Ninguneadores...
COMPROMETEDORAS
VALIJAS. Dibujo: Pablo Temes.
Reclamos de unidad opositora. Las denuncias de corrupción
oficial son ahora más verosímiles para la ciudadanía. Los hitos de una protesta
popular cuyo crescendo eriza la piel del kirchnerismo: 13S, 8D, 18A. Es un
clamor que abarca igualmente a los opositores para quienes también hay
reproches. “Únanse” es la demanda que se escuchó en las calles y plazas de la
República en las que transcurrieron las manifestaciones.
Es un reclamo viejo que va en aumento en forma directamente
proporcional a la protesta contra el Gobierno; frente al cual, hasta aquí, los
opositores han hecho tan poco, como si no hubiesen hecho nada. Construir una
oposición sólida no es fácil ni sencillo, y se torna quimérico cuando entra a
jugar la hoguera de vanidades en la que sumergen sus egos muchos de sus
dirigentes.
El último ejemplo de esa lamentable puja se dio en 2009
luego de la elección legislativa que Néstor Kirchner perdió en la provincia de
Buenos Aires. No habían pasado 24 horas de terminado el comicio cuando las
disputas por espacio de poder entre Felipe Solá, Francisco De Narváez y
Mauricio Macri transformaron a la entonces denominada Unión-Pro en una
resonante desunión. Igual curso siguió el Acuerdo Cívico y Social que, pocos
días después de la elección, quedó transformado en un decepcionante desacuerdo.
El desafío para los opositores pasa entonces por demostrar si son capaces de
constituir una verdadera coalición y no un rejuntado.
La manifestación dejó al Gobierno pasmado. No esperaba tanta
gente ni un reclamo tan fuertemente concentrado en tres aspectos esenciales que
sacuden la actualidad política: no a la reforma judicial, no a la re-reelección
y no a la corrupción. Hay una realidad evidente: estos temas, que durante meses
ciñeron las disputas a los ámbitos de las estructuras políticas, ahora bajaron
a la calle.
La gente ha comenzado a padecer las consecuencias de esos
males. “La corrupción mata” ha dejado de ser una frase hecha y se ha
transformado en una dolorosa realidad: la tragedia de Once es un ejemplo; la
inundación en La Plata. A ello hay que agregarle el impacto de las denuncias
contra Lázaro Báez en el programa de Jorge Lanata. No darán abasto los
tribunales cuando haya fiscales y jueces con real intención de investigar la
corrupción en estos años de gestión kirchnerista. Los sobreprecios de la obra
pública están en boca de todos. El día que deje de ser ministro, es muy probable
que a Julio De Vido le lluevan citaciones judiciales. A muchos de sus
subordinados, también.
Báez no hubiera sido lo que es sin Néstor Kirchner. Y los
Kirchner no habrían amasado la escandalosa fortuna que hoy poseen si no
hubiesen accedido al poder. Muchos que ahora se animan a hablar recuerdan cómo,
para las campañas y otros “menesteres”, el ex presidente pedía que los
“aportes” se hicieran en euros.
La “conferencia de prensa sin preguntas” de Báez el viernes
en Río Gallegos comenzó con una apelación que las crónicas no recogieron y que
heló la sangre de varias de las pocas personas allí presentes. “Con muchos de
ustedes nos conocemos, el manejo de la información”, dijo el hombre que de
cajero del Banco de Santa Cruz pasó, en pocos años, a ser un potentado y a
quien la Presidenta le reprochó en estos días que para sus maniobras haya
elegido a personas tan desprolijas como Fariña, Elaskar y compañía.
“Báez está en la lona”, es la expresión que atraviesa la
inmensidad de Santa Cruz. Otra –una más de las tantas– que se ha reavivado por
estas horas en esa provincia es la historia del “camino hacia la nada”. Son
doce kilómetros de un camino prolijamente diseñado y asfaltado que, saliendo de
Puerto Deseado, termina en medio de la estepa patagónica. Iba a ser parte de un
polo industrial que hace años quedó en el olvido. El sobreprecio pagado por ese
“camino” indigna aún a muchos que no se resignan a que eso quede impune.
La Presidenta y su entorno piensan que esto se arregla con
el “relato”. El “relato” es una estrategia de poder consistente en creer que, a
la realidad, se la enfrenta ignorándola a través de un armado mediático
elaborado desde el poblado “Ministerio de Humo” con que cuenta el Gobierno. El
“Aló Presidenta” y los tweets de la Dra. Fernández de Kirchner, en los que
abunda la banalidad, son algunas de las herramientas de esa metodología de
progresiva ineficacia.
El Gobierno ha acentuado en las últimas semanas su perfil
absolutista, que responde a una concepción monárquica del poder. Es la antítesis
de la democracia. En las monarquías absolutistas hay un solo poder: el del rey
o la reina. Es lo que busca imponer el kirchnerismo con la reforma judicial. El
juez debe ser un súbdito del Poder Ejecutivo. Es justo al revés de lo que
proclama la Constitución Nacional, entre cuyos redactores estuvo la hoy
Presidenta. Es la misma Presidenta que, siendo senadora, el 24 de abril de 2002
dijo que “limitar los amparos era inconstitucional e inútil”. Es la misma
Presidenta que en 2006 propició la reducción del número de miembros del Consejo
de la Magistratura y la necesidad de que a los jueces se los elija por el voto
de los dos tercios de sus integrantes.
En este contexto, el ninguneo de la opinión diferente genera
un malhumor social que va en aumento, montado sobre una economía que ya no
tiene la bonanza de otros años. La actitud de mucha gente que el jueves decidió
marchar al Congreso, y los llamados que cruzan las redes sociales por estas
horas para que quienes se oponen a la reforma judicial se manifiesten frente a
la sede legislativa el día que se voten en diputados los proyectos aprobados
por el Senado, están marcando que la realidad política ha entrado en una nueva
dinámica. Así como el Gobierno escuchó a quienes les son afines –es el caso del
CELS–, hay un reclamo legítimo para que se escuchen y se atiendan las
peticiones de quienes no lo son. Esa es, al fin y al cabo, la esencia de la
democracia.
En uno de sus mensajes, la Presidenta dijo textualmente:
“Uno de los peores defectos de la condición humana es querer destruir al otro”.
Curiosa manifestación hecha por quien, hasta aquí, es lo que ha hecho y
ordenado hacer con aquellos que no coinciden con su pensamiento, sus ideas y
sus deseos.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 21/04/2013 y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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