© Escrito por Diego Viana en la Edición Nº 320 del mes de
Octubre de 2022 y publicado en la Revista Pesquisa FAPESP, en la Ciudad de San
Pablo, República Federativa del Brasil.
Darcy Ribeiro en su casa de Río de Janeiro, en una fotografía tomada
en 1995. Luciana Whitaker / Folhapress.
En una de
sus últimas entrevistas, el antropólogo Darcy Ribeiro (1922-1997) relató que
había huido del hospital donde se sometía a un tratamiento contra el cáncer
para terminar el libro que consideraba el punto culminante de su obra: O povo
brasileiro, El pueblo brasileño (Companhia das Letras, Fondo de Cultura
Económica), publicado en 1995. En la misma entrevista, reconocía que era un
hombre de “múltiples facetas”: fue etnólogo indigenista, antropólogo, educador,
gestor público, político militante y novelista. Pero decía haber fracasado en
su misión de hacer de Brasil todo lo que “podría ser”.
En el
centenario de su nacimiento, que viene conmemorándose en todo el país, se ha
celebrado su legado. La Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj) declaró
a 2022 como “Año Conmemorativo de Darcy Ribeiro” y ha programado diversos
eventos. En marzo, el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de São
Paulo (IEA-USP) realizó un seminario sobre su influencia en la educación
brasileña. La Universidad de Brasilia (UnB), de la cual el antropólogo fue uno
de sus fundadores, vinculó las celebraciones por su 60º aniversario con el
centenario de su primer rector. En el campo editorial, el libro autobiográfico
Testimonio, publicado originalmente en 1990, está siendo reeditado en portugués
por la editorial Record, con un prólogo del periodista Eric Nepomuceno. Por su
parte, la editorial Elefante publica Os futuros de Darcy Ribeiro [Los futuros
de Darcy Ribeiro], organizado por el sociólogo argentino Andrés Kozel, de la
Universidad Nacional de San Martín (Unsam), y por el politólogo Fabricio
Pereira da Silva, de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro
(Unirio).
En el auditorio Dois Candangos, Ribeiro
participa en la inauguración de la UnB, en abril de 1962. Archivo Central de la
Universidad de Brasilia.
“Darcy
Ribeiro, es una figura fascinante y uno de los autores latinoamericanos que más
futuros ha proyectado. En algunos de sus textos, él parece hacer comentarios en
voz alta sobre las alternativas, utópicas y distópicas, para Brasil y América
Latina”, dice Pereira da Silva. “Este es un momento excelente para revisar sus
ideas, sus utopías y sus proyectos”.
Oriundo
de Montes Claros (Minas Gerais), Darcy Ribeiro se graduó en ciencias sociales
en la Escuela de Sociología y Política de São Paulo, en 1946, bajo la dirección
del etnólogo alemán Herbert Baldus (1899-1970). Baldus lo envió a trabajar con
el mariscal Cândido Rondon (1865-1958) en el Servicio de Protección al Indígena
(SPI), donde permaneció desde 1947 hasta 1955. En ese lapso, se dedicó a la
etnografía de los pueblos indígenas, entre ellos los kadiwéus, los káingangs y
los bororos. Junto a los hermanos Cláudio (1916-1998) y Orlando Villas-Bôas
(1914-2002), participó en la creación del Parque Indígena de Xingú, en 1952. A
partir de esa experiencia, publicó sus primeros libros, intitulados Línguas e
culturas indígenas no Brasil [Lenguas y culturas indígenas en Brasil] y Arte
plumária dos índios Kaapor [Arte plumario del pueblo Ka’apor], ambos en 1957.
El antropólogo antes de la mesa redonda “Educación: ¿Territorio
libre u ocupado?”, realizada en la Sociedad Brasileña para el Progreso de la
Ciencia, en São Paulo (1988). Niels Andreas / Folhapress
“Fue
durante su labor de campo, como profesional del SPI, que desarrolló sus
conceptos sobre la cuestión indígena y el pueblo brasileño. Las bases teóricas
de su obra, en gran parte, se formaron durante ese período”, dice la
historiadora Carolina Arouca Gomes de Brito, de la Fundación Oswaldo Cruz
(Fiocruz). En un informe presentado a la Organización de las Naciones Unidas
para la Ciencia, la Educación y la Cultura (Unesco), en 1952, Ribeiro criticaba
la noción de que hubo una asimilación pacífica de los indígenas a la población
brasileña, demostrando que la conformación de Brasil se produjo a través del
exterminio de los pueblos originarios.
