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sábado, 4 de abril de 2020

Muere Luis Eduardo Aute + (1943 - 2020)... @dealgunamanera...

Muere Luis Eduardo Aute, amante del amor y la belleza…

Retrato de Luis Eduardo Aute realizado por su hijo Miguel Aute. / El País

El cantautor, de 76 años, llevaba postrado desde 2016, cuando sufrió un infarto. Fue, entre todos los músicos de su generación, el más vitalista, encantador y desenfadado

© Escrito por Darío Prieto el sábado 04/04/2020 y publicado por el Diario El Mundo de la Ciudad de Madrid, Reino de los Españoles.


Muere el cantautor Luis Eduardo Aute a los 76 años (Video: © Cadena Ser)

Luis Eduardo Aute ha muerto este mediodía a los 76 años en un hospital madrileño, tres años y medio después de sufrir un infarto que lo mantuvo postrado durante los últimos tiempos.

Tras varias estancias en hospitales, entre ellos uno cubano, Aute permanecía en su casa, cuidado por su familia y ayer ingresó en el centro sanitario madrileño en el que ha fallecido, según han informado fuentes familiares a EfE. Las mismas fuentes ignoran cuándo y cómo podrá ser su sepelio debido a las restricciones en toda la comunidad de Madrid para la instalación de capillas ardientes, prohibidas independientemente de la causa del fallecimiento.

Émulo de las vanguardias, fumador empedernido, galán pícaro, cantante protesta primero y confesional después, testigo del 68, cronista de humor woodyalleniano... Toda la cultura de la segunda mitad del siglo XX se podría resumir en la vida de Luis Eduardo Aute, que fue cantautor, escritor, cineasta y pintor.

Al principio, Aute era un aspirante a pintor que entró a estudiar la carrera de aparejadores sin éxito. Estuvo en Francia a partir de 1963 y tuvo la habitual educación intelectual de la burguesía culta de esa generación: cine de la Nouvelle Vague, canción francesa, filosofía post marxista... El clic que cambió su vida llegó un poco después, en un viaje a Brasil como pintor. En América descubrió a Bob Dylan y el hallazgo dirigió a Aute hacia la canción.



¿Qué fue lo que hizo distinto a Aute entre tantos admiradores de Dylan? EL amor y más concretamente, el sexo. Hasta su irrupción, el sexo que cantaban y practicaban los cantautores españoles olía a pana mojada. En España se hacía el amor contra algo: contra la Iglesia, contra el franquismo, contra la generación precedente.

Todo formaba parte de una lucha por algo más importante: la libertad, el cambio, el futuro. Pero, ¿qué hay más importante que el sexo, que la vida, que el arte? Aute lo tuvo claro, y aunque su canción más conocida, Al alba, entra dentro del canon cantautoril (la historia de los últimos fusilados por el aparato franquista), ha pasado a la historia por el resto de su producción, vitalista, hedonista, erótica y admiradora de la belleza. Todo sin grandes aspavientos, despacito, Slowly.

Aute nació en Manila, hijo de un catalán destinado en la compañía de tabacos de Filipinas y de una descendiente de emigrantes españoles. Fue durante la Segunda Guerra Mundial, en pleno horror de la invasión japonesa del archipiélago. Allí, frente al malecón, era un niño que miraba al mar, como recordó en uno de sus últimos discos.

Su familia se instaló en España siendo él niño y entonces se manifestó que el pequeño Luis Eduardo tenía un don para las artes. Y no para uno en concreto: Aute fue músico, escritor, guionista, cineasta, pintor y hasta artífice de una obra que reunía todas las facetas anteriores en forma de película de dibujos animados, Un perro llamado dolor.

