domingo, 13 de julio de 2014

No tengas miedo cipayo, podés cantar (Humor Político)... De Alguna Manera...


No tengas miedo cipayo, podés cantar…


Ok, no la voy a caretear más: soy futbolero y, si bien prefiero el olor a meo de nuestras canchas pasionales a los pulcros estadios educaditos de los Mundiales, debo reconocer que hace 10 días que no pienso en otra cosa que no sea la Selección. Me importa un corno Ciccone, la inflación, el autoritarismo, la impericia del gobierno, etc. etc. Eso no quita que uno no siga mirando todo de reojo.

Por suerte ya se diluyó, pero durante los meses previos al Mundial hubo una idea bastante extendida de que un triunfo de la Selección ayudaría al Gobierno y que una derrota lo complicará aún más. El “aún más” es un bocadillo medio guacho, pero cierto.

Afortunadamente, la realidad demostró que esta ecuación no era correcta. La euforia que ojalá vivamos hoy, nos pertenece a todos. Y si la cosa no se da, la mufa y el orgullo también será de todos. El Gobierno, en esta y por suerte, no tiene nada que ver.

Hubo sí, desde la Casa Rosada, un torpe intento por chorearse a la Selección. Una idea del tipo “Sabella y sus muchachos son nuestros, mientras que los alemanes, brasileños y holandeses son de los cipayos opositores que los alientan en los ratos libres, entre que apoyan a los fondos buitre, miran TN y tratan de llevarse el agua de la Patagonia a Oklahoma”. Pero no les funcionó.

Nos abrumaron con los avisos de Presidencia que mezclaban los goles argentinos con los logros del Gobierno. Un gol de Messi fundía a la imagen de Kirchner bajando el cuadro y un pase de Mascherano se fundía con un plan de viviendas en la Puna. Pero nada. Ni bola. La gente quiere que gane la Selección y le importa tres carajos lo que haga el Gobierno al respecto. Es más, le hincha bastante las pelotas.

En la desesperación, la falange de propaganda oficial se la pasó mostrando cómo los cipayos habían criticado al equipo, al técnico y a algunos jugadores antes del Mundial y ahora, frente a los éxitos, los elogiaban. Como si esto no hubiera ocurrido, así o al revés, con todas las selecciones argentinas y en todos los Mundiales. Recordemos los carteles de “perdón Bilardo” en el ’86 o los injustos insultos a Verón en 2002. Esto es fútbol y en el fútbol las cosas siempre han sido así.

“Chiquito” Romero no le inspiraba seguridad a nadie hasta que el tipo nos tapó la boca a todos con los penales del miércoles. Los hinchas de River se cansaron de putearlo a Batistuta cuando jugaba para ellos (antes de que Batistuta sea Batistuta) y los de Boca lo puteamos a Gago desde que debutó en primera hasta que nos demostró que era un fenómeno. Así es el fútbol, así es el hincha. Por supuesto, alimentados por la derecha, los medios concentrados, las corporaciones y obviamente, por Majul.

Como tantas veces, fueron muchos los que al principio no creyeron en este equipo y ahora están fascinados. Nada que ver con la coherencia del Gobierno Nacional y toda su falange de propaganda que, por ejemplo, creyó en el papa Francisco desde el primer minuto y siempre lo elogiaron.

Sin embargo, quedó cierto miedo entre el gorilaje en el sentido de que el Gobierno pudiera manotear la Copa, si es que hoy la ganamos, y que los goles que hace Messi van a tapar los goles que hace Boudou (en contra, pero los hace).

Duerma tranquilo amigo gorila. No hay ninguna chance de tapar nada. Aun si hoy le ganáramos a los alemanes, en el mismísimo Maracaná, delante de todo el pueblo brasileño, incluyendo Dilma, Xuxa, Pelé y el pibe, por 7 a 1, igual el Vice va a estar kaput, forfait, fané y descangayado. Lo escribo así porque leído en lunfa suena un poco más suave que leído directamente del expediente de Lijo.

