sábado, 25 de noviembre de 2023

Eliminatorias Mundial 2026 de Estados Unidos, México y Canadá. Brasil 0 vs. Argentina 1... @dealgunamaneraok...

Con la cabeza de Otamendi, Argentina volvió a ganarle a Brasil en el Maracaná...


El defensor central se elevó más que todos para clavarla en el ángulo derecho de Becker, tras un tiro de esquina de Giovanni Lo Celso, a los 17 minutos del segundo tiempo para el 1-0, a la postre definitivo. El local, que además se quedó sin un histórico invicto en casa, terminó con uno menos por la expulsión de Joelinton. Una brutal represión de la policía a los hinchas argentinos retrasó media hora el inicio del encuentro.

© Publicado el miércoles 23/11/2023 por el Diario Jornada de la Ciudad de Trelew, provincia del Chubut, República Argentina.

Argentina terminó el año a toda orquesta con una victoria por 1 a 0 sobre Brasil en el mismísimo estadio Maracaná que significó quitarle ese récord de 65 partidos como local sin derrotas, desde que comenzaron las Eliminatorias Sudamericanas, y lo hizo después de un comienzo escandaloso en el que los futbolistas albicelestes se fueron al vestuario en señal de protesta por las agresiones que recibieron sus hinchas de parte de la policía local.


Imposible referirse a los 90 y pico de minutos del superclásico de las Américas sin hacer hincapié en lo sucedido antes de comenzar, porque por eso casi no hay partido y porque quiérase o no, condicionó lo sucedido dentro del campo cuando los capitaneados por Lionel Messi decidieron volver al mismo luego de marcharse al vestuario en señal de protesta por agresiones de la policía local a hinchas argentinos.

Messi, hoy recibido de "Gran Capitán", como alguno vez lo fue Daniel Passarella en el campeón mundial 1978, se llevó a sus compañeros al vestuario tras esos incidentes y por ello el encuentro comenzó casi media hora más tarde de lo previsto.

Y en ese tramo inicial del juego, con las emociones y tensiones a flor de piel, el andar del equipo argentino fue muy irregular, casi como si fuera una extensión del cotejo del jueves pasado frente a Uruguay en la Bombonera con derrota por 2 a 0.

Como si estuviera abruptamente sometido a una dinámica negativa, Argentina siguió fallando esencialmente en la mitad de la cancha, donde Lionel Scaloni decidió agregar un volante de juego más como Giovani Lo Celso para mutar de un 4-3-3 a un 4-4-2, para corregir justamente el déficit que en ese sector se había manifestado ante los de Marcelo Bielsa.

Claro que esto se producía ante un Brasil que, sin bien era local, se presentaba con nada menos que seis bajas principalísimas para el funcionamiento del equipo dirigido por Fernando Diniz.

Nada menos que Neymar, Vinicius, Casemiro, Danilo, Richarlison y el arquero Everton integran la media docena de ausencias que hoy azotan al conjunto verdeamarillo. aunque no parecieron notarse demasiado en ese primer período, pero más por impericia de ajenos que por virtudes de propios.

Parecía que el nuevo articulado del equipo argentino con Giovani Lo Celso por el delantero Nicolás González respecto de Uruguay y un Marcos Acuña más ofensivo que su relevado Nicolás Tagliafico, pese a las buenas intenciones no daban los resultados deseados.

Si esto fue así en la primera etapa, esa dinámica negativa descripta se agudizó en el comienzo del complemento, donde Brasil disfrutó en los primeros 10 minutos de sus mejores pasajes en el partido, sometiendo a Argentina a un asedio constante.

En ese lapso el local disfrutó de una posibilidad inmejorable para abrir el marcador en los pies de Gabriel Martinelli, pero otra vez apareció Emiliano Martínez con sus piernas extendidas como en la final del Mundial de Qatar ante el francés Randal Kolo Muaní para salvar "in extremis" al seleccionado argentino frente a Gabriel Martinelli .

Eso pareció ser como entonces todo un indicio para los dirigidos por Lionel Scaloni de que al tormentoso comienzo de su estadía en el Maracaná, la historia podía depararle algo bueno y hasta quizá histórico si se decidía a ir por todo.

Y allí fueron un Messi herido, al que debieron masajear de urgencia antes del final del primer tiempo, y sus fieles soldados, a jugársela como siempre ante una multitud de 69 hinchas brasileños que bramaban constantemente y hacían vibrar el Maracaná como había pedido ayer su técnico Diniz.

En eso andaba Argentina cuando esos duendes con los que comparten estos tiempos volvieron a aparecer y protegieron a quien más había sufrido y sido castigado tras la derrota con Uruguay: Nicolás Otamendi.

El defensor se fue al área brasileña a pura corazonada a los 18 minutos y convirtió justo en el partido en que llegó al quinto lugar entre los argentinos con más presencias en Eliminatorias Sudamericanas. 

Claro que esta inyección no le permitió sin embargo a Argentina adueñarse totalmente del desarrollo, porque si bien disminuido, Brasil fue a pelearle el partido con menos armas de lo acostumbrado pero mucha entrega para evitar que la tercera derrota en fila en estas Eliminatorias y la pérdida del invicto como local no se concretara justamente hoy en el Maracaná. 

