El primer acto opositor del PJ…
“País Barrio Parque”, metáfora de Scioli del modelo de Macri. Cedoc
Parecería que el discurso que Scioli asumió es porque
considera irremediable que el FpV pase a la oposición mañana.
“En qué te has convertido Daniel” tiene múltiples
significados. La puesta en palabras de la genuina sorpresa que muchos analistas
sienten frente a un Scioli que abandonó su perfil conciliador y se fue
transformando –cada vez más– en un agresivo atacante. La de un Macri que usa la
frase para sobrarlo durante el debate colocándose en una posición de
superioridad como lo haría un hermano mayor frente a un afecto descarriado. La
de los paranoicos que piensan que el kirchnerismo –aprovechando que las
encuestas perdieron credibilidad al errar en primera vuelta– prepara un
sofisticado fraude electoral para que Scioli le gane a Macri por pequeña
diferencia justificando lo que no sería previsible por ese cambio violento de
estrategia con la campaña negativa. O, y quizás la más plausible de todas las
interpretaciones, que Scioli asumió el discurso opositor porque considera
irremediable que el Frente para la Victoria pase a la oposición a partir de
mañana, y no está tratando de mejorar su performance electoral sino de posicionar
mejor el sector que él representa para el día después.
No hay una lucha estética entre un grasa y un cheto:
Macri era el hijo de un tano con plata para los ricos
Un Scioli que le hablaría al futuro diciendo de alguna
forma: “yo les avisé” para cuando Macri tome medidas antipopulares pueda
reaparecer, él mismo o alguien del Frente para la Victoria, con un discurso a
lo Lilita Carrió, pero invertido. Como si Scioli se estuviera despidiendo del
traje de candidato seductor para colocarse el de representante de la oposición
a un gobierno nacional de Macri prácticamente ya electo.
La estrategia esperable de un candidato en el debate
previo a las elecciones sería que tratara de seducir a quienes podrían también
tener alguna simpatía con su contrincante. En un texto clásico del análisis del
discurso titulado La palabra adversativa. Observaciones sobre la
enunciación política, Eliseo Verón explicaba que en el campo discursivo de lo
político durante un debate se plantea una lucha entre enunciadores
donde “el desdoblamiento se sitúa en la destinación”: un destinatario positivo
y otro negativo. El vínculo con el destinatario positivo reposa en creencia
presupuesta de quien “participa de las mismas ideas, adhiere a los mismos
valores y persigue los mismos objetivos que el enunciador”, denominado
protodestinatario y a quien el enunciador podría llamar “nosotros”. El
destinatario negativo sería el contradestinatario y es un inverso del anterior,
a quien el enunciador llama “ellos”. Pero la parte más importante de la
audiencia de un debate político es aquella que no entra en ninguna de estas dos
categorías: el paradestinatario a quien el enunciador debe convencer apelando a
un discurso del orden de la persuasión. Polemizar con el contradestinatario
reforzará el vínculo con el protodestinatario, pero poco haría por convencer al
paradestinatario.
Esa fue la estrategia de Scioli, y las encuestas
–independientemente del resultado, donde todas coinciden en dar ganador a
Macri, aunque ahora son menos creíbles– muestran que Scioli estaría perdiendo
dos puntos en la tercera semana de noviembre (tras el debate y el
progresivo aumento de la virulencia discursiva de Scioli). Las encuestas
también muestran que salvo los votantes de Del Caño, los electores
consultados de todos los otros candidatos presidenciales de la primera vuelta
se vuelcan en mayor proporción a optar por Macri que por Scioli, incluso los
votantes de Adolfo Rodríguez Saá.
Durante el debate la kinestesia de Scioli lució nerviosa,
lo que los analistas del discurso llaman “un cuerpo no sincero”. Probablemente
se sintiera más cómodo ejerciendo el papel que representaba más
genuinamente su condición, porque es cierto que el padre de Macri fue más rico
que el de Scioli, pero sería desproporcionado calificar de pyme a la Casa
Scioli de electrodomésticos que alcanzó para ser socia de Romay en Canal
9, cuando siendo el único privado condensaba el rating que hoy suman El Trece
más Telefe. Scioli contó que iba a buscar a su novia Carmen Barbieri al teatro,
cuando ambos tenían 18 años, en una coupé Mercedes-Benz.
Es cierto que los gustos de Scioli siempre fueron más
populares, pero tampoco se podría decir que estemos frente a una confrontación
estética entre un grasa y un cheto porque Macri nunca fue considerado por las
familias tradicionales de la Argentina como un representante de su grupo
social, sino que siempre fue visto como el hijo de un inmigrante italiano que
hizo plata.
Pero más allá de lo que sean de verdad cada uno, es
probable que Scioli al calificar a Macri de un “creído de Barrio Parque” haya
comenzado a bautizar la época que viene. Y así como el menemismo fue “pizza con
champán”, y al ascenso económico de los kirchneristas lo sintetizó Puerto
Madero, quizás Barrio Parque pueda terminar siendo el símbolo del macrismo.
Hay una lucha entre lo estoico y lo hedónico, entre la
severa épica K y “la revolución de la alegría” de Macri
La confrontación de estilos entre Scioli y Macri pasa más
porque Scioli asume el papel estoico del sufriente, el que se esfuerza, supera
adversidades y todo le cuesta. Mientras que Macri, al que todo le fue saliendo
bien en la vida, es hedónico y le gusta el clima de fiesta.
Exageradamente la confrontación que los antiguos griegos
expresaban entre lo apolíneo (la moderación y la armonía) y lo dionisíaco (el
exceso, Dioniso es Baco para los romanos) y que Nietzsche interpretó libremente
como la lucha de la norma y lo racional (apolíneo) contra la embriaguez
creadora (dionisíaco).
Ya hace tres domingos la tapa de Perfil publicó las
conclusiones de neurocientíficos sobre la pulsiones reflexivas y emocionales
que impulsaban a los votantes de Scioli y de Macri respectivamente (http://e.perfil.com/mente-votante).
Mañana veremos si los argentinos finalmente se cansaron
de la severa épica K y prefieren la “revolución de la alegría”.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 21/11/2015 y publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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