domingo, 14 de septiembre de 2014

Los juguetes y el futuro... De Alguna Manera...


“Hoy, los juguetes tienen que ver con el futuro, aun cuando sea incierto”...


Julio Moreno. Médico y psicoanalista Ni soldaditos ni mecanos: los chicos aman las pantallas y la capacidad de transformarse en otros. No buscan entender un juego sino aprender usándolo, dice el entrevistado.

Varían los juegos, pero el rito de jugar nos acompaña siempre, como nos acompaña la infancia que reconfiguramos a lo largo de la adultez. Pero los juegos de los chicos de hoy parecen apuntar más al futuro que al pasado, y los adultos poco saben de ellos. Los juguetes de antaño despiertan melancolía. Y en las rupturas que provoca el consumo de lo nuevo, las experiencias -que vienen del pasado de los mayores- pierden valor. Ya poco saben los padres sobre los juguetes de sus hijos, como ya saben más los chicos que los maestros acerca de las aplicaciones de los dispositivos digitales. Julio Moreno, médico y psicoanalista, ha investigado esta zona en la que se bordea el pasado y el futuro, ya que jugando se enlaza la tradición y se imagina lo porvenir.

¿Es cierto que los juegos de los chicos derivan de ceremonias y ritos?
Es cierto, y como han afirmado reconocidos antropólogos, la mayoría de los juegos clásicos derivan de ritos antiguos, pero la creatividad de todos los juegos está ligada a la originalidad humana, particularmente la de los niños, pero también en todo un aspecto “infantil” de los adultos. Es propio del humano crear juegos y juguetes y poder divertirse con cosas serias.

¿El juego y los juguetes expresan la continuidad de la historia y de las experiencias?
Ritos y juegos expresan una continuidad histórica. Los juegos clásicos derivan de historias antiquísimas. Por ejemplo, el juego de la pelota pudo haber derivado de la evocación de luchas divinas por la posesión del sol; el de la perinola y el trompo, de prácticas adivinatorias; las rondas, de ritos matrimoniales; los juegos de cartas, de luchas bélicas por territorios y poder. El sonajero parece haber surgido de las maracas que usaban los hechiceros para ahuyentar malos espíritus. Pero el conocimiento de estos orígenes queda olvidado en sus detalles por los niños que juegan, aunque el objeto “juguete” transmite algo de aquel pasado. Hace unos 50 años jugábamos a los indios, los vaqueros o los piratas con armas o chiches relacionados con ellos. Ni siquiera jugábamos a imitar, por ejemplo, a personajes de la entonces reciente Segunda Guerra Mundial. Sólo jugábamos con personajes de un pasado lejano.

¿Y qué pasa hoy con los juguetes y los juegos? ¿Cambiaron?
Los juguetes preferidos de los niños de hoy no suelen aludir al pasado sino al futuro. Así como los juguetes de antes parecían diseñados por un historiador, muchos de los juguetes actuales parecen ideados por un futurólogo: naves que surcan el espacio a una velocidad mayor que la de la luz, o que burlan la teoría clásica del tiempo, succionadores de energías, poderosos rayos laser. Los personajes de las historias infantiles preferidas de los niños contemporáneos no suelen tampoco disfrazarse como lo hacían Batman y Superman hace unos 50 años -lo que implicaba una continuidad de lo humano del disfrazado-, sino que se transforman en otro, como el hoy popular Ben 10 o los robots Transformers. Más que evocar el pasado, en esos juegos, historias y juguetes se preanuncia un futuro, aun cuando sea incierto.

¿Los juegos de los chicos siguen expresando fascinación por el tiempo que se repite?
No. Más bien están preparados para lanzarse a lo incierto, o a lo que suponen que va a ser. Les gusta repetir, pero no el pasado histórico sino las historias que los fascinan más; no, por ejemplo, el juego de los piratas, aunque algunas sagas como la de El señor de los anillos o la de Harry Potter pongan en escena una mezcla de pasado, magia y futuro que les encanta a niños y adolescentes.

Los juguetes miniaturizaban un pasado lejano. ¿Por qué ya no lo hacen más?
Quizá ya no sirva tanto evocar un pasado ni transmitirlo para que perdure. Puede ser que importe más preparar a los chicos para un futuro que, aun cuando resulte incierto, está lleno de novedades que son veloz y eficazmente apropiadas por la creatividad y la imaginación infantil. Así, hoy hay juguetes que cumplen con las leyes de la física cuántica y lo digital, pudiendo clonarse, absorber energía y teletransportarse.