Pero cuando todo se había vuelto a emparejar y hasta Lionel Messi, sentido, le había dejado la cinta de capitán a Ángel Di María, que así pasó a secundarlo en presencias en Eliminatorias con 52 partidos, otra vez esos duendes aparecieron representados por un codazo del recién ingresado Joelinton a Rodrigo De Paul, la figura del encuentro, que dejó ahora sí totalmente disminuido al local, mientras Argentina se ilusionaba firmemente con hacer otra historia grande en el Maracaná.  

Y fue nomás, con Brasil perdiendo su invicto de 65 partidos desde que comenzaron las Eliminatorias jugando como local. Y Argentina cerró así otro año a lo grande, porque la "Scaloneta" lo hizo otra vez. 

Y fue otra maracanada mas de esta Argentina cuyos jugadores fueron a saludar a los hinchas en el mismo lugar donde los habían defendido dos horas antes.

SÍNTESIS:

BRASIL: 0 

Alisson Becker; Emerson, Marquinhos, Gabriel y Carlos Augusto; André, Bruno Guimarães, Raphinha y Rodrygo; Gabriel Martinelli y Gabriel Jesús. DT: Fernando Diniz.

ARGENTINA: 1 

Emiliano Martínez; Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi y Marcos Acuña; Rodrigo de Paul, Enzo Fernández, Alexis MacAllister y Giovani Lo Celso; Lionel Messi y Julián Álvarez. DT: Lionel Scaloni.

GOL. ST17m. Otamendi (A). 

CAMBIOS. ST
Al comenzar Nino por Marquinhos (B); 20m. Nicolás Tagliafico por Acuña (A), 24m. Leandro Paredes por Enzo Fernández (A) y Nicolás González por Lo Celso (A), 26m. Endrick por Raphinha (B) y Joelinton por Jesús (B), 32m. David Luiz por Guimarães (B),y Raphael Veiga por Martinelli (B), Ángel Di Maria por Messi (A) y Lautaro Martinez por Alvarez (A). 

AMONESTADOS: 
Gabriel Jesús, Raphinha y Carlos Augusto (B). 

INCIDENCIAS: 
38m. del segundo tiempo expulsado Joelinton (B). 

ÁRBITRO: 
Piero Maza (Chile). 

ESTADIO: 
Maracaná (Río de Janeiro). Público: 70 mil espectadores.










   

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Entrevista a Eduardo Rinesi. Las razones y los votos…

 Entrevista a Eduardo Rinesi. Las razones y los votos…


Eduardo Rinesi

¿Cómo se explica el resultado del balotaje? Lejos del recurso fácil del desprecio o la simplificación, el politólogo apuesta a interrogar el sentido del sufragio a favor de Milei.

© Escrito por Osvaldo Aguirre el miércoles 22/11/2022 y publicado en la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

A horas de la elección que consagró a Javier Milei y Victoria Villarruel como presidente y vicepresidenta de la Argentina los análisis resultan provisorios. El triunfo de La Libertad Avanza estaba dentro de las previsiones, pero no con la cantidad de votos que obtuvo. En la coyuntura, Eduardo Rinesi destaca la necesidad de evitar explicaciones apresuradas y de reflexionar «sin desprecios fáciles a la inteligencia y a la moralidad de los demás y con disposición a revisar nuestros propios modos de pensar».
Rinesi fue rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento, donde actualmente es Consejero Superior y dirige la Carrera de Especialización en Filosofía Política; también integró el espacio Carta Abierta, es docente en la Universidad Nacional de Córdoba y en el Colegio Nacional de Buenos Aires y ha publicado numerosos libros sobre teoría social y filosofía política. «Enfrentamos un programa de gobierno que tendrá consecuencias destructivas para la vida social argentina», advierte.

–Después del último debate entre los candidatos hubo una expectativa por las chances de Massa que finalmente hizo más categórico el resultado de la elección. ¿Cómo observas la composición del voto a Milei?
–Está claro que hay muchas cosas que no vimos. Una es la que vos decís: el salto entre los argumentos presentados en un debate y la decisión de voto de la gente. Otra: creo que nos dejamos entusiasmar por el hecho de que una cantidad de organizaciones, instituciones y colectivos se habían expresado muy contundentemente en contra de Milei y en muchos casos a favor de Massa, porque pensamos que esas manifestaciones iban a determinar las decisiones individuales de los miembros de esos colectivos, o expresaban sus opiniones personales, mucho más que lo que lo hicieron. Fue un latiguillo repetido el de que a Milei lo votaban los repartidores de pizza; pero eso no explica el 55% de los votos con los que ganó.