Y aunque en todas sus obras fue Aute, las musicales acabaron labrando su reconocimiento, tanto en su faceta de cantautor como en la de compositor para otros (Rosa León, Massiel, Ana Belén, Mari Trini...). Fue también un hombre que buscó y gustó de la compañía de los demás: Serrat, Sabina, Silvio Rodríguez o Pablo Milanés compartieron escenario y proyectos con él, mientras que su placida forma de estar en el mundo atrajo la atención de los músicos más jóvenes, que se reconocían más en él y en su aproximación al pop que en otros de sus contemporáneos. Christina Rosenvinge, Xoel López, Amaral y hasta Mecano (cuya primera aparición televisiva fue con una versión de Al alba) reconocieron su importancia en plena moda del linchamiento de cantautores. 

Hasta, digamos, los 50, no es un tema que te ocupe, porque te queda todo el tiempo. Pero llega un momento en que se convierte en algo presente y preocupante. Me preocupa la falta de tiempo y tengo la angustia de aprovechar al máximo el que me queda. Por eso no tengo móvil ni Facebook ni Twitter. Porque soy muy adictable y si me meto ahí me hago adicto. Me aterra esa posibilidad".

Aute era inquieto y andaba preocupado porque se le acabase el tiempo. En una reciente entrevista, con motivo del concierto de celebración de sus 50 años en la música, este 2016, lo explicaba mientras encadenada un cigarrillo tras otro ante la atenta mirada de su perra. "El tiempo empieza a existir a partir de una edad. 


Con Luis Eduardo en su gira en su presentación en Argentina en 1996.


Por esa época, su carrera ya terminaba. Entre 1968 y 2012, Aute publico 25 discos, además de los singles y las recopilaciones. En 2016 empezó a marcharse y hasta hoy. 

Luis Eduardo Aute, en imágenes…
Repaso de la vida del cantautor madrileño
© Diario El País de Madrid - 11 SEP 2016 -


1. Luis Eduardo Aute, en una imagen de 2003. Fotografía: MIGUEL GENER

2. Luis Eduardo Aute, cantautor y pintor, junto a una de sus obras, en una entrevista en 1985. Fotografía: RAÚL CANCIO

3. Los cantautores participantes en el Concierto contra el miedo. En la fila inferior, en cuclillas, Joaquín Sabina (dcha.) y Luis Eduardo Aute (izda.); en la fila superior, de pie, Rosa León (3ª por la dcha.), en 1989. Fotografía: JESÚS URIARTE

4. Actuación en el Pabellón de Deportes del Real Madrid, donde presentó las canciones de su disco 'Segundos fuera', en 1989. Fotografía: NACHO CASTELLANO

5. El cantautor posa para una entrevista para EL PAÍS, en 1991. Fotografía: MIGUEL GENER

6. Silvio Rodríguez (d) y Luis Eduardo Aute, en 1995. Fotografía: BERNARDO PÉREZ

7. Luis Eduardo Aute posa en la inaguración de la exposición de dibujos y aguafuertes basada en 'Mojándolo todo', una de las canciones incluidas en su disco Alevosia, en 1996. Fotografía: MORGANA VARGAS LLOSA

8. Presentación, en el festival de cine de San Sebastián, de la serie de televisión 'Autor por autor', en la que seis cineastas retratan a seis músicos, en 1997. En la imagen, fila de arriba, los músicos, de izquierda a derecha: Michel Camilo, María del Mar Bonet, Víctor Manuel, Mikel Laboa, Luis Eduardo Aute y Joaquín Sabina. En la fila de abajo, los directores, de izquierda a derecha: Fernando Trueba, Ventura Pons, Pilar Miró, Imanol Uribe, Jaime Chávarri y José Luis García Sánchez. Fotografía: JESÚS URIARTE

9. Luis Eduardo Aute, durante una entrevista, en 1999. Fotografía: RICARDO GUTIÉRREZ

10. Luis Eduardo Aute trabajando en su película de animación 'Un perro llamado dolor', en 2000. Fotografía: CRISTÓBAL MANUEL

11. Luis Eduardo Aute en la Plaza del Rey, Barcelona, leyendo poemas en el Set Dies de Poesia, en 2003. Fotografía: MANOLO S. URBANO