Su
carrera como educador comenzó en la Escuela Brasileña de Administración
Pública, de la Fundación Getulio Vargas, en Río de Janeiro, donde durante dos
años enseñó etnología brasileña. Por la misma época, participó en la fundación
del Museo del Indio, en 1953 y, dos años más tarde, en la creación de la
primera carrera de posgrado en antropología cultural en Brasil. Tras dejar el
SPI, fue docente en la Universidad de Brasil, la actual Universidad Federal de
Río de Janeiro (UFRJ). En ese período, desarrolló trabajos con el pedagogo
Anísio Teixeira (1900-1971), uno de los referentes principales de la educación
en Brasil y defensor de la educación básica integral (lea en Pesquisa FAPESP,
edición nº 303). Su influencia perduraría durante toda la trayectoria de Darcy
Ribeiro y se concretaría en el proyecto de los Centros Integrados de Educación
Pública (Ciep), escuelas de tiempo completo creadas en Río de Janeiro en la
década de 1980. Por entonces, el gobernador era Leonel Brizola (1922-2004) y
Ribeiro, su vicegobernador.
En el
exilio, Darcy Ribeiro se dedicó al ambicioso proyecto de una “antropología de
las civilizaciones”
El
acercamiento entre Ribeiro y Brizola ocurrió en la década de 1960, cuando el
antropólogo mineiro ingresó a la política nacional. Fue ministro de Educación
durante el período parlamentario del gobierno de João Goulart (1919-1976).
Cando se reinstauró el sistema presidencial, fue Jefe de Gabinete de la
Presidencia de la República. Tras el golpe de Estado de 1964, sus derechos
políticos le fueron revocados. Durante la dictadura militar (1964-1985), el
antropólogo vivió 12 años fuera de Brasil. Fue un período determinante para la
consolidación de su pensamiento, según el propio Ribeiro, quien se refirió al
exilio como el momento en el que se descubrió a sí mismo como latinoamericano.
En los países por los que pasó –Uruguay, Venezuela, Chile, Perú, Costa Rica y
México–, participó en proyectos de creación y reforma de universidades, además
de ejercer la docencia en diversas instituciones.
En
Uruguay, Ribeiro conoció la obra del sociólogo e historiador Manoel Bomfim
(1868-1932). El autor de A América Latina: Males de origem [Latinoamérica.
Males de origen] (editorial Garnier, 1905) se convirtió en uno de sus
referentes principales, por oponerse a las teorías sociales y raciales de su
época al afirmar que la causa de los problemas de Brasil no era su diversidad étnica,
sino la propia lógica de la colonización. “Bomfim escribió durante la época de
la eugenesia, pero ya rebatía los supuestos basados en la inferioridad de
razas”, apunta la socióloga Adélia Miglievich-Ribeiro, de la Universidad
Federal de Espírito Santo (Ufes). “También hacía hincapié en que el camino para
superar cualquier atraso residía en la capacidad de emanciparnos del
colonialismo y afirmarnos como nación soberana. En definitiva, proponía un
amplio proyecto de educación nacional”.
En el
exilio, Ribeiro se dedicó al ambicioso proyecto intelectual de una
“antropología de las civilizaciones”. En 1968, publicó El proceso civilizatorio
(original de editorial Civilização Brasileira). En 1970, Las Américas y la
civilización (en portugués por editorial Civilização Brasileira) y Los
indígenas y la civilização (en portugués por editorial Vozes). También como
parte del mismo afán teórico, publicó Los brasileiros: teoría de Brasil (en
portugués por editorial Vozes, 1972) y El dilema de América Latina (en
portugués por editorial Paz e Terra, 1978). En Las Américas y la civilización,
el antropólogo propone una clasificación de las poblaciones del continente de
acuerdo con el vínculo que tuvieron con la colonización. A los grupos humanos
que simplemente pudieron reproducir su modo de vida europeo del otro lado del
Atlántico, como ocurrió en el norte de Estados Unidos, en Canadá y en algunos
lugares de Argentina, los denomina “pueblos trasplantados”. A los descendientes
de los imperios precolombinos, que principalmente se encontraban en México y en
Perú, los llama “pueblos testigos”.
Por
último, están los “pueblos nuevos”, en países tales como Cuba, Venezuela,
Colombia y Brasil. Estos se formaron a través de un proceso de transmutación de
las identidades antiguas. Esta idea reaparecerá en El pueblo brasileño, bajo la
forma de lo que llamó “nadiedad”, un concepto que describe la formación de la
población brasileña a partir del encuentro violento entre los europeos y los
pueblos originarios. Estos últimos buscaban convertir a los recién llegados en
parientes promoviendo los casamientos entre colonizadores y mujeres indígenas,
el denominado “cuñadismo”. Sin embargo, los hijos de esas relaciones renegaban
de la cultura de sus madres y aspiraban a la de los padres, que no era
accesible para ellos, según el antropólogo. La misma violencia iba a producirse
más tarde entre los africanos traídos a la fuerza, a los que se les impedía
continuar con sus linajes en la nueva tierra.