¿Qué funciones cumplen las pantallas y la interactividad en la educación?
Muchas y cada vez más, porque las pantallas y lo digital van ampliando y modificando nuestro mundo. Un niño, desde una cada vez más temprana edad, se fascina por las pantallas, sobre todo por las touch . Ya antes de un año de vida un niño suele interactuar con fervor con pantallas y crece en un ambiente en el cual está rodeado de ellas. Son extensiones que forman parte de la realidad en la que le toca vivir y, más aún, en la que le tocará vivir. A los pequeños les interesan más las imágenes de una pantalla de TV, de una tablet, de una computadora o de un celular que un chiche real. Si en el futuro casi todo será comandado por dispositivos informáticos, los niños están aprendiendo, conformando sus mentes para usarlos como nosotros usamos pinzas y lápices. En la escuela, con computadoras portátiles, los niños sobrepasan a los maestros que no son “nativos digitales”, sino “inmigrantes digitales” que pueden aprender, pero no llegar a navegar por lo digital como los nativos.

¿Cómo se venden los juguetes? ¿Se interpela a padres o a chicos? ¿Cambia la estrategia de venta de juguetes porque los adultos ya no los entienden?
Antes, hasta mediados del siglo pasado, la publicidad de los juguetes estaba dirigida a los padres, con la consigna de que los juegos eran buenos, en el sentido de didácticos y para la tarea de “formar bien” a los niños, como el Mecano, el Cerebro Mágico, el Pequeño Doctor. Hoy las publicidades de juguetes -y los mismos juguetes- ya no van dirigidos en primer lugar a los padres para que los compren: van directamente dirigidos a los niños, que son los únicos que los entienden. Hasta da la impresión de que publicidad y los mismos juguetes están confeccionados para que los adultos no los entiendan. A los pequeños les gusta manejar un código y un tipo de juego que sólo ellos y sus pares entienden. El extremo de esas tendencias son las consolas, como la Playstation o Xbox, que los adultos solemos no entender, al menos no como naturalmente -y con increíble habilidad- lo hacen los niños. Tanto es así que esas aplicaciones -como la mayoría de los dispositivos digitales- ni siquiera suelen tener manuales para que quien pretenda usarlos los entiendan. Nuestra generación de adultos creyó que necesitábamos entender para usar cualquier dispositivo, los niños de hoy aprenden usando. Hacen camino al andar.

A veces los chicos se aburren, aun con los mejores juguetes... ¿Nos tenemos que preocupar por eso?
Los chicos pueden aburrirse por muchas razones: porque no logran jugar solos, porque no tienen con quién hacerlo, porque están tristes por algo que les pasó, o porque se dan cuenta de que no logran crecer como ellos querrían, o como sienten que al entorno social y familiar le gustaría. El aburrimiento suele ser una muestra de que algo de la potencia creativa del niño ha colapsado. No encuentran ese plus que da el juego y su alegría porque algo los tiene ocupados o los preocupa. Pero el aburrimiento puede ser un saludable llamado de atención para procurar ayuda, como un anuncio temprano de que algo anda mal.

¿Cómo advertir que estamos frente a un “chico problema”?
Que un chico tenga problemas como temores, miedos, fobias o insomnio es natural y hasta, en una medida moderada y no crónica, sano. Más preocupante puede ser cuando el niño se sobreadapta a las exigencias familiares y sociales, o cuando tiene dificultades severas para conectarse con sus pares, para jugar solo o para interactuar con su entorno. Hay que valorar, sin embargo, el hecho de que un chico logre llamar la atención para que sus padres, la escuela o algún referente valorado se den cuenta de que algo le pasa y hagan algo para ayudarlo. Lo peor es que logre esconder sus pesares, que disimule o que “se haga” el grande o el superado. Los pequeños signos problemáticos son como fusibles que advierten que algo anda mal en tiempos en los que es posible mejorar las cosas, atender y corregir lo que los perturba. La dificultad del niño con su entorno social es señal de que hay algo problemático.

