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domingo, 10 de noviembre de 2013

A 75 años de la "Noche de los Cristales Rotos"... De Alguna Manera...


La "Noche de los Cristales Rotos" inició el horror nazi en Alemania hace 75 años...


El pogromo de 1938 marcó un punto sin retorno en la política de persecución que Hitler había puesto en marcha al llegar al poder en 1933.

El 9 de noviembre de 1938 ocurrió la primera gran matanza organizada por los nazis contra los judíos, conocida como la "Noche de los Cristales Rotos" (Kristallnacht), durante la que unas miles de sinagogas, comercios y viviendas de judíos fueron dañadas o destruidas. Unos 90 judíos murieron y otros 30.000 fueron detenidos y después internados en campos de concentración, donde durante los años siguientes fueron eliminados seis millones de personas.



La noche del 9 de noviembre, Josef Goebbels, ministro de Propaganda nazi, se encontraba reunido la cervecería de Munich para conmemorar un nuevo aniversario del frustrado Putsch (golpe de 1923) con miembros de la dirigencia nazi cuando le llegó la noticia de la muerte de Ernst von Rath, diplomático miembro del partido nazi. Dos días antes, Von Rath había sido atacado a tiros por Herschel Grynszspan, un joven judío alemán refugiado que quería vengar la expulsión de su familia de Alemania junto con otros 15.000 judíos polacos ante la indiferencia del mundo.


Para la cúpula nazi, la muerte de Von Rath sería la excusa ideal para acelerar la soñada exclusión de la comunidad judía, considerada culpable de los problemas económicos. Para ello se habían preparado fervientemente: a lo largo del verano anterior se realizaron trabajos de ampliación en los campos de concentración de Buchenwald, Sachsenhausen y Dachau -donde hasta entonces sólo se habían recibido presos políticos- y se dio la orden de confeccionar miles de uniformes con estrellas de David como insignia.


“A lo largo de 1938, dentro del partido nazi había malestar puesto que muchos consideraban que la política contra los judíos no era lo suficientemente drástica”, explicó el historiador Armin Fuhrer. “¡Los judíos tienen que ser y serán eliminados! Ésta es nuestra creencia sagrada”, declaraba Robert Ley, jefe del nacionalsocialista Frente de los Trabajadores Alemanes.


La tesis central de Fuhrer, autor de un nuevo libro sobre la Kristallnacht, es que el médico personal de Hitler, que asumió el tratamiento del diplomático después del atentado, dejó morir a Von Rath por orden superior para tener un mártir que invocar.


Según Armin Furher, el atentado era la oportunidad perfecta para invocar un mártir e impulsar un pogromo contra los judíos. Apenas informado de la muerte de Von Rath, Goebbels leyó una violenta arenga antisemita en la que animó a la militancia nazi a tomar represalia contra los judíos, pero con discreción.


Deseaba que todo fuera visto en el extranjero como una “manifestación espontánea” de ira popular contra el asesinato de un miembro del gobierno. Una hora más tarde se informó la organización del pogromo a las Waffen SS -policía de elite encargada del arresto de judíos- y a la policía, que recibió orden de mantenerse totalmente al margen.


La operación se realizó en dos partes: primero pequeños escuadrones de nazis rompieron las ventanas de prominentes negocios judíos. “Se deben seleccionar a los judíos más adinerados”, era la orden expresa. Luego todos los negocios fueron marcados con signos especiales, con el fin de facilitar la destrucción posterior, y cerca del mediodía los escuadrones originales fueron complementados por otros grupos que entraban en los negocios.


“Todo lo que se pueda contar sobre ello es inofensivo comparado a lo que en realidad ha ocurrido”, dijo entonces una mujer judía, cuyas evocaciones guarda ahora como documentos históricos la Oficina Central de Información Judía. Otro testigo de Düsseldorf contó cómo los judíos fueron “sacados y arrastrados de sus camas en pijamas y camisones de dormir” y forzados “a caminar descalzos sobre los cristales rotos”. Más de 400 personas fueron baleadas o asesinadas a golpes, mientras otros (familias enteras) se suicidaron antes de que las SS llegaran a su domicilio.


Charlotte Knobloch, presidenta del Consejo Alemán de Judíos, superviviente del terror nazi, recordó a la cadena Deutsche Welle haber sufrido en carne propia la infame Kristallnacht: iba de la mano de su padre el 9 de noviembre de 1938 cuando vio que un automóvil los esperaba a la puerta de la casa del familiar a donde se dirigían. Al abrirse la puerta de la casa, el tío -con manchas - de sangre en la cabeza- fue metido a golpes en el vehículo. Charlotte fue rápidamente evacuada de la ciudad.