–¿Qué se agregó a esa base de votantes?
–Todo esto es en borrador, a horas del escrutinio. Pero me parece que hay que sumar a lo que ya sabemos sobre la «desafiliación» de mucha gente (la palabra es de Robert Castel, y entre nosotros la usó Denis Merklen para pensar el 2001 y el 2002) respecto a las formas más estructuradas del mundo laboral, político o social, otra cosa que tal vez podamos llamar la «desafección» de millones de personas que sí forman parte de esas estructuras, pero que no necesariamente piensan o actúan como las declaraciones públicas de las dirigencias de esos colectivos nos podrían hacer pensar que deberían hacerlo. Digo: ni los hinchas de fútbol votaron como parecía sugerir que iban a hacerlo la declaración de la dirigencia de la AFA ni los estudiantes y los trabajadores de nuestras universidades votaron como parecía indicar que iban a hacerlo según la declaración que sacó el Consejo Interuniversitario Nacional.

«No diría que este es un país de desmemoriados, de reaccionarios ni de tontos. El voto en esta elección debe ser motivo de una reflexión mucho más serena.»

–¿Qué votó el que eligió a Milei?
–No lo sé. Sí sé que debemos evitar suponer que votó un sinsentido. El voto a Milei hacía, hizo, todo el sentido para quienes lo eligieron. No supongamos que nosotros podemos responder a la pregunta por el sentido de lo que votamos al elegir a Massa con una respuesta razonable y que los que eligieron a Milei no pueden responder a la pregunta por el sentido de lo que votaron sino con insensateces. Preguntémosles. Cuando andamos por la historia suponiendo que las únicas razones son las nuestras, nos pegamos sorpresas como esta que nos acabamos de pegar, que nos llevan a condenar rápidamente como irracionales o ignorantes de sus verdaderos intereses a quienes nos revelan que el mundo era más complicado que lo que creíamos.

–En el Día de la Soberanía Nacional, Milei anunció que privatizará Aerolíneas, YPF y los medios públicos. Nadie puede decir que no cumple una promesa.
–Ese anuncio, en efecto, no nos sorprende. Lo que me parece, ya que aludís a la idea de soberanía, es que vale la pena preguntarnos por el sentido de lo que dice Milei cuando dice la palabra que funciona como eje central de su discurso: la libertad, a la que piensa en los términos de un anti-estatalismo extremo, que es el que busca realizar con estas privatizaciones que ha anunciado y, más en general, con la fuerte reducción de las funciones del Estado que se propone llevar adelante. El problema es que en el modo en que solemos pensar la idea de libertad, que hereda las grandes tradiciones liberal, democrática y republicana, la libertad requiere y no rechaza, en su defensa, la intervención del Estado. Si creemos, como nosotros creemos, que nadie puede ser libre en un país que no lo es, para que haya libertad de los individuos tiene que haber libertad colectiva del pueblo, es decir, soberanía. Ahora: Milei no cree eso (y esto es lo que tenemos que discutir con él), porque no sostiene su idea de libertad sobre ninguna de esas tres tradiciones que mencioné, sino sobre un libertarianismo radicalmente individualista que expulsa a la noción misma de comunidad de su pensamiento.

«Fue un latiguillo repetido el de que a Milei lo votaban los repartidores de pizza; pero eso no explica el 55% de los votos con el que ganó.»

–¿Qué dice la elección de un candidato de ultraderecha acompañado de una negacionista de la dictadura en el marco de los 40 años de democracia?
–La pregunta es si algo de los grandes consensos que se fueron construyendo a lo largo de estos años corre el riesgo de resquebrajarse. Si atendemos a la superficie de los discursos de Milei y de Villarruel, diría que sí. Sin embargo, no me apuraría, y esperaría a ver qué dice sobre este asunto en particular (sobre todo si el presidente electo quiere llevar al plano de las políticas públicas las consecuencias de sus postulados sobre estas materias) una ciudadanía que no me parece que haya olvidado esos consensos. Se dijo mucho en estos últimos días: el voto a un candidato no supone necesariamente la adhesión a todos y cada uno de sus postulados. Creo que Milei no lo ignora. De hecho, sus primeras declaraciones y decisiones no se refirieron a estos temas, sino más bien a la orientación que quiere dar a la política económica.

–También habló de volver a la Argentina del siglo XIX, como su utopía de Gobierno.
–La Argentina del siglo XIX quiere decir la Argentina anterior a 1916. El rechazo de Milei a los grandes partidos democráticos de masas es mucho más furioso que el de Macri. La Argentina a la que quiere volver no es la anterior al peronismo: es la anterior al voto universal. Su utopía es la de la república conservadora de la generación del 80, que es desde donde lee, por cierto, muy sesgadamente las ideas de la generación del 37 en general, y de Alberdi en particular.

«Para que haya libertad de los individuos tiene que haber libertad colectiva del pueblo, es decir, soberanía.»

–El programa del nuevo Gobierno supone también volver a la universidad anterior a la Reforma de 1918. ¿Es posible?
–Las ideas que viene anunciando Milei sobre la Universidad implican, en efecto, un gran retroceso, y son además contrarias a una ley de la nación, la de Educación Superior, reformada en 2015, que indica que no se puede cobrar por garantizar el ejercicio de lo que esa misma ley considera un derecho universal. El problema es que Milei no cree en los derechos. O solo cree (mucho: lo repite todo el tiempo) en uno, que es el derecho a la propiedad privada, que es un derecho raro, porque, en la organización actual del mundo, no es, justamente, un derecho universal, sino un derecho particular… de los propietarios. El derecho a la educación superior, en cambio, sí es un derecho universal, que es o que tiene que ser de todo el mundo, y que para que lo sea de manera efectiva y cierta reclama la intervención activa del Estado. Milei no cree que eso esté bien. El pequeño problema que tiene es que eso no es una idea de algún loquito suelto: es lo que dice el texto de una ley. Hago votos porque el Gobierno que se inicia administre el país en el respeto de las leyes.