¿Para qué es importante el entramado familiar y la contención que brinda?
Es muy interesante el término “entramado familiar” que se usa ahora cuando antes se hablaba simplemente de “familia”. La familia, como institución, en estos tiempos está en “desorden”, tiene diferentes configuraciones y no es raro que eso complique la función clásica de contención o “encierro” que supo tener la familia clásica del 1900 para con los niños. La familia ya no suele ser la cuna que antes albergaba toda la crianza, y eso porque como institución la familia está en crisis. Y ahora, entonces, puede ser preferible que haya separaciones conyugales -o discusiones y reconfiguraciones o arreglos familiares- antes de que los niños vivan en una suerte de campo de una batalla que los toma como rehenes.

¿Por qué los chicos creen y no creen en los padres? ¿Qué suponen, en qué confían y en qué no los chicos?
Hay una paradoja que afirma que es posible decir “creo tal cosa” y, al mismo tiempo, “no sé si lo creo”. Parece absurdo, pero describe muy bien el estado doble de la mente con que los niños se relacionan con sus padres o con quienes los crían. Son dos enunciados contradictorios pero necesarios para que el niño curse bien su infancia. Los niños necesitan transitar ese doble discurso: primero creer lo que dicen los padres. Pero al mismo tiempo, y de a poco en su crianza, es necesario ir descreyendo eso que creyeron. Ir desconfiando de la absoluta verdad de esos dichos paternos. Viven, por así decir, en esa paradoja de creer pero no creer tanto. Si siguen creyendo sin diferenciarse estamos en problemas; si los invade una incerteza o desconfianza total relacionada con el no creer, surge otro tipo de problemas. Pero ambos extremos -creer sin siquiera cuestionar y no poder parar de cuestionarse- suelen generar inconvenientes en la capacidad de jugar de los niños. Lo ideal es que ambas ramas de la paradoja estén presentes y se hagan tope una a la otra.

© Escrito por Claudio Martyniuk el Domingo 14/04/2014 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Errónea estrategia del Gobierno Nacional... De Alguna Manera...

No sirve de nada…

Solo le pido... Cistina Fernández de Kirchner. Foto: Pablo Temes

Errónea estrategia K. El relato en torno a la ley de pago soberano. Viaje al Vaticano y reto a las automotrices.

La mayoría de los bonistas no va a aceptar la propuesta del cambio de sede para el cobro de sus acreencias”. Esta fue la frase con la que Axel Kicillof se sinceró frente a los legisladores de las distintas comisiones ante las que defendió las “bondades” del proyecto gubernamental aprobado por el Congreso y rápidamente promulgado por la Presidenta. A la luz de tamaña confesión, es poco más lo que se puede agregar. La medida no servirá de nada. La estrategia del Gobierno es ganar tiempo y llegar al 1° de enero de 2014 –momento en el que la RUFO habrá vencido– para iniciar una negociación con los holdouts en busca de un arreglo que ponga fin al litigio. En ese sentido, las últimas decisiones del juez Thomas Griesa vienen ayudando: no sólo no declaró a la Argentina en desacato sino que, además, el miércoles pasado rechazó el pedido del fondo NML para que el Citibank informara sobre cuentas en la Argentina.

La última reunión del sector automotor con la Presidenta efectivamente no fue un lecho de rosas. Participaron las principales empresas del sector, representantes de las concesionarias y gremialistas del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata). Fuentes que conocen al detalle los diálogos –picantes y en tono elevado– que tuvieron lugar en ese cónclave aseguran que el reto presidencial tuvo como destinatarios principales a los representantes de Fiat, Volkswagen y del sector gremial, que no estuvo representado por el secretario general, Ricardo Pignanelli, sino por su adjunto, Mario Manrique.

A los primeros, Cristina Fernández de Kirchner les recriminó en durísimos términos el hecho de haber enviado a todas las concesionarias Fiat un cuestionario preguntándoles qué opinaban del plan Pro.Cre.Auto. Según su criterio, ese formulario inducía a respuestas negativas respecto del plan lanzado por el Gobierno. No hubo derecho a réplica; la primera mandataria puso sobre la mesa una copia de dicha encuesta y la leyó en voz alta, llena de furia.

A los representantes de Volkswagen les echó en cara no haber endurecido su postura ante los reclamos de la central de Brasil referidos al atraso en el pago de importaciones y la amenaza de cortar el envío de productos desde allí a la Argentina. Como ya se dijo en esta columna, es cada vez mayor el número de empresarios que, a nivel mundial, no quieren tener otra Venezuela entre su cartera de clientes.

