Agitando fantasmas...
El soterramiento de Florencio. Florencio Randazzo. Fotografía: Pablo Temes
El Gobierno y CFK insistirán con el miedo. No querer que vuelva el pasado
no implica estar conforme con el presente.
© Escrito por Nelson
Castro el domingo 02/07/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
De ahora en más –hasta octubre– todo estará dominado por la campaña electoral.
Ahí están, pues, los analistas trabajando a destajo para expresar en números la
foto actual de los principales sectores políticos luego de la conformación de
las listas, ya en plena pelea por las primarias. A grandes rasgos y a los fines
descriptivos, la foto de hoy muestra que los más confiables sostienen una
ventaja del oficialismo con 30-35% de adhesiones, seguido por el núcleo duro
del kirchnerismo que mantiene entre 25 y 30% de seguidores, y dos sectores
bastante parejos que todavía buscan definir su rol: el massismo –con un 10-15%–
y el randazzismo –cercano al 10%– en plena construcción. Todos los otros están
por detrás. Pero, más allá de los números que distribuyen un cuadro de
situación que podría ir variando, ¿cómo está hoy cada uno de los sectores?
En el oficialismo no salen del entusiasmo por la llegada de un peronismo dividido que, además, le sirve en bandeja los errores clásicos del manual de
estilo del buen kirchnerista. La campaña sucia –con violencia en la calle–, los
aprietes y la utilización política de situaciones penosas como el suicidio del jubilado en las oficinas de la Anses fueron hechos lamentables que contradicen el discurso con aires
conciliadores de CFK. Es que la nueva versión que busca imponer el kirchnerismo
viene sin las figuras de la vieja guardia pero con su filosofía intacta y
recargada. Algo similar sucedió en la campaña de 2011.
Así como el tero oculta sus huevos en el nido y sale a
hacer ruido y agitar por lugares lejanos para distraer y proteger el verdadero
interés, la dinámica kirchnerista mostrará una CFK mesurada en la primera etapa, de modales casi refinados, análisis precisos y ausentes de
grandilocuencia, mientras al menos tres grupos radicalizados de acólitos harán
de las suyas para complicar el juego del oficialismo y sus adversarios. La
orden de CFK fue concreta: “De ahora en más no se habla de Florencio Randazzo; que ni se lo nombre; literalmente
debe ser como si no existiera”, aseguraron fuentes que conocen el
mensaje que se les bajó a militantes, seguidores y periodistas amigos.
Entre los grupos radicalizados hay matices: “Los
camporistas más duros y algunos cercanos al Cuervo Larroque agitan la idea de
que el fantasma de 2001 debe ser algo inminente. Los más moderados reconocen en
el actual gobierno un soporte institucional y un grado de apoyo innegable, pero
abonan la teoría de que la crisis económica irá socavando ese capital electoral
y que hay que estar atentos para agitar y promover el desorden en cualquier
oportunidad que se presente.
Por último, los violentos de siempre se jactan y aseguran que lo del
piquete en la avenida 9 de Julio fue sólo un botón de muestra, como
introducción a lo que vendrá”, explica un dirigente que conoce muy bien la
lucha que se da en la calle. “Van a
salir a molestar y hacer visibles supuestas protestas en todos los lugares
donde se presente el oficialismo o el randazzismo. La idea es complicar a los
intendentes y mostrar falta de estabilidad social”, agregaron. Caos
necesario para que germine la semilla K.
Los otros.
Por el lado del ex ministro del Interior Florencio Randazzo, los matices se van tornando algo
inciertos. Sus dos apariciones públicas tuvieron gusto a poco. Algunos
esperaban un discurso más definido en cuanto a sus cualidades de liderazgo. En su espacio se ilusionan con llegar a un techo
para esta elección de medio término cercano al 15%. Los analistas
creen que, hasta el momento, parece un número demasiado lejano. No obstante,
esa aspiración puede tener visos de concreción debido a la meseta por la que
transita el tercer jugador opositor de la contienda: Sergio Massa.
Más allá del discurso ganador que buscan imponer tanto Massa como Margarita
Stolbizer, en el massismo hay verdadera preocupación por la falta de empatía
que hay entre su líder y una gran porción del electorado. La baja de su
credibilidad y su pasado kirchnerista –argumentos sobre los que machacó el
oficialismo– fueron estocadas certeras que, más allá de sus propios errores,
finalmente le hicieron daño al hombre de Tigre. “Trabajamos a diario para
romper la distancia y generar mayor cercanía con la gente, pero hay algo en Sergio que le impide hacer pie en el
votante”, asegura una fuente que conoce la tarea realizada en ese
sentido.
¿Será el turno de explotar la figura de Stolbizer? El lugar de mujer
honesta y denunciante, la fiscal ciudadana elegida por el pueblo, es sin dudas
de Elisa Carrió, y todo hace pensar que si la corrupción no carcome las bases de Cambiemos
ella seguirá blandiendo esta bandera y manteniendo a la sombra a cualquiera que
pretenda ocupar su lugar.
Una cuestión de matices preocupa tanto a los partidarios
de Massa como a los de Randazzo. El grado de cambio que piensan encarnar no
parecería estar del todo definido. ¿Por
qué la gente debería ver en ellos dos posibles catalizadores capaces de
encauzar o matizar aquello en lo que el oficialismo podría estar errando?,
se pregunta un prestigioso analista. Hasta el momento esa pregunta queda
abierta, en un juego semántico donde “el cambio” fue el eslogan del Gobierno,
que hoy busca la continuidad.
Un dato más amenaza con achicar la gran avenida del medio
por la que circula el Frente Renovador: la lógica indicaría que todo votante
macrista descontento –ya sea por la lentitud en los resultados o por las
penurias económicas que gran parte de la clase media está atravesando luego del
sinceramiento de la economía– debería encontrar un refugio natural en el Frente
Renovador. Sin embargo, hasta el momento eso no está pasando. Es una luz de
alarma que amenaza con clausurar la vigencia de la propuesta de la gran avenida
del medio por la que insiste en transitar Massa.
El Gobierno, que vive con alivio esa circunstancia, debería ser muy
prudente en la evaluación de la dinámica electoral de este tiempo difícil. La
situación socioeconómica no da para la euforia. Que mucha gente no quiera
volver al pasado no quiere decir que esté feliz con este presente donde las
dificultades abundan.
Producción periodística: Santiago Serra.
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