Boudou selló su faena con el histórico discurso del 9 de Julio en Tucumán. El remate de “¡Gracias Néstor, Gracias Cristina!” será inolvidable. Si el juez Lijo toma esto al pie de la letra, a más tardar el miércoles o jueves van todos en cana. En el contexto de la causa Ciccone, un “Gracias Núñez Carmona” vaya y pase, pero un “Gracias Néstor” ya es el acabose.

Para colmo, recordó la posición antiimperialista del peronismo del 45 mientras la televisión mostraba las caras de los distintos funcionarios y dirigentes peronistas, incluida la de un Kunkel azorado. Amado Boudou, un canchero de la UCeDe le explicaba a Carlos Kunkel, un peronista de siempre, lo bueno que había sido Perón. No hay idea de humor político que pueda superar esta escena.

Ese mismo día, Boudou firmó el acta de visitantes ilustres en la Casa de Tucumán, donde en 1816 se proclamó la Independencia, flanqueado a su izquierda por Zamora, el dueño de Santiago del Estero, y a su derecha por Alperovich, el dueño de Tucumán. Si esta es la representación política del Gobierno nacional y popular, estamos en un problemón muchachos. Faltaba el Gordo Valor, que no pudo ir porque justo cayó en cana la semana pasada.

Amigo cipayo. Si usted cree que debe reprimir su pasión nacional y perderse de festejar los triunfos argentinos para no hacerle el caldo gordo al Gobierno, se equivoca de palo a palo. La sopa kirchnerista ya no tiene gusto a nada. Ahora, lo único que les queda es salir a buscar un mango para levantar el muerto.

Este finde vino Putin y en la semana llega el presidente chino Xi Jinping. Apuesto lo que quiera que al toque aparecerá un clásico del kirchnerismo: las famosas inversiones chinas, que ya están por llegar.

Dicen que en la Casa Rosada hay una oficina chiquitita con un cartelito en la puerta que dice Subsecretaría de “Ahí vienen los chinos”. Adentro hay sólo un funcionario cuyo laburo es levantar el teléfono y decirle a Zannini: “Hola Carlos, estamos en julio, recuérdele a la Presidenta que ya es tiempo de volver a anunciar las grandes inversiones chinas”. Nos tienen con ese cuento hace una década.

Relájese amigo gorila. Goce, sufra, salga y festeje. Hoy somos todos iguales. Usted y el Cuervo Larroque, su cuñado y Timerman, su vecino y Moreno. Todos bajo la misma bandera.

El lunes seguiremos emocionados, el martes y miércoles posiblemente también. Y el jueves o viernes empieza de nuevo el quilombo. Boudou volverá a Núñez Carmona, Báez a sus valijas, D’Elía al antisemitismo y así cada uno a lo suyo.

Mientras tanto. Vamos Selección. Vamos Messi. El que no salta es un alemán. Schweinsteiger decime qué se siente. Y cuando el arquero Neuer vaya a patear el saque de meta, como hacemos siempre, como en cada partido de cada domingo, como en cada cancha del país y desde cada rincón de la Argentina, gritaremos todos juntos: ¡¡Puuuutoooo!!

© Escrito por Sebatián Borensztein el Domingo 13/07/2014 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




Amado decime que se siente… De Alguna Manera...


Euforia y problemas


Amado decime que se siente… Amado Boudou. Foto: Pablo Temes


La Selección aúna y alegra a la sociedad argentina. Pero los deseos K chocan con realidades complejas. 