Hotel Libertador. Primer discurso de Javier Milei tras su consagración como presidente electo. Fotografía: Télam


–Milei plantea un programa económico que remite a épocas traumáticas del pasado reciente y reivindica a Margaret Thatcher, con lo que significa respecto de Malvinas. ¿No importa la experiencia histórica en el voto?
–A pocas horas de la elección no me apuraría a decir que este es un país de desmemoriados, de reaccionarios ni de tontos. El voto en esta elección debe ser motivo de una reflexión mucho más serena. Y que debemos hacer sin automatismos del pensamiento. El pasado al que nos referimos cuando reclamamos tener memoria no forma parte de la experiencia vital de la enorme mayoría de los argentinos y de las argentinas. No me parece que debamos suponer que todo sujeto que fue a votar sea un conocedor de la historia de la Argentina anterior a su nacimiento, y eso no debe ser motivo de una rápida condena, sino de una reflexión. En todo caso, deberemos preguntarnos qué hemos hecho en relación con la transmisión de esa historia.

–¿Cómo podría comenzar la reflexión?
–Sin autocomplacencias, sin coartadas, sin desprecios fáciles a la inteligencia y a la moralidad de los demás y con disposición a revisar nuestros propios modos de pensar. Porque es cierto que fue difícil ser oficialismo en medio de la pandemia y de la sequía, es cierto que fue duro administrar un país con la deuda que el Gobierno anterior le había dejado y es cierto que la ultraderecha es un fenómeno global. Pero estas obviedades no deberían agotar nuestra reflexión: si no avanzamos un poco más que esto, estamos fritos.

–Los libertarios parecen moverse con consignas que clausuran la discusión antes que con discursos. ¿Cómo se puede debatir en esa escena?

–El Gobierno que tendremos será un Gobierno fuertemente doctrinario, que tiene un programa y que tiene una teoría. Tiene frases eficaces, desde luego, como las tuvo el peronismo y como las tiene toda fuerza política que se precie. La política siempre tiene algo de consignismo. Me cuidaría de pensar que enfrentamos un conjunto de frases sueltas y delirantes. Enfrentamos un programa que tiene una teoría. Una teoría que me parece que está mal, y cuya aplicación tendrá consecuencias que van a ser muy destructivas para la vida social argentina. Pero no diría que estamos apenas ante un conjunto de frases vacías. Eso sería muy autocomplaciente, y de autocomplacencia ya tenemos bastante. 

lunes, 20 de noviembre de 2023

Darcy Ribeiro. La llama de la utopía… @dealgunamaneraok...

La llama de la utopía…

Darcy Ribeiro.

La conmemoración del centenario de Darcy Ribeiro realza la contribución del antropólogo a la sociología y a la educación.

© Escrito por Diego Viana en la Edición Nº 320 del mes de Octubre de 2022 y publicado en la Revista Pesquisa FAPESP, en la Ciudad de San Pablo, República Federativa del Brasil.

Darcy Ribeiro en su casa de Río de Janeiro, en una fotografía tomada en 1995. Luciana Whitaker / Folhapress.

En una de sus últimas entrevistas, el antropólogo Darcy Ribeiro (1922-1997) relató que había huido del hospital donde se sometía a un tratamiento contra el cáncer para terminar el libro que consideraba el punto culminante de su obra: O povo brasileiro, El pueblo brasileño (Companhia das Letras, Fondo de Cultura Económica), publicado en 1995. En la misma entrevista, reconocía que era un hombre de “múltiples facetas”: fue etnólogo indigenista, antropólogo, educador, gestor público, político militante y novelista. Pero decía haber fracasado en su misión de hacer de Brasil todo lo que “podría ser”.

En el centenario de su nacimiento, que viene conmemorándose en todo el país, se ha celebrado su legado. La Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj) declaró a 2022 como “Año Conmemorativo de Darcy Ribeiro” y ha programado diversos eventos. En marzo, el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de São Paulo (IEA-USP) realizó un seminario sobre su influencia en la educación brasileña. La Universidad de Brasilia (UnB), de la cual el antropólogo fue uno de sus fundadores, vinculó las celebraciones por su 60º aniversario con el centenario de su primer rector. En el campo editorial, el libro autobiográfico Testimonio, publicado originalmente en 1990, está siendo reeditado en portugués por la editorial Record, con un prólogo del periodista Eric Nepomuceno. Por su parte, la editorial Elefante publica Os futuros de Darcy Ribeiro [Los futuros de Darcy Ribeiro], organizado por el sociólogo argentino Andrés Kozel, de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), y por el politólogo Fabricio Pereira da Silva, de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro (Unirio).

