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sábado, 14 de septiembre de 2013

Clarín 1... De Alguna Manera...

Clarín 1

Noble y Peron “vencieron al tiempo” con su organización. 

No sólo el peronismo se ha ido transformando en el sol de nuestro sistema planetario porque seis de cada diez argentinos votaron por un peronista en las últimas PASO: 27% kirchnerismo, 4% aliados K, 15% Massa, 4% De Narváez, 3% De la Sota, 2% Rodríguez Saá y 2% otros PJ. También Clarín, en su campo de acción, es tan excluyente como el peronismo: primero en diarios, primero en radio, primero en TV, primero en cable, primero en internet. Esto no era así en el pasado no lejano, ni para el peronismo ni para Clarín.


Por eso no dejan de resonar los ecos de la audiencia pública promovida por la Corte Suprema de Justicia antes de su sentencia sobre la Ley Medios y las declaraciones periodísticas posteriores de algunos de sus actores, como, entre otros, el reportaje al CEO de Cablevisión, Carlos Moltini, el sábado pasado en Perfil. Está claro que la política de medios del kirchnerismo es vergonzosa, la peor de cualquier gobierno posdictadura, y que la Ley de Medios fue un engendro mal planificado y peor instrumentado que sólo tuvo el acierto de diagnosticar que el tamaño de Clarín en la Argentina era demasiado peligroso (incluso para el propio Clarín, que, más diversificado internacionalmente o en otras actividades, estaría más cómodo). Y que el fallo de la Corte no terminará de resolver el problema de forma completa porque los jueces no legislan, por lo que volverá al Congreso después de 2015, cuando se logre consenso. Para entonces, todos deberemos aportar ideas para no volver al dilema de los debates previos a la sanción de la ley, cuando los legisladores de la oposición criticaban a los medios profesionales porque no proponíamos un modelo de ley alternativo al kirchnerista.  Por una cuestión de espacio, sobre ese tema me voy a referir en la contratapa de mañana –“Clarín 2”– para poder hoy dar respuesta a otra de las derivaciones de la audiencia pública.


La originada por la abogada María Angélica Gelli al decir que “Clarín es el único medio que puede hacer periodismo de investigación”; y una respuesta del presidente de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), Carlos Jornet, que se puede leer completa en el Correo Central de la página 34 de esta edición, en la que disiente de lo que yo escribí el domingo pasado dentro de una columna sobre otro tema. Era sólo un párrafo que transcribo: “La abogada puede no saber de periodismo y no tener presente que entre 2003 y 2009 el periodismo de investigación en la Argentina precisamente no se hacía en el Grupo Clarín. Hasta el ingreso de Editorial Perfil al Consejo Ejecutivo de Adepa, había premios de periodismo ecológico, científico o universitario, pero no existía siquiera la categoría periodismo de investigación”.


La carta del colega, a quien estimo y respeto (además de presidente de Adepa es director del mayor diario del interior del país, La Voz del Interior, de Córdoba), permite profundizar más sobre el tema. Es cierto que hacer periodismo de investigación es caro, pero sería un error creer que sólo quienes cuenten con muchos recursos pueden hacerlo y, mucho peor, confundir tamaño de empresa con periodismo de investigación y, finalmente, con libertad de prensa, como fue la tesis de varios de los abogados de Clarín en la audiencia. Por el contrario, cuando la empresa llega a ser tan grande y tiene que defender múltiples intereses, muchos de ellos regulados por el Estado, lo habitual es que no se haga periodismo de investigación.


No es sólo el caso de Clarín, que entre 2003 y 2008 fue un aliado del kirchnerismo y excluyó el periodismo de investigación política; también lo mismo sucede en Brasil con Globo y en México con Televisa. Los grandes conglomerados de medios son generalmente oficialistas y más aún en países con democracias menos centenarias.


Ya alguna vez cité al fundador de Globo, Roberto Marinho, fallecido la década pasada, quien explicaba que Globo se había hecho grande no por lo que publicaba, sino por lo que dejaba de publicar.