La selección nacional está a pasos de hacer historia en Río de Janeiro. El campeonato mundial de fútbol está a punto de terminar. A estas horas, hay un asunto excluyente: el partido entre la Argentina y Alemania en el Maracaná. Los triunfos obtenidos por el equipo dirigido por Alejandro Sabella hicieron revivir las emociones de aquellas otras conquistas de 1978 y 1986. Las escenas de júbilo y de unidad de una sociedad ávida de alegrías fueron el común denominador de cada victoria del equipo argentino. Son las mismas escenas de júbilo y unidad que se vivieron en cada uno de los países que tomaron parte del certamen cuando sus selecciones ganaron. El Mundial se ha transformado en un acontecimiento planetario que impacta por igual a todas las sociedades a las que, por un momento –y sólo por ese momento– une e iguala. Los sentimientos nacionales emergen con una fuerza irrefrenable: se canta el Himno con emoción y se lucen las camisetas con los colores de la bandera nacional con orgullo. Claro que mañana, todo esto habrá ingresado al pasado de nuestras vidas.

Una de las enseñanzas de este Mundial es que, a pesar de los triunfos que llevaron a la Selección hasta la final, la realidad tuvo una presencia implacable y dejó sin cobertura a todos los que desde el oficialismo se ilusionaron con la idea de que los goles de Messi, Di María e Higuain, o los penales atajados por Romero, serían un bálsamo que pondría a cubierto al Gobierno de las penurias que hoy padece. Es lo que, al fin y al cabo, pasa siempre. En 2002, la selección de Brasil obtuvo por quinta vez la Copa del Mundo, a pesar de lo cual, José Serra, el candidato oficialista de aquel entonces –gobernaba Fernando Henrique Cardoso–, fue derrotado por quien fue su oponente, Luiz Inácio Lula da Silva.

“Amado, de ahora en más, cada día será peor para vos”. Esas fueron las palabras que uno de sus colaboradores más estrechos le dijo al vicepresidente poco después de conocerse el procesamiento dictado por juez federal Ariel Lijo en la causa por la supuesta apropiación de la empresa Ciccone. A modo de confirmación de esa predicción certera, el bloque de senadores del Frente para la Victoria ha firmado esta semana el certificado de defunción política de Amado Boudou. Como lo reconoció en el reportaje que concedió ayer a La Nación el senador Miguel Angel Pichetto, jefe de la bancada oficialista, debió pedirle al vicepresidente que no presidiera la sesión en la que se trató y aprobó el proyecto de ley de inmunidad para los bancos centrales extranjeros. Tuvo que hacerlo en razón de una cuestión de Estado. La crónica recoge que para obtener la mayoría especial que se requería a los fines de tratar el proyecto sobre tablas, Pichetto habló con su par del radicalismo, Gerardo Morales, quien le señaló que la única forma de lograrlo era sin Boudou presidiendo la sesión.

Morales, quien en su condición de jefe de bancada no tiene límite de tiempo para hablar durante el debate, amenazó con recordar los puntos principales del dictamen del juez. En el primer intento por disuadir al vicepresidente, Pichetto fracasó. Terció entonces la senadora Gabriela Michetti, de muy buen trato con Juan Zabaleta, secretario de Boudou. La gestión de Michetti fue exitosa y el vicepresidente no bajó al recinto.
 
Lo del miércoles, durante el acto de conmemoración del aniversario de la declaración de la independencia, dejó a las claras el proceso de caída libre en el que se encuentra el vice. Su presencia en el palco incomodó a todos. El que nada pudo hacer para disimularlo fue el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo. Se entiende: Randazzo viene mostrando un ascenso persistente en las encuestas. Lo que menos quiere es verse mezclado con un individuo a quien, como varios de sus colegas, desprecia. Boudou está convencido de que el ministro es uno de los por él llamados “machos del off”.

La sobreactuación de Boudou en el discurso que pronunció el 9 de Julio fue penosa. Según reveló WikiLeaks, la embajadora Wilma Martínez despachó un cable el 5 de noviembre de 2009, en el que consignó, entre otras cosas, las siguientes: “Durante la entrevista, Boudou se manifestó abiertamente pronorteamericano, aunque agregó que debe cuidarse de no manifestarlo en público”; “Boudou dijo que le gusta esquiar todas las temporadas en Aspen y surfear en las playas del área de San Diego”; “también se describió como un fanático del fútbol americano y habló más inglés de lo que hemos visto hasta ahora, aunque claramente se siente más cómodo en español”. Por eso, escucharlo decir en su pieza oratoria –si es que así se puede llamar al desvaído parloteo del vicepresidente– que “en otras épocas teníamos ministros que iban a Washington a sacarse fotos en la alfombra roja” y que “hoy tenemos ministros que van a plantear las necesidades del país, con toda la voluntad de pago, pero no lo vamos a hacer a expensas del pueblo”, hizo recordar la famosa frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no le gustan, puedo cambiarlos”.