En el auditorio Dois Candangos, Ribeiro participa en la inauguración de la UnB, en abril de 1962. Archivo Central de la Universidad de Brasilia.

“Darcy Ribeiro, es una figura fascinante y uno de los autores latinoamericanos que más futuros ha proyectado. En algunos de sus textos, él parece hacer comentarios en voz alta sobre las alternativas, utópicas y distópicas, para Brasil y América Latina”, dice Pereira da Silva. “Este es un momento excelente para revisar sus ideas, sus utopías y sus proyectos”.

Oriundo de Montes Claros (Minas Gerais), Darcy Ribeiro se graduó en ciencias sociales en la Escuela de Sociología y Política de São Paulo, en 1946, bajo la dirección del etnólogo alemán Herbert Baldus (1899-1970). Baldus lo envió a trabajar con el mariscal Cândido Rondon (1865-1958) en el Servicio de Protección al Indígena (SPI), donde permaneció desde 1947 hasta 1955. En ese lapso, se dedicó a la etnografía de los pueblos indígenas, entre ellos los kadiwéus, los káingangs y los bororos. Junto a los hermanos Cláudio (1916-1998) y Orlando Villas-Bôas (1914-2002), participó en la creación del Parque Indígena de Xingú, en 1952. A partir de esa experiencia, publicó sus primeros libros, intitulados Línguas e culturas indígenas no Brasil [Lenguas y culturas indígenas en Brasil] y Arte plumária dos índios Kaapor [Arte plumario del pueblo Ka’apor], ambos en 1957.

El antropólogo antes de la mesa redonda “Educación: ¿Territorio libre u ocupado?”, realizada en la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia, en São Paulo (1988). Niels Andreas / Folhapress

“Fue durante su labor de campo, como profesional del SPI, que desarrolló sus conceptos sobre la cuestión indígena y el pueblo brasileño. Las bases teóricas de su obra, en gran parte, se formaron durante ese período”, dice la historiadora Carolina Arouca Gomes de Brito, de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz). En un informe presentado a la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura (Unesco), en 1952, Ribeiro criticaba la noción de que hubo una asimilación pacífica de los indígenas a la población brasileña, demostrando que la conformación de Brasil se produjo a través del exterminio de los pueblos originarios.

Su carrera como educador comenzó en la Escuela Brasileña de Administración Pública, de la Fundación Getulio Vargas, en Río de Janeiro, donde durante dos años enseñó etnología brasileña. Por la misma época, participó en la fundación del Museo del Indio, en 1953 y, dos años más tarde, en la creación de la primera carrera de posgrado en antropología cultural en Brasil. Tras dejar el SPI, fue docente en la Universidad de Brasil, la actual Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). En ese período, desarrolló trabajos con el pedagogo Anísio Teixeira (1900-1971), uno de los referentes principales de la educación en Brasil y defensor de la educación básica integral (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 303). Su influencia perduraría durante toda la trayectoria de Darcy Ribeiro y se concretaría en el proyecto de los Centros Integrados de Educación Pública (Ciep), escuelas de tiempo completo creadas en Río de Janeiro en la década de 1980. Por entonces, el gobernador era Leonel Brizola (1922-2004) y Ribeiro, su vicegobernador.

En el exilio, Darcy Ribeiro se dedicó al ambicioso proyecto de una “antropología de las civilizaciones”

El acercamiento entre Ribeiro y Brizola ocurrió en la década de 1960, cuando el antropólogo mineiro ingresó a la política nacional. Fue ministro de Educación durante el período parlamentario del gobierno de João Goulart (1919-1976). Cando se reinstauró el sistema presidencial, fue Jefe de Gabinete de la Presidencia de la República. Tras el golpe de Estado de 1964, sus derechos políticos le fueron revocados. Durante la dictadura militar (1964-1985), el antropólogo vivió 12 años fuera de Brasil. Fue un período determinante para la consolidación de su pensamiento, según el propio Ribeiro, quien se refirió al exilio como el momento en el que se descubrió a sí mismo como latinoamericano. En los países por los que pasó –Uruguay, Venezuela, Chile, Perú, Costa Rica y México–, participó en proyectos de creación y reforma de universidades, además de ejercer la docencia en diversas instituciones.

En Uruguay, Ribeiro conoció la obra del sociólogo e historiador Manoel Bomfim (1868-1932). El autor de A América Latina: Males de origem [Latinoamérica. Males de origen] (editorial Garnier, 1905) se convirtió en uno de sus referentes principales, por oponerse a las teorías sociales y raciales de su época al afirmar que la causa de los problemas de Brasil no era su diversidad étnica, sino la propia lógica de la colonización. “Bomfim escribió durante la época de la eugenesia, pero ya rebatía los supuestos basados en la inferioridad de razas”, apunta la socióloga Adélia Miglievich-Ribeiro, de la Universidad Federal de Espírito Santo (Ufes). “También hacía hincapié en que el camino para superar cualquier atraso residía en la capacidad de emanciparnos del colonialismo y afirmarnos como nación soberana. En definitiva, proponía un amplio proyecto de educación nacional”.