Obviamente que el tamaño importa, pero la tendencia a no confrontar con el poder se dará tan marcadamente en un pequeñísimo diario de Río Gallegos, mientras Néstor Kirchner gobernaba Santa Cruz con mano de hierro, como en un enorme conglomerado como Clarín, que precisaba que el kirchnerismo le aprobase la fusión de Cablevisión con Multicanal porque si no, “la empresa no era sustentable en el largo plazo”, como confesó el CEO de Cablevisión en el reportaje de Perfil del sábado pasado. La colaboración de Google, Facebook y Yahoo! con la red de espionaje en internet de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos es otro ejemplo de cómo tamaño no es garantía de independencia.


Para hacer periodismo de investigación hay que tener voluntad de investigar y vocación de hacerlo soportando el costo de tener una empresa menor de lo que se podría si se siguiera el ejemplo del señor de Globo: dejando de publicar.
 
Obviamente, el periodismo de investigación no es sólo de política, lo hay en todas las temáticas, pero el relacionado con la libertad de expresión y con el contrapeso de las minorías en el sistema democrático es el periodismo de investigación política.


Por último, el Premio Adepa al Periodismo de Investigación no emergió como resultado de “la propia evolución del periodismo en democracia”. En el mandato anterior al de Jornet, cuando Adepa era presidida por Daniel Dessein, en representación de La Gaceta de Tucumán, en el contexto del conflicto del Gobierno con los medios se le pide a Editorial Perfil en 2010 que se comprometa participando del Consejo Ejecutivo de Adepa. 

La respuesta de Perfil fue: “Sí, pero queremos auspiciar un premio al periodismo de investigación”. Y se hizo, era necesaria la voluntad de hacerlo, la misma voluntad que hace falta para hacer periodismo de investigación.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 14 de Septiembre de 2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 21 de julio de 2013

El día que "Clarín’ silenció a ‘The New York Times"… De Alguna Manera...


El día que "Clarín" silenció a "The New York Times"…

Distintos. Tapas de ayer de The New York Times-Clarín y la nota descartada porque “es un tema muy sensible”, según la explicación oficial. Foto: Cedoc

La columna explicaba el conflicto Gobierno-Clarín, pero "allí sólo se publica el relato de la empresa". Ayer (20/07/2013) Clarín publicó en la página 2 de su suplemento The New York Times International Weekly una nota sobre el primer ministro de Serbia, Hashim Thaci.  

Reemplazó de apuro una columna que escribí sobre los conflictos entre medios y gobiernos en América del Sur en general, y el de la administración Kirchner con el Grupo Clarín en particular. Esa columna, llamada “Inteligencia”, es una sección fija de la edición internacional del diario estadounidense que el diario argentino ha publicado regularmente.
Clarín no observó errores u omisiones ni reclamó mayor inteligencia. La breve explicación que le dio a The New York Times es que no la publicaría porque “es un tema muy sensible”

Fue una salida elegante para no explicitar que sobre ese tema sólo se publica el relato de la empresa.

The New York Times evaluó que mi columna es equilibrada y respetuosa. En un hecho inusual, decidió subir a su sitio la versión en español para que los lectores pudieran leerla.
La columna, en realidad, intenta sintetizar el conflicto con información familiar para una parte del lectorado argentino. Que las relaciones entre el gobierno de Néstor Kirchner y Clarín fueron mucho más armoniosas que conflictivas. Que el Gobierno le concedió favores estatales, como la fusión de Multicanal y Cablevisión. Que Clarín fue suave en la crítica y que relegó temas incómodos, como los relacionados con la corrupción gubernamental. Que cuando empezó el conflicto, ni el Gobierno ni Clarín dieron explicaciones convincentes sobre la mutua desilusión. Que la metáfora del divorcio parece mucho más precisa que la de la guerra. Que Héctor Horacio Magnetto no da entrevistas a medios argentinos pero sí a extranjeros. El foco de la columna había cambiado.

Semanas después de la salida de mi libro Clarín, el gran diario argentino: una historia, un editor de The New York Times me sugirió que escribiera una columna sobre la prensa “atacada y sitiada” en América del Sur. Le dije que quizás no era la persona indicada, porque esa perspectiva ha limitado la explicación del conflicto a las acciones de los llamados gobiernos populistas o de izquierda-centroizquierda. También ha relegado temas centrales como la propiedad concentrada del sistema de medios, su relación de give and take (toma y daca) con la política y su responsabilidad en el conflicto por coberturas sesgadas y por momentos incendiarias. Le dije que no creía que la democracia estuviese en riesgo y que las metáforas bélicas de las media wars merecían revisión.

