7 días
después…
Ley de medios: su
aprobación y desaprobación cambia en proporción a la valoración de la
Presidenta. Fuente:Carlos
Fara & Asociados.
El gráfico que acompaña esta columna muestra una encuesta donde después de dos años de que hubiese más argentinos que aprobaban la Ley de Medios, de septiembre de 2010 al mismo mes de 2012, en noviembre comenzaron a ser mayoría quienes la desaprueban. La encuesta tiene cuarenta días y es anterior al fallo de la ampliación de la cautelar a favor de Clarín, producida por la Cámara Civil y Comercial el 6 de diciembre, al rechazo de la Corte Suprema del per saltum promovido por el Gobierno cuatro días después y al fallo de ayer del juez Alfonso declarando constitucional la Ley de Medios. Cuarenta días en la Argentina es una eternidad, por eso la empresa que realizó la encuesta, Carlos Fara & Asociados, deseaba no difundirla porque podría haber cambiado el ánimo de la sociedad.
Pero igual resulta útil para comprender cómo la
predisposición de la sociedad a determinadas medidas guarda una relación
directa con la aprobación que tienen los gobernantes que las aplican. Así como
la ponderación de una opinión o un análisis depende de la credibilidad del
periodista o del medio que la difunde, y no pocas veces también la credibilidad
de una información, para la opinión pública una iniciativa es buena o mala si
el político que la promueve goza de su simpatía y valoración.
El efecto
tijera de doble cruce de las líneas de aprobación y desaprobación de la Ley de
Medios coincide en mucho con los índices de popularidad de la Presidenta
publicado en la contratapa de PERFIL el domingo 18 de noviembre último. Fue en
agosto de 2010 cuando Cristina Kirchner logró que la vuelva a aprobar mayor
cantidad de personas que las que la desaprobaban. Y en agosto de 2012 fue
cuando esas líneas se vuelven a invertir, siendo mayoría los que la
desaprobaban, todo muy similar en los tiempos y las proporciones que muestran
este gráfico respecto de estar de acuerdo o en desacuerdo con la Ley de Medios.
Obviamente,
cuando las medidas se aplican, el ciudadano puede comprobar sus reales
consecuencias y allí su valoración comienza a independizarse de su autor. Si la
Ley de Medios termina afectando sólo a Clarín, y todos o casi todos los demás
grupos de medios se adecuan dividiendo formalmente sus empresas entre
familiares o distintas empresas del mismo grupo, la ley perderá legitimidad y
la sensación de fraude irá creciendo.
Es
evidente que aunque su diagnóstico haya podido ser razonablemente acertado, y
valioso su espíritu pluralista, la Ley de Medios nació anacrónica y desprolija.
Los problemas para dividir la red de Fibertel proveyendo conexión de internet y
la de Cablevisión de televisión por cable, demuestra lo arcaico que resulta
regular el mercado de medios sin hacer lo mismo con las telecomunicaciones.
Otro
defecto de la ley, que precisará corrección en el futuro, es la imposibilidad
de venta de los medios audiovisuales. Simplificando, se podría decir que quien
es dueño de una casa, que no puede vender, esa propiedad valdrá mucho menos. Y
los medios son empresas que requieren inversiones costosas más difíciles de
realizar con esas limitaciones.
Queda
pendiente, también, resolver las contradicciones que genera la prohibición a
que un extranjero tenga más del 30% de una empresa de medios. Esta disposición
ya constaba en la Ley de Preservación de Bienes Culturales sancionada en 2003 y
después fue reafirmada en la Ley de Medios. Pero al haber exceptuado a las
empresas de países donde no haya limitación a extranjeros de ser propietarios
de medios, y dado que es posible mudar a cualquier país el domicilio de un
holding de un grupo empresario, esa limitación es en la práctica abstracta.
Un
próximo gobierno, con una legitimidad que incluya a todas las fuerzas políticas
y ya sin el ánimo específico anti-Clarín, deberá modificar esta ley haciendo
más restrictivo y más permisivo lo que la práctica ya comienza a demostrar que
es inconsistente con lo funcional o con su espíritu.
El fallo
de ayer de Alfonso es un hecho importante pero todo terminará en la Corte
Suprema, donde algunos jueces no están hoy con el mismo ánimo hacia el Gobierno
que hace algunos meses. Es probable que aún confirmando la constitucionalidad
de la Ley de Medios, compensen a favor de Clarín otros aspectos (plazo de la
desinversión y resarcimientos patrimoniales), lo que le impida al Gobierno
utilizar electoralmente el resultado de su guerra contra Clarín.
Faltan
algunas batallas más, pero siete días después del 7D, el Gobierno volvió a
sonreír.
© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 15 de Diciembre de 2012.
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