En el vuelo que los traía de vuelta a Buenos Aires desde Tucumán, la tensión era indisimulable. “Boudou abordó el avión exultante. Nadie sabía qué festejaba”, señala una voz del kirchnerismo allí presente. “Al fin y al cabo, es un disc jockey”, murmuró entonces uno de los ministros que compartieron ese viaje, que se hizo interminable e insoportable. Al parecer, Boudou y Randazzo quedaron sentados en la misma fila, sólo separados por el pasillo. La tensión fue in crescendo. Por eso muchos funcionarios prefirieron abrir sus tablets y los diarios para enfrascarse en lecturas aisladoras.

En el kirchnerismo, nadie sabe a ciencia cierta hasta cuándo Cristina Fernández de Kirchner tolerará esta situación que afecta no sólo a su gobierno y a ella, sino también a quienes vayan a ser sus candidatos en 2015. De hecho, la semana que comienza le genera un verdadero problema, ya que debe viajar el miércoles a Brasilia para tomar parte de la trascendente reunión del grupo Brics, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Por lo tanto, Boudou quedará a cargo de la presidencia de la Nación. ¡Qué bochorno!

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el Sábado 12/07/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 12 de julio de 2014

Venezuela, oligarquía castrense... De Alguna Manera...


Oligarquía castrense...


La República Bolivariana de Venezuela es gobernada por una administración militar con fachada civil. 

Como norma cotidiana, primero la información y después la opinión. La noticia viene de Venezuela, bautizada como República Bolivariana de Venezuela, en donde, de acuerdo, a las últimas informaciones, se supo que de acuerdo a las nuevas designaciones del gobierno de Nicolás Maduro, hay más generales y almirantes, que cargos disponibles en el estamento militar, por lo que dichos oficiales permanecerán sin funciones, porque no hay dónde ubicarlos. Ningún problema para el presidente Maduro: este año, nombró a 229 coroneles y capitanes de navío de las diferentes Fuerzas Armadas, rebautizadas como Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Venezuela es gobernada por una administración militar con fachada civil. Es bueno tomar en cuenta las comparaciones que llegan de Caracas, porque en 2006, cuando Hugo Chávez Frías vivía y era “comandante supremo” intangible, apenas fueron ascendidos siete oficiales a general de división, porque hasta ese momento el régimen todavía respetaba la norma según la cual se podían ascender o dar de baja a oficiales de alto rango cuando se producían vacantes por retiro. Pero la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, hizo lo inaudito: inventó dos nuevos escalafones. A los dos existentes, que son como los del Ejército Argentino, General de Brigada y General de División, agregó el escalafón de Mayor General y General en Jefe. Con cuatro diferentes niveles de generalato, los candidatos son mucho más numerosos.

De hecho, en la Constitución de 1999, Chávez elimino el Senado y armo una Asamblea unicameral. Venezuela, que había vivido desde 1958 hasta 1998 con gobiernos civiles, elegidos democráticamente, pasó a tener ese parlamento unicameral dominado por el gobierno. En consecuencia, las decisiones de ascenso en las Fuerzas Armadas, comenzaron a ser adoptadas directamente por el “comandante supremo”. Ahora, la noción, evidente, ostensible, de que se trata de un gobierno militar con fachada civil, no puede ser negada. Es increíble, desconcertante y bastante patético que solo unos escasos nuevos generales y almirantes podrán ocupar puestos de mando, porque no hay dónde ponerlos. ¿Qué hace en consecuencia el régimen de Maduro, que trabaja y funciona sobre la base de la apoyatura militar? Trasladará a cargos claves en el Gobierno a muchos de estos nuevos oficiales de alta graduación, y otros quedarán sin destino; en verdad, como dicen los comentarios periodísticos provenientes de Caracas, muy pocos terminarán ascendiendo en su carrera militar.