Aproximadamente 1.570 sinagogas (prácticamente todas las que había en Alemania), muchos cementerios judíos, más de 7.000 tiendas y 29 almacenes judíos fueron incendiados y destruidos en Alemania, y posteriormente se obligó a los judíos, a los que la ley prohibía pedir indemnizaciones a sus aseguradoras, a pagar una multa de mil millones de marcos por los daños producidos.


Unos 30.000 fueron arrestados esa noche y a lo largo del día siguiente en una jornada que marcó el inicio de la maniobra de persecución y aislamiento de los judíos y el primer paso hacia el Holocausto. Muchos de los judíos que pudieron permitírselo buscaron la forma de emigrar y otros buscaron desesperadamente asilo en las embajadas extranjeras, aunque muchos no lo obtuvieron. La inmensa mayoría pereció en campos de exterminio, la “solución final”.



© Escrito por Darío Silva D'Andrea el sábado 09/11/2013 y publicado por el Diairo Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 27 de enero de 2013

1945 - 27 de Enero - 2013... El Holocausto a 68 años... De Alguna Manera...


Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto…


El 1º de noviembre de 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución 60/7 decide que las Naciones Unidas designen el 27 de enero Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Tras la aprobación de la resolución, el Secretario General de las Naciones Unidas describió este día especial como "un importante recordatorio de las enseñanzas universales del Holocausto, atrocidad sin igual que no podemos simplemente relegar al pasado y olvidar".


Los horrores de la segunda guerra mundial dieron lugar a la creación de las Naciones Unidas. El respeto de los derechos humanos de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, es uno de los mandatos fundamentales previstos en su Carta. Al inaugurar el Museo de la Historia del Holocausto en Yad Vashem (Israel) en marzo de 2005, el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, recordó que "la repulsa al genocidio, al asesinato sistemático de seis millones de judíos y millones de otras personas fue también uno de los factores que promovieron la Declaración Universal de Derechos Humanos". 

El Secretario General agregó que "las Naciones Unidas tienen la responsabilidad sagrada de combatir el odio y la intolerancia. Si las Naciones Unidas no están a la vanguardia de la lucha contra el antisemitismo y otras formas de racismo, niegan su historia y socavan su futuro".

El 27 de enero fue elegido para conmemorar el Día Internacional de Recordación del Holocausto porque en esa fecha, en 1945, el ejército soviético liberó el mayor campo de exterminio nazi, en Auschwitz-Birkenau (Polonia). Varios países conmemoran ya este día para recordar a las víctimas del Holocausto.

© Fuente de información: http://es.wikipedia.org


 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Bolas... De Alguna Manera...


Bolas...
Héctor J. Cámpora.

Exhausto de su propia delgadez de ideas, el vocabulario político argentino es un amasijo de balbuceos y palabras caducas. Así como el habla radiofónica se ha sumergido en la oquedad infinita del “a ver” o del “tiene que ver con que”, el lenguaje de políticos e intelectuales es cruzado hoy por el furioso vendaval de la falta de significados. Particularmente llamativa es la recurrencia al pasado para describir el presente o pronosticar el futuro. Es una falencia brutal que se percibe en las nomenclaturas. El núcleo duro del grupo que conduce la Argentina se define por el apellido de un político bonaerense que hace 39 años fue presidente durante 49 días y murió en 1980. Esos datos biográficos no aportarían nada si no fuese porque el legado de Héctor Cámpora a la historia de las ideas o de las grandes decisiones es de modestia inocultable; sin embargo, la guardia de hierro que ha colonizado el poder político acepta el descriptivo “camporista” para reconocerse en una supuesta idea común. Si en el corazón del régimen confiere sentido un apellido que hace ya medio siglo sólo evocaba precarias definiciones, en el entero país prolifera y domina una jerga obsoleta, poblada de arcaísmos. Es como si la Argentina política fuese un laboratorio arqueológico que recuerda aquel deslumbrante aporte de Tato Bores con su personaje Helmut Strassen buscando restos que le permitieran comprender a este inasible país.

Abundan ahora las descalificaciones armadas a partir de superficiales apelaciones a la historia. Gestapo, fascismo, stalinismo, Juventudes Hitlerianas, nazis, son algunos de los términos arrojados irreflexivamente al aire para liquidar de manera aplastante lo que (justificadamente) se percibe desde un sector como ominosa y verdadera amenaza. Del lado oficial, la retórica remite, en cambio, al lenguaje de hace varias épocas: gorilas, fuerza de tareas, oligarquía. Estos festivales de retórica petardista pero impotente tienen un trazo común. En la Argentina se habla con el desvencijado vocabulario del pasado por el alucinante vacío de ideas actuales que prendan con potencia en la piel de la realidad y la nombren con precisión.