En lo que actualmente es territorio de Mato Grosso do Sul, el antropólogo pintado a la usanza kadiwéu, en 1947. Fundación Darcy Ribeiro.

En el exilio, Ribeiro se dedicó al ambicioso proyecto intelectual de una “antropología de las civilizaciones”. En 1968, publicó El proceso civilizatorio (original de editorial Civilização Brasileira). En 1970, Las Américas y la civilización (en portugués por editorial Civilização Brasileira) y Los indígenas y la civilização (en portugués por editorial Vozes). También como parte del mismo afán teórico, publicó Los brasileiros: teoría de Brasil (en portugués por editorial Vozes, 1972) y El dilema de América Latina (en portugués por editorial Paz e Terra, 1978). En Las Américas y la civilización, el antropólogo propone una clasificación de las poblaciones del continente de acuerdo con el vínculo que tuvieron con la colonización. A los grupos humanos que simplemente pudieron reproducir su modo de vida europeo del otro lado del Atlántico, como ocurrió en el norte de Estados Unidos, en Canadá y en algunos lugares de Argentina, los denomina “pueblos trasplantados”. A los descendientes de los imperios precolombinos, que principalmente se encontraban en México y en Perú, los llama “pueblos testigos”.

Por último, están los “pueblos nuevos”, en países tales como Cuba, Venezuela, Colombia y Brasil. Estos se formaron a través de un proceso de transmutación de las identidades antiguas. Esta idea reaparecerá en El pueblo brasileño, bajo la forma de lo que llamó “nadiedad”, un concepto que describe la formación de la población brasileña a partir del encuentro violento entre los europeos y los pueblos originarios. Estos últimos buscaban convertir a los recién llegados en parientes promoviendo los casamientos entre colonizadores y mujeres indígenas, el denominado “cuñadismo”. Sin embargo, los hijos de esas relaciones renegaban de la cultura de sus madres y aspiraban a la de los padres, que no era accesible para ellos, según el antropólogo. La misma violencia iba a producirse más tarde entre los africanos traídos a la fuerza, a los que se les impedía continuar con sus linajes en la nueva tierra.

“El pueblo brasileño presenta una historia de horribles padecimientos: colonialismo, aniquilación de los negros y los indígenas, violencia contra la mujer, usurpación de tierras, destrucción de patrimonios culturales”, dice Miglievich-Ribeiro. “En Darcy Ribeiro ardía la llama de la utopía y creía que de esa “nadiedad” surgiría algo nuevo. Pero esto no sucede naturalmente. Desde su punto de vista, solo a través de la lucha política podemos superar esta condición subalterna”.


Entre los urubu-kaápor, en Maranhão. Fundación Darcy Ribeiro

La crítica al colonialismo, el análisis de los pueblos latinoamericanos y la valoración del punto de vista indígena hacen de la obra de Darcy Ribeiro una fuente de inspiración para los investigadores del campo de los estudios poscoloniales y decoloniales, según Pereira da Silva, quien cita como ejemplos al semiólogo argentino Walter Mignolo y a la teórica cultural estadounidense Gloria Anzaldúa (1942-2004). “Se trata de relecturas y apropiaciones, porque cuando él publicó estos términos no se utilizaban. La tendencia al evolucionismo y al eurocentrismo de sus primeros años dio lugar, en el exilio, a un enfoque más diversificado, en el que América Latina aparece como un polo civilizatorio”, dice.

Pereira da Silva también identifica la influencia de Darcy Ribeiro en las concepciones de América Latina que hacen hincapié en el carácter plurinacional del continente y el derecho de los pueblos originarios a la autodeterminación. En las obras de su juventud, el antropólogo sostenía que el avance de la colonización y el mestizaje condenarían a los aborígenes a la desaparición. Sin embargo, a partir de la década de 1970, comenzó a identificar el surgimiento de movimientos de resistencia y afirmación de la identidad de los indígenas en varios países, entre ellos Brasil.

“Nota que los pueblos indígenas desarrollan identidades nacionales. No van a desaparecer. Entonces empieza a pensar en términos de países con varias nacionalidades, como federaciones. Esto anticipa el debate sobre la plurinacionalidad que se desarrollará en Bolivia y en Ecuador, desembocando en procesos constitucionales, como el que está teniendo lugar en Chile”, dice.


El 15 de marzo de 1995, cuando recibió el título de doctor honoris causa de la institución, el campus de la UnB pasó a llamarse Darcy Ribeiro. Archivo Central de la Universidad de Brasilia.

Para Miglievich-Ribeiro, aunque Darcy Ribeiro adoptó formas de pensamiento que lo diferenciaban de las corrientes principales del poscolonialismo, como la pretensión de explicar fenómenos universales, el eje de su proyecto es similar al de otros precursores de esta vertiente, como los martiniqueses Frantz Fanon (1925-1961) y Aimé Césaire (1913-2008). “Todos ellos intentaron crear una narrativa basada en los que vivieron la experiencia de la explotación colonial”, resume. “Lo que los une es la comprensión de que los pueblos latinoamericanos fueron moldeados por el colonialismo. Son estudiosos que no aceptan el universalismo europeo como explicación del mundo”. En 1976, Darcy Ribeiro regresó a Brasil y añadió una nueva faceta a su obra: la de novelista. Publicó Maíra (en portugués por editorial Brasiliense, 1976), una novela profundamente basada en su experiencia como etnólogo. A ella le siguieron El mulo (en portugués por Nova Fronteira, 1981), Utopía salvaje (en portugués por Nova Fronteira, 1982) y Migo (en portugués por Guanabara, 1988).