Además, hay una evidente utilización del Ejército para los negocios de la nueva oligarquía que ha agrupado su poder en torno de Maduro. Un caso notable: parece italiano pero seguramente debe ser hijo de italianos, el general Giuseppe Yofreda, que era Comandante General de la Aviación ahora fue designado presidente de una llamada Corporación Venezolana de Comercio Exterior, un aparato burocrático armado por Maduro para controlar las importaciones del Estado a una tasa sobrevaluada, inexistente en la realidad, de 6, 30 bolívares por dólar. Este Yofreda, aún cuando maneje una administración civil, va a ser mucho más poderoso que los generales, almirantes y brigadieres, porque será el individuo que recibirá en la mano los dólares baratos del Estado, y de esa manera podrá volcarlos – como ya se ha demostrado tantas veces – al mercado negro, en donde en lugar de 6,30 bolívares, se transa a un valor 12 superior.

En este punto, no creo equivocarme en que hoy se ha creado en la Venezuela supuestamente revolucionaria, una oligarquía castrense, que ha consolidado un estado militar. No es siquiera el caso de Cuba, porque a partir de 1959, la entonces llamada Revolución Cubana literalmente disolvió a las viejas Fuerzas Armadas “burguesas” del régimen dictatorial de Fulgencio Batista, y creó las Fuerzas Armadas Revolucionarias. En Venezuela simplemente le han agregado el apelativo de “bolivarianas”, pero aún cuando hayan pasado 15 años, sigue siendo esencialmente el aparato militar del que formó parte el propio Chávez. En el 52% de los estados en que se divide Venezuela militares ocupan el cargo de gobernador cuando no son ministros o presidentes de la Asamblea Nacional, que es el parlamento unicameral.

Toda la fraseología bolivariana ha insistido en la existencia de una supuesta revolución, una toma del poder por los pobres, un gobierno de las mayorías, cuando en verdad Venezuela es gobernada por un régimen militar del que Nicolás Maduro es apenas un mascarón de proa. No era lo mismo el caso de Chávez, que siendo un hombre fuerte y siendo un caudillo popular, era también una criatura de las Fuerzas Armadas, de las que siempre sintió orgullo, y cuyo uniforme vistió hasta su muerte.

Maduro no puede ponerse un uniforme verde oliva, ni engalanarse con condecoraciones militares, porque era sencillamente un conductor de ómnibus en Caracas hasta hace no más de 20 años. Pero eso no importa: la realidad aparentemente civil del gobierno venezolano es una farsa, no es un gobierno civil, representativo de las instituciones y de la totalidad de esa sociedad.

El de Venezuela, el de Nicolás Maduro, es hoy, sencillamente, un régimen militar en cuyo núcleo íntimo se ha consolidado una oligarquía, intrincadamente ligada al negocio de la compraventa de dólares, y a los fenomenales ingresos que le deja, como toda la vida, la renta petrolera a la pobre Venezuela.


© Escrito por Pepe Eliaschev el Viernes 11/07/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


"Javier Mascherano" y la Argentina posible... De Alguna Manera...

Mascherano y la Argentina posible...