El editor del diario me dijo que una lectura más matizada sobre las media wars despertaría mayor interés para los lectores de su edición internacional (llamada también “Lo mejor de The New York Times”). Tiene un público de seis millones de lectores de 35 diarios distintos, como el China Daily de China, El País de España, Reforma de México o Tages-Anzeiger de Suiza. Debería intentar explicar el conflicto a un comerciante en Zurich o a un universitario en Shanghái. Cerré los ojos, pensé en ellos y escribí.

El jueves a la noche, el editor me informó que Clarín no publicaría la columna. Enterados de la novedad, dos amigos que trabajan en otras secciones de The New York Times me llamaron escandalizados por la decisión del gran diario argentino. Me reprocharon que lo tomara como algo relativamente esperable por el conflicto actual y por la historia del diario (y que también pusiera en duda la supuesta condición de diario inmaculado de The New York Times).

Uno me dijo que Clarín estaba haciendo lo que le criticaba al gobierno argentino. El otro, un viejo columnista que ha recorrido medio mundo con el diario, habló con un mapamundi en la mano. “Creo que estamos eligiendo mal nuestros aliados en América latina: que un diario censure un artículo porque no le gusta es no haber entendido al Times: les gusta el prestigio que les otorga, pero rechazan el periodismo del Times cuando habla de ellos”.

© Escrito por Martín Sivak, periodista y autor del libro -Clarín, el gran diario argentino: una historia-, el domingo 21/07/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 16 de diciembre de 2012

7D, 7 días después… De Alguna Manera...


7 días después…

Ley de medios: su aprobación y desaprobación cambia en proporción a la valoración de la Presidenta. Fuente:Carlos Fara & Asociados.

El gráfico que acompaña esta columna muestra una encuesta donde después de dos años de que hubiese más argentinos que aprobaban la Ley de Medios, de septiembre de 2010 al mismo mes de 2012, en noviembre comenzaron a ser mayoría quienes la desaprueban. La encuesta tiene cuarenta días y es anterior al fallo de la ampliación de la cautelar a favor de Clarín, producida por la Cámara Civil y Comercial el 6 de diciembre, al rechazo de la Corte Suprema del per saltum promovido por el Gobierno cuatro días después y al fallo de ayer del juez Alfonso declarando constitucional la Ley de Medios. Cuarenta días en la Argentina es una eternidad, por eso la empresa que realizó la encuesta, Carlos Fara & Asociados, deseaba no difundirla porque podría haber cambiado el ánimo de la sociedad. 

Pero igual resulta útil para comprender cómo la predisposición de la sociedad a determinadas medidas guarda una relación directa con la aprobación que tienen los gobernantes que las aplican. Así como la ponderación de una opinión o un análisis depende de la credibilidad del periodista o del medio que la difunde, y no pocas veces también la credibilidad de una información, para la opinión pública una iniciativa es buena o mala si el político que la promueve goza de su simpatía y valoración.

El efecto tijera de doble cruce de las líneas de aprobación y desaprobación de la Ley de Medios coincide en mucho con los índices de popularidad de la Presidenta publicado en la contratapa de PERFIL el domingo 18 de noviembre último. Fue en agosto de 2010 cuando Cristina Kirchner logró que la vuelva a aprobar mayor cantidad de personas que las que la desaprobaban. Y en agosto de 2012 fue cuando esas líneas se vuelven a invertir, siendo mayoría los que la desaprobaban, todo muy similar en los tiempos y las proporciones que muestran este gráfico respecto de estar de acuerdo o en desacuerdo con la Ley de Medios.

Obviamente, cuando las medidas se aplican, el ciudadano puede comprobar sus reales consecuencias y allí su valoración comienza a independizarse de su autor. Si la Ley de Medios termina afectando sólo a Clarín, y todos o casi todos los demás grupos de medios se adecuan dividiendo formalmente sus empresas entre familiares o distintas empresas del mismo grupo, la ley perderá legitimidad y la sensación de fraude irá creciendo.

Es evidente que aunque su diagnóstico haya podido ser razonablemente acertado, y valioso su espíritu pluralista, la Ley de Medios nació anacrónica y desprolija. Los problemas para dividir la red de Fibertel proveyendo conexión de internet y la de Cablevisión de televisión por cable, demuestra lo arcaico que resulta regular el mercado de medios sin hacer lo mismo con las telecomunicaciones.