Con todo, la nota más fuerte llegó con la lista de reproches a la dirigencia del Smata. Manrique tuvo que soportar que la Presidenta le enrostrara la falta de acción del gremio ante los despidos y suspensiones dispuestos por las automotrices: “Ustedes no defendieron a los trabajadores ante las medidas tomadas por los empresarios y yo tuve que bancarme a toda la ‘zurda’ cortando rutas y calles”, gritó desencajada Fernández de Kirchner.

Sin dudas esto explica el show montado por un reducido grupo de gremialistas del sector en uno de los balcones de la Cámara de Diputados, insultando y protestando ante cada una de las intervenciones de los legisladores de la izquierda y del resto de la oposición durante la sesión en la que se aprobó la ley de cambio de sede de pago a los bonistas de la deuda.

En Economía, confirmaron todas estas versiones. El ala técnica de funcionarios que no responde directamente a los camporistas asegura que  la situación volverá a tensarse como consecuencia de la falta de dólares y de la inflación. La presión que sobre la divisa estadounidense ejerce el aumento de los precios licúa los efectos de las correcciones realizadas en el tipo de cambio. “El componente ideológico del así llamado ‘modelo’ continuará acentuando las intervenciones estatales en cada sector donde la urgencia lo requiera. El barco se mantendrá a flote con el monitoreo diario, pero las urgencias harán imposible pensar a mediano plazo y generar previsibilidad. Eso es algo que, a esta altura del mandato, en el Gobierno no le importa a casi nadie”, aseguran las voces técnicas del Ministerio de Economía.

A la luz de estas alternativas, el aumento de la conflictividad social es una de las circunstancias que pueblan el horizonte de la vida política argentina de aquí hasta el final del mandato de Fernández de Kirchner. Se sabe que la preocupación del Sumo Pontífice por esta situación es permanente. Todos los que con él han hablado le han escuchado –a modo de prédica– la misma frase: “Hay que cuidar a Cristina”. Esto es producto, además, de una relación de amistad personal que nació entre ellos luego de aquel primer encuentro que mantuvieron un día antes de la asunción formal de Francisco, el 18 de marzo de 2013. En ese marco, pues, debe analizarse su próximo encuentro con la Presidenta.

La anécdota que llevó a su concreción fue la siguiente.Dos o tres días después del accidente en el que fallecieron la esposa y los dos pequeños hijos del sobrino del Papa, Emanuel Horacio Bergoglio, un secretario de la Presidencia llamó a la periodista Alicia Barrios, a quien le manifestó que la jefa de Estado quería comunicarse con Francisco sin pasar por los canales formales del protocolo diplomático. Barrios, amiga desde los tiempos en que el entonces cardenal Jorge Bergoglio padecía con estoicismo los embates y el ninguneo a los que lo sometía el kirchnerismo, telefoneó al Vaticano y tuvo una respuesta inmediata. La comunicación entre el Santo Padre y la Presidenta quedó fijada para la tarde de ese mismo día. En esa conversación, Francisco –afectado por la imposibilidad de estar cerca de su familia en esa instancia trágica– le manifestó a la jefa de Estado que le gustaría verla durante el transcurso de algún viaje que la llevara cerca de Roma. Esa “cercanía” la dio Nueva York, en donde Fernández de Kirchner deberá participar de la apertura de las sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Tras consultar su agenda, el Santo Padre fijó la fecha del encuentro –un almuerzo– para el próximo sábado al mediodía.

Los memoriosos recuerdan que, durante el cónclave que culminó con la elección del papa Benedicto XVI, Néstor Kirchner hizo todo lo posible para boicotear la postulación del entonces cardenal Bergoglio. “Si lo eligen papa, nos va a manejar el gobierno desde Roma”, repetía sin tapujos por esos días el ex presidente. La Argentina, una paradoja permanente.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el Sábado 13/09/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 13 de septiembre de 2014

El CUIT ... De Alguna Manera...


Corte Suprema: Es inconstitucional quitarle la CUIT a los contribuyente...


Trayendo un poco más de lógica a la relación entre el fisco y los contribuyentes en la Argentina, la Corte Suprema de la Nación dejó firme un fallo que declaró inconstitucional la resolución de la AFIP que habilita al organismo para dar de baja de oficio el número de inscripción, ante determinados incumplimientos, o la posible comisión de incumplimientos.