12. Concierto voces solidarias con Africa en el Barcelona Teatre Musical, organizado por la ONG Babel. De pie, Luis Eduardo Aute, Marina Rosell y Paco Ibáñez, sentados Nino Galissa y Georges Moustaki, durante la actuación, en 2007. Fotografía: GIANLUCA BATTISTA

13. Pastora Vega y Luis Eduardo Aute en la grabación de un documental en el Palacio de Viana de Córdoba, en 2007. Fotografía: LUIS COLMENERO

14. Luis Eduardo Aute, en su estudio de Madrid, en 2008. Fotografía: ÁLVARO GARCÍA

15. Recital de poemas de Luis Eduardo Aute (i), con la cantaora flamenca Marina Heredia, en el Olivar de Castillejo de Madrid, en 2008. Fotografía: PACO MANZANO

16. Ensayo de Luis Eduardo Aute, en 2009. Fotografía: SAMUEL SÁNCHEZ

17. El cantautor con su perra Duna, en su estudio en 2011. Fotografía: BERNARDO PÉREZ

18. Luis Eduardo Aute, apoyado en la estatua de Pushkin en el parque de la Fuente del Berro de Madrid, en 2011. Fotografía: BERNARDO PÉREZ

19. El cantautor Luis Eduardo Aute en el homenaje a Vicente Aleixandre en su casa madrileña, en 2014. Fotografía: SANTI BURGOS

20. El cantante y pintor, en su casa de Madrid, en 2016. Fotografía: LUIS SEVILLANO

Luis Eduardo Aute, en canciones…


De Alguna Manera...


El Alba...


La Belleza...



Mano a Mano...


En concierto...


Luis Eduardo Aute. Sus canciones...





domingo, 14 de septiembre de 2014

Los juguetes y el futuro... De Alguna Manera...


“Hoy, los juguetes tienen que ver con el futuro, aun cuando sea incierto”...


Julio Moreno. Médico y psicoanalista Ni soldaditos ni mecanos: los chicos aman las pantallas y la capacidad de transformarse en otros. No buscan entender un juego sino aprender usándolo, dice el entrevistado.

Varían los juegos, pero el rito de jugar nos acompaña siempre, como nos acompaña la infancia que reconfiguramos a lo largo de la adultez. Pero los juegos de los chicos de hoy parecen apuntar más al futuro que al pasado, y los adultos poco saben de ellos. Los juguetes de antaño despiertan melancolía. Y en las rupturas que provoca el consumo de lo nuevo, las experiencias -que vienen del pasado de los mayores- pierden valor. Ya poco saben los padres sobre los juguetes de sus hijos, como ya saben más los chicos que los maestros acerca de las aplicaciones de los dispositivos digitales. Julio Moreno, médico y psicoanalista, ha investigado esta zona en la que se bordea el pasado y el futuro, ya que jugando se enlaza la tradición y se imagina lo porvenir.

¿Es cierto que los juegos de los chicos derivan de ceremonias y ritos?
Es cierto, y como han afirmado reconocidos antropólogos, la mayoría de los juegos clásicos derivan de ritos antiguos, pero la creatividad de todos los juegos está ligada a la originalidad humana, particularmente la de los niños, pero también en todo un aspecto “infantil” de los adultos. Es propio del humano crear juegos y juguetes y poder divertirse con cosas serias.

¿El juego y los juguetes expresan la continuidad de la historia y de las experiencias?
Ritos y juegos expresan una continuidad histórica. Los juegos clásicos derivan de historias antiquísimas. Por ejemplo, el juego de la pelota pudo haber derivado de la evocación de luchas divinas por la posesión del sol; el de la perinola y el trompo, de prácticas adivinatorias; las rondas, de ritos matrimoniales; los juegos de cartas, de luchas bélicas por territorios y poder. El sonajero parece haber surgido de las maracas que usaban los hechiceros para ahuyentar malos espíritus. Pero el conocimiento de estos orígenes queda olvidado en sus detalles por los niños que juegan, aunque el objeto “juguete” transmite algo de aquel pasado. Hace unos 50 años jugábamos a los indios, los vaqueros o los piratas con armas o chiches relacionados con ellos. Ni siquiera jugábamos a imitar, por ejemplo, a personajes de la entonces reciente Segunda Guerra Mundial. Sólo jugábamos con personajes de un pasado lejano.