Otro defecto de la ley, que precisará corrección en el futuro, es la imposibilidad de venta de los medios audiovisuales. Simplificando, se podría decir que quien es dueño de una casa, que no puede vender, esa propiedad valdrá mucho menos. Y los medios son empresas que requieren inversiones costosas más difíciles de realizar con esas limitaciones.

Queda pendiente, también, resolver las contradicciones que genera la prohibición a que un extranjero tenga más del 30% de una empresa de medios. Esta disposición ya constaba en la Ley de Preservación de Bienes Culturales sancionada en 2003 y después fue reafirmada en la Ley de Medios. Pero al haber exceptuado a las empresas de países donde no haya limitación a extranjeros de ser propietarios de medios, y dado que es posible mudar a cualquier país el domicilio de un holding de un grupo empresario, esa limitación es en la práctica abstracta.

Un próximo gobierno, con una legitimidad que incluya a todas las fuerzas políticas y ya sin el ánimo específico anti-Clarín, deberá modificar esta ley haciendo más restrictivo y más permisivo lo que la práctica ya comienza a demostrar que es inconsistente con lo funcional o con su espíritu.

El fallo de ayer de Alfonso es un hecho importante pero todo terminará en la Corte Suprema, donde algunos jueces no están hoy con el mismo ánimo hacia el Gobierno que hace algunos meses. Es probable que aún confirmando la constitucionalidad de la Ley de Medios, compensen a favor de Clarín otros aspectos (plazo de la desinversión y resarcimientos patrimoniales), lo que le impida al Gobierno utilizar electoralmente el resultado de su guerra contra Clarín.

Faltan algunas batallas más, pero siete días después del 7D, el Gobierno volvió a sonreír.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 15 de Diciembre de 2012.



jueves, 18 de octubre de 2012

Colonizar la Justicia… De Alguna Manera...


Colonizar la Justicia…

Animus domini. Dibujo: Pablo Temes.

Recusación serial. Preocupa a los magistrados la intromisión del Gobierno. Los aprietes y el peligro de un conflicto de poderes.

No hace falta frecuentar a Sigmund Freud para descubrir la manifestación del inconsciente en el chiste que circula desde hace algunas horas. Dice que hasta Antonio Gasalla renunció al jurado de ShowMatch presionado por el gobierno que empieza con K de Kirchner y termina con K de Alak. No causa gracia la consigna vengativa y setentista que se cantaba por lo bajo en Tribunales: “Cinco por uno, no va a quedar ninguno”. Se referían a los jueces independientes. Los van liquidando de a uno y los ametrallan, no con tiros como en aquella época, pero sí con el aparato propagandístico del Estado que hace de la difamación una tortura del periodismo de Estado.

Hay mucha preocupación entre los magistrados. Los que frecuentan diariamente los pasillos de la Justicia en general, pero de la federal en particular, confiesan que nunca se habían sentido tan rigurosamente vigilados y apretados como ahora desde la reinstauración de la democracia en 1983. Los servicios de inteligencia y los estudios de abogados, que diseminan la carne podrida que allí se produce, tienen amenazados a varios jueces y fiscales con carpetazos de distinto tipo. En algunos casos, vinculados a la vida íntima de los funcionarios judiciales o a las actividades y actitudes de miembros de su familia. Hugo Moyano dijo en estas horas que “la AFIP es la Gestapo K” pero en Comodoro Py creen que los espías son mucho más feroces. Se debaten entre plantarse para no dejarse aplastar y poder ejercer su función con libertad y el temor que los obliga a silbar y mirar para otro lado. El ministro Julio Alak sueña con una Justicia con la camiseta partidaria y con la multiplicación de los Oyarbides. Y trabaja incansablemente para eso. Es la continuación por otros medios del “Vamos por todo” de Cristina. Apelarán a la recusación serial si fuera necesario hasta limpiar el terreno de los temibles jueces autónomos. Y lo hacen a cara descubierta, en forma desembozada. Es tan grande la impunidad que no sienten ni culpa en interferir desde el Ejecutivo en la Justicia y en poner la situación a las puertas de un grave conflicto de poderes.

