El Fondo, la estanflación y la
“adicción” a las Lebac…
¿El FMI es de verdad distinto al de hace 20 años? Mientras Dujovne negocia en Washington, la incertidumbre se extiende.
© Escrito por Marcelo Zlotogwiazda el viernes
11/05/2018 y publicado por el Portal Nuestras Voces de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Habrá que esperar a conocer el resultado de
la negociación que Nicolás Dujovne está llevando adelante en Washington para
terminar de verificar que no es cierto que el Fondo Monetario Internacional sea
“muy distinto al de hace veinte años”, tal como afirmó el ministro al anunciar
el pedido de asistencia financiera. Hay abundante evidencia para sostener que
la institución que conduce Christine Lagarde mantiene su esencia histórica, y
que lo más probable es que cualquier préstamo que conceda a la Argentina va a
estar sujeto a las clásicas condiciones de ajuste que caracterizaron a cada uno
de los acuerdos anteriores.
Basta repasar el párrafo sobre la Argentina en el Panorama Económico
Regional que el Fondo publicó en octubre del año pasado, que bajo el título “Prioridades
de Política: reducir la inflación y el déficit fiscal”, recomendaba acelerar la
reducción del desequilibrio fiscal, mantener una política monetaria restrictiva
de altas tasas de interés, racionalizar el gasto público incluyendo salarios,
flexibilizar el mercado laboral, rebajar impuestos y abrir más la economía.
Con más detalle, el informe que elaboró en diciembre pasado la misión del
Fondo que auditó las cuentas de la Argentina insistió en la misma línea. Entre
otras cosas, dejó por escrito que “bajar el gasto público es esencial,
especialmente salarios, jubilaciones y transferencias sociales” y que “para
impulsar la productividad y el crecimiento a largo plazo se requiere acelerar
la apertura importadora”.
Más de lo mismo de siempre
Es cierto que discursivamente la institución se ha renovado. Lagarde suele
referirse críticamente a la excesiva desigualdad, reivindica instrumentos
del tipo la Asignación Universal por Hijo, habla a favor de que los
impuestos sean más progresivos, de la conveniencia de aumentar fuertemente la
presión impositiva sobre los más ricos. Incluso sobre esto último los técnicos
del organismo han publicado un extenso manual sobre cómo implementar un
impuesto a los individuos de elevada riqueza.
Pero a la hora de los bifes, las recomendaciones no se apartan de la
tradicional línea ortodoxa, y toda lleva a pensar que si algún acuerdo prospera
tendrá las condicionalidades acostumbradas.
Las causas de la crisis
Otra falsedad del discurso oficial de estos días es que la causa del temporal
cambiario fue la suba de la tasa de interés en Estados Unidos. En todo caso,
eso pudo haber sido el disparador.
Pero una cosa es ser un disparador y otra muy distinta es ser causa. Como
señalan economistas de todo el arco ideológico, la causa de esta crisis es el
creciente desequilibrio de su sector externo, que entre el déficit de cuenta
corriente (balanza comercial, turismo, intereses de deuda, remisión de
utilidades, fletes y seguros) y la dolarización y fuga de excedentes, suma
50.000
millones de dólares.
Es esa fragilidad la que explica por qué
una leve modificación en el contexto internacional desató aquí un temporal pero
en casi todo el resto del mundo apenas un viento molesto. Es esa debilidad
estructural que empeoró durante este gobierno la que explica que el riesgo
país haya subido aquí el triple que en el promedio de los países
emergentes y que la devaluación del peso respecto a noviembre pasado haya
triplicado la de las monedas de Rusia o Brasil.
La realidad les cayó como un balde de agua helada a los funcionarios a
cargo de la economía que estaban empecinados en minimizar el problema del
sector externo con el argumento de que la libre movilidad de capitales y el
tipo de cambio flotante se encargarían de nivelar los desequilibrios.
Ingenuidades ideológicas y desconocimiento de la historia
Mientras Dujovne y su equipo negocian en Washington y la incertidumbre y el
susto se extienden entre la gente, las gerencias de las grandes compañías
formadoras de precios están por estas horas definiendo las nuevas listas luego
de la devaluación. La situación es muy heterogénea entre empresas y productos,
pero no cabe ninguna duda de que habrá fuertes remarcaciones y que la inflación
de mayo no será muy diferente al número de abril que el Indec difundirá el próximo
martes.
Como adelanto, el Instituto Estadístico de los Trabajadores calculó que la
inflación para los asalariados registrados fue del 2,9 por ciento en abril, y
elevó su pronóstico para todo el año al 24,5 por ciento. Lo mismo hicieron
Ecolatina y Macroview: la primera al 24 por ciento y la consultora de Carlos
Melconian y Rodolfo Santángelo al 25.
La meta oficial del 15 por ciento quedará enterrada a varios metros de
profundidad, y las cláusulas de revisión de las paritarias se activarán como
bomberos ante el sonido de la alarma.
También se están recortando los pronósticos de crecimiento, que ya se
habían rebajado por la sequía. Las nuevas correcciones son la respuesta lógica
a que el salto inflacionario va a deteriorar el salario real y el consumo, y al
fuerte recorte en la obra pública que ya anunció Dujovne. A eso habrá que
agregar el efecto de la suba de la tasa de interés, de la mayor incertidumbre y
del creciente malestar, sobre las decisiones de compra, demanda de crédito y de
inversión.
Al respecto, el índice de expectativas que elabora Thomson Reuters junto
con Ipsos Argentina arrojó una fuerte caída de 62,4 en abril a 54,8 en mayo, y
se ubica casi 13 puntos por debajo del pico de octubre pasado. Esa misma
encuesta revela que el índice de clima de inversión percibido retrocedió de
42,9 a 37,6 de abril a mayo, y se ubica casi 12 puntos por debajo del máximo
registrado en noviembre.
Para Ecolatina el PBI crecerá este año menos del 2 por ciento. Parecido al
informe de Macroview de esta semana que incluye como un escenario probable una
suba inferior al 2 por ciento.
A una economía con una inflación del orden del 25 por ciento anual y un
crecimiento inferior al 2 por ciento bien le cabe el calificativo de
estanflación.
El vicio de las Lebacs
Y se viene el martes próximo el vencimiento de Lebac por más de 600.000
millones de pesos, equivalentes a más de 50.000 millones de dólares. Como un
adicto a una droga, el programa económico se envició de Lebac, el título que el
Banco Central ofrece para reabsorber los pesos que el mismo Banco Central emite
para comprarle a Dujovne los dólares que pide prestado el ministro Luis Caputo.
Desde que gobierna Cambiemos el stock de Lebac se cuadruplicó hasta
alcanzar 1.224.300 millones de pesos. Es la contrapartida de las reservas que
acumuló Federico Sturzenegger por el endeudamiento en dólares tomado para
cubrir el déficit fiscal y el agujero externo.
Como un adicto al consumo de droga, el gobierno depende de que se
renueve el grueso de las Lebac que vencen el martes, porque de lo
contrario se corre el serio riesgo de que quienes no renueven destinen los
pesos a la compra de dólares.
Para intentar evitarlo el Banco Central subió la tasa de interés hasta
niveles exorbitantes como estímulo para mantener la adicción.