Una nación es, ante todo, un sistema de secretos”, escribió Ortega y Gasset. La identidad de un país está en lo no dicho, en lo que no hace falta aclarar, en los sobreentendidos. Por eso distintos países se ríen de distintas cosas y el sentido del humor, aunque universal, es local.
Mascherano hace que aparezca la foto de Vandenbroele con Boudou.
Desde el día del triunfo de la Selección argentina sobre Holanda, la máquina de hacer chistes funciona a todo vapor.Cualquiera diría que esta máquina vive en Twitter, pero en verdad nace en la calle y se refleja en las redes sociales.
Mascherano interrumpe a Mirtha.
Y siempre es anónima, el motivo por el cual Ricardo Montaner no podrá nunca conocer al autor de la letra del estribillo futbolero “Brasil/decime qué se siente”.
Es cierto, la música es de Creedence. Pero con la música no basta.
Mascherano le paga al chino con caramelos y recibe monedas de vuelto. 
En estos días de triunfos y derrotas las palabras exageran, y entonces los diarios brasileños gritan “¡Humillación!” luego de la goleada sufrida por su equipo ante Alemania, como si esa derrota fuera un insulto al país. Mientras, los argentinos evitamos usar la misma palabra para algo que en verdad nos humilla, como es la presencia de Amado Boudou en el acto oficial conmemorativo de nuestra independencia, el 9 de Julio en la Casa de Tucumán.
Si la montaña no va a Mahoma, Mascherano se la alcanza.
Ni los funcionarios del Gabinete, habituados al rol de aplaudidores, podían ese mediodía sostenerle la mirada al vicepresidente. Nunca vi a Agustín Rossi, actual ministro de Defensa, aplaudir con tanta desidia; ni a Florencio Randazzo mirar molesto al horizonte; ni esa sensación detragame tierra que invadía las primeras filas de asistentes al acto, y se contagiaba a todo el auditorio, con excepción de algunos fieles de La Cámpora que vitoreaban en el fondo.
Mascherano rechaza una oferta de Vito Corleone. 
En el otro extremo de la cuerda, horas después, el jugador de la Selección Javier Mascherano se convirtió en una especie de héroe nacional instantáneo. El vértigo con el que creció la figura del deportista hablaba con absoluta claridad de las necesidades que su figura evocaba. Ahí estaba un jugador de bajo perfil, que siempre utiliza el plural al hablar y que se mantuvo como líder natural de su grupo aunque formalmente hace meses que dejó de ser el capitán del equipo.
Mascherano entendió el final de Lost. 
Ahí estaba Mascherano sufriendo un golpe, atacando, defendiendo, evitando un gol de Robben, diciéndole al arquero Sergio Romero una frase de almanaque: “Hoy vos te convertís en héroe”, que parece la hubiera escrito Kipling. En el medio de la jungla, un ángel.
Mascherano se casa con Wanda Nara y viven felices para siempre.
Es exactamente lo contrario a lo que somos, me decía Marcelo Longobardi en la radio, ayer a la mañana.
¿Es Mascherano lo que somos o lo que queremos ser? ¿El reguero de pólvora de chistes, el centimil, las miles de menciones a Mascherano en las redes sociales evocan una necesidad, o la melancólica ausencia de lo que no seremos jamás?
Mascherano va a negociar con los fondos buitre y trae el vuelto.
De pronto los argentinos, inventores de la cultura de “salvarse” con un batacazo individual, sentimos la necesidad de un equipo, del trabajo y del tiempo que se tarda en realizarlo.
Cuando Jesús multiplicó los panes, Mascherano le dijo: “Dejá, flaco, traje facturas”.
Es probable que ni Mascherano sepa lo que despertó. Nos mostró lo que queremos ser. Nos enseñó que la humildad, el trabajo y el sacrificio pueden ser “negocio”. Hay demasiadas uñas mordidas como para intentar algún equilibrio: esta semana la Argentina se reconoció en un héroe poco convencional si analizamos nuestra historia.
Todos los chistes –que siguen y siguen apareciendo– nos muestran, como incorregibles que somos, pidiéndole imposibles. Pero también sintiéndolo cerca nuestro. 

¿Estaremos, colectivamente, intuyendo el futuro? 

¿Podremos pensar alguna vez en una Argentina de bajo perfil, con trabajo y compromiso, sin grietas y tan normal como Mascherano?
© Escrito por Jorge Lanata el Sábado 12/07/2014 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.