El gobierno de Cristina tuvo y tiene muchas virtudes. Por eso ganó las elecciones con algo que nadie logró en la historia: 12 millones de votos. Pero el gran drama del oficialismo es que también tiene defectos y que, además de no reconocerlos, los maquilla para exhibirlos como si fueran cualidades morales. Se construye un monopolio estatal de paraperiodismo y eso es presentado como soberanía informativa. Martín Sabbatella no cumple con su deber moral y ético de renunciar a la banca y se lo muestra como la potencia de sus convicciones. No dejan juzgado por colonizar y quieren mostrarlo como una renovación necesaria. Se asocian con los más gordos y burócratas menemistas del sindicalismo y el relato plantea que es parte de la democratización del gremialismo corrupto.

Que Cristina levante su dedito acusador en medio del sermón televisado y refriegue en la cara de la sociedad todo lo bueno que han hecho, vaya y pase. Pero que también quiera dar cátedra con lo que a todas luces son errores es perverso y genera una gran irritación social que se expresa a través de las protestas virtuales y callejeras de diversos sectores sociales. Si la idea es convencer a los ciudadanos de que no hay cepo, no hay inflación, no hay inseguridad y que la Presidenta habla con los periodistas todos los días, esas falsas virtudes se convierten en el combustible que potencia la disidencia. Mo Yan, en ese contexto, deja de ser el escritor chino flamante Premio Nobel de Literatura para comunicar lo que realmente significa ese seudónimo: “No hables”. La asignatura pendiente más cruel que va a dejar el kirchnerismo es la utilización de los valores para un lado o para el otro, según la conveniencia de los fanáticos. Es doloroso e imperdonable, en términos históricos, lo que reveló el humillante apriete que sufrió Jorge Lanata por parte de unos matones chavistas con carnet de servicios secretos.

Interrogatorios obscenos, prepotencia armada y la negación de la libertad, que es borrar contenidos periodísticos, fue reinterpretada por los esbirros locales como una provocación del periodista. Nunca se había llegado a tanto. Es una inmoralidad y una degradación de la condición humana justificar a los victimarios porque hubo “presuntamente” una provocación de la víctima. Uno se imaginó equivocadamente que esas categorías fascistas habían sido superadas. La burda creencia de que el violador es menos violador porque la violada utilizaba minifalda. Repugna descubrir el silencio del Gobierno y la complicidad de los grupos de tareas informativos que primero negaron los padecimientos de Lanata, Nico Wiñazki y sus compañeros y luego fueron capaces de celebrar la actuación de militares que “defienden el socialismo bolivariano”. ¿Qué hubieran dicho si Horacio Verbitsky hubiese sufrido el mismo maltrato en Chile o en Colombia? La responsabilidad de violar los derechos humanos de un trabajador de prensa hubiera sido de la derecha, Clarín y la CIA. Tiene razón Julio Bárbaro, el virus letal del estalinismo está vivito y coleando en la conciencia de muchos presuntos defensores del pluralismo informativo. El gran timonel, Carlos Zannini, dijo que Clarín quiere voltear al Gobierno y sabotear las políticas populares, y hay que prepararse para eso. Qué distinto pensaba Néstor Kirchner hace tan poco, en términos históricos, cuando en el último minuto de su gobierno autorizó la fusión de Multicanal y Cablevisión y disfrutó del concubinato con Héctor Magnetto. ¿Será un sentimiento de despecho hacia la novia que se fue con otro?

El pasado sólo sirve para herir al otro. Nunca para reflexionar sobre los propios comportamientos. A Julio Alak no hay juez que le venga bien. Un hombre ético como Pablo Lanusse lo acusó del delito de “amenazas coactivas”. El ministro de Justicia, en su desenfrenada lucha a favor de los pobres y oprimidos, siempre tuvo el coraje de colocarse todos los sombreros: el de Menem, el de Duhalde y por supuesto, los de Néstor y Cristina. Ahora que los 90 regresan de la mano de la Ley Antiterrorista y la de accidentes de trabajo o la negativa de Cristina a habilitar el debate por el aborto, entre otras cosas, la pregunta surge sola para Alak: ¿Siempre tuvo razón y estuvo del lado de la verdad y la justicia? ¿ O sólo en estos momentos? Si hasta Amado Boudou habla del cepo a la democracia. Pobre cepo. La reforma de 1918 instaló un himno que dice así: “Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”.

© Escrito por Alfredo Leuco y publicada por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 14 de Octubre de 2012.