¿Y qué pasa hoy con los juguetes y los juegos? ¿Cambiaron?
Los juguetes preferidos de los niños de hoy no suelen aludir al pasado sino al futuro. Así como los juguetes de antes parecían diseñados por un historiador, muchos de los juguetes actuales parecen ideados por un futurólogo: naves que surcan el espacio a una velocidad mayor que la de la luz, o que burlan la teoría clásica del tiempo, succionadores de energías, poderosos rayos laser. Los personajes de las historias infantiles preferidas de los niños contemporáneos no suelen tampoco disfrazarse como lo hacían Batman y Superman hace unos 50 años -lo que implicaba una continuidad de lo humano del disfrazado-, sino que se transforman en otro, como el hoy popular Ben 10 o los robots Transformers. Más que evocar el pasado, en esos juegos, historias y juguetes se preanuncia un futuro, aun cuando sea incierto.

¿Los juegos de los chicos siguen expresando fascinación por el tiempo que se repite?
No. Más bien están preparados para lanzarse a lo incierto, o a lo que suponen que va a ser. Les gusta repetir, pero no el pasado histórico sino las historias que los fascinan más; no, por ejemplo, el juego de los piratas, aunque algunas sagas como la de El señor de los anillos o la de Harry Potter pongan en escena una mezcla de pasado, magia y futuro que les encanta a niños y adolescentes.

Los juguetes miniaturizaban un pasado lejano. ¿Por qué ya no lo hacen más?
Quizá ya no sirva tanto evocar un pasado ni transmitirlo para que perdure. Puede ser que importe más preparar a los chicos para un futuro que, aun cuando resulte incierto, está lleno de novedades que son veloz y eficazmente apropiadas por la creatividad y la imaginación infantil. Así, hoy hay juguetes que cumplen con las leyes de la física cuántica y lo digital, pudiendo clonarse, absorber energía y teletransportarse.

¿Qué funciones cumplen las pantallas y la interactividad en la educación?
Muchas y cada vez más, porque las pantallas y lo digital van ampliando y modificando nuestro mundo. Un niño, desde una cada vez más temprana edad, se fascina por las pantallas, sobre todo por las touch . Ya antes de un año de vida un niño suele interactuar con fervor con pantallas y crece en un ambiente en el cual está rodeado de ellas. Son extensiones que forman parte de la realidad en la que le toca vivir y, más aún, en la que le tocará vivir. A los pequeños les interesan más las imágenes de una pantalla de TV, de una tablet, de una computadora o de un celular que un chiche real. Si en el futuro casi todo será comandado por dispositivos informáticos, los niños están aprendiendo, conformando sus mentes para usarlos como nosotros usamos pinzas y lápices. En la escuela, con computadoras portátiles, los niños sobrepasan a los maestros que no son “nativos digitales”, sino “inmigrantes digitales” que pueden aprender, pero no llegar a navegar por lo digital como los nativos.

¿Cómo se venden los juguetes? ¿Se interpela a padres o a chicos? ¿Cambia la estrategia de venta de juguetes porque los adultos ya no los entienden?
Antes, hasta mediados del siglo pasado, la publicidad de los juguetes estaba dirigida a los padres, con la consigna de que los juegos eran buenos, en el sentido de didácticos y para la tarea de “formar bien” a los niños, como el Mecano, el Cerebro Mágico, el Pequeño Doctor. Hoy las publicidades de juguetes -y los mismos juguetes- ya no van dirigidos en primer lugar a los padres para que los compren: van directamente dirigidos a los niños, que son los únicos que los entienden. Hasta da la impresión de que publicidad y los mismos juguetes están confeccionados para que los adultos no los entiendan. A los pequeños les gusta manejar un código y un tipo de juego que sólo ellos y sus pares entienden. El extremo de esas tendencias son las consolas, como la Playstation o Xbox, que los adultos solemos no entender, al menos no como naturalmente -y con increíble habilidad- lo hacen los niños. Tanto es así que esas aplicaciones -como la mayoría de los dispositivos digitales- ni siquiera suelen tener manuales para que quien pretenda usarlos los entiendan. Nuestra generación de adultos creyó que necesitábamos entender para usar cualquier dispositivo, los niños de hoy aprenden usando. Hacen camino al andar.