“El
pueblo brasileño presenta una historia de horribles padecimientos:
colonialismo, aniquilación de los negros y los indígenas, violencia contra la
mujer, usurpación de tierras, destrucción de patrimonios culturales”, dice
Miglievich-Ribeiro. “En Darcy Ribeiro ardía la llama de la utopía y creía que
de esa “nadiedad” surgiría algo nuevo. Pero esto no sucede naturalmente. Desde
su punto de vista, solo a través de la lucha política podemos superar esta
condición subalterna”.
Entre los urubu-kaápor, en Maranhão. Fundación Darcy Ribeiro
La
crítica al colonialismo, el análisis de los pueblos latinoamericanos y la
valoración del punto de vista indígena hacen de la obra de Darcy Ribeiro una
fuente de inspiración para los investigadores del campo de los estudios
poscoloniales y decoloniales, según Pereira da Silva, quien cita como ejemplos
al semiólogo argentino Walter Mignolo y a la teórica cultural estadounidense
Gloria Anzaldúa (1942-2004). “Se trata de relecturas y apropiaciones, porque
cuando él publicó estos términos no se utilizaban. La tendencia al
evolucionismo y al eurocentrismo de sus primeros años dio lugar, en el exilio,
a un enfoque más diversificado, en el que América Latina aparece como un polo
civilizatorio”, dice.
Pereira
da Silva también identifica la influencia de Darcy Ribeiro en las concepciones
de América Latina que hacen hincapié en el carácter plurinacional del continente
y el derecho de los pueblos originarios a la autodeterminación. En las obras de
su juventud, el antropólogo sostenía que el avance de la colonización y el
mestizaje condenarían a los aborígenes a la desaparición. Sin embargo, a partir
de la década de 1970, comenzó a identificar el surgimiento de movimientos de
resistencia y afirmación de la identidad de los indígenas en varios países,
entre ellos Brasil.
“Nota que
los pueblos indígenas desarrollan identidades nacionales. No van a desaparecer.
Entonces empieza a pensar en términos de países con varias nacionalidades, como
federaciones. Esto anticipa el debate sobre la plurinacionalidad que se
desarrollará en Bolivia y en Ecuador, desembocando en procesos
constitucionales, como el que está teniendo lugar en Chile”, dice.
Para
Miglievich-Ribeiro, aunque Darcy Ribeiro adoptó formas de pensamiento que lo
diferenciaban de las corrientes principales del poscolonialismo, como la
pretensión de explicar fenómenos universales, el eje de su proyecto es similar
al de otros precursores de esta vertiente, como los martiniqueses Frantz Fanon
(1925-1961) y Aimé Césaire (1913-2008). “Todos ellos intentaron crear una
narrativa basada en los que vivieron la experiencia de la explotación
colonial”, resume. “Lo que los une es la comprensión de que los pueblos
latinoamericanos fueron moldeados por el colonialismo. Son estudiosos que no
aceptan el universalismo europeo como explicación del mundo”. En 1976, Darcy
Ribeiro regresó a Brasil y añadió una nueva faceta a su obra: la de novelista.
Publicó Maíra (en portugués por editorial Brasiliense, 1976), una novela
profundamente basada en su experiencia como etnólogo. A ella le siguieron El
mulo (en portugués por Nova Fronteira, 1981), Utopía salvaje (en portugués por
Nova Fronteira, 1982) y Migo (en portugués por Guanabara, 1988).
Pese a
haber sido rector, fundador y reformador de universidades, Ribeiro desarrolló
la mayor parte de su carrera fuera de las instituciones universitarias
brasileñas. Empero, jamás dejó de reflexionar sobre su proyecto de educación superior.
Publicó libros tales como La universidad necessária (en portugués por Paz e
Terra, 1969) y La universidad latinoamericana (Biblioteca, 1971), donde expuso
su proyecto basado en la interdisciplinariedad, la inversión en la
investigación científica avanzada, el compromiso social y la participación del
alumnado en la toma de decisiones.
Brito, de
la Fiocruz, describe al proyecto de la UnB como un “centro multidisciplinario
de formación académica, un precepto que aún hoy se considera vanguardista en el
escenario de las universidades brasileñas”. Según Pereira da Silva, el proyecto
de Darcy Ribeiro para las universidades no prosperó. De todas maneras, algunas
instituciones como la Universidad federal del ABC (UFABC) y la Universidad
Federal de la Integración Latinoamericana (Unila), en Foz de Iguazú (Paraná),
incorporaron parte de sus ideas. “Estas instituciones se inspiraron en el
proyecto de la UnB, abortado por el golpe de Estado de 1964”, dice. Entre las
innovaciones figuran el ciclo básico al comienzo de la carrera y el formato de
institutos interdisciplinarios, en lugar de los departamentos dedicados a una
disciplina clásica.
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