No hablo desde la nada. En reiteradas ocasiones, ya desde 2003 (y no desde 2009), di cuenta de lo impresionante que era ver a Carlos Kunkel despachar desde la Casa Rosada sentado a espaldas de un descomunal retrato de Juan Manuel de Rosas (1793-1877). Interpelé por TV a Diana Conti cuando, en una de sus noches más turbulentas, proclamó por TV su admiración por Stalin (1878-1953). El rosismo de Kunkel y el stalinismo de Conti, como el antisemitismo virulento de Luis D’Elía, no son inventos. Son profesiones de fe y admisiones de los propios interesados, paladines prominentes de la actual casta gobernante. Sus existencias y sus ensoñaciones son hechos fehacientes y expresivos, no meras exaltaciones individuales. Tienen proyección política. Sucede como cuando la Presidenta profesa su respeto admirativo por los barrabravas o las Fuerzas Armadas Peronistas, o cuando el ministro Alberto Sileoni se declara arrobado por las tomas de colegios.

Pero esa retórica habla del anquilosamiento de quienes conducen el país, atraso que va de la mano con el que padecen otros ámbitos y sectores, incluso aquellos que nada tienen que ver con este gobierno. Es un problema nacional, síntoma de una carencia dramática y profunda. Parte de este fenómeno se dramatiza a diario en radio y TV, donde se advierten los esfuerzos malogrados de muchos de los ocupantes del habla mediática, transpirando a la búsqueda de palabras que les escasean, desde el “a ver” obsesivo, al “digo” sempiterno, pasando por “el tema de” o esa nueva condena oral, el “tiene que ver con”. ¿Qué revelan esos pedregosos pantanos del habla? Enuncia mal quien piensa pobremente. Si –además– lo hace desde la chatura de conocimientos, el desenlace es penoso. Muchos rascan del fondo de herrumbradas ollas de palabrejas, para valerse de las que perciben como más rotundas. Ahí nomás se arma un desbarajuste de antigüedad patética. Ese palabrerío desorbitado indica que la Argentina está sofocada por un lenguaje que hiede a bolas de naftalina.

Este fenómeno, en sí mismo dramático porque describe la decadencia de una sociedad, implica excesos perniciosos. El manoseo banal de cuestiones esenciales, que deben y pueden ser abordadas con valentía pero también con responsabilidad, termina vaciando significados. Las víctimas son esos fenómenos en torno de los cuales es imprescindible ser muy preciso para evitar que se borre su tenebroso significado histórico. La semana pasada, Marcos Aguinis, enjundioso escritor argentino cuya frontalidad cívica es proverbial, trazó un paralelo retórico que terminó en confusa parábola.

Escribió que “las fuerzas (¿paramilitares?) de Milagro Sala provocaron analogías con las Juventudes Hitlerianas. Estas últimas, sin embargo, por asesinas y despreciables que hayan sido, luchaban por un ideal absurdo pero ideal (sic) al fin, como la raza superior y otras locuras”. El dislate radicó en atribuir un “ideal” a los criminales de la Hitler-Jugend (Juventud Hitleriana), la organización paramilitar del Partido Nacional-Socialista alemán entre 1922 y 1945. La HJ era hermana joven de su rama adulta, la siniestra Sturmabteilung (SA). En mi columna “Eterfascismo” (PERFIL, 17 de agosto de 2012), aludí al fenómeno de la creación de la juventud fascista de Mussolini. Creo haber sido cuidadoso en no identificar mecánicamente fenómenos. Es grave sugerir que la máquina homicida nazi estaba provista de “un ideal”, a diferencia de los jujeños reclutados por Milagro Sala. Lo grave no es, empero, el fastidio de Aguinis, quien está en su pleno derecho de razonar como le plazca. Mortifica mucho más constatar el empobrecimiento del universo de ideas y valores en el que debería debatir la sociedad civil.

En el país se habla mal, se escribe con pobreza y se razona en estilo balbuceante por una fehaciente caída en el mundo de los significados, una impresionante hegemonía de la mentira respecto de la verdad, una victoria de la representación simbólica a expensas de los hechos constatables.

Fervorosamente atados a personajes, consignas, métodos y razonamientos de un pasado que no volverá, una mayoría de argentinos no puede nombrar porque no puede concebir. En sí mismo, esto es mucho más grave y truculento que cualquier remedo neonazi o neostalinista que se quiera fantasear.

© Escrito por Pepe Eliaschev  y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 1º de Septiembre de 2012.