En el fallo FDM Management SRL, la Sala IV de la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal había declarado la inconstitucionalidad de la RG 3358/12 que estableció que la AFIP tiene facultades para dar de baja de oficio una CUIT. El organismo recaudador interpuso un recurso extraordinario que fue rechazado el 20 de agosto próximo pasado por la Corte, y esto dejó firme la sentencia de segunda instancia.

La Cámara había cuestionado esta facultad y considerado que la resolución era inconstitucional porque la ley de procedimiento tributario no otorga esta potestad a la AFIP.

La AFIP invocó como fundamento para adoptar esa decisión las atribuciones que le otorga el decreto 618 del año 1997 que prevé que el Administrador Federal podrá dictar normas obligatorias en relación con la inscripción de contribuyentes.

Pero del texto expreso o literal de la norma sólo surgen “facultades para regular lo relativo a la forma y modo en que los contribuyentes y demás sujetos tributarios deben inscribirse”, dice el fallo, y agrega que “en modo alguno surge que también cuente con la potestad para cancelar o dar de baja la CUIT”.

“Una medida de este tipo significa la desaparición de la identidad tributaria del contribuyente o responsable que le impide desarrollar su labor en el marco de la legalidad, no sólo en relación con el organismo fiscal sino también con los demás sujetos que se vincule tanto en el aspecto comercial como específicamente fiscal”, añadió la sentencia.

Dice la Cámara en su fallo, que, por su gravedad, en cuanto a sus consecuencias y efectos, esa decisión no puede surgir implícitamente de las competencias que una resolución otorga a la AFIP, sino que debe surgir de una ley, porque es una restricción de derechos”.

Es, sencillamente, una sanción anómala y de claro contenido aflictivo sobre los derechos de los contribuyentes fue la lógica conclusión judicial.

Según la AFIP, los objetivos centrales de ese reglamento son, por un lado, neutralizar la eventual utilización de la inscripción como instrumento de maniobras de evasión fiscal. “La mera conveniencia de un mecanismo para conseguir un objetivo de Gobierno por más loable que éste sea en forma alguna justifica la violación de las garantías y derechos”, le respondió la Cámara y confirmó la Corte.

© Escrito por el Contador Guillermo LoCane y publicado el Martes 09/09/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Se me hace cuento: El Telégrafo... De Alguna Manera...


 El telégrafo...



Desde siempre he sentido admiración por Domingo Faustino Sarmiento. Entre las muchas paradojas que acompañaron al ilustre sanjuanino, no es menor la posterior a su muerte: que para honrar al presidente que ni una vez faltó al colegio, se permita faltar a los alumnos en la efeméride.

Me entusiasmaba entonces y ahora, de Sarmiento, su acento en la educación, su iluminismo, la energía con que convertía en actos estas convicciones; la utilización del poder en función de extender el progreso y no de su usufructo en sí mismo. Y muy especialmente sus salidas imprevisibles, su osadía en las polémicas, su humor vitriólico. Todas estas condiciones configuraban un cuadro personal que lograban que, durante las clases más aburridas de mi cuarto grado, yo alzara la vista hacia el retrato de Sarmiento arriba del pizarrón, y me sintiera menos desolado, aunque Sarmiento estuviera serio como un director enojado. 

Ese cuarto grado fue la primera vez en mi vida que me prestaron un libro. Había leído ya varios: las fábulas de Esopo, Samaniego y Lafontaine; los relatos de la Biblia para niños de Joachim Prinz, editado por Sigal; la Ilíada y la Odisea para niños en la edición de Sigmar. Pero eran todos de mi propiedad. Espero no derramar sobre mi el oprobio si confieso que el libro me lo prestó mi maestra de cuarto grado. Ella nos había leído una de las anécdotas de la vida de Sarmiento de un libro encuadernado en verde, y la historia me gustó tanto que la propia maestra me ofreció prestármelo. No recuerdo quién era el autor, ni si alguna vez lo supe. 