A veces los chicos se aburren, aun con los mejores juguetes... ¿Nos tenemos que preocupar por eso?
Los chicos pueden aburrirse por muchas razones: porque no logran jugar solos, porque no tienen con quién hacerlo, porque están tristes por algo que les pasó, o porque se dan cuenta de que no logran crecer como ellos querrían, o como sienten que al entorno social y familiar le gustaría. El aburrimiento suele ser una muestra de que algo de la potencia creativa del niño ha colapsado. No encuentran ese plus que da el juego y su alegría porque algo los tiene ocupados o los preocupa. Pero el aburrimiento puede ser un saludable llamado de atención para procurar ayuda, como un anuncio temprano de que algo anda mal.

¿Cómo advertir que estamos frente a un “chico problema”?
Que un chico tenga problemas como temores, miedos, fobias o insomnio es natural y hasta, en una medida moderada y no crónica, sano. Más preocupante puede ser cuando el niño se sobreadapta a las exigencias familiares y sociales, o cuando tiene dificultades severas para conectarse con sus pares, para jugar solo o para interactuar con su entorno. Hay que valorar, sin embargo, el hecho de que un chico logre llamar la atención para que sus padres, la escuela o algún referente valorado se den cuenta de que algo le pasa y hagan algo para ayudarlo. Lo peor es que logre esconder sus pesares, que disimule o que “se haga” el grande o el superado. Los pequeños signos problemáticos son como fusibles que advierten que algo anda mal en tiempos en los que es posible mejorar las cosas, atender y corregir lo que los perturba. La dificultad del niño con su entorno social es señal de que hay algo problemático.

¿Para qué es importante el entramado familiar y la contención que brinda?
Es muy interesante el término “entramado familiar” que se usa ahora cuando antes se hablaba simplemente de “familia”. La familia, como institución, en estos tiempos está en “desorden”, tiene diferentes configuraciones y no es raro que eso complique la función clásica de contención o “encierro” que supo tener la familia clásica del 1900 para con los niños. La familia ya no suele ser la cuna que antes albergaba toda la crianza, y eso porque como institución la familia está en crisis. Y ahora, entonces, puede ser preferible que haya separaciones conyugales -o discusiones y reconfiguraciones o arreglos familiares- antes de que los niños vivan en una suerte de campo de una batalla que los toma como rehenes.

¿Por qué los chicos creen y no creen en los padres? ¿Qué suponen, en qué confían y en qué no los chicos?
Hay una paradoja que afirma que es posible decir “creo tal cosa” y, al mismo tiempo, “no sé si lo creo”. Parece absurdo, pero describe muy bien el estado doble de la mente con que los niños se relacionan con sus padres o con quienes los crían. Son dos enunciados contradictorios pero necesarios para que el niño curse bien su infancia. Los niños necesitan transitar ese doble discurso: primero creer lo que dicen los padres. Pero al mismo tiempo, y de a poco en su crianza, es necesario ir descreyendo eso que creyeron. Ir desconfiando de la absoluta verdad de esos dichos paternos. Viven, por así decir, en esa paradoja de creer pero no creer tanto. Si siguen creyendo sin diferenciarse estamos en problemas; si los invade una incerteza o desconfianza total relacionada con el no creer, surge otro tipo de problemas. Pero ambos extremos -creer sin siquiera cuestionar y no poder parar de cuestionarse- suelen generar inconvenientes en la capacidad de jugar de los niños. Lo ideal es que ambas ramas de la paradoja estén presentes y se hagan tope una a la otra.

© Escrito por Claudio Martyniuk el Domingo 14/04/2014 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.