¡Basta de periodismo corrupto!
¿Por qué la prensa va perdiendo su honestidad?. Un hombre de prensa puede escribir mejor o peor, puede
trabajar en un medio más grande o más pequeño, producir muchas o pocas notas
periodísticas. Es indistinto.
Lo que un periodista jamás debe perder es su honestidad. Ese
es el valor que hace a su verdadera esencia profesional. Lo demás se puede
aprender, más temprano o más tarde.
En las últimas décadas, los medios se han transformado en un
factor de poder real, muchas veces utilizado para hacer operaciones de prensa a
su propio favor.
Los periodistas que se acoplaron al fenómeno, vendieron su
prestigio a los mismos intereses, en general por unas pocas monedas.
Pronto, esos conglomerados fueron involucrándose en
cuestiones extra periodísticas y buscaron meterse en rentables negocios
públicos y privados. En ese punto, comenzaron a mezclarse los tantos y los
empresarios usaron el poder de sus medios para conseguir más rentabilidad en
sus propios negocios.
No hubo límite al respecto. Si había que presionar a algún
funcionario a través de una nota periodística lesiva, esto se hacía sin
miramiento alguno. Si había que denunciar a alguien que pudiera poner trabas a
los intereses de los empresarios, también se hacía, aunque no hubiera pruebas
de la imputación.
Para llevarlo a cabo siempre hubo periodistas dispuestos a
hacer la tarea sucia; mercenarios y carroñeros que prefirieron privilegiar sus
bolsillos a dignificar la tarea para la que fueron preparados.
Ello conspiró contra los intereses de la sociedad, que de un
día para otro comenzó a sufrir el síndrome de la desinformación. Lenta, pero
firmemente, los medios comenzaron a dejar de coincidir con las preocupaciones
ciudadanas.
Mientras el desempleo, la inseguridad y la corrupción
comenzaron a ser parte de la inquietud social, los medios impusieron a través
de sus portadas sus propios intereses.
No se trata de una cuestión ideológica; mucho menos
política. No tiene que ver tampoco con que los medios sean oficialistas o anti
oficialistas. Es solo un tema de intereses privados.
Las operaciones que hace diario Tiempo Argentino o revista
Veintitrés, no son ajenas a las maniobras de grupos como Clarín. Unos buscan
una cosa y otros algo diferente, pero todos finalmente terminan convergiendo en
el mismo lugar: la desinformación.
En Mendoza no es nada complicado conocer cuáles son los
medios que usan su poder de fuego para operar a su favor. Se trata de la
mayoría, con intereses que superan lo periodístico y aspiran a manejar —en
algunos casos—los millonarios recursos de la provincia.
Basta ver algunos diarios, o escuchar ciertas radios. Allí
aparecen claramente las operaciones que se llevan a cabo, elogiando o
criticando a diestra y siniestra, de acuerdo a lo que más les convenga en el
momento a sus dueños.
Los periodistas que trabajan allí no desconocen quiénes son
sus propietarios. ¿Por qué lo hacen entonces? ¿Acaso no tienen dignidad?
Esos hombres de prensa no parecen tener miramiento alguno,
solo cierta motivación económica. Desconocen el daño que le hacen, no solo a la
profesión que ejercen, sino también a la ciudadanía. No les importa… ¿No les
importa?
Así el estado de cosas hoy, donde la corrupción en los
medios es alarmante y abrumadora. Nada que envidiar a la clase política.
Hay una máxima que dice que “la información no nos
pertenece”, sino a la sociedad toda. Es lo que deberían recordar algunos
colegas en estos días... Antes de que sea demasiado tarde.
© Escrito por Christian
Sanz el jueves 05/09/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.