San
Lorenzo-Huracán, ese patrimonio…
Autoridades de ambos clubes presentaron ante la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires un proyecto para que el clásico sea reconocido como Patrimonio Cultural. Aunque no se dispute en el inminente Torneo Final, el duelo sigue latiendo en las calles.
San Lorenzo y Huracán, protagonistas del llamado Clásico de Barrio más grande del mundo, realizaron una presentación conjunta ante la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en nombre de que el emblemático duelo entre ambos sea reconocido como Patrimonio Histórico y Cultural. Los impulsores del proyecto son el dirigente del club de Boedo, César Francis, y el ex presidente del club de Parque de los Patricios, Néstor Vicente.
En la
presentación ante las autoridades explican entre los motivos: "No hay duda
sobre la identificación con la ciudad que tienen ambas instituciones.
Representan realidades barriales que han sabido confundir sus fronteras y
también extenderlas pero que nunca dejaron de estar entrañablemente afincados
en Boedo y Parque de los Patricios. Ambas instituciones tienen lazos profundos
con la cultura y la música de la ciudad y su rivalidad nació de esa actitud
picante y sana con que el porteño vive los avatares de las patrias
futbolísticas que los definen. San Lorenzo y Huracán, Huracán y San Lorenzo,
son sinónimo de clásico, representan con sus centenarias historias, ribetes de
porteñidad indiscutibles, más allá que sus simpatizantes alberguen en la totalidad
del territorio nacional".
Y
agregan: "El clásico de San Lorenzo y Huracán tiene una riquísima historia
que se desarrolla en el campo de juego pero cobra vida en la mesa familiar o en
el bar de la esquina. En última instancia somos "primos" y por paradoja
porteña Homero Manzi, hincha de Huracán, le pone nombre a la esquina de San
Juan y Boedo, corazón ciudadano pintado de azulgrana".
Aunque
en el inminente torneo Final de Primera no habrá encuentro entre ambos, hay una
historia construida desde aquella primera década del Siglo XX. Este duelo fue
un paradigma del fútbol como espacio de pertenencia: el clásico entre San
Lorenzo y Huracán resultó siempre una fiesta de personajes irrepetibles, de
cracks repartidos, con el tango como inevitable música de fondo. Lo saben
quienes caminaron sus calles: allí, en esa geografía, sucedió la Navidad del
Tango; también en sus espacios secretos nacieron las mejores letras.
Desde
el primer encuentro, en 1915, se trató de una cita armónica en tiempos en los
que la cuestión de pertenencia geográfica delimitaba también pasiones. El Santo
y El Globo. Los de Boedo y los de Parque de los Patricios. Los Cuervos y los
Quemeros. Apodos entre primero, en definitiva. Nacieron vecinos, allá en 1908.
Barrios bravos, de laburantes, de empedrados nacientes, de construcciones
módicas, de almacenes que todavía fiaban, de bares que cobijaban desencantos.
Se criaron y crecieron como tales, bien cerca, con historias entrecruzadas, con
el encanto de la rivalidad sin enemigos. Los penosos enfrentamientos entre
barras nacieron luego, mucho más tarde, ya en los noventa. Pero ni asì pudieron
contra la mágica esencia.
La
Avenida La Plata fue territorio de estadios emblemáticos de ambos. La distancia
no excedía el puñado de cuadras, las fronteras se recorrían caminando sin
miedos y sin desprecios. Se miraron siempre de reojo, pero sin rencores ni
amenazas. Como primos, casi como hermanos en disputa sana. San Lorenzo le lleva
ventaja amplia en el historial y la AFA dice que en su territorio oficial le
lleva cómoda ventaja: 16 títulos contra 11, incluyendo Copas Nacionales. Los de
Huracán -sin comprobación- sostienen que son más leales y que nunca se fueron
del barrio. Es un caso de asombro: en el fondo se quieren, aunque elijan
siempre la derrota ajena. Detalles mágicos de la Ciudad de Buenos Aires, esa de
la que ya son Patrimonio Histórico.
© Publicado el Viernes 7/02/2014 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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