Horas decisivas...
Busco mi destino. Amado Boudou. Dibujo: Temes
De cómo se resuelvan la suerte del vicepresidente y la
deuda depende gran parte del futuro político.
Fue
una muy mala semana para Amado Boudou. La declaración indagatoria que prestó
ante el juez federal Arel Lijo precipitó los hechos que han dejado expuestas
algunas de sus mentiras. La muy buena entrevista que le realizaron Ernesto
Tenembaum y Marcelo Zolotogwiazda en su programa de TN Palabras+, palabras-, no
hizo más que dejarlas al descubierto, lo cual empeoró aun más la delicada
situación del vicepresidente.
Los
que saben lo que pasó en el tercer piso del edificio de los tribunales de
Comodoro Py 2002 –donde tiene su despacho el juez federal Ariel Lijo– coinciden
en señalar que la exposición de Boudou fue pobre. Lo primero que llamó la
atención fue el bajo nivel de conocimiento que su abogado tenía tanto del
expediente como de la requisitoria del juez. Por eso, cliente y abogado
quedaron sorprendidos, lo que los obligó a pedir un cuarto intermedio no bien
se terminó la lectura de los cargos que pesan sobre la parte defendida. Una vez
comenzada su exposición, el vicepresidente hizo agua en varios de sus pasajes.
“Menos mal que no se televisó; se salvó de hacer un verdadero papelón”,
coinciden las “gargantas profundas” de tribunales, que saben al dedillo lo que
pasó en el despacho del juez el lunes pasado.
No
se vio nada de la pose de guapo que Boudou había exhibido en su raid mediático
en los días previos. No queda claro tampoco si llegó a comprender cabalmente
que en una causa judicial lo único que vale es lo que está escrito en el
expediente. Es posible, en cambio, que allí se haya dado cuenta de los malos
abogados que eligió para llevar adelante una causa que exige una calidad
profesional superior a la de quienes lo atienden. Vale recordar que son
letrados del estudio de Darío Richarte –ampliamente conocido por sus
vinculaciones con la Secretaría de Inteligencia–, que creen que todo este
escándalo se arregla con aprietes.
De todas maneras, no se dan por vencidos en
su afán de querer sacar al magistrado de la causa a base de carpetazos. El juez
Lijo tuvo una fina atención con el vicepresidente cuando, en el llamado a
indagatoria, le hizo saber detalladamente la trama de los hechos por los cuales
se lo está investigando. De todos modos, al hacerlo, expuso sólo una parte de
las evidencias en su contra, que se han venido recolectando laboriosamente a lo
largo de estos dos años que lleva la causa. Para mayor infortunio de Boudou, en
la semana que pasó apareció un elemento novedoso: la declaración del ex asesor
de gabinete de Ricardo Echegaray, Rafael Resnick Brenner. La descripción de la
reunión que dijo haber mantenido en el Ministerio de Economía con Guido
Forcieri, jefe de Gabinete del entonces ministro Boudou, y con José María Núñez
Carmona –su amigo y socio, que ahora parece no serlo tanto– para hablar del
asunto Ciccone, fue un golpe brutal para el vicepresidente. Se abrió allí un
nuevo frente de batalla. Hasta aquí, su pelea era contra los periodistas y
contra el juez.
Ahora es también contra Ricardo Echegaray. Imposible pensar que
Resnick Brener, actual director de la regional Salta de la AFIP, haya revelado
semejante información sin el conocimiento de su superior. Esto hace crujir al
Gobierno y causa preocupación dentro de sus filas. En sus manifestaciones
públicas, Boudou pretende aparecer como un mártir, categoría de la que lo
separa una galaxia. El problema adicional que tiene es que no termina de darse
cuenta de que se ha abierto una compuerta a través de la cual el cúmulo de
evidencias que va apareciendo en su contra deja sus mentiras expuestas a la
vista de todo el mundo.
Sobre Guillermo Reinwick, yerno de Nicolás Ciccone,
pasó de decir que no lo conocía a confesar que estuvo con él en una cena de
tres horas en compañía de Claudio Belocopitt, dueño de Swiss Medical, y Núñez
Carmona en el suntuoso Palacio Duhau (sic). Hasta el miércoles pasado, Boudou y
Núñez Carmona compartían el mismo abogado. Esto ha dejado de ser así a causa de
los intereses contrapuestos que han aparecido entre uno y otro. ¿Es creíble que
Núñez Carmona, que en todos los testimonios de los protagonistas clave de esta
bochornosa historia aparece mencionado como amigo del vicepresidente, lo haya
hecho sin que éste lo supiera?
La
Argentina enfrenta mañana una instancia decisiva en su larga disputa contra los
fondos buitre. La decisión de la Corte Suprema de Justicia de los Estados
Unidos es crucial. Un fallo adverso al país lo dejará en una situación de
default técnico, hecho que complicará su presente y su futuro económico. Por
ello, fue muy importante la tarea de la comisión multipartidaria de diputados
que pasó la semana en Washington hablando con congresistas de los dos partidos
estadounidenses, Demócrata y Republicano. En esas conversaciones, los
legisladores argentinos se encontraron con dos datos que marcan los errores de
la política exterior del kirchnerismo: el primero, el aislamiento del Gobierno;
el segundo, el acuerdo por la AMIA firmado con el régimen de Irán.
Será tarea
del presidente que asuma el 10 de diciembre de 2015 reconstruir la Cancillería.
Lo que está sucediendo allí es catastrófico. El copamiento que de la repartición
ha hecho La Cámpora ha dejado a la deriva aspectos elementales de una
conducción profesional de las relaciones exteriores. Por fortuna, el caso
argentino interesa a la administración del presidente Barack Obama, no por un
excesivo afecto hacia el actual gobierno, sino por una cuestión de necesidad:
un fallo de la Corte a favor de los fondos buitre sería malo no sólo para la
Argentina sino también para los otros países que debieron renegociar sus deudas
con bonistas tras la crisis económica de 2008-2009. Ahora se conoce, además,
que el secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, hizo gestiones a
favor del acuerdo que negoció Axel Kicillof con el Club de París. Habrá que ver
si la Presidenta recibió el mensaje.
La
economía, mientras tanto, sigue su curso desvaído. Las disputas entre Kicillof
y el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, han recrudecido. El
motivo ha sido el tope impuesto por el ministro a las tasas de interés de los
préstamos prendarios, personales y de las tarjetas de crédito. Claro que son
exorbitantes. El problema es que son consecuencia del proceso inflacionario,
que no cesa. Es lo que, como siempre, les cuesta comprender tanto a Cristina
Fernández de Kirchner como a Axel Kicillof, quienes siguen creyendo que todo se
arregla con la manipulación de las cifras que mes a mes da a conocer el Indek o
con los Precios Cuidados que, día tras día, aparecen más descuidados.
Producción
periodística: Guido Baistrocchi.
© Escrito por Nelson Castro el Domingo
15/06/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
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