Pese a haber sido rector, fundador y reformador de universidades, Ribeiro desarrolló la mayor parte de su carrera fuera de las instituciones universitarias brasileñas. Empero, jamás dejó de reflexionar sobre su proyecto de educación superior. Publicó libros tales como La universidad necessária (en portugués por Paz e Terra, 1969) y La universidad latinoamericana (Biblioteca, 1971), donde expuso su proyecto basado en la interdisciplinariedad, la inversión en la investigación científica avanzada, el compromiso social y la participación del alumnado en la toma de decisiones.

Brito, de la Fiocruz, describe al proyecto de la UnB como un “centro multidisciplinario de formación académica, un precepto que aún hoy se considera vanguardista en el escenario de las universidades brasileñas”. Según Pereira da Silva, el proyecto de Darcy Ribeiro para las universidades no prosperó. De todas maneras, algunas instituciones como la Universidad federal del ABC (UFABC) y la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (Unila), en Foz de Iguazú (Paraná), incorporaron parte de sus ideas. “Estas instituciones se inspiraron en el proyecto de la UnB, abortado por el golpe de Estado de 1964”, dice. Entre las innovaciones figuran el ciclo básico al comienzo de la carrera y el formato de institutos interdisciplinarios, en lugar de los departamentos dedicados a una disciplina clásica.

Como vicegobernador de Río de Janeiro, entre 1983 y 1987, además de los Ciep, proyectó la Universidad Estadual del Norte Fluminense (Uenf) con sede en Campos dos Goytacazes, que sería fundada en 1991. Este mismo año, resultó electo senador por el PDT [Partido Democrático Laborista], cargo que ocupó hasta su muerte. Darcy Ribeiro estuvo casado con la antropóloga Berta Gleizer Ribeiro (1924-1997) entre 1948 y 1975 y con la diseñadora Claudia Zarvos, de 1978 a 1990.

Artículos científicos

BRITO, C. A. G. de. Integração não significa assimilação. O estudo de Darcy Ribeiro para a Unesco na década de 1950. Acervo. v. 34, n. 2. 2021.

MARTINAZZO, C. J. et al. A atualidade do diagnóstico e da crítica de Darcy Ribeiro (1922-1997) à educação brasileira. Cadernos de História da Educação. v. 19, n. 2. 2020.

MIGLIEVICH-RIBEIRO, A. y ROMERA JR., E. Revista Interinstitucional Artes de Educar. v. 3, n. 2. 2017.

MÜLLER, H. D. C. M. A universidade necessária: Desenvolvimento nacional e produção científica. Rebela. v. 10, n. 1. 2020.

OLIVEIRA, J. P. Proteger os índios e descolonizar a pesquisa: Darcy Ribeiro como antropólogo. Revista Mundaú. n. 8. 2020.​

Libro

KOZEL, A. y PEREIRA DA SILVA, F. (org.). Os futuros de Darcy Ribeiro. São Paulo: Elefante, 2022. 

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domingo, 19 de noviembre de 2023

Por una renovada esperanza… @dealgunamaneraok...

Por una renovada esperanza…  

Leudando… Dibujo: Pablo Temes.

Hoy por la noche la Argentina tendrá un nuevo presidente. Ojalá que también se renueve la confianza de la sociedad.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 18/11/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

A la hora de escribir esta columna la única certeza existente en medio de la navegación por las procelosas aguas del proceso electoral que culmina hoy es que, gane quien gane, en el horizonte se avizoran tiempos duros para la Argentina. 

Lo saben los que vayan a votar por Sergio Massa, lo saben los que vayan a votar por Javier Milei, lo saben los que vayan a votar en blanco o impugnar el voto y lo saben los que no vayan a votar. Es producto de lo que representan los dos candidatos: Milei, un salto al vacío; Massa, la profundización del abismo. Los dos han protagonizado la peor campaña electoral de la que se tenga memoria desde la recuperación de la democracia en 1983. A lo largo de este fatigoso e interminable devenir electoral hubo escasez de ideas y superabundancia de agresiones y riñas. La última la vimos todos el domingo pasado durante el debate entre los dos candidatos. Llamar debate a lo que se vio la noche del domingo pasado es absolutamente incorrecto. El candidato de Unión por la Patria con su soberbia y el libertario con sus incongruencias dieron un espectáculo penoso. Resultó ser absolutamente incongruente con la lógica política que Milei no haya puesto sobre la mesa el tema de la inflación, o el tema del escándalo por el espionaje ilegal o de la corrupción en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires que toca a dos dirigentes de directa relación con Massa. 