Pero el tacto y el color de las páginas de ese libro, incluyendo su forro verde, no han desaparecido de mis ojos ni de mis manos. Yo, que perdía todo, cuidé ese libro como si fuera un miembro de mi cuerpo. Lo que no perdía, lo rompía; pero ese libro lo mantuve impoluto. Desde entonces he procurado adquirir cada uno de los libros que leo, porque me gusta leerlos mientras desayuno, y despreocuparme por si los mancho con jugo de naranja o huevo pasado por agua. De hecho, me causa cierto placer marcar así los libros, recordarme que son míos y que no debo regresárselos a nadie. Por eso me gusta tanto la propiedad privada. Pero los pago, y por eso desprecio también la piratería. En fin. Llegó el once de septiembre de aquel 1975 y tocó homenajear al padre del aula. Me correspondía, con gestos, ademanes, y en voz alta, destacar dos grandes contribuciones de Sarmiento al país: la extensión del telégrafo y la fundación del zoológico. 

En cuanto al telégrafo, lo consideraba un aporte encantador, y muy propio de Sarmiento. Todavía faltaba un lustro para que yo supiera que Gabriel García Márquez se jactaba de ser el hijo del telegrafista de Aracata; pero ya el telégrafo me parecía un avance destacable en el terreno de las comunicaciones. El zoológico, sin embargo, no me cuadraba. ¿Qué necesidad había de encerrar a los animales? Nunca he sido un hombre de mascotas; muy por el contrario. ¿Pero por qué hacerlos sufrir? Si se trataba de acercar a los niños al conocimiento de la fauna, cualquier descripción o daguerrotipo del siglo XIX hubiera bastado para informarlos, mucho más que los pobres leones apolillados en cautiverio que se parecen tanto a los de la selva como un tobogán de agua a las cataratas del Iguazú.

Por no hablar de las capacidades de reproducción de imágenes y sensaciones de los siglos XX y XXI, que podrían acercar a los chicos animales iguales en todo a los originales, excepto en su existencia real y libre. Pero mi maestra me ordenó que recitara El Zoológico, y El Telégrafo, cuando me tocara el turno, desde el medio del escenario, para toda la concurrencia. Mis fundamentadas protestas no surtieron efecto; le regresé el libro, todo leído, entero y limpio. Tampoco eso me liberó. Llegado el día del acto, en cuanto debí recitar mi parte, me limité a declamar: El telégrafo.

La maestra, desde el llano, frunció el ceño, casi tanto como lo tenía fruncido Sarmiento en su cuadro en el aula, y me hizo con la mano un gesto de que agregara el otro parlamento. Yo repetí: El telégrafo. A la maestra no le quedó más remedio que indicar que continuara mi siguiente compañero, a la derecha, que celebró el impulso al ferrocarril. Terminado el acto, cuando llegó el recreo, la maestra me castigó dejándome a solas en el aula. Una vez más, alcé mi vista en busca del cuadro y en ese caso me resultó particularmente reconfortante. Por primera vez me pareció que el sanjuanino me sonreía.

© Escrito por Marcelo Birmajery publicado el Sábado 13/09/2014 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



Huracán, ¡Se mueve el Globo Terráqueo!... De Alguna Manera...


 ¡Se mueve el Globo terráqueo!...

 Apuzzo visitó a Huracán de Necochea y brindó una clínica para los pibes de Inferiores.

Los de Patricios se expanden por el mundo: lanzaron un proyecto para juntar a los huracanes.

No hay dudas de que Huracán es sinónimo de Parque Patricios. El barrio, la casa, hace ya más de 100 años. Sin embargo, su nombre está instalado a lo largo y a lo ancho de la República Argentina, y también en Europa (por caso, Huracán FC London). Y con ese dato a flor de piel, la Subcomisión de Relaciones Públicas e institucionales del club lanzó un programa de trabajo llamado “140 clubes, una sola identidad. Huracán”, que consiste en juntar a todos los huracanes del mundo para afianzar lazos sociales, culturales y deportivos.

Y en una de esas ramas de laburo aparece Néstor Apuzzo, por ejemplo, el coordinador de las Inferiores. El Cabezón, ya hace un tiempo, comenzó a recorrer el país en busca de visitar aquellas entidades que llevan el nombre de Huracán y de esa manera poner en acción el proyecto. ¿Cómo sería? Que los chicos de la cantera tengan prioridad en Patricios y no en otro lado. De esta manera, se les harán seguimientos a todos los pibes con la firme posibilidad de que algún día sean cracks en el Ducó.
¡Se mueve el Globo terráqueo!

© Escrito por Nicolas Migliavacca y publicado el Viernes 12/09/2014 por el Diario Deportivo Olé de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.