un acto de desprendimiento son un canto a la hipocresía. El mensaje de Eduardo “Wado” de Pedro en el que afirma que el renunciamiento del Presidente permitirá reordenar el Frente de Todos contra Todos es una muestra de la evaluación absolutamente crítica que Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora hacen de la gestión gubernamental.
Es poco probable
que el tembladeral que hoy representa la situación socioeconómica de la
Argentina cambie. Llegar a diciembre será una penuria. Pero gobierna el
peronismo. Y eso hace la diferencia. Si esta misma situación –alta inflación,
dólar descontrolado, inseguridad, peleas internas–, sucediera con un gobierno
de otro signo político, las cosas serían absolutamente diferentes. El país
estaría incendiado.
La CGT decretaría paros cada semana. Algunos de los
intendentes peronistas del Conurbano fomentarían los saqueos, los gobernadores
peronistas se estarían reuniendo en Buenos Aires para apurar al Gobierno o al
cambio de gobierno. Todo –absolutamente todo– sería un infierno. Esta es una
circunstancia que deberá tener muy en cuenta la oposición si llegare a ser
gobierno porque la situación con la que se encontrará será claramente peor que
la que enfrentó Mauricio Macri en 2015.
El jueves por la
tarde una fuente del mercado financiero describía una realidad muy compleja que
pone en riesgo cualquier intento de estabilidad: “Está pasando lo obvio. Se
está dolarizando todo el mundo desde las empresas hasta la gente de a pie.
Están sacando los plazos fijos y comprando el billete. La poca confianza que
había se terminó de quebrar”. Los que tienen la suerte de contar con algo de
poder adquisitivo corrieron a los supermercados y mayoristas. Listas en mano y
comparación de precios.
“Los que
peinamos canas ya sabemos lo que hay que hacer. Si no podés comprar dólares hay
que llenar las alacenas, mañana será más caro” –describió un vecino en un
hipermayorista cercano al Abasto.
Una lectura
política más amplia, obliga a toda la dirigencia a poner las barbas en remojo.
El Frente de Todos Contra Todos le dio bandera de largada a su interna con
diferentes nombres y apellidos. No son más de cinco. Bastante bien para lo que
viene siendo una bolsa de gatos enardecidos. Es cierto que no es por deseo propio,
sino más bien por la falta de figuras atractivas para el electorado. Pero es lo
que es. ¿Podrá la oposición nucleada en No tan Juntos por el Cambio, ordenar
sus peleas de cartel? El encuentro del PJ en la sede de Matheu 130, se
convirtió en una formalidad de poco más de media hora.
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