Tan extraño fue que, sumado a otro burdos errores de campaña cometidos no solo por la candidata a la vicepresidencia, Victoria Villarruel, como así también por la diputada Lilia Lemoine, no fueron pocos los que comenzaron a hacerse una única pregunta: ¿quiere Milei realmente ganar las elecciones?  

La opción entre dos malos candidatos define el estado de situación de la política argentina. Es la constatación de una decadencia que, elección tras elección, se acentúa. No es un fenómeno exclusivo de nuestro país. Lo padecen también las grandes democracias. Esa decadencia, que tiene profundas consecuencias sociales y económicas, atenta contra la solidez del mismísimo sistema democrático y de los valores republicanos, dando pie así a la aparición de líderes con aires mesiánicos cuyo principal valor es ser supuestamente antisistema. El caso de los Estados Unidos es el más paradigmático. Donald Trump es lo más parecido a lo que representan muchos de los dirigentes vernáculos: corrupto, despectivo, despreciativo del orden legal, intolerante con las críticas y ávido de alcanzar el poder absoluto. Lo notable de todo ello es el acompañamiento social que logran, el cual se mantiene incólume no importa cuántos delitos cometan y con cuánta evidencia se los muestre a la parte de la sociedad que los apoya y los vota. En la primera mitad de los años 50, durante el apogeo del general Juan Domingo Perón, circulaba un dicho que grafica a la perfección lo antes dicho que decía así: “Aunque sea un ladrón, lo votamos a Perón”. 

Sergio Massa es un mal candidato; Javier Milei, también. Particular encrucijada esta en la cual se encuentra la sociedad. Elegir entre dos malos nunca puede ser bueno. La teoría del mal menor suena a consuelo vano. Los malos son, al fin y al cabo, siempre malos. 

Milei representa un salto al vacío. Hay que reconocerle que siempre dijo lo que iba a hacer en caso de llegar al poder. Sus premisas esenciales estuvieron expuestas desde un principio. Nunca cambiaron más allá de algún maquillaje que hubo en el último tramo de su campaña. Lo que no dijo fue cómo lo iba a hacer. En todas ellas hubo un dejo de disparate y de irrealidad. Desde la dolarización hasta el tan mentado cierre del Banco Central pasando por la venta de órganos. A ese dejo de disparate contribuyeron no solo el candidato, sino también algunos de sus acólitos más relevantes. En esa nómina “sobresalieron” Victoria Villarruel, candidata a vicepresidenta, Diana Mondino, mencionada como eventual canciller y la diputada Lilian Lemoine. Para subrayar también fue el fugaz romance político con Luis Barrionuevo, un engaño en el que el candidato libertario cayó con la ingenuidad de un amateur.  

Sergio Massa es alguien que ha hecho de la mentira un evangelio. Es, además, el representante genuino de un fracaso: su gestión al frente del Ministerio de Economía ha llevado al país a sufrir la peor inflación de los últimos treinta años. Desde ese punto de vista, es un verdadero rara avis: no hay registro de un ministro que, habiendo llevado adelante una gestión tan mala, haya tenido la posibilidad real de ser electo presidente. A la mentira le agrega su falta de escrúpulos. La última muestra de esto la dio el jueves en el acto de cierre de campaña. Lo hizo en un colegio público –el Carlos Pellegrini– con menores de edad. La degradación cultural de la Argentina es tan grande que no muchos han advertido la dimensión de lo que eso significa. La escuela es un lugar sagrado que nunca debe ser usado para el adoctrinamiento. El acto se desarrolló en horario de clase con el consentimiento del rector del colegio. Seguramente habrá entre sus alumnos quien no comulga con la ideas de Massa más allá de simpatizar –o no– con Milei. El acto exhibió a pleno la cultura de la apropiación del Estado que es característica del peronismo.  

Elecciones: es lo que hay

El candidato de Unión por la Patria hace acordar mucho al Néstor Kirchner de 2003, que prometía un gobierno diferente del peronismo clásico. El tiempo mostró que eso era una mentira: al igual que Carlos Menem, su afán fue apropiarse del poder absoluto con la idea de permanecer para siempre. Si, en caso de ser electo hoy, Massa cumpliera con sus promesas –gobierno de unidad nacional, Justicia independiente, órganos de control para la oposición y un largo etcétera–, debería, lisa y llanamente, traicionar tanto a Cristina Fernández de Kirchner como a su hijo Máximo. No es que ello sea una novedad: en el nombre de la lealtad, la traición es en el peronismo una norma. Lo hizo Eduardo Duhalde con Menem y luego Néstor Kirchner con el mismo Duhalde.  

Al final de este largo camino electoral es imprescindible hacerse una pregunta: ¿qué es lo que ha llevado a una parte significativa de nuestra sociedad a elegir candidatos tan malos? ¿Son estos dirigentes los que representan los valores genuinos de la ciudadanía? Estas preguntas caben no solo para Milei y Massa, sino también para los otros que quedaron en el camino, muchos de ellos como producto de la soberbia y el egoísmo.

Hoy por la noche la Argentina tendrá un nuevo presidente. Ojalá, también, una nueva esperanza.